Perspectivas de género
Zona Común Periodismo Especializado en Niñez
Proyecto de Comunicación para la Infancia
No 31
Perspectivas de género
Por tradición se dice que los hombres no lloran, que los hombres son de la calle y las mujeres de la casa, que mujer que no moleste es hombre o que la palabra de la mujer vale un alfiler.
Estas frases y actitudes se han ido transmitido por generaciones y muy seguramente son parámetros con los cuales niñas y niños están siendo educados y reflejados en el ámbito de la familia, de la escuela y de la sociedad.
Estas formas tradicionales de entender lo masculino y lo femenino están cambiando lentamente, los hombres se están involucrando mucho más en la esfera familiar, y las mujeres ocupan cada vez más posiciones protagónicas en el ámbito público, educativo, laboral sin dejar de lado su familia.
Esas fronteras entre el universo de las niñas y los niños se está fragmentando y en su lugar están surgiendo relaciones caracterizadas por la complementariedad y la igualdad. (Ver también: Recursos en el Sistema Educativo)
Definamos Género
“El género se refiere al carácter cualitativo e interdependiente de la posición de mujeres y hombres en la sociedad. Las relaciones entre ambos géneros están constituídas en términos de las relaciones de poder y dominación que estructuran las oportunidades que ofrece la vida a hombre y a mujeres.
El concepto de género hace posible distinguir las diferencias sexuales, fundadas biológicamente entre mujeres y hombres, de las diferencias determinadas culturalmente entre las funciones recibidas o adoptadas por mujeres y hombres respectivamente en una sociedad determinada.
Las primeras son invariables, tiene carácter de destino. Las últimas se pueden transformar y pueden variar en función de influencias políticas y de la evolución de la opinión”. [1]
Opinión
Género y familia en la sociedad futura.
Por: Ana Rico de Alonso
Profesora Titular de la Universidad Javeriana. Docente en la Universidad Nacional. Investigadora en el campo de familia y en estudios de género. Autora de diversas publicaciones. Email: adealons@javeriana.edu.co
La sociedad actual está en profundo proceso de transición en sus distintas estructuras, organizaciones e instituciones. Las bases tradicionales que han sustentado su organización, se han afectado como resultado de una serie de cambios en los diferentes órdenes socioeconómicos, políticos y personales.
Entre los cambios más significativos puede mencionarse la transformación en la división sexual de las tareas sociales, en especial en las esferas productivas y domésticas.
Más que hacer un inventario de una larga trayectoria de desconfiguraciones y reconfiguraciones, quiero señalar las expresiones más visibles de los cambios en la familia, y las exigencias que para la sostenibilidad de la sociedad, se le plantean al Estado; en este contexto, los roles y funciones de género tanto en lo micro como en lo macro, juegan un papel fundamental.
Las sociedades tradicionales han sobrevivido sobre la base de una rígida división sexual del trabajo, en la que las mujeres se hacen cargo de la totalidad o de una gran parte de las tareas de reproducción social: crianza y cuidado de hijos, atención a enfermos y ancianos de la familia, trabajo doméstico, manejo de los rituales afectivos, prácticas de salud, canalización de los afectos.
Los varones salen a conseguir recursos materiales en el mercado laboral, y una selecta minoría de ellos ocupa las jerarquías decisorias más altas en las instituciones políticas, religiosas y económicas.
La sociedad está dividida claramente entre el espacio público-masculino y el espacio privado-femenino; la familia a su vez, con monogamia vitalicia para la mujer, reúne en el espacio las funciones de regulación sexual, convivencia, supervivencia material, crianza de los hijos biológicos de los dos cónyuges.
Los procesos de modernización han ido modificando lentamente este ordenamiento; se genera el desarrollo industrial urbano, la mayor parte de la población se asienta en los núcleos urbanos, se genera una necesidad de especialización de la mano de obra, aumenta la escolaridad, y se debilitan los controles sociales.
En el caso específico de Colombia, las políticas tempranas e intensivas de planificación familiar, liberan un tiempo y energía de las mujeres jóvenes desde la década del sesenta, a la vez que como estrategia modernizadora, se busca incrementar su escolarización y se estimula la participación en la fuerza de trabajo.
Se da así la salida masiva de la mujer a los espacios públicos, que conlleva en el mediano plazo ganancias de autonomía, frente a los rígidos tutelajes de padres y cónyuge, autonomía que a su vez se ve favorecida con normatividad jurídica que amplía el marco de sus derechos.
La mujer comienza a afianzar esta autonomía en las decisiones que afectan su cuerpo, su tiempo y su afecto, creándose nuevos campos para el establecimiento de relaciones erótico-afectivas, que a su vez, generan cambios en los roles y funciones masculinas.
Los cambios han sido muy intensos y muy rápidos, lo cual ha producido encuentros y desencuentros, en los planos síquico, de pareja, familiar, y social. Coexisten referentes tradicionales, ancestrales de dominación y subordinación, junto con formas familiares nuevas e independientes.
Surgen tensionalidades en las relaciones de pareja, entre padres e hijos, entre jóvenes y ancianos, que se resuelven de múltiples maneras. Una de estas tensionalidades es la distribución inequitativa de responsabilidades de producción y reproducción, entre los hombres y las mujeres del grupo familiar, dejando a la mujer la mayor o la total responsabilidad doméstica, que se adiciona a su jornada laboral, y para muchas mujeres, a su jornada comunitaria.
Otra tensionalidad que surge es entre las funciones familiares y las responsabilidades del Estado; las directrices que toman una y otra van totalmente en contravía: Se impone o se decide un modelo de desarrollo que implica la reducción de tamaño y funciones del Estado en un momento en que la familia, por las razones anotadas, decide o se ve abocada, a reducir las tareas de reproducción social.
Cabe preguntarnos: ¿Cómo son las familias colombianas urbanas de comienzo de milenio? ¿Cuáles son las tendencias que pueden inferirse para el futuro? ¿Cómo pueden articularse Estado y Familia para dar sentido a la retórica consagrada en la Constitución de 1991?
* Las familias actuales: Mucha de la literatura que se ocupa del tema asigna un tono apocalíptico y moralista a los cambios producidos y en proceso. No obstante, estos cambios son irreversibles, y más que detenerlos, conviene documentarlos, comprenderlos y desde el Estado, apoyar las distintas formas de familia.
En la actualidad, las funciones tradicionales de la familia se desempeñan simultánea o separadamente: Hay familias que en las que convive la pareja heterosexual, comparten los bienes generados por el trabajo conjunto, socializan sus hijos de la pareja, esto es la idealizada familia nuclear completa, que representa alrededor de 53%1 de las familias del país.
En las 47% restantes, los componentes se combinan de diferentes maneras: Hay pareja sin convivencia, puede no haber unión de bienes, los hijos no son necesariamente la finalidad del matrimonio, los hijos son de uno de los cónyuges, hay hijos adoptados en mucho mayor proporción.
También hay núcleos sin pareja, abuelos a cargo de sus nietos, y parejas del mismo sexo. Alrededor de un 15% de jóvenes vive en arreglos independientes de sus padres, viven solos o con grupos sin relaciones de parentesco. Hay también una proporción creciente de ancianos, que demanda cuidado y atención.
* Las tendencias para el futuro: las nuevas formas de unión erótico-afectiva se irán incrementando, así como diversas modalidades de convivencias en el espacio, las tendencias en la reducción de la fecundidad implicarán una menor población infantil, y las ganancias en longevidad, una mayor población anciana.
El trabajo estable, con contrato a largo plazo, pasa en todas las sociedades a ser una recuerdo del pasado; nos enfrentamos con mercados flexibles, irregulares, de corta duración, que requieren como señala Adela Cortina, de profundas redes de solidaridad entre los miembros del hogar, y de oferta de servicios diversificada desde el Estado.
* Articulación entre Estado y Familia. El Estado y sus representantes no pueden seguir ignorando las implicaciones de los cambios que se están produciendo. El desafío en este momento histórico para los gobernantes y funcionarios de Colombia no puede seguir siendo solamente el proceso de paz, esto es, la atención a lo político.
¿Qué sucede con las otras dos funciones esenciales para garantizar la supervivencia a corto plazo, y la sostenibilidad a largo plazo, de la sociedad colombiana? Se requiere de una parte, garantizar empleo para los y las colombianos/as, que son a su vez, esposos/as, hijas/os, sujetos autónomos.
Pero también es imperativa la redefinición del bienestar en dos dimensiones:
1) En lo doméstico, no sólo una redistribución equitativa de responsabilidades de reproducción, sino también de producción. Esto conlleva a una revalorización del aporte secular de las mujeres, que debe trascender lo privado y encontrar un reconocimiento desde lo público.
2) En la socialización en la familia, en la escuela, y en la cultura, revalorizar las tareas de cuidado, y la orientación al cuidado de otros, que ha estado tradicionalmente a cargo de mujeres, y devaluada en su reconocimiento.
Se requiere que la escuela asuma la formación de competencias cognitivas, afectivas y ciudadanas, que permitan a hombres y a mujeres desempeñar roles de producción y reproducción.
3) Finalmente, se requiere que el Estado fortalezca una oferta calificada y universal de servicios sociales, que complementen la acción de la familia.
Familia entre la tradición y el cambio
La forma de socializar a las niñas y los niños aún se basa en patrones tradicionales hacia lo femenino y lo masculino, aunque se están produciendo transformaciones, están son muy lentas.
Por: Oscar Javier Bermúdez B.
Las niñas se visten de rosado, juegan a las muñecas y en su rostro siempre hay una expresión de ternura; los niños juegan al fútbol, sus bolsillos están llenos de bichos y en su sonrisa se esconde la última picardía ¿Será que estas imágenes de niña y niño se siguen manejando? O ¿Han cambiado conforme a la evolución del cambio de roles en la familia?
La respuesta a estos interrogantes está en los factores de tipo social que obligaron a que se transformará la estructura familiar, entre ellos están: la urbanización creciente de los años sesenta y la posterior vinculación de la mujer al sector laboral, entre otros.
El proceso de urbanización que afrontó Colombia durante los años sesenta no fue planeado, fue más la consecuencia de elementos asociados con la pobreza rural, las diversas formas de violencia que afectaban la vida campesina y el desarrollo de la agricultura comercial tecnificada1, que empujaron al habitante rural a deambular por las ciudades.
María Dominique de Suremain, urbanista y socióloga y directora del programa ENDA, (Medio Ambiente y desarrollo) en Medellín, explica como ese proceso de migración hacia las ciudades afectó la vida familiar, “hemos pasado en 20 y 30 años de un país rural a uno urbano y eso cambia mucho las formas de vida, por ejemplo, separa los lugares de producción y reproducción; explicándolo en términos sencillos la vida laboral se separa de la vida familiar”.
Es decir, que el entorno familiar dejó de cumplir actividades productivas y se concentró en las relaciones de tipo afectivo.
Otra consecuencia de la urbanización fue la vinculación de la mujer al sector laboral; los bajos ingresos salariales, el elevado costo de vida, la pérdida de poder adquisitivo obligaron a que la mujer se involucrara en actividades productivas para contribuir con la manutención de la familia.
De la mano con está inserción femenina en lo laboral también viene su ingreso al sistema educativo, así lo dice María Dominique de Suremain, “A nivel urbano en los años sesenta empieza esa gran migración, las mujeres han cambiado de forma de vida al tiempo que se ha expandido la educación y el primer efecto fue cambiar también la fertilidad (…)
Las mujeres empiezan, porque progresa su educación, a querer hacer otras cosas que ser solamente madres, ellas dejan de centrar su vida únicamente en la maternidad y en el servicio a sus hijos y desarrollan proyectos propios, eso es un aspecto de la educación”.
Estos cambios afectaron las relaciones al interior de la familia; las mujeres y los hombres asumieron nuevos roles y transformaron lentamente la forma de administrar la autoridad que antes estaba centrada en el varón, “Antes teníamos unos estereotipos en los que la madre cuidaba la vida cotidiana, el cuerpo de los niños, su alimentación, su bienestar, su afecto y el padre era el orden, la norma, el límite, el castigo.
Yo creo que esas divisiones tan radicales se rompen, y que ahora encontramos familias en las que el sustento económico es la mujer y no el hombre y la autoridad la sustenta quien tenga un proyecto más fuerte, puede ser el uno o el otro, en forma que depende más de los carácteres de los individuos que de roles así tan rígidos”, agrega la doctora Suremain.
El papel del hombre en la familia también se ha transformado, está dejando de ser la encarnación de la autoridad y el poder económico y cobra importancia en la crianza de sus hijos. Dalia Restrepo, docente del Programa de Desarrollo Familiar de la Universidad de Caldas, dice: “ los hombres se han vinculado un poco más en el trabajo al interior de la familia, uno en la actualidad ve muchos hombres que atienden a los niños pequeños, que hacen algún tipo de labor, pero también es una actividad tangencial, el hombre permanece separado de la esfera familiar porque está en el campo del trabajo”.
Igualmente, la mujer aunque ha ganado independencia y autonomía, se sigue asumiendo como la responsable principal del hogar y de la crianza de los hijos, como lo asegura Dalia Restrepo, “las mujeres están muy apegadas a ese rol tradicional y les da un poco de dificulta ceder espacio para que el hombre pueda entrar a ejercer algunas de esas labores, pero lógicamente en la pareja y en relación de familia la responsabilidad y los roles tendrían que ser asumidos por ambos”.
Entonces se están desdibujando poco a poco los modelos tradicionales de maternidades y paternidades; La mujer ya no es aquel ser aferrado a su hogar ni el padre es el policía que representa la autoridad, estos cambios de roles implican también transformaciones en las relaciones al interior de la familia. María Dominique de Suremain agrega que, ”Los valores con la modernización van cambiando, ya el individuo es un sujeto, cada miembro de la familia deja de ser simplemente funcional para los demás, cada miembro de la familia tiene intereses y deseos validos.
Los hijos no son lo que los padres quieren que sean, o la prolongación de los padres, sino que tienen proyectos propios”.
Esta lentitud en los cambios de las relaciones de género al interior de la familia también se refleja en la crianza. El proceso de socialización de niñas y niños aún se realiza de acuerdo a parámetros tradicionales en los que las niñas representan la obediencia y la sumisión y los niños el poder y la agresividad.
Dalia Restrepo añade que, “Los niños son criados para ser independientes, porque se les educa para que salgan al campo laboral, al trabajo, mientras que las niñas todavía tienen esa idea de la crianza centrada en la cuestión de lo doméstico, de lo familiar y entonces ahí eso hace que el desarrollo de la identidad del niño y de la niña sea muy diferente”.
Este proceso de socialización tradicional también está muy relacionado con la interiorización de las reglas y de las normas, como lo asegura María Dominique de Sueremain, “las niñas culturalmente son llevadas a juegos más hacia dentro y tienen una relación a la norma de mayor peso, es decir, las niñas son más obedientes frente a las normas desde los juegos.
En cambio, en los juegos los hombres son mucho más flexibles con la norma, juegan más colectivamente, aprenden más la relación entre pares, si alguno se salta una norma, generalmente hay una discusión o aplicación de la fuerza”.
De acuerdo con esto gran parte de nuestras niñas y niños estarían creciendo aún con concepciones tradicionalistas del papel de las mujeres y los hombres, visión en la cual las relaciones familiares se establecerían de acuerdo a patrones de tipo autoritario. María Dominique de Suremain propone construir roles en la familia que no se fundamenten en la jerarquía sino en la equidad e igualdad entre todos los miembros.
Una escuela hecha pa’ machos
En todos los ámbitos de la comunidad escolar se establecen relaciones y actividades basadas en la diferencia de género.
Por: Catalina Velandia Salcedo
La escuela es un arco iris de diversidad en el cual confluye todo tipo de diferencias de tipo étnico, de pensamiento, y por supuesto de género. La forma en que se relacionan niñas y niños dentro de la escuela y las dinámicas escolares están marcadas por la influencia de parámetros tradicionales que subvaloran ciertos roles de la mujer y su participación.
Así lo revelan estudios realizados por el Centro de Investigaciones de la Universidad Central y de la Universidad Nacional de Colombia. Entre los hallazgos de estos trabajos se destacan la influencia del contexto familiar y social; los roles que culturalmente desempeñan las niñas y los niños en la escuela; las dinámicas escolares y el papel de los docentes en la formación de la equidad.
Primero la tradición familiar.
La familia es el primer espacio de socialización de la niñez, proceso educativo que se basa en posiciones tradicionales frente al papel del hombre proveedor y representante de la autoridad, y la mujer como ama de casa, pendiente de la crianza de sus hijos. Carlos Iván García (quien participó junto a Ángela María Estrada en una investigación que indagaba por las Construcciones de género en la cultura escolar, realizada por la Universidad Central) dice, “si un niño es agresivo, porque cree que así construye su masculinidad, no es solamente el resultado de la cultura de la escuela, sino porque probablemente ya venga moldeado por una cultural familiar que se construye en ese mismo sentido”.
La escuela y los roles
Estos imaginarios de hombre y mujer que se construyen desde la familia se reproducen en la escuela, así los varones asumen unos roles caracterizados por la dureza y liderazgo, mientras que las mujeres, según la investigación de la Universidad Central, son pasivas en el campo académico y ayudan a reforzar estos comportamientos.
Además la investigación dice que el liderazgo es mayormente ejercido por los niños en el aspecto académico y las niñas cumplen un rol de apoyo, “Los protagonistas son principalmente varones y los scripts1 son principalmente las mujeres y su ejercicio está fijado de manera esencializada a las características sexuales de las personas”2.
Dentro de los espacios escolares se desarrollan diferencias, ya que se evidencia como las actividades de costura, pintura y otras similares son asignadas culturalmente a las niñas; y a los niños se les atribuyen áreas como mecánica, matemáticas y otras de carácter técnico.
María Elvia Domínguez, psicóloga especialista en estudios de género y coordinadora del programa Género, Mujer y Desarrollo de la Universidad Nacional, agrega, “En la escuela inconscientemente se tiende a reproducir los roles tradicionales de asignación de tareas y de identidades para ambos géneros, entonces si bien se está en un espacio de igualdad de oportunidades, como es el caso de la escuela, de los colegios, se tiende a hacer exigencias distintas para niñas y para niños y se mantienen juegos y actividades segregados por sexo”.
Esto ocasiona que la forma en que se relacionan alumnos y alumnas este matizada por una subvaloración hacia lo femenino, así lo afirma Carlos Iván García, de la Universidad Central, “existen unos patrones de rudeza que afectan no solamente a las niñas, y que no son necesariamente el golpe sino el tono comunicativo que se construye, que es muy demandante, fuerte e imperativo y que está muy asociado a patrones de competitividad”.
Las dinámicas que siguen los maestros están también caracterizadas por esa competitividad, en las aulas predominan actividades en las cuales se premia el rendimiento en términos de tiempo, y es recompensado quien primero conteste.
En ese sentido, de acuerdo a la investigación de la Universidad Central, los varones tienen mayor protagonismo, pues ellos demuestran más disposición para este tipo de actividades y a la vez invisibilizan el papel de las mujeres, puesto que las oportunidades de ellas para participar se restringen frente a la capacidad de los hombres para llamar la atención de los profesores.
Los profes y las profes
Otro factor que contribuye a la inequidad en la escuela es el papel de las maestras y los maestros; en muchos casos los docentes tienen mentalidades en las que la mujer sigue aferrada a los roles del hogar y niegan su participación en otros ámbitos; “el maestro tiene esquemas en los que la mujer ni siquiera debería estudiar, hay un rechazo inconsciente a que las mujeres estén en las aulas escolares “, dice Ximena Lombana, Trabajadora social especializada en estudios de género, de la Universidad Nacional.
Otro factor que cobra importancia en este caso es como las profesoras y sobre todo de bachillerato, no establecen un rol de autoridad frente al grupo, este caso ocurre mucho en los colegios masculinos, lo cual hace que los mismos alumnos marquen diferencias.
Igualdad y no competitividad
Una escuela en la cual no haya diferencia de género empieza por hacer más visible el papel de la mujer en el aula, tanto en el ámbito del alumnado como en el del cuerpo docente y directivo.
De la misma manera los investigadores como Carlos Iván García proponen transformar las dinámicas escolares basadas en la competencia por unas más equitativas e inclusivas, en las que se resalte el trabajo en grupo, al igual que crear estrategias en las que todos los alumnos tengan la oportunidad de participar.
Otras propuestas como la de María Elvia Dominguez giran en torno a la implementación de planes que reconozcan las experiencias tanto femeninas como masculinas sin ningún tipo de discriminación.
Ese arco iris que es la escuela se nutre con todo tipo de colores; con los sueños de los niños, con los argumentos de las niñas, con el hilo para tejer sociedad del maestro, con el liderazgo de la maestra, con la ternura del papá y con el amor y el compromiso de la madre.
Los papás y las mamás de hoy
Una investigación1 realizada por varios centros universitarios de todo el país; dice que uno de los cambios de las madres y los padres de la actualidad es la valoración de las niñas y los niños como sujetos de derechos.
Por Oscar Bermúdez
Las madres de ayer vivían en función de sus hijos y eran obedientes a sus maridos; los padres de ayer eran unos trabajadores incansables, estrictos seguidores de las normas y arbitrarios en el momento de mandar. Los padres y las madres de la actualidad dicen ser todo lo contrario y distanciarse de esa manera de llevar a cabo su papel.
Así lo comprueba una investigación realizada por las Universidad Nacional de Colombia, Universidad de Antioquia, Universidad del Valle, Universidad de Cartagena, y la Universidad Autónoma de Bucaramanga con el apoyo de Colciencias. Este trabajo investigativo contrastó los recuerdos que tienen padres y madres[2]; de la forma en que fueron educados por sus progenitores y la manera en ellos educan hoy a sus hijos e hijas.
Las añoranzas
Los recuerdos que guardan las madres y los padres entrevistados de su figura paterna es el de un ser estricto y autoritario; algunos con tendencias al alcoholismo, a la violencia y al abandono. Esta imagen fue un factor común en todos los estratos aunque se manifestaba con mayor frecuencia en los estratos 1, 2 y 3.
Los investigadores también encontraron casos aislados en los que la imagen del padre era la de alguien responsable y cariñoso.
Las remembranzas que los entrevistados tienen de su madre, es la de ama de casa, dedicada al hogar, a sus hijos y a su marido. Igualmente, se presenta la imagen de “trabajadora”, “verraca” y “echada pa´delante” sobre todo en los estratos 1, 2, y 3. De forma minoritaria algunos recordaron a la mamá como a una persona liberada o fallecida
Los padres y las madres de hoy
De acuerdo a la investigación los padres y las madres de la actualidad tienden a abandonar formas autoritarias y ahora son mucho más afectivos; dicen manejar la autoridad de manera horizontal, se valora el papel del niño y de la mujer en el ámbito social y familiar.
Claro está que estas nuevas concepciones dependen del estrato, del entorno cultural de cada individuo; y anotan los investigadores que los testimonios de los entrevistados están marcados por el discurso del deber ser del padre y de la madre.
Para tener mayor claridad de los cambios y de su incidencia; la investigación determinó tres tendencias de acuerdo a las posturas de las familias en torno a la maternidad y a la paternidad. Una primera tendencia fue la “tradicional”, en la que las familias se arraigan a conceptos como el padre proveedor; y la madre protectora, cuyo destino es la maternidad y el hogar.
La segunda tendencia es la de “transición”, “caracterizada porque los padres manifiestan cambios positivos hacia el manejo de la autoridad y afectividad; pero persisten contradicciones entre el diálogo y el castigo físico”, dice Yolanda Puyana, investigadora y coordinadora del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional; una tercera tendencia es la “construcción”; en la que padre y madre están en búsqueda constante de nuevas formas de cumplir con su papel de manera equitativa y participativa.
Según la investigación la mayoría de los entrevistados se ubica en la tendencia de transición, seguido por la tradicional; mientras que una minoría hace parte de la tendencia de construcción que corresponde a profesionales muy críticos de sus progenitores.
Además de la identificación de estas tendencias, la investigación también determinó como estos cambios de maternidad y paternidad; se ven reflejados en el aspecto del trabajo doméstico, del sustento del hogar, del manejo de la autoridad y de la expresión afectiva con sus hijas e hijos.
Cambios frente a lo doméstico
La investigación determinó que en la tendencia tradicional, a la que pertenecen primordialmente hogares de los estratos 1, 2 y 3; se continúa asumiendo a la mujer como la ama de casa, dedicada a las labores domésticas, mientras que el hombre muy poco participa de estas tareas y es totalmente ajeno a ellas.
En la tendencia de transición los padres empiezan a cercarse a las labores domésticas; pero sigue siendo la mujer la responsable de los oficios caseros. En la tendencia de construcción se presenta la asignación compartida de tareas entre todos los miembros del hogar.
De acuerdo con Claudia Mosquera, co investigadora en Bogotá y miembro del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional; “Los padres se han incorporado mucho más a las tareas relacionadas con la crianza de sus hijas e hijos; las cuales son labores que le producen de alguna manera placer lúdico y le rehuyen a otro tipo de oficios como lavar, planchar o ayudar con las tareas de la escuela”.
Cambios frente a la proveeduria
Aunque la mujer colabora mucho más con los ingresos del hogar, en la tendencia tradicional aún se considera que el trabajo femenino interfiere con la maternidad; los hombres no valoran los aportes que hacen las mujeres. En las otras dos tendencias, los ingresos de las mujeres son considerados por los hombres como vitales e imprescindibles.
Aunque al respecto Claudia Mosquera añade “frente al trabajo femenino los hombres dicen que es indispensable, es importante; pero los ingresos solo sirven para pagar cosas menores, entonces hay una aceptación del trabajo femenino pero la valoración sigue siendo la misma”.
Cambios frente a la autoridad
Frente al manejo de la autoridad se llegó a la conclusión que; aunque madres y padres tratan de ser justos y equitativos, el mando continúa estando centrando en el hombre.
En este factor también se presentan diferencias; según Claudia Mosquera los más tradicionalistas tienen problemas al ejercer la autoridad con sus hijas e hijos; especialmente los adolescentes, pues las nuevas generaciones chocan con las normas impositivas; y son más partidarios de una autoridad de tipo horizontal.
Esta ambigüedad de la autoridad ha conllevado a que haya contradicción; entre los derechos de la niñez y la manera como los padres y madres corrigen a sus hijos e hijas.
Yolanda Puyana, explica que en los grupos tradicionales muchas veces no se sabe administrar la autoridad; pues temen que al ejecutar cualquier clase de correctivo a sus hijos e hijas adquieran sanciones de cualquier órgano; encargado de defender los derechos de la infancia, razón por la cual niñas y niños de estos grupos son dejados a su libre albedrío.
Cambios frente a lo afectivo
Este tal vez es uno de los grandes cambios manifestados por los padres y las madres; según la investigación hombres y mujeres dicen ser más cercanos a sus hijos y tener mayor comunicación; al respecto Yolanda Puyana agrega, “ Padres y madres dicen ser mucho más expresivos en lo afectivo; en la manifestación de las emociones y dar mayor valoración al contacto corporal con sus hijas e hijos”.
Igualmente, en la categoriazación por tendencias se llegó a la conclusión que padres y madres de la tendencia tradicional; siguen siendo poco expresivos y temen que la manifestación de afecto les reste autoridad.
Los investigadores concluyen que los beneficiados de estas nuevas formas de maternidad y paternidad son las niñas y los niños; porque ahora ellos son vistos como sujetos de derecho; como seres con necesidades afectivas y materiales, con anhelos y como personas capaces de aportar al desarrollo del entorno familiar.
Padres y madres del ayer al hoy, un largo recorrido matizado por cambios en lo económico, en lo social, en lo cultural. Un sendero en el que madres han abandonado su papel de acompañantes para convertirse en caminantes; y en el que los padres han encontrado otras rutas distintas al autoritarismo para llegar juntos hacia al bienestar de sus hijos e hijas.
(Más información sobre esta investigación en el Centro de Estudios Sociales y el Programa Género Mujer y desarrollo de la Universidad Nacional).
Dónde Investigar
Universidad Nacional
Conmutador: 3165000
Centro de Estudios sociales extensión: 18603, 18609,18602.
Programa de Género Mujer y Desarrollo, extensiones: 18619, 18624, 18625
Dirección: carrera 50 No 27- 70 Unidad Académica Camilo Torres Bloque B 5-6 oficina 615.
Universidad de Antioquia
Centro de Investigaciones Humanas y Sociales, Grupo de Género.
Dirección: Ciudad Universitaria. Bloque 9, oficina 250.Medellín
Teléfonos: 2105759, telefax 2105756.
Universidad de Caldas
Programa de Desarrollo Familiar
Dirección: cll 65 No 26-10
Teléfono: 861250 extensión: 409 y 410.
Subdirección de Promoción y Fomento del ICBF
Dirección : Av 68 No 64- 01.
Teléfono 4 377630 extensión: 2122, 2123
Enda, (Asociación Medio Ambiente y desarrollo) sede Medellín
Dirección: calle 55 No 41- 10.
Teléfono: 2399089
Universidad Central
Departamento de Investigaciones de la Universidad Central
Teléfonos: 5 40 00 16/ 17/ 18/ 19/ 20/ 21 extensión 124/ 129.
Dirección: calle 75 No 15-91, piso 6.
Píldoras
1. En el número 29 del Informe Especial Zona común que abordó el tema de “niñas y niños trabajadores domésticos”; específicamente en el artículo titulado “Cenicientas de verdad” el equipo periodístico citó erróneamente a la señora María Clara Burgos; como coordinadora Regional de Save the Children Latinoamerica, hacemos claridad que dicha señora no hace parte de esta organización; y que nos estábamos refiriendo a la señora María Inés Cuadros, coordinadora subregional de política y estrategia de Save the Children.
Así mismo se nombró a la señora Isabel Cuadros, en lugar de Inés Cuadros como coordinadora de Save the Children. Pedimos disculpas a nuestros lectores como a las instituciones y personas citadas por estas equivocaciones.
2. La Facultad de ciencias Humanas, a través del programa de educación Continuada de la Universidad Nacional de Colombia; están invitando a participar en el curso sobre “Conflicto escolar”. El objetivo es proporcionar un clima un clima de reflexión y conceptualización alrededor del tema del conflicto escolar en instituciones.
Este espacio de capacitación va dirigido a profesionales, profesores y estudiantes de áreas sociales; tiene una intensidad de 26 horas y se desarrollará a partir del 3 de septiembre; hasta el 1 de octubre de lunes a viernes de 5 pm a 8 pm.
Mayores informaciones en el programa de educación continuada de la Universidad Nacional de Colombia a los teléfonos 3165000 ext 16301 y 16337 en Bogotá; o al correos electrónico oeduch@bacata.usc.unal.edu.co o la página web: WWW.Humanas.edu.cooeduch.
3. El Plan Nacional de Atención a las Personas con Discapacidad y la organización del Día Blanco 2001; están invitando a todos los jóvenes creadores literarios a participar en el Primer Concurso de Cuento Corto; sobre la integración de los niños con discapacidad.
El escrito debe girar en torno a una narración breve; en la cual se resalte la voluntad para la integración de los propios niñas, niños y jóvenes con discapacidad.
Este concurso literario está abierto para todos los niños y jóvenes, estudiantes o no, y tiene dos categorías de acuerdo a las edades; una de los siete a los doce años de edad y otra de los 13 a los 20 años de edad. La recepción de estas propuestas literarias está abierta desde el pasado 15 de agosto y se cerrarán el 15 de septiembre.
De igual forma, esta misma institución convoca a todos los creadores plásticos; para que participen en el concurso sobre dibujos que simbolicen la integración de la niñez y la juventud con discapacidad. Este certamen también tiene dos categorías de edad; de siete a doce años de edad y de trece a dieciocho años de edad.
La propuesta artística podrá utilizar como técnica lápiz, colores, acuarelas, vinilo y/o temperas, el formato de presentación de los trabajos será; Un octavo de pliego papel bond base 28, cartulina opalina o papel durex.
La fecha límite de recepción del cuento o del dibujo será el próximo 20 de septiembre en la dirección: calle 186 No 30 – 57 Bogotá. Mayores informes sobre ambos concursos en los teléfonos: : 435 71 30 – 4373053 – 4368699 Telefax: 435 71 30.
4. El Director General del ICBF, Juan Manuel Urrutia Valenzuela explicó el pasado miércoles, en la comisión 7ª del Senado; los alcances y beneficios de la construcción de la política pública de infancia ante los senadores de esta célula legislativa; quienes ofrecieron el acompañamiento necesario para que esta política sea un verdadero espacio de concertación con los entes territoriales y la comunidad.
“La propuesta de una política pública de infancia no le quita recursos a los municipios, no le quita responsabilidades al Bienestar Familiar; no desmonta programas sino que al contrario; pone al servicio de la problemática municipal todo el Sistema Nacional de Bienestar Familiar articulado por el ICBF que escucha, concerta y acuerda.
Prueba tangible de ello es que en el año 2000 hubo 58 mil millones de pesos de inversión; por parte de los municipios en programas de Bienestar; y que este año puede llegar a los 75 mil millones” afirmó Urrutia Valenzuela.
Según el Director del ICBF los diagnósticos municipales, como los mapas de riesgo o los índices de calidad de vida de la infancia; son la materia prima de la creación de la política pública de la niñez colombiana y ayudan definitivamente a la concertación de la inversión en los programas para las niñas y los niños en los municipios.
Estos diagnósticos los desarrollan los municipios y se trabajan en conjunto con las Regionales y Centros Zonales del ICBF. “Así se hizo el diagnóstico en el municipio de Girardot; así lo está haciendo Manaure en la Guajira, en las próximas semanas se construye en Nariño, Huila, Tolima, Putumayo y Bogotá.”
“La política pública de infancia va por el camino trazado; lo sucedido en el Senado demuestra que los escenarios de concertación y discusión sirven para plantear los temas profundos de la problemática de la infancia. Que se espera de los municipios, que se les va a pedir a los municipios, que va a ofrecer Bienestar Familiar; como se va a hacer la articulación de las propuestas. Continuaremos en la consecución de espacios y mecanismos que respondan a las necesidades reales de los niños y niñas en todos y cada uno de los municipios del país”; puntualizó el Director General.
Más información, oficina de prensa del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Tel: 4377630, ext: 1095, 1096 y 1109.
Si usted está interesado o interesada en difundir información relacionada con el bienestar de las niñas y los niños, puede enviar su artículo a las siguientes direcciones electrónicas zonacomun1@icbf.gov.co ó obermudez1@icbf.gov.co
Recuerde que la información de Zona Común es de libre publicación parcial o total siempre y cuando se cite la fuente y a Zona Común.
Director General del ICBF:
JUAN MANUEL URRUTIA VALENZUELA
Coordinadora PCiN:
DIANA DIAZ SOTO
Coordinadores Zona Común:
OSCAR BERMÚDEZ BOLÍVAR
SILVIA MARGARITA SERRANO
Coordinadora Área de Medios:
DIANA SANTANA JIMÉNEZ
Investigación y Redacción:
CATALINA VELANDIA
OSCAR BERMUDEZ BOLÍVAR
Avenida carrera 68 No. 64 – 01en Bogotá
Teléfono: 2 50 42 67 – 4377630 ext. 01111 y 01112.
Sede Nacional ICBF
Correo electrónico: zonacomun1@icbf.gov.co
Agencia de Noticias sobre Niñez del Proyecto de Comunicación para la Infancia. (PCiN).
Referencias
[1] Ostergaard, lisa. “GÉNERO Y DESARROLLO. Guía práctica”. En: Serie dcoumentos No. 11 del Instituto de la Mujer. Madrid, 1991.
ALONSO, Juan Carlos, RICO, Ana, 1998,La familia colombiana de fin de siglo, Bogotá
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Conceptualización y orientaciones para el trabajo con la familia, Bogotá, 1999.
Script: término asignado a quienes desde los márgenes contribuyen al sostenimiento del contexto de sentido para que la actividad académica pueda tener continuidad. ESTRADA, Ángela María, 2001, “Construcción de género y cultura escolar” en Nómadas no 14.
2 Ibid
1 PUYANA , Yolanda; MOSQUERA, Claudia; SERRATO, Luduvia, 2001, El ayer y el hoy de la paternidad y la maternidad: Una manera de entender los cambios a través del tiempo, resumen, Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional, 12 páginas, Bogotá , MIMEO.
[2] La investigación se realizó con madres y padres con edades promedio de 42 años de todos los estratos, de varias profesiones y oficios de las ciudades de Bogotá, Calí, Medellín, Cartagena y Bucaramanga.
CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO