Avicultores, sí al 1.2%
GONZALO MUNÉVAR M.
con la convicción de que su aporte contribuirá de forma decisiva a que el Estado pueda afrontar sin afugias económicas la que parece ser la etapa más crucial y decisiva de la lucha de varias décadas contra los subvertores del orden, los productores avícolas están pagando de buena gana el impuesto de 1.2% sobre el patrimonio, que el gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez extendió a aproximadamente un cuarto de millón de colombianos, para defender la democracia. En un sondeo entre productores de huevo y de pollo, agrupados en las distintas seccionales de Fenavi, Avicultores encontró unanimidad en la necesidad de responder afirmativamente al llamado del nuevo gobierno, a la luz de la meta que espera conquistarse con esta nueva inyección de dinero. Al igual que los demás aportantes, confían en que como retribución, en un breve plazo, empiecen a verse los primeros resultados de la inversión de los $2 billones que se aspira recaudar.
URIBE, UN PRESIDENTE
RESPALDADO.
EFRAÍN ULLOA.
Si se le analiza exclusivamente por el impacto que representa para la contabilidad de las empresas, Efraín Ulloa, gerente de Agorindustria Uve, asegura que el gravamen es algo muy duro; pero tal calificación desaparece en razón del destino que el gobierno le dará a estos recursos. “El tributo debe mirarse como un importante ingrediente de la solución que todos los colombianos esperamos encontrar para el conflicto que amenaza disolver al país. Sería barato ese precio (el impuesto) si por fin salimos de la situación de secuestro en que todos nos encontramos, agravada por la incertidumbre que rodea el futuro”, dice.
Lo primero para tener en cuenta en torno a este nuevo tributo es, en opinión de Oscar de la Pava (Algeciras), que Colombia está urgida de seguridad para poder trabajar, y si bien lo califica como muy duro, admite que todos tenemos que colaborar y confiar en que el gobierno utilice muy bien el dinero recaudado. Al comparar esta medida del gobierno Uribe Vélez con iniciativas similares hechas por otras administraciones, este empresario afirma que “hoy las cosas están más definidas, el Ejército ha mejorado mucho su capacidad para enfrentar a la subversión y el país tiene la convicción de que el presidente y todos los comandantes de las fuerzas armadas están absolutamente decididos a ponerle fin al conflicto. El país está hoy más necesitado de paz que nunca, por lo que es la primera vez que uno paga con gusto, por duro que sea”.
OSCAR DE LA PAVA.
Por su parte, Adriana Pabón (Savicol), define dicho impuesto como muy positivo, en la medida en que vaya asociado a resultados efectivos. Si su pago se compensa con paz, es una inversión pequeña frente a las perspectivas que se abren, por ejemplo, en materia de nuevas inversiones, lo que se traduce en generación de trabajo. Adriana calcula que para su empresa ese 1.2% no será inferior a 10% de las utilidades, pero tiene claro que vale la pena pagarlo.
JUAN GUILLERMO MEJÍA.
El testimonio de Juan Guillermo Mejía (Triángulo Pollo Rico), uno de los miles de empresarios víctimas del secuestro, resulta particularmente significativo. “Como todo impuesto, este tampoco gusta, pero en la relación costo-beneficio resulta favorable para el país, de modo que es un sacrificio que vale la pena hacer”. Eso sí, exige que se vigile celosamente la forma como se invierte, para que no se corra el riesgo de que se despilfarre y al cabo de seis u ocho meses se vea que el dinero recaudado se quedó cort o. Espera que los resultados empiecen a verse pronto, por lo menos en lo que tiene que ver con el restablecimiento de la seguridad para transitar por las vías de la red nacional, pues en el transporte la industria avícola se ha visto perjudicada, más intensamente en lo corrido del 2002 Estima que para su empresa el 1.2% representa hasta el 31 de agosto aproximadamente 25% de las utilidades esperadas.
«Millones de veces más barato»
RAFAEL CHIN.
Como todo impuesto es un mal necesario”, opina José Abelardo Serrano (Colaves), empresario y dirigente gremial santandereano para quien en virtud de la tranquilidad que necesitan los industriales para trabajar, toma ese gravamen como una inversión antes que como obligación. Es tal su convicción de los frutos que se recogerán, que enfatiza: “incluso, si ese impuesto fuera de 10% y tuviera la seguridad de que no se va a perder un solo peso, con gusto contribuiría porque el retorno de ese dinero por la vía de la tranquilidad para trabajar puede ocurrir en menos de veinticuatro meses. “Eso (el impuesto) es millones de veces más barato que toda la extorsión que desde hace muchos años está pagando el país entero”. Serrano, a quien en el 2001 le robaron tres camiones avaluados en $300 millones, asegura que es importante que pronto empiece a verse algún resultado del correcto uso del nuevo tributo; como, por ejemplo, que sea más seguro el tránsito por las carreteras, en las que, asegura, afortunadamente a diario aumenta la recuperación de vehículos, gasolina y mercancías de diversa índole.
Los industriales y empresarios del Valle del Cauca van a pagar el impuesto con muy buena voluntad para darle al gobierno una herramienta con la cual pueda trabajar más eficientemente en la búsqueda de brindar un clima de mayor seguridad para el trabajo de todos los colombianos, declara uno de ellos, Orlando Cortés, gerente de Pollos El Bucanero. Subraya que la acogida a la medida del presidente Uribe debe interpretarse como manifestación del apoyo mayoritario al gobierno y de la esperanza de las gentes de la región en la gestión del mandatario en la búsqueda del pronto restablecimiento de la paz y la concordia. En su opinión, que refleja la de sus colegas industriales de esa región colombiana, especialmente afectada por la violencia en los meses recientes, si los resultados empiezan a verse en el curso de un año la comunidad estará recibiendo un mensaje claro en torno a la forma como se están invirtiendo los dineros recaudados, “y las circunstancias nos irán diciendo cómo van las cosas”. Según sus cálculos, para El Bucanero el impuesto equivaldrá a entre 3 y 4% de las utilidades esperadas, lo que, como reconoce, significa que los resultados económicos de la empresa son muy satisfactorios, fruto de una gestión muy eficiente.
En Antioquia, Carlos Guillermo Tobón, gerente de Avinal, dice interpretar a cabalidad el pensamiento de la industria avícola de ese departamento cuando sostiene que todos están de acuerdo en que Colombia necesita un apoyo especial en las actuales circunstancias. Consecuentes con ello, con gusto le darán una mano al presidente Uribe, aunque “cuesta plata”, pero como la seguridad es un insumo básico para trabajar, la industria da su apoyo. Advierte, eso sí, que entre tres y seis meses el país debería estar viviendo los primeros resultados, que deben ser significativos e indicativos de que la situación está mejorando. En el caso de su empresa, calcula que el 1.2% puede representar entre 5 y 15% de la utilidad esperada para este año.
En la Costa, “pagamos lo que sea”
Nancy Jurado, gerenta de Avícola Altair, de Santa Marta, confiesa: “pagamos lo sea, aunque los ‘bolsillos están rotos’, siempre y cuando se vean los resultados”, lo que, agrega, comparten sus colegas samarios. En Barranquilla, Rafael Chin, (Avícola China), explica su respaldo a este impuesto, “porque se trata de contribuir a la causa de la paz”. Dice haber encontrado en los avicultores costeños y del resto del país, con los que ha conversado, plena disposición a colaborar con su aporte al logro expuesto por el presidente de la República. Explica que la seguridad en las principales vías del Caribe y en la que lo comunica con Bucaramanga ha mejorado sustancialmente en los dos primeros meses del actual gobierno, en buen parte gracias a la red de informantes.
Con respuesta tan abrumadora, los avicultores son, sin duda, voceros oficiosos de los 44 millones de colombianos que están dispuestos al sacrificio que sea necesario si la recompensa a él es la paz para que, como enfatizara uno de los empresarios consultados, dejemos de estar confinados dentro de cuatro paredes y con una mínima posibilidad de salir de ellas sin ser víctima de la delincuencia.
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