¿Chile le gana a la influenza aviar?
Cómo se evitó un desastre de proporciones en el país austral. Una lección que debe ser asimilada por la autoridad sanitaria y los avicultores colombianos. Cronología.
El director del Departamento de Protección Pecuaria del chileno Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, Hernán Rojas Olavarría, estuvo en Colombia durante la segunda semana del mes pasado, con el objeto de sostener reuniones informativas con los interesados en conocer el resultado de los trabajos orientados a combatir la Influenza aviar, enfermedad que fue detectada hace cinco meses en ese país.
Avicultores estuvo en la jornada programada con el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, y Fenavi.
Los avicultores y la autoridad sanitaria de Chile estaban tan convencidos de que a su territorio no iba a llegar la Influenza aviar, que habían solicitado al gobierno mexicano levantar la ya prolongada exigencia de hacer permanentes muestreos para con firmar la condición de país libre de esa enfermedad, como requisito para permitir la importación de carne de pollo. Ellos querían darle un supuesto mejor uso a los recursos que estaban destinando a ese requerimiento (México es el primer comprador de pollo chileno: US$18.7 millones anuales).
¿Qué llevó a los chilenos a creerse a salvo de la Influenza Aviar?
Primero que todo, el hecho de que no son importadores de carne de ave; en segundo lugar, por los rigurosos controles que se practican a las importaciones de genética, tanto en el país de origen (Brasil, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Holanda e Inglaterra), como en el mismo Chile, y, en tercer lugar, por la vigilancia epidemiológica y el control de enfermedades que se practican.
Sólo para cumplir con la exigen cia de los mexicanos, entre el 2001 y los primeros cinco meses del año en curso, se habían tomado 70 mil muestras en todo el país -con un nivel de confianza de 95%-, sin que se hubiera detectado una sola de ellas positiva; muestreo que por lo demás se extendía a las reproductoras que daban lugar al pollo de exportación.
A todo esto habría que agregarle la privilegiada ubicación geográfica del país austral, en términos sanitarios: el desierto de Atacama al norte, el Océano Pacífico al occidente, la cadena montañosa de los Andes al occidente, y el Artico al sur, lo que constituye una gran barrera a virus y otros patógenos.
LAS AVES SACRIFICADAS FUERON SEPULTADAS MUY CERCA DE LOS GALPONES.
Pero el virus de tan devastadora patología apareció en mayo pasado a pocos kilómetros de Santiago, la capital, causando enormes pérdidas a las empresas directamente afectadas, poniendo en riesgo el conjunto de la avanzada avicultura nacional y, claro, dejando en la cuerda floja los mercados externos construidos a lo largo de muchos años a punta de grandes inversiones y eficiencia.
El año pasado, Chile exportó US$64 millones en pollo fresco y congelado, carne de pato, ganso y avestruz y genética (pollito y huevo fértil), a treinta y cuatro países, entre los cuales sobresalen México, Gran Bretaña, Alemania, Inglaterra, Italia, Belgica, China, Japón y varios de Latinoamérica, entre ellos Colombia (las ventas de reproductoras a nuestro país sumaron US$1 millón). Para el 2002, las ventas proyectadas son del orden de US$70-80 millones.
El primer foco de los dos que fueron detectados apareció en una granja de la Provincia de San Antonio, especializada en reproductoras, y el segundo, muy cerca, en un plantel de pavos. Entre enero y mayo, en San Antonio se había practicado un muestreo que arrojó resultados negativos a Influenza, pero el día 6 de este último mes se desencadenaron una mortalidad y una baja en la producción, lo que inicialmente fue asociado a Bronquitis infecciosa.
(Cualquier parecido con Colombia…) – influenza aviar
Frente a esto, el 9 fueron enviadas muestras a un laboratorio privado, y el 23, cuando la mortalidad era muy alta, se produce la notificación al Servicio Agrícola y Ganadero, SAG (la autoridad sanitaria), que al día siguiente ordena la cuarentena, y se continúa el muestreo.
Pero el 26 se recibieron los resultados del aislado del 9 de mayo, que cayeron como un baldado de agua: según el laboratorio de Ames, Iowa, en Estados Unidos, se estaba frente a un virus de Influenza aviar H7N3 dos Unidos, se estaba frente a un virus de Influenza aviar H7N3 de baja patogenicidad, ante lo cual el SAG, sin saber a ciencia cierta cuántas aves podían estar infectadas, tomó la determinación de sacrificar la totalidad de animales del plantel, en un esfuerzo desesperado por evitar que el virus se regara.
El gobierno habría recurrido al ejército para hacer cumplir tan radical medida, de no haber hallado la colaboración necesaria entre los empresarios avícolas. Por fortuna, un amplio sector de empresarios estuvo de acuerdo, y ayudó a convencer a los reticentes sobre la necesidad de que la autoridad sanitaria aplicara lo que considerara aconsejable por doloroso que fuera, y, sobre todo, que actuara rápidamente para que el mal no se extendiera.
Pero tal vez la mayor prueba de madurez de la industria chilena se patentizó en el hecho de que esta asumió, de manera solidaria, la mitad de las pérdidas causadas en las dos granjas afectadas y del costo del operativo sanitario, que totalizaron US$12 millones, “para que todos no perdamos todo después”, como dijera uno de sus voceros. En San Antonio resultaron afectados a la larga tres de las diecisiete avícolas comerciales y ninguna de las ciento cincuenta explotaciones de tipo familiar que allí existen.
Ordenada la aplicación del fusil sanitario, que se lleva a cabo durante los primeros ocho días de junio, el SAG, en un acto de transparencia y responsabilidad, le comunica la mala noticia al mundo a través de la Oficina Internacional de Epizootias, OIE, y, motu proprio, suspende las exportaciones de carne de ave, sin que aún ningún país importador le hubiera cerrado las fronteras.
En total, se sacrificaron 430 mil aves, cuenta que creció con las 100 mil que ya habían muerto como consecuencia de la enfermedad. Para el sacrificio de las reproductoras, estas se cubrieron con plástico y se les insufló C02, un método que no se había utilizado antes, por lo menos en Chile. Las aves se llevaron a fosas que fueron cavadas cerca de los galpones; para mayor seguridad, se cubrieron con cal.
Ya en junio 20, luego de escuchar a expertos norteamericanos e italianos que comenzaron a asesorar al SAG a raíz de este episodio, se toman otras dos trascendentales determinaciones: destruir una parte de los huevos de la incubadora de la empresa, y enviar el resto a otra planta -en medio de rigurosas medidas de bioseguridad-, con el objeto de hacer un análisis de riesgo.
En realidad, lo que inicialmente quería la autoridad sanitaria, basada en su experiencia con fiebre aftosa y peste porcina clásica, era destruir todo lo que se pareciera a un ave, 10 kilómetros a la redonda del foco, para así garantizar la desaparición del virus.
Pero dichos asesores convencieron a los expertos chilenos de que el país no podía acabar con la genética porque se quedaría sin pollos para la industria. Por fortuna, el monitoreo a que fueron sometidos los huevos que no se destruyeron permitió establecer que estos no estaban infectados.
Pero aún faltaba otra mala noticia: el primero de julio el SAC recibe la confirmación de que la cepa (H7N3) que está causando el problema es de alta patogenicidad.
Con relación al foco de Influenza aviar que se presentó en la granja especializada en reproductoras de pavos, se argumentó que no era necesario sacrificar la totalidad de las aves, pues no podía haber contaminación por viento, ya que entre galpones hay una distancia de 500 metros.
Se procedió, entonces, a sacrificar 18 mil pavos positivos de dos sectores del plantel, utilizando también el método de la asfixia. En cuanto a la planta de incubación, se hizo un análisis de riesgo, cuyos resultados permitieron aprobar la salida de los pavitos, que hoy se encuentran en proceso de engorde para la temporada decembrina. En los muestreos realizados después no se han hallado aves positivas, lo que ha tranquilizado un poco a la industria avícola y al gobierno del país austral.
En esas se estaba, cuando comenzaron a aparecer aves seropositivas en otras regiones del país, lo que llevó a pensar que el problema se había diseminado. Ante esto, el SAG se hizo cargo de toda la atención de los dos focos de Miltil, trasladando allá a los mejores profesionales del país, entre ellos, veinte veterinarios y quince técnicos agrícolas.
Al tiempo, se propuso hacer, en quince días, un levantamiento serológico en todo el país, en un esfuerzo por establecer si efectivamente el virus se había instalado ya en otros puntos de la geografía chilena, tarea titánica que demandó un trabajo de veinticuatro horas diarias y que concluyó casi al mismo tiempo con el sacrificio de las aves en los dos planteles afectados.
La preocupación y sorpresa crecieron cuando el mismo día en que llegó la confirmación de que se trataba del virus H7N3 (primero de julio), se reportaron desde el laboratorio de Ames otros dos: el H9N2 y el H5N2.
Lo curioso es que el H9N2 no volvió a aparecer nunca más, por lo que se cree que pudo haberse debido a una contaminación cruzada en dicho laboratorio. En cuanto al H5N2, lo más desconcertante fue que apareció en una de las empresas que tienen los más altos estándares de bioseguridad, lo que llevó al SAG a pensar que se estaba frente a una vacuna contaminada, en vista de que, en términos epidemiológicos, no había una infección.
Terminada la aplicación del fusil sanitario se inició un programa de limpieza y sanitización en las empresas avícolas y plantas de beneficio, que deberá concluir este mes, para proceder a aplicar un periodo de silencio, acompañado de la introducción de pollos centinelas, con el objeto de asegurarse que el virus ha desaparecido.
El SAG ha establecido una área perifocal de 10 kilómetros a la redonda de las citadas granjas, dentro de la cual se encuentran diecisiete planteles comerciales y ciento cincuenta unidades familiares, que fueron sometidos a caracterización epidemiológica (lo mismo se hizo con la fauna silvestre), mientras que en las plantas de incubación se llevó a cabo un análisis de riesgo. Y en la zona libre -el resto del país-, se han extremado las medidas de bioseguridad, gracias a una destacada respuesta de los avicultores, que se han convencido de la importancia de este tipo de medidas.
De este episodio que por fortuna no pasó a mayores, queda una lección de bulto: como no hay ningún país exento de recibir una enfermedad exótica, es mejor no confiar en la buena suerte, sino estar preparados las veinticuatro horas para responder cuando aparezca, con todas las medidas que fueren del caso.
Esto lo entendieron bien en Chile la autoridad sanitaria, las asociaciones de productores de huevo y pollo, los médicos veterinarios y los zootecnistas especialistas en avicultura, entre otros, que hicieron posible que el problema no se saliera de madre. Aló, Colombia.
“En diciembre seremos de nuevo libres de influenza”
AVICULTORES: ¿Cuál es el último parte respecto de la situación que ha creado en Chile la Influenza aviar?
HERNAN ROJAS OLAVARRIA: Estamos muy contentos porque podemos decir con certeza que los dos focos que fueron detectados en mayo están delimitados y controlados. En agosto terminamos un levantamiento serológico que hicimos en todo Chile, que nos ha dicho que no hay infección en el resto del país.
Por otra parte, hemos zonificado el país en dos zonas: una, la V Región, que hemos llamado “en erradicación”, mientras no se termine el proceso de limpieza y sanitización de los dos focos, y la otra es el resto del país, denominada “zona libre”. En función de esto estamos en condiciones de dar garantías a todos los mercados de nuestros productos avícolas.
AVICULTORES: ¿Cuándo podría ser declarado nuevamente el país como libre de Influenza?
H.R.O.: Si se cumple el calendario de sanitización que tenemos, a comienzos de diciembre podríamos recuperar esa condición.
AVICULTORES: ¿Cómo pudo haber llegado el virus?
H.R.O.: No tenemos certeza de cómo llegó. Hemos explorado todas las hipótesis, pero hoy en día la que parece más aceptable es que el virus fue transportado por aves migratorias, con introducción reciente o anterior. Hay otra que estamos estudiando pero con menos probabilidades, que es por la vía de la genética, sin que hayamos hallado alguna evidencia.
AVICULTORES: La pérdidas no sólo están representadas en los animales que fue necesario sacrificar, sino en las exportaciones que no se pudieron realizar porque los países compradores cerraron sus fronteras.
H.R.O.: Sí, pero ayer (septiembre 10), recibimos la buena noticia de que la Unión Europea aprobó la reapertura a los productos avícolas chilenos. En cuanto a México se refiere, creemos que en octubre se habrá solucionado el problema.
AVICULTORES: ¿Este episodio cogió por sorpresa tanto a la autoridad sanitaria como a la misma industria avícola?
H.R.O.: Que nos cogió por sorpresa, nos cogió por sorpresa. Ahora bien, en muchos aspectos estábamos muy bien preparados pero en otros no tanto. Sin embargo, a pesar de deficiencias que se presentaron al comienzo, logramos recuperarnos y reaccionamos bastante rápido, gracias a lo cual podemos mostrar estos resultados. Mientras que otros países han tardado un año en recurrir al sacrificio de aves, nosotros, con la certeza de hallarnos ante un virus de baja patogenicidad, asfixiamos 400 mil animales. Esto fue clave en el control de la enfermedad.
AVICULTORES: ¿El diagnóstico diferencial estuvo a cargo solamente la entidad oficial o participaron laboratorios privados?
H.R.O.: En esto sólo participamos nosotros, con laboratorios de referencia en el exterior. El trabajo fue focalizado en la región central, por el carácter de emergencia que tenía la situación. Ahora estamos evaluando la posibilidad de trabajar con laboratorios privados, y vamos a abrir laboratorios de la SAG en otros lugares de Chile, primero, para atender mejor a ciertos avicultores, sobre todo a los que están más hacia el sur, y segundo, para ir creando una cultura avícola en otros laboratorios. Esto tiene como ventajas que se pueden hacer verificaciones de resultados.
HERNÁN ROJAS OLAVARRA
AVICULTORES: Una recomendación para la autoridad sanitaria y los avicultores colombianos.
H.R.O.: Primero, estar convencidos de que las enfermedades exóticas van a entrar a un país de cuando en cuando. Segundo, estar preparados para encarar el problema en lo clásico:
1) análisis y evaluación de riesgo correctamente hechos, pues debemos saber por dónde podría entrar la enfermedad; sabido esto, es necesario tener claras las medidas de manejo o mitigación del riesgo de ingreso,
2) detección precoz; se debe tener un sistema inteligente que permita detectar rápidamente la enfermedad en caso de que llegue, lo que significa vigilancia activa, serovigilancia y vigilancia pasiva (cualquier cambio en los parámetros productivos debe disparar las alarmas),
3) reacción rápida y efectiva
4) tener un mecanismo de financiamiento -en Chile sólo hay un fondo de indemnización para fiebre aftosa-, que bien podría ser un seguro o un acuerdo entre el Estado y el sector público
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