La avicultura, producto sensible
Hay que conservar esta condición
Por sus particularidades, la industria avícola debe disponer de un instrumento expedito para la corrección de las distorsiones del mercado, particularmente en trozos de pollo, de cara a las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas, Alca. Análisis del Programa de Estudios Económicos de Fenavi-Fonav.
PROYECTAR EL FUTURO ES UN EJERCICIO DE SIMULACIÓN QUE nos permite ver nuestro mundo unos años más adelante; es construir el espacio para las siguientes generaciones. En términos empresariales, implica generar los escenarios en donde los negocios sean sostenibles en el tiempo. Ahora bien, al momento de definir las variables objetivo orientadas a diseñar nuestros sueños, encontramos un sinnúmero de aspectos sobre los cuales se deben concentrar las prioridades de desarrollo, para plasmar la arquitectura de los próximos años, a la par con la configuración de mecanismos de corto plazo que permita materializar lo que deseamos.
Bajo un marco de economías abiertas, caracterizadas por el síndrome del libre comercio con protección, particularmente en la agricultura, los debates y los aspectos que permiten que las fuerzas del mercado actúen con equidad, son determinantes para delimitar el futuro de los negocios en las economías menos desarrolladas. En especial, por el surgimiento de un contrato mundial en el cual se delimitan las actuaciones de los países.
Si hoy el concepto de competitividad no se centra en los países, sino en las empresas, los intereses de estas adquieren una mayor dimensión, particularmente cuando los mercados se construyen en horizontes de tiempo distintos; esto es, las transnacionales proyectan el acceso a los mercados en una perspectiva de largo plazo, dígase Comunidad Andina, Mercosur, Caricom, etc., y por lo tanto, impulsan los espacios normativos que les permitan dicho propósito: reducir al mínimo posible las barreras que establecen los países que se caracterizan por tener sistemas de producción ineficientes y autárquicos, en aras de proteger a la industria o a la agricultura. Al tiempo, despliegan todos los esfuerzos para lograr la mayor participación en los presupuestos públicos que les corrijan los factores de riesgo y les impulsen en los avances tecnológicos.
En esta realidad, las empresas, que aparte de atender las afugias del corto plazo, delinean continuamente el marco de referencia sobre el cual actuarán sus negocios en el mediano y largo futuros, participan de manera activa para que el contrato de los negocios tenga normas estables, con estructuras que les permitan crecer. Así mismo, para otear las alternativas de negocios que se puedan derivar a partir de las oportunidades o amenazas.
Lo anterior se convierte en la base para conocer los temas que se debaten en el presente, los cuales a su vez, determinarán un giro en los negocios. Se han escrito muchas líneas en las cuales se expone un suceso social en boga en los últimos días; el Alca (Area de Libre Comercio de las Américas), sigla de expectativas positivas o negativas, dependiendo del punto desde donde se mire. A su turno, en un escenario más cercano a nuestros intereses, se debate el papel de la Comunidad Andina de Naciones, CAN, en el trascendental Acuerdo de las Américas, tema que abordamos en esta oportunidad.
La distancia del largo plazo
El tiempo es algo relativo y las metas se diseñan dependiendo del grado de solidez que posean las empresas, y de la capacidad que estas tengan para sortear los avatares del futuro. A veces, pensamos que en cinco o diez años lograremos revertir las condiciones adversas que enfrentan los negocios, y aunque ello puede ser cierto, para alcanzarlo es preciso realizar la construcción de futuro en el presente. A comienzos de la década de los noventa, la avicultura colombiana afrontó una inusitada importación de pollo americano, hecho que, se pensaba por aquellos días, ponía en riesgo a la avicultura nacional, lo cual no estaba salido de la realidad. Para afrontar dicha situación se diseñaron mecanismos orientados a proteger nuestra industria, tomando como base la realidad de aquellos años, pero no el escenario que hoy vivimos; de esta forma, se pensaba que diez años serían suficientes para lograr una transformación en su estructura productiva, pero el tiempo ha pasado y constatamos que es insuficiente frente al nuevo reto que nos depara el futuro.
Un ejemplo cercano lo encontramos en México, en donde los avicultores proyectaban alcanzar el sueño americano, exportando pechugas de pollo, y creyeron que en diez años todas las condiciones estarían dadas para cumplir tal objetivo. A su turno, definían compromisos de corto plazo para la importación de materias primas y la apertura de sus mercados. Pues bien, el tiempo pasó, los años se acumularon y la realidad esperada no se dio; el tiempo fue demasiado corto y el costo ya se había causado. Esta situación los ha llevado a negociar una salvaguardia para proteger a la avicultura a partir del primero de enero del 2003.
El discurso económico de finales de los años ochenta y comienzos de los noventa rompía un viejo paradigma que nos indicaba cómo los países se debían dedicar a producir aquellas cosas en las cuales fuesen competitivos; esto es, aprovechar los recursos en los que se tenía fortalezas: tierra, mano de obra, condiciones climáticas, etc. De esta manera, se introdujo un nuevo concepto en los factores productivos que revolucionaron la forma de ver el mundo: el conocimiento, variable capaz de convertir una debilidad en fortaleza, y así llegamos a lo que hoy se predica; la competitividad asociada al libre comercio.
Una vez que nos hemos compenetrado con el pensamiento de la competitividad, nos encontramos con un proceso, quizás involutivo, en el cual no existe una confrontación equitativa en el comercio, adentrándonos nuevamente a la figura del proteccionismo, particularmente aplicado por los países desarrollados. Coincidente con el desmonte real de las precarias ayudas que los países menos desarrollados tenían, a la par con una progresiva reducción de los aranceles.
El punto de partida
Las negociaciones para definir el Alca señalan el año 2006 como el punto de partida, tiempo a partir del cual la nueva “constitución del comercio” para los países de las Américas quedara prácticamente definida. Allí se precisará la estructura a partir de la cual las naciones iniciaran la desgravación comercial, que puede ser a 0, 5, 10 o más años. Podremos pensar que falta mucho tiempo; sin embargo, no podemos perder de vista que las normas futuras del comercio se definen hoy.
En este contexto entra la CAN, que deberá comprometer (previo acuerdo de todos los países andinos) la posición negociadora de Colombia y sus demás socios. En este escenario se tiene una agenda que anticipará la participación de los andinos en el comercio mundial. Un punto de partida es definir un arancel que en verdad sea común, restablecer el equilibrio competitivo entre los países andinos, o sea, que Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia puedan realizar importaciones de materias primas al mismo costo, aparte de otros factores.
Complementariamente, se aborda el tema del Sistema Andino de Franjas de Precios, SAFP, con el objeto de reducir el número de productos allí cubiertos, y establecer un mecanismo más transparente. Tema que implícitamente busca unificar los sistemas de precios que hoy se tiene en la CAN (Perú aplica su propio sistema). A la vez, surge una nueva preocupación tanto en los gobiernos como en la Secretaría General de la CAN: evitar cualquier sombra de duda que el mecanismo pueda generar a la Organización Mundial de Comercio, OMC, ente que cuestiona un sistema similar que opera en Chile. Ante tal situación se ha planteado una propuesta simple, como es la de borrar de la normativa andina aquellos aspectos que puedan ser cuestionados por la OMC, que incluiría a la franja de trozos construida para el pollo troceado, y, de contera, todo el sistema de franjas: maíz, fríjol soya, etc., por la forma como se introduce el denominado factor de ajuste¹, entre otros aspectos.
Preocupa, entonces, mantener el SAFP u otro mecanismo que cumpla la función de corregir las distorsiones del mercado mundial, y que conserve un esquema como el que existe para los trozos de pollo, dada la particularidad de dicho producto en el mercado americano, en el que su precio corresponde a un producto de segunda, o, en su defecto, rediseñar su construcción al tenor de los postulados que establece la OMC. De lo contrario, el sector quedaría descubierto frente al mercado internacional, antes de iniciar los procesos de desgravación en el Alca. A su turno, se debilitaría en gran medida la estrategia de cadenas productivas en nuestro sector, en el que la producción de cereales dependería de la demanda que se genera para el consumo humano; se privaría, por lo demás, la posibilidad de fortalecer un proceso de autoabastecimiento en un renglón productivo que no logra abastecer la demanda nacional. Entraríamos en una paradoja, justo en un país que no sólo cuenta con tierras aptas para el cultivo y mano de obra suficiente, sino que requiere con urgencia alternativas de desarrollo. De otra forma no sería consecuente proteger el eslabón inicial del encadenamiento productivo si al tiempo se deja al descubierto el punto final de su sistema.
Dentro del Alca, en un contexto de largo plazo, perspectiva que incluso se pierde en los países andinos, en donde priman las oportunidades cortoplacistas, se puede perder su visión, pues la dimensión del problema se analiza dentro de las posibilidades del comercio intrarregional y no en el marco de las amenazas que significa negociar con los principales actores del comercio mundial en el campo avícola. De allí que un mal planteamiento del problema resulte costoso dentro de algunos años, con lo cual se cerrarían espacios de crecimiento en donde existe potencial.
La definición clara de los productos que hacen parte del SAFP es determinante para delimitar las negociaciones comerciales en el Alca. En efecto, los países deben notificar cuáles son los mecanismos arancelarios y no arancelarios sobre los cuales se adentraría el proceso de desgravación. En principio, los aranceles son los que se deben desmontar, en tanto que otras medidas, en especial aquellas que buscan corregir las distorsiones de precios en el mercado mundial, tendrían otro manejo diferencial.
Tal como se ha planteado la negociación en el Alca, la definición de un arancel base permitirá establecer el nivel a partir del cual se aplicará la desgravación, hasta llegar acero. Por lo tanto, si el arancel base corresponde al Arancel Externo Común, AEC, que para el caso de los productos finales como el pollo o los trozos es de 20%, una vez negociado el tiempo al cabo del cual se llegará a la meta de cero, se iniciaría el desmonte progresivo. Adicionalmente, para aquellos productos incluidos en la franja se establecería un arancel “techo”, según lo acordado ante la OMC, que delimitaría un espacio de fluctuación arancelaria, según sean las distorsiones de precios en el mercado mundial. En otras palabras, bajo un escenario con SAFP o con el mecanismo que le sea compatible, el arancel máximo sería de 209% (para el pollo troceado congelado o refrigerado); ahora bien, si los trozos quedasen por fuera, este sería de 20%, algo similar a realizar una desgravación automática.
Escenarios de negociación CAN-Alca
Con SAFP
Dva: <= 209%
AEC: 20%
Años 0 5 10 10+
Sin AFP
Dva: = 0%
Años 0 5 10 10+
Nota: La línea oblicua indica una reducción en el tiempo. ACE: Arancel Externo Común. DVA: Derecho Variable Adicional.
Por lo visto anteriormente, se diría que el problema u amenaza sólo atañe a la producción de pollo; no obstante, ello tiene trascendencia en toda la estructura avícola, en tanto que preocupa tener claridad sobre las franjas de precios, particularmente porque las mismas no seancuestionadas por la OMC. En este sentido, el tema trasciende a la producción de huevo en lo que corresponde a las materias primas, toda vez que las franjas del maíz y fríjol soya deben sufrir transformación, con lo cual se modificaría el arancel. Valga señalar que una vez notificadas las franjas en el Alca, si las mismas pierden el soporte dentro de la OMC, automáticamente deberían ser desmontadas y el arancel base de desgravación pasaría a ser de 20% para los productos finales o de 15% en los insumos.
El punto de llegada
El punto de llegada corresponde al punto de partida; esto es, no cerrar la posibilidad de desarrollo de la agricultura, factor que bien debería considerarse dentro del espectro de lo que hoy se plantea como multifuncionalidad, concepto que denota una importancia funcional que va más allá de la obtención de un producto: medio ambiente, cultura y demás, lo que bien podría dar cabida a sustitución de cultivos ilícitos o estrategias de paz, etc. De igual forma, es preciso concebir el desarrollo avícola como un encadenamiento hacia la producción de materias primas, opción que crea espacios para iniciar en el futuro el desarrollo en la frontera agrícola nacional, sin cerrar la brecha desde ahora.
El sector avícola requiere mantener un mecanismo que corrija la distorsión de precios. Con la tesis de eliminar todo aquello que cause dudas a la OMC y bajo una eventual demanda de la franja, se requiere la construcción de una herramienta alterna. Paralelamente, se necesita la renegociación de las consolidaciones arancelarias para los trozos de pollo frescos y sazonados en los países andinos, situación que implica modificar niveles como los de Ecuador, que se encuentra en 30%, y nivelarlos en el “techo” que se tiene para el pollo fresco, pero en todos los casos, mantener a la avicultura como un producto sensible.
Consolidación arancelaria en los trozos de pollo fresco
Paises Arancel | } | Armonización |
Colombia 209.0 | 209.0%
30.0% |
|
Venezuela 135.0 | ||
Ecuador 85.5 | ||
Bolivia 40.0 | ||
Perú 30.0 |
NO SERÍA CONCECUENTE PROTEGER EL ESLABÓN INICIAL DE LA CADENA Y NO ELPUNTO FINAL DEL SISTEMA
Por la particularidad de la distorsión de precios que tienen los trozos de pollo frescos y sazonados en el mercado internacional, la consolidación debe corresponder a la magnitud de la distorsión, razón por la cual no aplicaría un criterio de promedio ponderado de tal forma que el consolidado sea alto. De lo contrario, no tendría sentido la armonización arancelaria entre los países andinos. De otra parte, no es sensato arriesgar un renglón productivo por la sola duda que pueda generar el sistema; en el peor de los casos, si se llegase a cuestionar, tan sólo se desmontaría la franja correspondiente y no todo el sistema.
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