Evaluación de los niveles de creatinina sérica en pacientes del Hospital de San José de Bogotá Parte I
Evaluación de los niveles de creatinina sérica en pacientes del Hospital de San José de Bogotá para determinar su utilidad cuando existen síntomas obstructivos urinarios bajos secundarios a hiperplasia prostática benigna
Objetivos:
Definir si se debe solicitar los niveles de creatinina sérica a todos los pacientes estudiados por hiperplasia prostática benigna o solamente a los que presentan uno o varios de los factores de riesgo.
Métodos:
Estudio de tipo cohorte retrospectivo en hombres mayores de 40 años con síntomas obstructivos urinarios bajos secundarios a hiperplasia prostática benigna a los cuales se les evaluó los niveles de creatinina serica determinada a al final de la evolución de los síntomas y los cuales fueron clasificados según factores de riesgo asociado como la exposición a medicamentos o enfermedades que pudiesen causar insuficiencia renal y antecedente de retención urinaria para verificar el comportamiento de los niveles de creatinina en estos grupos. La asociación entre variables se exploró usando la prueba de Wilcoxon para variables numéricas y de Chi cuadrado para variables categóricas.
Resultados:
De 254 pacientes analizados, 36 pacientes (14.1%) presentaron cifras de creatinina anormal. Únicamente los que tenían la presencia de comorbilidad asociada como hipertensión arterial y diabetes mellitus (37.8%) e historia de retención urinaria (24.1%) tenían un valor predictivo de creatinina anormal (p=0.049). se observó que los niveles de creatinina más elevados se encontraban en los pacientes que habían presentado uno o varios episodios de retención urinaria. Por otra parte, de 122 (48%) pacientes sin factores de riesgo asociado, 9(7.37%), tenían creatinina anormal p (0.003).
Conclusiones
9 pacientes sin ningún factor de riesgo asociado, presentaron valores de creantinina anormal, eso hace necesario tomar de rutina la creatininia. No se obtuvo una correlación directa con la edad. El tiempo de evolución de los síntomas y la exposición a medicamentos para poder discri pacienminar según estos criterios a quien solicitar la creainina cuando existe un factor de riesgo asociado.
PRIMER PUESTO
TRABAJOS DE UROLOGÍA GENERAL
Drs. Salazar GA, Guerrero HG, Aponte HA y Ortiz JJ,
Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud. Facultad de medicina,
Servicio de Urología hospital de San José, Bogotá, Colombia.
Introducción
Se estima que aproximadamente el 25% de los hombres requieren tratamiento para disminuir los síntomas obstructivos urinarios bajos secundarios a hiperplasia prostática benigna.
12 Adicionalmente muchos otros pacientes que se presentan para la evaluación de los síntomas obstructivos bajos no requieren tratamiento prolongado o quirúrgico, debido a que estos se presentan de manera transitoria.
Por esta razón, se hace necesario realizar una evaluación inicial eficiente y costoefectiva razonable para asegurar el adecuado manejo al paciente.1,2,3,4,20,21,22
Por otra parte, es bien sabido que la obstrucción del tracto urinario de salida secundaria a hiperplasia prostática benigna puede causar cambios en el tracto urinario superior como hidronefrosis y falla renal.13,14,26. Debido a esto, siempre se ha recomendado a todos los pacientes con síntomas obstructivos urinarios bajos, secundarios a hiperplasia prostática benigna estudiar y evaluar la función renal por medio de la medición de la creatinina sérica.10,11,12,15,16
Aunque se conoce que aproximadamente el 14% de los hombres con hiperplasia prostática sintomática tienen insuficiencia renal,2 esta cifra puede estar sobreestimada, debido a que los pacientes que se estudian, son los que tienen síntomas moderados o severos y son en su mayoría los que van a ser sometidos a prostatectomía y necesariamente tienen mayor tiempo de evolución en la sintomatología.15,16,24,25
En el presente estudio, los niveles de creatinina sérica en hombres con síntomas debidos a hiperplasia prostática benigna fueron correlacionados con la edad, el tiempo de evolución de dichos síntomas, el antecedente de retención urinaria. La comorbilidad asociada y la exposición a medicamentos para definir sí se debe solicitar la creatinina sérica en la evaluación y tratamiento de dichos pacientes.
Por esta razón el objetivo de nuestro trabajo es definir si se debe solicitar creatinina sérica:
En el estudio de todos los pacientes con hiperplasia prostática benigna o solamente a los que presenten uno o varios factores de riesgo, así mismo conocer la prevalencia de la creatinina anormal en pacientes sin factores de riesgo y por lo tanto solicitarse de rutina la creatinina.
Materiales y métodos
El estudio es de tipo cohorte retrospectivo en 254 hombres mayores de 40 años que asistieron a la consulta urológica al servicio de urología del Hospital de San José de Bogotá durante el período de enero de 2002 a septiembre de 2003. Consultaron por sintomatología obstructiva urinaria baja secundaria a hiperplasia prostática benigna. Medición de los niveles de creatinina sérica determinada al final de la evolución de los síntomas.
La recolección de los datos se hizo a través de la revisión de historias clínicas. El instrumento utilizado fueron tablas con los datos de las variables a estudiar. Los datos fueron codificados y tabulados utilizando el programa Microsoft Excel®. El análisis estadístico se realizó con el programa SAS 8.2®.
Las variables categóricas se presentaron en tablas de frecuencia y las variables numéricas en promedios y desviación estándar. La asociación entre variables se exploró usando la prueba de Wilcoxon para variables numéricas y de chi cuadrado para variables categóricas.
El tamaño de la muestra se calculó teniendo en cuenta un alfa de 0.05, un beta de 0.2. La relación de los pacientes sin factores de riesgo y con factores de riesgo fue de 0, 6 a 1.
Se encontró una frecuencia de creatinina anormal en los casos sin factores de riesgo de 1% y con factores de riesgo asociados de 13%. Según estas presunciones el tamaño de la muestra necesario se calculó en 192 pacientes con 73 pacientes sin factores de riesgo. Y 119 pacientes con factores de riesgo.
Las variables incluídas que pueden influenciar en el análisis del estudio son las siguientes:
1. Edad
2. Tiempo de evolución de los síntomas
3. Creatinina en suero
4. Retención urinaria aguda
5. Comorbilidad asociada (Hipertensión arterial, Diabetes Mellitus)
6. Medicamentos que afecten la función renal.
Resultados
De los 254 pacientes evaluados con síntomas obstructivos urinarios bajos secundarios a hiperplasia prostática benigna, la mediana de edad fue de 66 años (rango de 41 a 81). La mediana del tiempo de evolución de los síntomas fue de 12 meses (rango de 1 a 240). Y la mediana de los niveles de creatinina sérica tomada al final del período de evolución de los síntomas fue de 1.12 mg/dL (rango entre 0.3 a 10).
El 75.9% de los pacientes no tenía historia de retención urinaria aguda (193 de254), en comparación al 24.1% (61 de 254) que sí tenía. El 62.2% (158 de 254) no tenían comorbilidad asociada como hipertensión arterial o diabetes mellitus que pudieran causar insuficiencia renal en comparación al 37.8% (96 de 254) que sí tenían comorbilidad.
En cuanto a la exposición a medicamentos que pudiesen alterar la función renal el 26.4% (67 de 254) estuvo expuesto al uso de medicamentos. Comparado contra el 73.6% (187 de 254) que no estuvieron expuestos a medicamentos.
No se encontró una correlación significativa entre los valores de creatinina sérica y la edad (P = 0.49). No se encontró una correlación significativa entre los valores de creatinina sérica y el tiempo de evolución de los síntomas (P = 0.76).
Para los pacientes que presentaron retención urinaria el promedio fue de 1.63 mg/dL con una mediana de 1.19 mg/dL, comparado con los que no tenían historia de retención urinaria cuyo promedió de creatinina fue 1.35 mg/dl con una mediana de 1.1 mg/dl. (P = 0.09).
El promedio de la creatinina de los pacientes que tenían comorbilidad asociada fue:
De 1.55 mg/dL y una mediana de 1.16 mg/dL, comparado con el promedio de creatinina de los que no tenían comorbilidad, el cual fue de 1.34 mg/dL con una mediana de 1.1 mg/dL (P = 0.2).
Para los pacientes expuestos a medicamentos que pudieran afectar la función renal, el promedio de la creatinina fue de 1.46 mg/dL con una mediana de 1.13 mg/dL. comparado contra los pacientes no expuestos a medicamentos de riesgo, cuyo promedio de creatinina fue de 1.41 mg/dL con una mediana de 1.11 mg/dL, (P = 0.55).
Utilizando la creatinina como variable categórica, donde la cifra normal se considera menor de 1.5 mg/dL y las cifras anormales se consideran cuando los valores son iguales o mayores de 1.5 mg/dL. Los pacientes que tenían cifras de creatinina anormal, se encontraban en una mediana de edad de 66. 38 años con un rango entre que oscilaba entre (48 a 83) años (P = 0.95). Los pacientes que tenían cifras de creatinina anormal, se encontraban en una mediana de tiempo de 29.7 meses con un rango que oscilaba entre (1 a 240) meses (P = 0.98).
De 254 pacientes, 61 (24.1%) habían presentado en alguna oportunidad retención urinaria, 193 (75.9%) no tenían historia de retención urinaria. 36 (14.1%) tenían valores de creatinina anormales y 218 (85.9%) valores normales.
Al cruzar las variables:
14 (22.9%) pacientes de los de los 61 que habían presentado retención urinaria, tenían alteración en los niveles de creatinina en comparación con 47 (77.1%) pacientes cuyos valores de creatinina eran normales. De los 193 pacientes sin antecedente de retención urinaria, 22 (11.4%), tenían la creatinina anormal. (P = 0.02, riesgo relativo de 1.8 e intervalo de confianza de 95% de 1.1 a 2.9).
De 254 pacientes, 96 (37.8%) tenían una o varias enfermedades que pudieran causar insuficiencia renal y 158 (62.2%) no tenían comorbilidad asociada. 36(14.1%) tenían valores de creatinina anormales y 218 (85.9%) valores normales.
Al cruzar las variables, 20 (20.8%) pacientes de los 96 que tenían comorbilidad asociada, tenían alteración en los niveles de creatinina en comparación con 76 (79.2%) cuyos valores de creatinina eran normales.
De los 158 pacientes sin comorbilidad asociada, 16 (10.1%), tenían la creatinina anormal. (P = 0.018, riesgo relativo de 1.59 e intervalo de confianza de 95% de 1.13 a 2.25).
De los 254 pacientes, 67 (26.4%) estaba expuesto a medicamentos que pudieran afectar la función renal y 187 (73.6%) no lo estaba. 36 (14.1%) tenían valores de creatinina anormales y 218 (85.9%) valores normales.
Al cruzar las variables, 12 (17.9%) pacientes los 67 que estaban expuestos a medicamentos, tenían alteración en los niveles de creatinina en comparación con 55 (82.1%) cuyos niveles de creatinina eran normales. De los 187 pacientes que no estuvieron expuestos al uso de medicamentos, 24 (12.9 %) tenían
la creatinina anormal. (P = 0.3, riesgo relativo de 1.32 e intervalo de confianza de 95% de 0.79 a 2.2).
Pacientes que tuvieran simultáneamente los tres factores de riesgo como:
Son la retención urinaria aguda, la comorbilidad y los medicamentos. Pacientes con estas características se obtuvieron 15 (5.90%), de los cuales solamente 1 (0.39%) tenía creatinina anormal.
Comparado contra 14 (5.51%) pacientes que no tenían alteración en los niveles de creatinina. 122 (48.0%) pacientes no habían presentado retención urinaria aguda, no tenían comorbilidad asociada y no habían estado expuestos a medicamentos de riesgo para producir insuficiencia renal. Estos pacientes se consideraron pacientes sin factores de riesgo.
Los pacientes que tuvieron presente una o varias de las variables anteriormente analizadas se consideraron pacientes con factores de riesgo.
El número de pacientes con creatinina anormal en la población sin factores de riesgo fue de 9 (7.37%), comparado con 27 (20.4%) pacientes de 132 que tenían uno o varios factores de riesgo. (P = 0.003, riesgo relativo de 1.55 e intervalo de confianza de 95% de 1.23 a 1.97)
Se creó un modelo de regresión logística. Utilizando como predictores posibles de creatinina anormal las variables de edad, tiempo, creatinina, retención urinaria, comorbilidad asociada y exposición a medicamentos. De acuerdo a este modelo de regresión logística, las únicas variables independientes predictoras de 45 creatinina anormal fueron la presencia de comorbilidad (P = 0.049) y la historia de retención urinaria (P = 0.039).
Así mismo, los pacientes con antecedente de retención urinaria aguda, tienen 2.34 veces más chance de tener creatinina anormal y los que tengan comorbilidad asociada 2.38 veces más probabilidades de tener niveles anormales de creatinina.
El modelo de regresión logística se repitió utilizando la edad y el tiempo como variables categóricas.
La edad, se categorizó en grupos mayores de 60 años, y el tiempo en mayor o menor a 2 años. Utilizando estas variables categóricas, no se encontró un cambio significativo en los resultados del análisis.
Preguntas frecuentes
¿Qué sucede en el sistema urinario cuando hay hiperplasia?
La hiperplasia en el contexto del sistema urinario se refiere a la hiperplasia prostática benigna (HPB), que es un agrandamiento no canceroso de la glándula prostática que puede oprimir la uretra y causar síntomas urinarios. La próstata es una glándula del tamaño de una nuez que rodea la uretra masculina, y su agrandamiento puede interferir con el flujo normal de la orina desde la vejiga a través de la uretra.
Cuando hay hiperplasia prostática benigna, la próstata crece en tamaño debido al aumento en el número de células en la glándula. Esto puede llevar a varios cambios en el sistema urinario, incluyendo:
Obstrucción del flujo urinario: el agrandamiento de la próstata puede oprimir la uretra, estrechando el canal a través del cual fluye la orina desde la vejiga. Esto puede causar dificultad para comenzar a orinar, un flujo débil de orina, interrupciones en el flujo y una sensación de vaciado incompleto de la vejiga.
Retención urinaria: en casos severos de hiperplasia prostática benigna, la obstrucción puede ser lo suficientemente grave como para impedir por completo el vaciamiento de la vejiga, lo que resulta en retención urinaria. Esto puede ser doloroso y puede requerir intervención médica urgente para aliviar la obstrucción y vaciar la vejiga.
Infecciones del tracto urinario (ITU): la retención urinaria y la micción incompleta pueden aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario al proporcionar un ambiente propicio para el crecimiento bacteriano en la vejiga.
Problemas de la vejiga: la hiperplasia prostática benigna puede causar cambios en la vejiga, como la hipertrofia de la pared de la vejiga y la disminución de su capacidad de almacenamiento, lo que puede provocar frecuencia urinaria, urgencia y micción nocturna frecuente.
¿Cómo afecta la próstata a los riñones?
La próstata no afecta directamente a los riñones, ya que estos órganos se encuentran anatómicamente separados y tienen funciones distintas. Sin embargo, la próstata está relacionada con el sistema urinario, ya que rodea la uretra, el conducto que transporta la orina desde la vejiga hacia el exterior del cuerpo.
Cuando la próstata experimenta hiperplasia prostática benigna (HPB) u otras condiciones que causan su agrandamiento, puede ejercer presión sobre la uretra y obstruir el flujo normal de la orina. Esta obstrucción puede afectar indirectamente a los riñones de las siguientes maneras:
Retención urinaria: la obstrucción uretral causada por el agrandamiento prostático puede dificultar la micción y, en casos graves, puede provocar la retención urinaria, donde la vejiga no puede vaciarse por completo.
La retención urinaria prolongada puede ejercer presión sobre los riñones, afectando su capacidad para filtrar adecuadamente los desechos y mantener el equilibrio de electrolitos y líquidos en el cuerpo.
Infecciones del tracto urinario (ITU): la obstrucción del flujo urinario debido a la HPB puede aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario. Si las bacterias presentes en la orina no son expulsadas completamente de la vejiga debido a la micción incompleta, pueden propagarse hacia los riñones y causar una infección renal (pielonefritis), lo que puede resultar en daño renal si no se trata adecuadamente.
Reflujo vesicoureteral: en casos severos de obstrucción urinaria, la presión acumulada en la vejiga puede provocar que la orina retroceda hacia los uréteres (los tubos que conectan la vejiga con los riñones), un fenómeno conocido como reflujo vesicoureteral. Esto puede aumentar el riesgo de infecciones del tracto urinario y, en casos graves, puede afectar la función renal si no se trata adecuadamente.
¿Qué órganos afecta el agrandamiento de la próstata?
El agrandamiento de la próstata, también conocido como hiperplasia prostática benigna (HPB), afecta principalmente el sistema urinario debido a la ubicación de la próstata y su relación con la uretra. Los órganos y estructuras que pueden verse afectados por el agrandamiento de la próstata incluyen:
Uretra: la uretra es el conducto que transporta la orina desde la vejiga hasta el exterior del cuerpo a través del pene en los hombres. La próstata rodea la uretra justo debajo de la vejiga y su agrandamiento puede oprimir o estrechar la uretra, lo que puede interferir con el flujo normal de la orina.
Vejiga: la vejiga es el órgano que almacena la orina antes de ser expulsada del cuerpo. El agrandamiento de la próstata puede afectar la capacidad de la vejiga para vaciarse completamente debido a la obstrucción del flujo urinario, lo que puede provocar síntomas como la micción frecuente, la urgencia urinaria y la sensación de vaciado incompleto.
Riñones: aunque la próstata no afecta directamente a los riñones, las complicaciones derivadas del agrandamiento prostático, como la retención urinaria y las infecciones del tracto urinario, pueden tener un impacto en la función renal. La retención urinaria prolongada y las infecciones recurrentes pueden aumentar el riesgo de daño renal si no se tratan adecuadamente.
Sistema reproductor masculino: la próstata es una glándula accesoria del sistema reproductor masculino que produce una parte del líquido seminal que transporta y nutre a los espermatozoides durante la eyaculación. Si bien el agrandamiento de la próstata no suele afectar directamente la función reproductiva, puede causar síntomas urinarios que interfieren con la actividad sexual y la calidad de vida.
¿Cómo se detecta la hiperplasia prostática?
La hiperplasia prostática benigna (HPB) puede detectarse a través de una combinación de evaluación médica, historia clínica del paciente y pruebas específicas. Algunos métodos comunes utilizados para detectar la HPB son:
Historia clínica y examen físico: el médico realizará preguntas sobre los síntomas urinarios del paciente, como dificultad para orinar, micción frecuente, flujo débil de orina, urgencia urinaria, sensación de vaciado incompleto de la vejiga y presencia de sangre en la orina.
Luego, se llevará a cabo un examen físico, que puede incluir un examen digital rectal (EDR) para evaluar el tamaño, la forma y la consistencia de la próstata.
Pruebas de laboratorio: se pueden realizar análisis de sangre para medir los niveles de antígeno prostático específico (PSA), una proteína producida por la próstata que puede estar elevada en casos de HPB, aunque también puede elevarse en casos de cáncer de próstata. Además, se pueden realizar análisis de orina para descartar infecciones del tracto urinario u otras afecciones.
Exámenes de imagen: los exámenes de imagen como la ecografía transrectal y la ecografía abdominal pueden proporcionar imágenes detalladas de la próstata y la vejiga. Se busca evaluar el tamaño de la próstata y detectar cualquier anomalía, como obstrucción urinaria o retención urinaria.
Uroflujometría: este examen mide el flujo de orina y la velocidad de micción. Ayuda a evaluar la función de la vejiga y la presencia de obstrucción del flujo urinario.
Cistoscopia: en algunos casos, se puede realizar una cistoscopia, que implica la inserción de un tubo delgado con una cámara en la punta a través de la uretra para examinar visualmente la próstata y la uretra desde el interior.
Es importante que cualquier hombre que experimente síntomas urinarios consulte a un médico para una evaluación adecuada y un diagnóstico preciso.
¿Qué es la creatinina y que indica?
La creatinina es un producto de desecho generado por el metabolismo muscular. Se produce en los músculos a partir de la creatina, un compuesto que se encuentra en los músculos. Se utiliza como fuente de energía durante actividades físicas de alta intensidad. La creatinina se produce a un ritmo constante y es filtrada por los riñones para su eliminación del cuerpo a través de la orina.
La medición de los niveles de creatinina en la sangre es una forma importante de evaluar la función renal. Cuando los riñones están sanos y funcionan correctamente, son capaces de filtrar y eliminar la creatinina del torrente sanguíneo de manera efectiva. Así mantienen los niveles estables en la sangre. Sin embargo, si la función renal está comprometida, los niveles de creatinina en la sangre pueden aumentar. Esto indica un deterioro en la función renal.
Por lo tanto, los niveles elevados de creatinina en la sangre pueden ser un indicador de problemas renales. Por ejemplo, de enfermedad renal crónica, insuficiencia renal aguda, obstrucción del flujo urinario u otros trastornos que afectan la capacidad de los riñones para filtrar la sangre y eliminar los desechos del cuerpo.
Es importante tener en cuenta que los niveles de creatinina también pueden aumentar debido a factores como el ejercicio intenso, la deshidratación y algunas enfermedades musculares. Se debe considerar el contexto clínico al interpretar los resultados de los análisis de sangre de creatinina. En general, sin embargo, los niveles elevados de creatinina suelen indicar algún grado de disfunción renal que requiere evaluación y manejo médico adecuados.
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