Editorial: Bienvenida al Curso de Residentes de Pediatría Universidad de Antioquia

Medellín, 12 de agosto de 2004

En los últimos años se vienen produciendo cambios en la situación de salud de nuestros niños y adolescentes. Estos son, en parte, producto de los avances de la medicina y de la introducción de nuevas tecnologías pero, sobre todo, se deben a las transformaciones en los estilos de vida de los individuos, las familias, las comunidades y el trabajo, que van configurando un nuevo perfil epidemiológico y se modifican las formas de nacer, enfermar y morir.

Disminuyen o desaparecen las infecciones prevenibles por vacunación, persisten o reaparecen algunas otras enfermedades infecciosas y adquieren cada vez mayor importancia las afecciones del período perinatal, las enfermedades crónicas y degenerativas, las secuelas de la desnutrición, las discapacidades de niños curados de enfermedades antes mortales, las afecciones derivadas de la exposición a la contaminación ambiental y los problemas psicosociales derivados de un medio social desfavorable que en muchos casos se traducirán en accidentes, violencias, maltrato, suicidio, adicción a drogas, alcohol y tabaco.

Parece previsible que esta “nueva morbilidad” deberá reemplazar en este nuevo siglo a las infecciones, la desnutrición y a la elevada mortalidad de nuestros niños.

La pediatría por lo tanto deberá cambiar y adecuarse a sus nuevas necesidades.

Será preciso lograr conductas y estilos de vida saludables en las familias donde nacen, crecen y se desarrollan los niños. En la clínica se deberá priorizar la promoción y la prevención, los diagnósticos precoces y los tratamientos oportunos. Esta es la medicina anticipatoria del futuro.

Probablemente todos imaginamos cómo tiene que ser el pediatra del siglo xxi, sin embargo, parece ser éste ámbito un lugar adecuado para la reflexión. Deberá, a mi juicio, tener las siguientes características:

1. Ser un prestador de atención de buena calidad.

Tener una firme formación que asegure una atención completa, continua y personalizada en el marco de una relación duradera basada en la confianza y la vocación de servicio.

Debe detener su mirada en la asistencia a niños sanos o enfermos y que integren una familia y una comunidad.

Para lograr este principio el pediatra deberá ser un estudioso infatigable y buscador de la calidad de la atención que brinda.

2. Ser capaz de seleccionar ética y eficazmente las tecnologías disponibles:

Esto no es más que ejercer una medicina basada en la evidencia.

3. Ser un buen comunicador.

No es suficiente transmitir información sino que ésta debe ser adaptada al medio utilizado y sobre todo al receptor, sólo así se va a transformar en conocimiento, posibilitando un cambio en la actitud y los comportamientos.

4. Educación _ Familia _ Comunidad.

Con respecto a la educación, creemos que es el más poderoso instrumento para contribuir a construir ciudadanía, fomentando procesos que incrementen capacidades y recursos de la población para mejorar y defender su salud.

El trabajo conjunto de familia, pediatra y escuela, por su capacidad transformadora, debe constituir la alianza más poderosa a favor de la salud integral del niño.

5. Ser líder comunitario.

Cuando hablamos de un pediatra líder comunitario estamos pensando en un liderazgo destinado a defender permanentemente la vigencia real de los derechos del niño.

El pediatra debe ejercer fuerte abogacía por la defensa de los derechos del niño, adoptando un espectro más amplio que la tarea de los servicios de salud, ya que los más importantes riesgos de salud y bienestar del niño son la pobreza, la discriminación, las malas condiciones de la vivienda y la alimentación, la insuficiente educación y los recursos de apoyo comunitarios.

6. Integrar equipos de atención interdisciplinarios.

El pediatra de nuestro siglo tendrá que trabajar en equipo y respetar los roles de los integrantes del mismo.

7. Gestor responsable de los recursos que la sociedad tiene destinados a la salud:

a. La responsabilidad fiduciaria: cuidar del paciente.
b. La responsabilidad social: cuidar de la salud de la población.
c. La responsabilidad de gestión: cuidar de los recursos destinados a salud.

No sólo los pediatras, sino todos los ciudadanos, estamos viviendo en el país un período en el que se suman las dificultades propias de la vida cotidiana, la difícil situación socioeconómica de muchas familias colombianas en las que están incluidos muchos niños y una escena internacional que provoca incertidumbre.

Hoy, como siempre, son necesarias las labores humildes. La humanidad depende de esos seres capaces de reproducir día a día el milagro del amor, el respeto, la comprensión, la solidaridad, no tan sólo en palabras sino en los frutos de una tarea vital.

Más aun, es tanta la responsabilidad que todos tenemos en este tiempo, que es imprescindible retomar cuanto antes nuestro compromiso con la vida y la felicidad, la nuestra y la ajena, con simplicidad y firmeza.

Alguien debe ocuparse de ayudar a los padres en la crianza de sus hijos y en la protección y cuidado de su salud. Alguien debe velar por quienes han de nacer mañana, facilitándoles una vida mejor.

Nuestra privilegiada labor cotidiana de trabajar para los niños y sus familias no puede sino ayudarnos a reforzar nuestra esperanza en un mundo mejor: menos violento, más justo, más solidario.

Bienvenidos al encuentro para lograr el pediatra que tanto anhelamos para éste siglo.
Jorge Eduardo Loaiza Correa
Presidente
Sociedad Colombiana de Pediatría
Regional Antioquia

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