El Desarrollo del Pudor en el Niño
Dra. María Luz Sáenz Lozada.
Profesora Asociada, Departamento de Pediatría,
Universidad Nacional de Colombia.
Directora Académica, Carrera de Medicina,
Facultad de Medicina.
Resumen
Las primeras muestras de pudor que presenta el niño siempre han sido consideradas como señales del inicio de su identificación como ser sexuado. Por otro lado, sentimientos como el pudor y la vergüenza están ligados íntimamente a la autoestima, ya que cuando se violan los primeros se lastima la segunda. El acompaña-miento respetuoso y amoroso que los padres hagan del desarrollo sexual del niño permitirá que él pueda ver y sentir la sexualidad como una dimensión satisfactoria en su vida de adulto. Es importante que el pediatra co-nozca y entienda la sexualidad del niño, para tener res-puesta a las inquietudes de los padres sobre el tema.
Palabras claves: pudor, sexualidad del niño, desa-rrollo sexual.
Introducción
No todos tenemos el mismo concepto de lo que es sexual y sexualidad; este es un producto de una construcción social y está históricamente determinado. Cada grupo social y cultural construye y recrea imaginarios sociales particulares sobre la sexualidad: su sentido, su valor y su papel en la existencia humana. Es distinta la definición si la plantea un sacerdote, un psiquiatra, un biólogo, un padre de familia, un educador o un pediatra.
La palabra sexo o sexualidad genera diferentes conceptos o ideas: algunos piensan en relación sexual, otros en características de género, otros imaginan genitales, algunos piensan en reproducción, en unos predomina el énfasis biologista en otros la espiritualización, otros niegan la función erótica, placentera y recreativa mientras que en otros predomina el pansexualismo.
De todas formas, la sexualidad es algo importante en nuestras vidas: ser sexual hace parte de la naturaleza humana y es una dimensión importante de nuestra personalidad. Somos sexuales desde que nacemos hasta que morimos. La sexualidad se expresa a lo largo de nuestra vida de manera diversa y diferente en cada una de las personas. Podríamos tratar de dar una definición de ella como la capacidad que tenemos para sentir, experimentar, expresar y compartir el placer sexual y el afecto.
Funciones
Los humanos tenemos variadas formas para expresar y vivir la sexualidad. Hacemos muchas cosas que catalogamos como sexuales, las cuales hacen parte de nuestra forma sexual de existir, por ejemplo: bailar, hablar, tocar, mirar, besar, fantasear, abrazar, tener coito, hacer poemas de amor o eróticos, establecer pareja, etcétera. Todas juegan un papel importante y tienen como objetivo las siguientes funciones:
Función erótica: somos sexuales para disfrutar el placer, el goce sexual y erótico. Se trasciende la función biológica reproductiva y se busca el placer. Es importante en la realización individual de las personas y, de hecho, se experimenta malestar cuando no se puede gozar de ella.
Función reproductiva: es la más antigua desde el punto de vista filogenético, su fin biológico es perpetuar la especie, pero procrear tiene una función social, psicológica y trascendental. Procrear satisface la necesidad de crear juntos un nuevo ser, una nueva vida y trascender, “dar vida a una nueva vida” para ser mejor como especie, como seres. El desarrollo de la anticoncepción ha posibilitado el disfrute de la ternura, el placer, el amor y la comunicación mientras la pareja logre las condiciones para tener hijos.
Función comunicativa: en el desarrollo de la sexualidad es importante el contacto con otras personas, lo cual le confiere otras características, como ejercer una acción lúdica y recreativa, además nos permite comunicar y compartir afecto y placer con otro ser humano.
Cultura y Sexualidad
Existen tantas “sexualidades” como grupos sociales y culturales hay. El comportamiento sexual está moldeado sutil y gradualmente por el aprendizaje social en el que participan dimensiones: religiosas, políticas, económicas y culturales. Cada grupo cree que las conductas que juzga como propias son las correctas y buenas y mira las de otros grupos como incorrectas e inapropiadas.
Los diferentes grupos sociales y culturales difieren en su visión de sexo y sexualidad por:
La forma de socializar el comportamiento sexual.
La definición de los roles de género.
Los criterios para definir conceptos como PUDOR y vergüenza.
La forma de concebir las relaciones sexuales y amorosas.
La gama de variaciones sexuales toleradas y permitidas entre sus miembros.
Es interesante conocer las nociones sobre el pudor que tenían algunas culturas primitivas y que aún conservan los pueblos indígenas.
Cuando los europeos entraron en contacto con los indígenas, “los salvajes desnudos”, se aprovecharon de la situación y abusaron sexualmente de ellos. El resultado fueron nuevas enfermedades para los indígenas. Tratando de remediar esta situación dotaron a los barcos de capellanes que tenían como función velar por la piedad y disciplina en los barcos y hacer que los “paganos” desarrollaron un sentido del pudor y la devoción.
El primer intento sólo se logró de modo incompleto, el otro salió mucho mejor: Costo poco trabajo vestir a los indígenas. Hasta hace poco algunas colonias tenían leyes en las cuales los obligaban a vestirse y usar indumentarias que resultaban poco higiénicas para el medio. Sin embargo, el aumento en el vestido no produjo aumento en la moralidad, al contrario, el hecho de ir vestido llegó a constituir uno de los rasgos externos de las prostitutas indígenas.
El pudor en muchas tribus no está relacionado con lo sexual, va unido a otras cosas.
Entre los Maria-Anim (Nueva Guinea) las mujeres sólo llevan un delantal en el que se concentra su pudor, sobre él no está permitido ni hablar.
Los Papuas de Nor (Nueva Guinea) andan desnudos, pero llevan unas tiras de tela en la cabeza, sin las cuales se mueren de vergüenza.
Entre los Bakairis de Matto Grosso, la vergüenza se concentra en la forma de tomar los alimentos. Consideran impropio comer delante de otras personas o mirarlas mientras están comiendo.
En la concepción de nuestra sexualidad han influ-do tres culturas: la romana, la griega y la judeo-cristiana, con un impacto que dura hasta nuestros días y ha contribuido a que nuestra sociedad tenga una visión de vergüenza, rechazo, temor y represión frente al sexo y la sexualidad. Por eso, la gran misión de la educación sexual es contribuir a que como cultura tengamos una visión más humanizada de nuestra propia sexualidad.
Diferenciación Sexual
Se nace de una reproducción sexual, dotados biológicamente con un sexo cromosómico y genital. Vivimos una diferenciación somatosexual que al encuentro con las pautas arbitrarias de un ambiente sociocultural (familia, escuela, medios, iglesia) contribuye a la conformación de una identidad sexual, la incorporación a los roles de género y la estructuración de una preferencia sexual (Figura 1).
Figura 1.
Este modelo en nuestra cultura (occidental) es dicotómico y polarizado, hombres y mujeres desarrollamos roles sexuales asimétricos, desiguales, discriminativos, estereotipados y sexistas.
Por otro lado, la orientación en la preferencia planteada como normal y correcta es la heterosexual, asociada a una homofobia generalizada y discriminativa.
ROLES
En la mayoría de las sociedades humanas ésta diferenciación de género ha puesto en desventaja a la mujer, le ha asignado roles de menor estatus social y la ha puesto en una situación desventajosa con respecto al hombre. La diferencia por sexos impregna todos los aspectos de la vida social, individual y psicológica de la persona. La justicia/injusticia, equidad/inequidad entre los géneros no es algo que esté en los genes o las hormonas, es un producto social e históricamente avalado. Identidad sexual es diferente del rol o papel sexual.
Los roles son estables, abarcan sentimientos, conductas y pensamientos y están basados en normas y conductas sociales que varían de una cultura a otra, cambian con la edad, son aprendidos; dependiendo de si se cumplen o no, reciben premio o castigo y generalmente son asumidos en forma acrítica, como si fueran verdades absolutas y naturales. Los niños y niñas desde edades tempranas se percatan que sus padres esperan que de acuerdo al género se comporten de manera diferente.
ORIENTACIÓN – PREFERENCIA
Es un proceso multicausado por factores biológicos, hormonales, sociales y psicológicos, que se refiere al sexo de la persona o estimulo que excita eróticamente a una persona, independiente del sexo.
Desarrollo de la Sexualidad del Niño
A continuación se describen algunos hitos sobre el desarrollo sexual en la infancia:
25-30 meses Curiosidad sexual. El niño se reconoce como ser sexual. Se pregunta: ¿De dónde vienen los niños? Aún no hay indicios de pudor o vergüenza. 35-48 meses Se identifica con la persona que ha elegido como modelo. El complejo de Edipo se transforma en la identificación con el progenitor de su mismo sexo. Hacen preguntas sobre las diferencias entre los niños y las niñas. Juegos sexuales: prácticas de anatomía comparada. Descubrimiento de las diferencias anatómicas entre uno y otro sexo. Le dan nombre a los genitales.
4-6 años Aparecen las primeras manifestaciones de pudor, en especial con los extraños. No se dejan ver desnudos ante ellos, menos aún que los examinen o pregunten por sus genitales. No distinguen aún los roles sociales de los sexos.
6-7 años Aceptan roles de género. Quieren ser independientes en los hábitos de higiene que tienen que ver con sus genitales. Ya hay un completo control de esfínteres.
8-9 años Buscan hallar un lugar entre las personas de su edad. Tienen amigos de su mismo sexo. Sienten curiosidad ante lo relacionado con el sexo y hacen chistes sobre el tema que ellos mismos no entienden.
10-11 años Las diferencias en los gustos y actividades entre niños y niñas se hacen más marcadas. No hay mucho compromiso entre los sexos. Les molesta ser vistos desnudos, aún con personas de confianza como sus padres: deciden bañarse solos. Esta conducta se ve más temprano en los niños que en las niñas.
12-14 años Identificación y selección del objeto Adolescencia amoroso. temprana
14 años Elección del objeto sexual-preferencia. y más Reafirmación. Identidad sexual y Adolescencia ocupacional. tardía
Sexualidad en la Infancia
La sexualidad infantil a diferencia de la adulta se caracteriza por tener las siguientes dimensiones:
No está centrada en el ejercicio coital.
Es autoerótica: exploración y observación de su propio cuerpo.
Esta motivada principalmente por la curiosidad: a través del juego con otros niños y de la observación de conductas sexuales en animales.
Es natural.
Básicamente tratan de conocer su cuerpo, sus sen-saciones corporales, al igual que desean conocer el mundo en general y esto lo hacen a través del juego. El juego tiene como objetivos:
Reducir temores.
Diferenciar entre fantasía y realidad.
Buscar seguridad emocional.
Adquirir la confianza básica.
Facilitar la adquisición de roles.
Estructuración de la identidad sexual.
El niño necesita culminar satisfactoriamente su identificación sexual y aprender a relacionarse y valorar el otro sexo. Desde los primeros años debe lograr actitudes y comportamientos de equidad entre los sexos. Es importante que estructure roles no discriminadores de género y sentimientos positivos hacia el otro sexo de respeto, valoración y solidaridad, así como aprender que la diferencia de género no implica desigualdad de oportunidades y aprendizajes y que reconozca y valore las diferencias y similitudes sexuales.
Sexualidad en la Adolescencia
Proceso por el cual el niño se convierte en adulto. Época de grandes cambios acompañada de crisis. Como fenómeno fisiológico llega la pubertad, que lo dotará de una capacidad reproductiva; como fenómeno psicosocial, la adolescencia lo llevará a reafirmar su identidad personal sexual y social.
Para lograr estas metas deberá desarrollar ciertas habilidades sociales que le permitirán tener éxito: expresión de sentimientos, manejo de presión social, manejo de críticas, manejo del enfado del otro, defensa de sus propios derechos, solución de problemas, toma de decisiones, rechazo de peticiones, establecimiento de límites, manejo de la persuasión, comunicación efectiva.
Lo fundamental es que se sientan competentes para afirmarse y que actúen como tales. Sin embargo, el medio los presiona aún más con roles de género que, en especial a las niñas, las confunden.
Las niñas, que son sujetos de sus propias vidas, se convierten en objetos de otras vidas, dejan de ser y comienzan a parecer. Experimentan un conflicto entre su espíritu autónomo y su necesidad de ser femeninas, pues sólo así agradan a los hombres.
A los muchachos se les pone como meta el trabajo, a las muchachas complacer. Las muchachas luchan contra mensajes contradictorios: sé bella pero la belleza es superficial; sé sexy pero no atrevida, sé honesta pero no hieras los sentimientos de nadie, sé independiente pero amable, sé inteligente pero no tanto que amenaces a los muchachos.
Simone de Beavoir creía que la adolescencia llega cuando las muchachas se dan cuenta de que los hombres tienen el poder y que su único poder proviene de aceptar convertirse en objetos sumisos y adorados.
Sólo con el desarrollo de una pedagogía que estimule el desarrollo de valores, actitudes y sentimientos positivos no sexistas desde la primera infancia, podríamos tener jóvenes asertivos, auténticos, autoafirmativos y con una autoestima positiva que puedan vivir una sexualidad autónoma, responsable y satisfactoria.
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