Lactancia en Niños Menores de 6 meses, Discusión

Este es un estudio en una población específica de mujeres del contexto urbano beneficiarias del sistema de seguridad social colombiano y perteneciente en su mayoría a los 4 primeros estratos socioeconómicos. Es posible que la población altamente seleccionada perteneciente al programa opcional de crecimiento y desarrollo, donde se favorece la alimentación natural entre los beneficiarios del ISS, sobredimensione los hallazgos principalmente en la proporción de niños alimentados con lactancia natural.

Existe también la posibilidad de que los resultados sobre la edad del inicio de la lactancia artificial y de los alimentos complementarios puedan estar influidos por el sesgo del recuerdo28 (recall bias), pero existen informes donde se compruebe que los eventos de alimentación en lactantes menores de 18 meses son recordados con validez por sus madres29.

En los datos presentados se observó que dentro del primer mes de vida el 26.9% de las madres habían empleado en sus hijos la lactancia artificial, cifra baja si se compara con el 74% de los hallazgos de un estudio de cohorte en Córdoba, Argentina30. En los primeros 4 meses el 82.7% de las madres usaron la lactancia artificial, cifra similar a la reportada por la encuesta de Demografía y salud de Profamilia de 199512 y a las encuestas de Salud y Demografía para Colombia31 donde el 74.4% y el 81.0% de los niños de esa edad la habían empleado, respectivamente. La cifra también es similar a la reportada en ambientes urbanos de otros países como Brasil, (96%)32, (69%)33, México (77%)34, pero superior a países como Irán9 (65%), Chile (49.4%)35, y al hallazgo de un estudio hecho en el Instituto de Seguros Sociales Mexicano en Guadalajara (35.9%)36. Las cifras de este estudio en comparación con otros informes, principalmente en lo referente al primer mes de vida, parecen reflejar los efectos de la política institucional de promoción de la lactancia materna basada en la estrategia de “Instituciones de salud amigas de los niños”16, aunque son necesarios esfuerzos persistentes para disminuir esa cifra y una evaluación del programa con otro diseño se hace necesaria y debe dar resultados más válidos.

Sobre la alimentación complementaria, el 83.8% de los lactantes la recibió antes del 4º mes de vida, edad de inicio recomendada26. Esta cifra es mayor que lo encontrado en Aberdeen, Escocia(9%)37, en Santiago de Chile35 (19.8%), en Aukland, Nueva Zelandia38 (48%), Hermosillo34, (59%) pero comparable a lo referido en Guadalajara36(87%), Tijuana39, (99%) en México. El promedio de edad de inicio de la alimentación complementaria fue de 4.2 meses, menor al promedio de 5 meses (DS=4.8) encontrado en la encuesta ya citada por Carrasquilla y cols12. La proporción encontrada de empleo de la alimentación complementaria en los 4 primeros meses de vida puede considerarse alta y es preocupante este hecho debido al reconocimiento de riesgos a corto y largo plazo del inicio temprano de la alimentación complementaria40-43, principalmente en contextos de contaminación, pobreza y poblaciones desplazadas y es necesario insistir en la recomendación del tiempo apropiado de introducirlos. No se observó relación entre las edades de introducción de leches artificiales y alimentos complementarios.

Más de la mitad de las madres de este estudio (55%) estaban alimentando con lactancia mixta a sus hijos. Con lactancia artificial el 19.5%. Aunque no caracterizan las diferentes clases de lactancia a esta edad de los niños en su trabajo de 1992, Carrasquilla y cols.13 encontraron que “a los 6 meses el 64.8% de las madres entrevistadas había suspendido el pecho” lo que da a entender que ese mismo porcentaje habría seguido con lactancia artificial a partir de esa edad de los niños. Con la lactancia natural la proporción encontrada en este estudio en menores de 6 meses (34.6%) es también mayor en relación con lo reportado para el promedio nacional por el Plan decenal para la promoción y apoyo a la lactancia materna (11%)10 y en Chile (25.3%)35. Estos cambios significan un avance en la situación de la lactancia materna posiblemente debidos a la promoción de la lactancia materna por niveles gubernamentales y no gubernamentales, la nueva conciencia a favor de la lactancia materna por los profesionales de la salud – quizás motivados por los riesgos crecientes en la salud infantil derivados de la lactancia artificial- y por la estrategia de las “Instituciones de salud amigas de los niños”16 ya comentada. Investigaciones en otras instituciones de salud y en otras dependencias regionales del ISS en el país, permitirían observar si esta tendencia es consistente. El no empleo de la lactancia artificial en algún momento del primer semestre de vida de los lactantes se relacionó con la persistencia de la lactancia natural al momento de la encuesta mientras que el empleo de lactancia artificial se relacionó con la lactancia mixta. Este hecho corrobora los hallazgos previos en el sentido de que el uso de las leches artificiales induce a la lactancia mixta y desfavorece la alimentación con leche materna exclusiva8, 9.

Un dato llamativo en el presente estudio es que las madres que alimentaban a sus hijos con lactancia mixta eran las que más frecuentemente empleaban la alimentación complementaria. Quizás el dar a sus hijos una leche diferente a la materna, induzca a usar otro tipo de alimentos diferentes a los lácteos. Este hecho ya ha sido observado en un estudio de cohorte en Escocia40, en Nueva Zelandia38 y en Estados Unidos44.

La variable “madres que tuvieron problemas de lactancia” se aproximó a la asociación con el empleo de la lactancia artificial. El presente estudio no discriminó entre los diferentes problemas de la lactancia pero el problema de lactancia más frecuente percibido por las madres fue el de “Leche insuficiente”. Este hallazgo está de acuerdo con reportes previos en Colombia12, 13, México34, Brasil32 y en el mundo desarrollado44-45.

No se encontró relación con el nivel socioeconómico con el tipo de lactancia. En Argentina y otros países desarrollados14, 30, 36 se ha observado que el estrato socioeconómico alto emplea menos la lactancia artificial quizás porque la tendencia secular a favorecer la lactancia natural tiene un eco principal en los estratos más altos, con mayor acceso a los medios y a mayores niveles educativos. Tampoco se halló relación con el número de partos. Sin embargo, se ha encontrado que las madres primerizas emplean con mayor frecuencia la lactancia artificial. Este hecho ya ha sido reportado en República Dominicana21 y Puerto Rico46. Como apunta Bautista21, la mayor frecuencia del empleo de la lactancia artificial en este grupo, podría estar asociada a la falta de conocimiento de los beneficios de la lactancia materna. El tipo de parto tampoco se relacionó con los Tipos de lactancia. Se encontró que la proporción de bebés nacidos por cesárea es alta (46%). Estos recién nacidos tienen más posibilidades de no ser alimentados inicialmente con lactancia materna y ser separados de la madre47.

No se encontró asociación del tipo de lactancia con la edad materna, escolaridad, estado civil, trabajo materno, ni con el estudio fuera de del hogar. La falta de asociación con la edad, el trabajo materno y la escolaridad ya ha sido reportada28. Sin embargo, en la encuesta de Carrasquilla en ciudades colombianas en 199113, uno de los principales motivos para dejar de lactar era el trabajo fuera del hogar. Es posible que la falta de influencia del trabajo sea un efecto de la nueva legislación que permite a las madres una licencia de 12 semanas post-parto y que empezó a regir a partir del mismo año de la encuesta. Por otra parte solo una tercera parte de las madres trabajaban fuera del hogar.

Aproximadamente una tercera parte de las madres recibieron información sobre la lactancia en el periodo prenatal. El número de controles prenatales no difirió entre las madres que emplearon los distintos tipos de lactancia. Esta falta de asociación también puede deberse al mayor compromiso en la promoción de la lactancia natural no solo de los profesionales de la salud sino de varios niveles de funcionarios de la institución de salud, y por lo tanto la información de los profesionales durante el control prenatal, no sea tan relevante.

La abuela convivió con la familia en más de la mitad de los hogares de las madres entrevistadas pero este hecho no tuvo significancia. En las sociedades más tradicionales la abuela ha sido considerada como un factor de peso en las decisiones de alimentación de los niños48 pero esta muestra tomaba hogares urbanos, donde su influencia puede ser minimizada por otros factores derivados de la modernización. Una tercera parte de las madres usaban chupete pero en este estudio no hubo asociación, sin embargo su uso se ha relacionado de manera válida con la duración de la lactancia materna49-50.

En vista que, comparativamente a reportes en Colombia y otros países en desarrollo, la proporción de lactancia materna es alta en esta población seleccionada sería de utilidad que el Programa de crecimiento y desarrollo, probable factor de difusión de la lactancia materna, se extienda a toda la población infantil beneficiaria del ISS y que estos programas, que representan una oportunidad de ser un espacio que permite influir en las prácticas de crianza y de alimentación51 no sean desestimados ni olvidados en la política actual de reestructuración y privatización del ISS en Colombia.

En concordancia con los resultados obtenidos las acciones promocionales de la lactancia materna se deberían centrar en la pesquisa de las madres que tienen tendencia a emplear lactancia artificial y aquellas con problemas de lactancia, principalmente en aquellas que dicen tener leche insuficiente. Es necesaria además la exploración mas profunda del problema de leche insuficiente y del problema de la elección por parte de las madres de la lactancia artificial para sus hijos pequeños y la posible influencia en la elección por parte del personal de salud. Estudios cualitativos51 permitirían acercarse con mayor validez a este fenómeno.

Agradecimientos

El autor agradece a los estudiantes de Medicina de la Universidad del Cauca que colaboraron con el proyecto y a los miembros del CIGES (Antes Unidad de Epidemiología Clínica) de la facultad de Medicina de la Universidad de la Frontera, en Temuco, Chile, su valiosa contribución en el desarrollo de este estudio.

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