Ejercicio en el Mantenimiento de la Salud Durante la Menopausia

Reducción estimada de riesgo de infarto del miocardio al:

  • Primero, Realizar ejercicio: 35% – 55%
  • Segundo, Dejar de fumar: 50% – 70%
  • Tercero, Controlar el colesterol total: 2%-3% por cada 1% de reducción del colesterol sérico.
  • Cuarto, Controlar la hipertensión arterial: 2%-3% por la disminución de cada 1 mm Hg en la presión diastólica.
  • Quinto, Controlar la obesidad: 35% – 55%
  • Sexto, Hacer reemplazo estrogénico en mujeres post menopáusicas: 44%
  • Séptimo, Uso profiláctico de aspirina: 33%3.

Se ha establecido una relación inversa entre actividad física y la enfermedad coronaria. La Asociación Americana de Cardiología ha reconocido el sedentarismo como un factor de riesgo para enfermedad coronaria4,5.

La realización de un programa de ejercicio dinámico o isotónico en forma regular, incrementa la capacidad funcional del paciente y juega un papel fundamental en la prevención primaria y secundaria de enfermedad cardiovascular, mientras no se conoce que la realización de ejercicio estático o isométrico disminuye el riesgo de enfermedad cardiovacular6.

En el College Alumni Study se observó una disminución de riesgo de enfermedad coronaria al realizar actividad física en la cual el consumo energético fue tan bajo como de 500 kilocalorías/semana. Este riesgo disminuyó más cuando el consumo energético fue mayor de 2.000 kilocalorías/semana.

En este estudio quienes eran inicialmente sedentarios, posteriormente iniciaron un programa de actividad física, demostraron una disminución significativa de riesgo cardiovascular, comparada con aquellos que permanecieron sedentarios. Más aún, un alto nivel de estado físico detectado mediante una prueba de esfuerzo, se ha asociado con una disminución significativa de mortalidad cardiovascular.

Aún cuando el nivel óptimo de ejercicio dinámico para alcanzar una mejoría del sistema cardiovascular no ha sido definido en forma precisa, los resultados de este estudio sugieren que la actividad física debe ser consistente y de por vida. Además, niveles moderados de ejercicio y condicionamiento físico, parece ser que protegen contra una mortalidad temprana.

El mecanismo exacto para disminuir la morbilidad y mortalidad mediante la realización de ejercicio dinámico es incierto.

Sin embargo, se han observado cambios favorables asociados con la realización de ejercicio dinámico los cuales pueden ayudar a la prevención primaria y secundaria de enfermedad coronaria, tales como: disminución de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, lo cual ocasiona a su vez una disminución en las demandas miocárdicas de oxígeno; disminución de la obesidad; aumento de las HDL; disminución de la agregabilidad plaquetria y aumento de la actividad fibrinolítica en respuesta a un estímulo trombótico; aumento de la sensibilidad a la insulina; alteración en la función de los basoreceptores lo cual puede resultar en una disminución a la susceptibilidad de arritmias ventriculares.

En animales de experimentación también se ha demostrado aumento del tamaño de los vasos coronarios, aumento de la circulación colateral coronaria y disminución de vasoespasmo coronario después de un programa de entrenamiento físico.

El ejercicio físico puede tener también un efecto sobre el estilo de vida, ayudando a cambios en el hábito de fumar y en la dieta, lo cual puede tener efectos benéficos en la obesidad, la hipercolesterolemia, la diabetes y la hipertensión arterial,1,7,8.

Estudios epidemiológicos realizados en mujeres, indican que aquellas físicamente activas tienen entre un 60%-75% menor riesgo de enfermedad coronaria que las sedentarias.

En el climaterio el cual incluye las fases premenopáusicas, menopáusica y postmenopáusica:

Las principales causas de morbilidad y mortalidad son las enfermedades cardiovasculares. Con base en las razones mencionadas anteriormente, es lógico pensar que el mejor tipo de ejercicio físico para lograr la prevención primaria o secundaria de enfermedad cardiovascular en esta población es el dinámico, como es el caminar o pedalear en un cicloergometro.

Cada sesión de ejercicio debe tener una duración aproximada de 30 minutos, repartidos en 3 períodos: 5 minutos de calentamiento, 20 minutos de acondicionamiento y 5 minutos de enfriamiento.

La frecuencia de sesiones de ejercicio puede variar un poco, pero experiencias a partir de programas grandes informan que una frecuencia de 3 veces por semana es la mínima que puede esperarse que genere un incremento en la capacidad funcional. Aún cuando el ejercicio diario no es peligros, se recomienda siempre descansar uno o dos días a la semana para evitar fatiga.

Es necesario dar instrucciones a las personas sobre la intensidad del ejercicio recomendada. La fuente más común de confusión es entre la intensidad de ejercicio y la cantidad del mismo.

Mientras que la intensidad de ejercicio se refiere a si el ejercicio es moderado como es la caminata o vigoroso como es el trote, la cantidad de ejercicio se refiere al aumento total de calorías quemadas (unas 100 calorías/milla o 62,15 calorías/km). Los mejores datos disponibles sugieren que la cantidad de actividad tiene mayor importancia en la conservación de la salud que la intensidad.

Por ende, independientemente de si se camina o se trota 20 millas (32,180 km), las 2.000 calorías de actividad parecen conferir los mismos beneficios. No hay pruebas de que duraciones más prolongadas sean peligrosas en tanto la intensidad permanezca moderada. Por otro lado, las complicaciones se hacen más frecuentes conforme aumenta la intensidad del ejercicio.

También es conveniente tener en cuenta estos otras pautas para realizar un programa de ejercicio:

  • Solo haga ejercicio cuando se sienta bien.
  • No haga ejercicio poco después de comer.
  • Use ropa y calzado adecuado.
  • Conozca su ritmo. El ejercicio es individual.
  • No olvide las fases de calentamiento, acondicionamiento y enfriamiento.
  • Suspenda el programa de ejercicio y hable con su médico en caso de presentar: dolor precordial; dificultad respiratoria; dolor; inflamación o rigidez de articulaciones o espalda.

Si tiene cualesquiera de los siguientes signos o síntomas, puede estar realizando ejercicio demasiado fuerte. Disminuya la intensidad del entrenamiento o tome un día de descanso adicional o ambos, incapacidad para conversar durante el ejercicio, desmayo después del ejercicio, fatiga durante el resto del día, insomnio, dolor muscular o articular8.

Bibliografía

  • 1. Balagy Gary y colaboradores. Cardic Rehabilitations Programs. A Statement for Healthcare Profesionals From the American heart Association. Circulation. 1994; 90: 1602-1610.
  • 2. Rich-Edwards J.W y colabordores. The primary prevention of coronary heart disease in women. N Engl J Med 1995. 332: 1758-1766.
  • 3. Mnason J.E. y colabordores. The primary Prevention of Myocardial Infarction. N Engl J Med 1992; 326: 1406-1416.
  • 4. Lakka timo y colaboradores. Relation of Leisure. Time Physical Activity and Cardiorespiratory Fitnes To The Risk of Acute Myocardial Infarction in Men. N Engl J Med 1994; 330: 1549-1554.
  • 5. Blair Steven y colaboradores. Physical Inactivity Workshop V. Circulation. 1993; 88: 1402-1404.
  • 6. Fletcher G.F. y colaboradores. Statement on Exercise. Benefits and Recomendations for Physical Activity Programs for All americans. Circulation. July 1992; Vol 86, No. 1, p. 340-344.
  • 7. Ward Ann y colaboradores. Exercise and Exercise Intervention. Chapter 10. Prevention of Coronary Heart disease. Book Edited by Ira Ockenne and Judith Ockenne. Little,Brown and Company. Boston 1992.
  • 8. Hartley L..H. Exercise for the Cardiac Patiente. Long-Term Maintenance Phase. Cardiology Clinics. Exercise Testing and Cardiac Rehabilitation. Volumen 11. Number 2. May 1993. pp: 277-284.

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