Bienestar Sexual después de la Menopausia: Documento Técnico de la Sociedad Internacional de la Menopausia*

J. A. SIMONA**A, S. R. DAVISB, S. E. ALTHOFC,D, P. CHEDRAUIE, A. H. CLAYTONF, S. A. KINGSBERGG, R. E. NAPPIH, S. J. PARISHI & W. WOLFMANJ,K

Resumen

El bienestar sexual frecuentemente disminuye después de la transición de la menopausia y puede asociarse con estrés personal y de la relación. Este estrés es la característica típica de la disfunción sexual femenina (DSF). La DSF es altamente prevalente en mujeres posmenopáusicas.

La prevalencia de problemas sexuales aumenta con la edad, pero, por otra parte, esto se asocia con una disminución del estrés con el avance de la edad. Este patrón se ha visto en múltiples poblaciones internacionales con variadas normas culturales. Si bien la etiología de la DSF es multifactorial. Los cambios fisiológicos de la insuficiencia de las hormonas sexuales y los síntomas posmenopáusicos, como la dispareunia, son los principales factores que contribuyen a la DSF en la mediana edad.

La Sociedad Internacional de Menopausia está trabajando para incrementar el conocimiento de la DSF y proporcionar un esquema para que los profesionales aborden las preocupaciones sobre medicina sexual. El presente documento técnico tiene como objetivo revisar el proceso de cuidado del bienestar sexual femenino después de la menopausia, desde un abordaje inicial de la discusión de DSF hasta identificar signos y síntomas clínicos y, en última instancia.

Determinar las mejores terapias biopsicosociales disponibles. Al igual que con la mayoría de los procesos de atención. El primer paso es a menudo el más difícil. Los profesionales de la salud necesitan abordar el tema de la sexualidad en el entorno clínico.

La falta de información, comodidad al respecto, y los prejuicios sobre el tema de la sexualidad después de la menopausia son obstáculos importantes que la Sociedad Internacional de Menopausia aborda en este documento.

Cada miembro del grupo que lo escribe sigue comprometido con la defensa continua para la validación de la DSF como un diagnóstico, la necesidad de que las terapias para mujeres estén disponibles e incluidas en la cobertura del seguro de salud, y la investigación terapéutica continua para proporcionar soluciones basadas en la evidencia.

Palabras clave: menopausia; función sexual femenina; disfunción sexual femenina.

Introducción

El bienestar sexual después de la menopausia puede parecer un objetivo inalcanzable para muchas mujeres. Dependiendo de las circunstancias psicosociales. Los cambios biológicos en la menopausia pueden estar asociados con una gran angustia personal y de la relación.

Estudios en varios países han demostrado que las mujeres le dan un gran valor a la intimidad sexual en sus relaciones1,2. Los problemas sexuales en la mediana edad se pueden dividir en síntomas sexuales crónicos relacionados con el deseo sexual, la excitación, el orgasmo y el dolor.

La detección de los problemas sexuales femeninos a menudo se minimiza durante la consulta médica debido a una multitud de factores que incluyen, entre otros, desinformación, entrenamiento médico/profesional ausente o inadecuado en medicina sexual. La creencia de que tales cambios menopáusicos son una parte normal e inevitable del envejecimiento y el tiempo como limitación.

El propósito de esta revisión es el de proporcionar a los médicos un esquema para:

1 Abordar la discusión sobre el bienestar sexual femenino después de la menopausia.
2 Identificar clínicamente a las mujeres con disfunción sexual a través de síntomas de la paciente, signos físicos e instrumentos validados.
3 Manejar las dificultades sexuales en mujeres posmenopáusicas con las terapias biopsicosociales disponibles.

Más información de Bienestar Sexual después de la Menopausia

  1. Contribuciones Psicosociales al Bienestar Sexual
  2. Bienestar Sexual después de la Menopausia, Evaluación clínica
  3. Bienestar Sexual después de la Menopausia, Tratamientos
  4. Bienestar sexual después de la menopausia, Conclusión

Tipos de problemas sexuales en la mediana edad y su epidemiología

Tipos de problemas sexuales en la mediana edad

Las disfunciones sexuales femeninas (DSF) tienen distintas clasificaciones, definiciones y criterios de diagnóstico, como se describen en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5.ª Edición (DSM-5)3, la Cuarta Consulta Internacional sobre Medicina Sexual (ICSM)4, y las Enfermedades Estadísticas Internacionales y Problemas de Salud Relacionados (ICD). Este último propone un nuevo capítulo sobre Condiciones Relacionadas con la Salud Sexual para su 11.ª revisión5.

Es de destacar que el esquema DSM utiliza la terminología «trastornos sexuales», mientras que los sistemas de clasificación ICSM y del ICD caracterizan estas condiciones como «disfunciones sexuales».

Las DSF se caracterizan como afecciones sexuales crónicas en los dominios del deseo, la excitación, el orgasmo y el dolor. La DSF se distingue de la variación de la actividad sexual normal por la presencia de la angustia personal, que puede estar asociada con dificultades interpersonales (Tabla 1).

Se ha propuesto que los problemas deben estar presentes durante un mínimo de 3 meses y al menos en el 75% de las experiencias sexuales6, aunque este requisito se deriva de la opinión de expertos, no de la evidencia de investigación.

Las disfunciones sexuales pueden durar toda la vida o adquirirse después de un período de funcionamiento normal. Pueden ser situacionales (presentes solo en ciertas situaciones o con una pareja específica) o generalizadas (presentes en todas las situaciones y todas las parejas); y pueden caracterizarse como leves, moderadas o graves. Las mujeres pueden experimentar dificultades en uno o múltiples aspectos de su respuesta sexual; por lo tanto, las DSF pueden superponerse y variar con el tiempo.

La etiología de la DSF a menudo es multifactorial, pues incluye factores de riesgos biológicos, psicológicos, interpersonales y socioculturales3.

Los trastornos del interés sexual femenino y de la excitación se separaron en dos categorías distintas en las versiones anteriores del DSM7.

Los partidarios de fusionar estas categorías en el DSM-5

Citaron razones que incluyen la concurrencia de los problemas del deseo y de la excitación, la complejidad de distinguir el deseo de otras motivaciones para la actividad sexual, destacando las diferencias entre el deseo espontáneo y el deseo estimulado, y enfatizando la frecuencia relativamente baja de la fantasía en las mujeres.

Sin embargo, otros expertos han recomendado restaurar categorías separadas de trastorno/desorden hipoactivo del deseo sexual (DHDS) y el trastorno/desorden de la excitación femenina (DEF) debido a la ausencia de evidencia empírica para combinarlas4. La recomendación de mantener la categoría de DHDS se basa en datos sólidos de observación. Muestra clínica y registros; ensayos aleatorios controlados que utilizaron los criterios estandarizados para DHDS para evaluar las respuestas a las intervenciones farmacológicas; y consistencia con la clasificación en el ICD, 10.ª Revisión8,9.

Epidemiología de los problemas sexuales de la mediana edad

Varios estudios han investigado la prevalencia de problemas sexuales en mujeres. El estudio sobre Prevalencia de Problemas Sexuales Femeninos Asociados con la Angustia y Determinantes del Tratamiento (PRESIDE)10 investigó las experiencias sexuales de más de 31.000 mujeres de entre 18 y 102 años en los Estados Unidos.

Este estudio reportó que la prevalencia de cualquier problema sexual en mujeres era del 44,2%, con 22,8% de ellas experimentado angustia y un 12% teniendo un problema sexual angustiante.

Entre las tres cohortes, los problemas sexuales, pero no asociados a la angustia, incrementaron con la edad: 27,2% (edad entre 18-44 años), 44,6% (edad entre 45-64 años) y 80,1% (65 años y más). Para estas cohortes, la disminución del deseo sexual con angustia se reportó en un 8,9%, 12,3% y 7,4%, respectivamente.

Los problemas de excitación acompañados de angustia personal generalmente siguieron el mismo patrón relacionado con la edad. Pero los problemas con el orgasmo se produjeron con una frecuencia similar en mujeres de mediana edad y mayores. Por el contrario, dos estudios australianos más recientes basados en la población que emplearon cuestionarios validados, informaron que la prevalencia del bajo deseo sexual asociado con angustia en mujeres de 40 a 64 años era del 32,2% (intervalo de confianza [IC] del 95%: 30,1-34,2%)11 y en mujeres de 65-79 años fue del 13,6% (IC 95% 11,9-15,4%).12

Estos niveles elevados de angustia están respaldados por un estudio de Malasia que informó que la prevalencia de DSF. Basada en una traducción validada del Índice de Función Sexual Femenina, era del 29,6%13 y un estudio tailandés que encontró que el 86% de las mujeres informaron que no experimentaban orgasmo después de la menopausia14.

Este hallazgo es significativo considerando que el 82% de las mujeres asiáticas informan que la capacidad de alcanzar el orgasmo es importante2.

En resumen, la DSF es altamente prevalente a nivel mundial, y, aunque la prevalencia del DHDS disminuye con la edad, muchas mujeres mayores experimentan problemas de función sexual asociados con angustia personal.

Durante la mediana edad y más allá de la menopausia, pueden ocurrir cambios en la intensidad y la duración de la estimulación necesaria para la excitación sexual y el orgasmo. La lubricación inadecuada. La sequedad vaginal y la dispareunia se vuelven más comunes, y la respuesta orgásmica puede volverse más silenciada o tomar más tiempo para alcanzarla. En una encuesta sobre los síntomas relacionados con la atrofia vulvovaginal (AVV), también conocido como síndrome genitourinario de la menopausia (SGUM), la prevalencia de AVV sintomática es consistentemente alrededor del 50%15.

El estudio International de la Salud Vaginal: Perspectivas, Visiones y Actitudes (VIVA) informó sobre la prevalencia de síntomas específicos que incluyen sequedad vaginal (83%) y dolor durante el coito (42%). En última instancia, el 62% de las mujeres con malestar informaron que la gravedad de sus síntomas era moderada o grave16.

La Encuesta Europea de Epidemiología Vulvovaginal (n = 2160) informó que más del 90% de las mujeres posmenopáusicas que asistían a una clínica de menopausia o ginecológica tenían síntomas y hallazgos de AVV a la examinación17.

En el estudio más grande que evaluó la AVV entre mujeres asiáticas, se realizaron entrevistas personales a 5992 mujeres, de entre 45 y 75 años, en Indonesia, Malasia, Singapur, Taiwán y Tailandia.

En general, el 11% de las mujeres entrevistadas reportaron síntomas de AVV18.

Disfunción sexual en relación con la edad y la menopausia

La prevalencia de la actividad sexual disminuye con la edad, y las mujeres informan una menor frecuencia de actividad sexual que los hombres en todas las edades19. En un estudio estadounidense. Las mujeres que expresaban una mala salud general autoevaluada tenían menos probabilidades de ser sexualmente activas19.

Ese grupo de mujeres con mala salud general que permanecieron sexualmente activas eran más propensas a informar problemas sexuales.

La disminución de los niveles de estrógenos circulantes durante y después de la transición a la menopausia, junto con la disminución de los andrógenos asociada a la edad, independientemente de la menopausia. Contribuyen significativamente al deseo bajo, excitación escasa, dispareunia, orgasmo alterado y consecuente reducción de la satisfacción sexual20-23.

Además, la menopausia puede afectar los aspectos emocionales y cognitivos de la sexualidad a través de experiencias personales que incluyen la edad de presentación de la menopausia, tipo de menopausia (natural o quirúrgica), salud física y mental, logro de objetivos reproductivos, educación, imagen corporal y normas y experiencias de autoestima.


* Tranducción a la version en Español por Priscilla Parra-Pingel & Peter Chedraui
** Datos de contacto: George Washington University, IntimMedicine SpecialistsTM, 1850 M Street, NW #450, Washington, DC 20036, USA;  email jsimon@IntimMedicine.com
A George Washington University, Washington, DC, USA.
B Women’s Health Research Program, School of Public Health and Preventive Medicine, Monash University, Melbourne, Australia.
C Center for Marital and Sexual Health of South Florida, West Palm Beach, Florida, USA.
D Case Western Reserve University School of Medicine, Cleveland, Ohio, USA.
E Instituto de Investigación e Innovación de Salud Integral, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Guayaquil, Ecuador.
F Department of Psychiatry & Neurobehavioral Sciences, University of Virginia, Charlottesville, Virginia, USA.
G Division of Behavioral Medicine, Department of Obstetrics & Gynecology, University Hospitals Cleveland Medical Center and  Departments of Reproductive Biology and Psychiatry, Case Western Reserve University School of Medicine, Cleveland, Ohio, USA.
H Research Center for Reproductive Medicine, Gynecological Endocrinology and Menopause, IRCCS San Matteo Foundation, Department V  of Clinical, Surgical, Diagnostic and Pediatric Sciences, University of Pavia, Pavia, Italy.
I Weill Cornell Medical College, New York, USA.
J Menopause Unit, Mount Sinai Hospital, Toronto, Ontario.
K Department of Obstetrics and Gynaecology, University of Toronto, Toronto, Canada.

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