Revista de Menopausia: Carta al Editor, Volumen 15 No. 2

Cada vez se va haciendo más difícil la financiación de los Congresos de las Sociedades científicas nacionales, pues la fuente principal de los costos que ellos conllevan, es asumida por la industria farmacéutica, y ésta argumenta que la situación para ellos se ha tornado complicada debido a la crisis económica mundial.

Así las cosas, considero que llegó la hora de buscar otras fuentes; de lo contrario, estaríamos, más pronto que tarde, condenados a llevarlos a cabo con muchísimas restricciones como lo es la de privarnos de traer profesionales extranjeros de reconocida trayectoria científica que son quienes están día a día investigando, ayudados por sus estados de origen a través de instituciones o de grandes fundaciones que ponen sus dineros al servicio de la ciencia.

Pero es que ni siquiera se podrá movilizar a los conferencistas nacionales, dados los altos costos del transporte en avión y la estancia de cuatro o cinco días de hotel.

Los médicos cada vez asistirán menos, lo que va en detrimento de ellos en particular y de la comunidad en general que se priva de los conocimientos renovados de aquellos profesionales que le prestan sus servicios científicos.

Si a esta situación no le buscamos remedio oportuno, se nos ahondará más y más el abismo a donde iremos a parar, o sea restricción en el tiempo y lugar de los congresos, los cuales se verían limitados y, desde luego, condenados a convertirse en reuniones de unos pocos profesionales a nivel local.

Hoy, hay muchos médicos de las diferentes especialidades expertos en finanzas ya que han complementado los estudios médicos con el de administradores de hospitales; en nuestra Asociación de seguro hay muchos.

Vamos, pues, a elaborar ideas; no tengamos miedo a lanzarlas; aunque parezcan traídas de los cabellos algunas, otras, percibidas como locas, soñemos tal como lo recomiendan John Grinder y Richard Bandler, par de genios creadores de la Programación Neurolingüística (PNL). Ellos nos dicen que un buen proyecto debe pasar por tres fases a saber: en la primera, actúa el Soñador que expone todas las ideas que deben servir como una visión global del trabajo o proyecto a realizarse. Seguida esta fase por la del Realista, o sea la fase del análisis mediante la cual se plantean todas la ideas de la fase anterior y se descartan del proyecto aquellas que no sirvan a este. Por último entra la fase del crítico que debe evaluar qué le hace falta al proyecto y qué puntos de vista no fueron tenidos en cuenta.

Al respecto se me ocurren dos propuestas. La primera sería crear un fondo con los dineros que se le reparten a los capítulos al final de cada congreso; este dinero no sería tocado en un término de tres a cuatro años y, una vez cumplido este plazo, sólo se retirarían los intereses para fines específicos: en este caso, los congresos. Este es el sistema que usa la Fundación Rotaria para sostener las becas que reparte en todo el mundo.

La segunda propuesta ya sería más elaborada por expertos, a través de un congresista que presente un proyecto consistente en que el Estado, mediante el ministerio de Asistencia Social, asigne partidas para esta clase de eventos que tienen que ver mucho con la salud de la mujer.

Como estas ideas mías, deben salir muchas, y alguna habrá de tener sentido para ser considerada por las directivas de la Asociación o por un Comité que ésta tenga a bien crear con el único propósito de analizar y criticar constructivamente todo el material que se le envíe.

Queda abierta la discusión.

Israel Díaz
Ginecólogo – Barranquilla


Doctor
Gustavo Gómez Tabares
Editor Jefe
Revista colombiana de Menopausia
Cali, Colombia

Respetado Dr. Gómez:

Acabo de leer su editorial del ejemplar de enero-marzo 2009 (“La crisis económica mundial da para todo”), y quiero confesarle que no entendí su posición frente a la industria farmacéutica: Por un lado critica duramente a las casas que apoyan la educación médica continua, “consienten a grupitos de médicos” y al “médico vendedor”; pero por otro lado, agradece a las casas farmacéuticas que colaboran con relativa generosidad “consiguiendo unos pesitos” para cosas como la realización del Congreso anual de Menopausia y la misma circulación de la Revista Colombiana de Menopausia.

En un país donde la academia (Universidades, Facultades de Medicina, Sociedades Científicas) no aporta dinero para la educación médica continua de sus asociados y miembros, solo el apoyo de la Industria Farmacéutica hace posible la actualización de los profesionales de la salud, patrocinando eventos, llevando médicos a congresos nacionales e internacionales, pagando el costo de traer conferencistas extranjeros, etc., etc.

Creo que la Sociedad Colombiana de Menopausia y su Editor deberían sentar posiciones menos ambiguas y más claras al respecto, porque sus asociados debemos saber a qué atenernos con respecto a la realización de futuros eventos que podrían verse comprometidos en su financiación por parte de quienes hasta ahora han venido patrocinándolos.

Cordialmente,
Dr. Luis Martin Uribe
Médico Ginecólogo Endocrinólogo
Miembro Sociedad Colombiana de Menopausia.

RESPUESTA

Doctor
Luis Martín Uribe
Ginecólogo endocrinólogo
Miembro Sociedad Colombiana de Menopausia.

Gracias por escribir al editor. Es una muestra de su interés en la revista y en las acciones de la asociación. Las opiniones del editor jefe de la revista no son necesariamente compartidas con la asociación y pueden divergir; sin embargo, hay una comunicación permanente entre las directivas de la asociación y las de la revista. Evidentemente en cada reunión de junta se invita al editor a participar.

Las opiniones acerca de las casas farmacéuticas han sido tocadas por el editor en muchas ocasiones en sus editoriales. Todas relativas a la relación de los médicos con la “industria”.

Son temas que se han ido dando a través de mi relación como líder de opinión, y “negociador” en muchos eventos académicos, en las cuales la posición de la industria ha llegado a términos verdaderamente preocupantes, por decir lo menos. Se han declarado abiertamente que para ellos es mejor “consentir” a unos médicos que apoyar un evento científico que posiblemente no les dé los réditos económicos deseados. Y en verdad lo hacen permanentemente.

Recientemente una casa farmacéutica que no quiso colaborar con el congreso de menopausia de Cali se llevó un grupo grande de médicos para Cuba, sin ninguna disculpa académica, sólo a consentirlos y con mensajes subliminales, como es de esperar, para una inversión como esa. Pero ellos son libres de hacer lo que quieran en mercadeo, y al parecer, con los médicos.

Del congreso de menopausia de Cali, aún no se ha acabado de recoger los, en general pírricos, aportes de la industria. Todavía se debe el pasaje de los conferencistas extranjeros (Leon Speroff y Marco Gambacciani) que ellos compraron. De mi cuenta hice la transferencia a ellos porque me dio pena, después del trabajo que habían hecho para, como lo decía en el editorial que Ud. menciona, hacer el mejor congreso de menopausia a pesar de la crisis. Y es que ya sabíamos que los laboratorios no estaban dispuestos a aportar para un evento científico en el que posiblemente no creían.

Los que participaron después del congreso estaban felices por lo bueno del congreso. Pero algunos laboratorios con cinco o seis productos de la especialidad, ofrecían sumas irrisorias en proporción al número de productos que el médico les “vende”, y que aceptamos en aras de hacer educación médica continuada; a otros definitivamente no les aceptamos los “centavos” que ofrecieron para el evento. Hay una lista de laboratorios que la sociedad decidió no hacer pública para no entrar en conflictos molestos y de repercusiones en el futuro.

Y finalmente, mi opinión muy personal es que para el médico que es al final de cuentas el “vendedor” de las casas farmacéuticas, la “obligación” de estas es invertir en la educación médica a toda la comunidad médica y no hacer el favor de invitar a “unos amigos” que nos “prescriben” muy bien (comprobado por las fotocopias tomadas de las fórmulas en las farmacias; el famoso “close up”). La relación industria-médicos no es de favores o consentimientos sino de obligaciones de mantener al médico informado éticamente y obligaciones del médico de no prescribir por los favores que les hagan o los negocios que le ofrezcan, sino por la información ética que se obtenga en los eventos científicos con profesores bien informados y científicamente avalados.

Un abrazo cordial.

Gustavo Gómez Tabares
Editor Jefe

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