Las Teorías de Florence Nightingale
Si hubo un momento en que pudo decirse que del candil de Florence Nightingale venía efectivamente la luz, fue en 1882, año en que escribió dos artículos para el Quain’s Dictionary of Medicine titulados “Formación de las enfermeras” y “Cómo cuidar al enfermo”. En el primero presentó los requisitos que debía cumplir una escuela ideal de enfermeras, a partir de la experiencia de la Escuela Nightingale. Una de las condiciones básicas era la presencia de “monjas residentes” para consolidar la instrucción recibida en las salas y evaluar el progreso moral de las alumnas.
Nightingale expuso también una teoría sobre el aprendizaje en la que hacía hincapié en la adquisición de las destrezas prácticas: la observación indica cómo está el paciente; la reflexión indica qué hay que hacer; la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar.
Florence Nightingale consideraba que, una vez que la enfermera había “aprendido a aprender”, el proceso de formación debía continuar más allá de la escuela. Sus ideas al respecto eran vanguardistas: “hoy en día, cada cinco o diez años se necesita una segunda formación”. No es de extrañar que durante sus últimos años Florence Nightingale criticara la profesionalización de las enfermeras.
En su opinión, la inscripción en un registro profesional pondría un punto final a la formación, llevaría a la presunción y en definitiva no sería más que una reproducción de la trayectoria profesional que habían seguido los médicos. Florence destacaba lo que de específico tenía la actividad de la enfermera y la responsabilidad personal de ésta en el bienestar del paciente. A su entender, era más fácil conseguir este bienestar si la enfermera entendía su trabajo como una llamada interior o una vocación, más que como una profesión. Tal vez era inevitable, pero finalmente sus razonamientos fueron desoídos.
La educación formó parte de la vida de Florence Nightingale. Se preocupó por que los métodos educativos fuesen prácticos y reflejasen los objetivos de la educación.
Su interés por las escuelas se extendió a las colonias británicas. Le interesaban especialmente los efectos de la escolarización en la salud de los niños. En 1863, con el patrocinio del duque de Newcastle, dirigió un estudio estadístico en 143 escuelas coloniales de Australia, Canadá, Sudáfrica y Ceilán (actual Sri Lanka). Temía que los métodos educativos europeos no estuvieran adaptados a la educación de las poblaciones indígenas.
En los últimos años del decenio 1860-1870, Nightingale centró su atención en el tema de la educación en los asilos de pobres. El fondo de su argumentación era que no había que castigar a los pobres, sino enseñarles a que se valieran por sí mismos, y que era por tanto importante impartirles un adiestramiento práctico que les permitiera adquirir destrezas manuales. Estaba convencida de que había que sacar a los niños del ambiente de los asilos para que pudieran educarse en las escuelas industriales de reciente creación.
Su vieja amistad con el doctor Benjamin Jowett, director del Balliol College de la Universidad de Oxford, hizo que se interesara por la educación universitaria. En 1870-1880, Florence había apoyado la idea de crear una medalla al mérito por los trabajos estadísticos en memoria de Adolphe Quételet, fundador de la estadística moderna. A principios del decenio de los noventa, Jowett reavivó su deseo de fomentar la estadística y la puso en contacto con el profesor Francis Galton, el conocido matemático.
Juntos concibieron el proyecto de creación de una nueva cátedra de Estadística en Oxford. En una carta dirigida a Galton, con fecha del de febrero de 1891, Florence Nightingale propuso que en dicha cátedra se estudiara la importancia de la estadística para disciplinas como la educación, la criminología, los asilos y la India. Sus propuestas no prosperaron, y los historiadores no han podido encontrar las causas de tal fracaso.
Conviene resaltar que los medios universitarios de la época por lo general no compartían el interés de Florence Nightingale por la aplicación de la estadística a los problemas sociales. Karl Pearson, el padre de la estadística aplicada moderna, reconoció el interés de las ideas de Florence Nightingale.
Al finalizar la guerra regresaron a Inglaterra, donde recibieron no pocos reconocimientos sociales. Fueron aclamadas. Había nacido la enfermería moderna.
Evolución de un Oficio a una Profesión
Florence Nightingale regresó a Inglaterra como una heroína en agosto de 1857, y según la BBC era la Victoriana más popular después de la Reina Victoria. Se trasladó de casa de sus padres al Hotel Burlington en Piccadilly. Padeció una fiebre aguda debido a una forma crónica de Brucelosis que contrajo durante la guerra de Crimea. Prohibió la entrada en su cuarto a su madre y hermana y raramente salía.
En respuesta a una invitación de la Reina Victoria, Nightingale jugó un papel central en el establecimiento de la Comisión Real para la Salud de la Armada, que fue presidida por Sidney Herbert. Como mujer, Nightingale no podía optar a la Comisión Real, pero escribió un Informe de más de mil páginas para la Comisión, que incluía datos estadísticos detallados. Este informe llevó a una revisión a fondo de los cuidados médicos de la armada y al establecimiento de una Escuela Médica Militar y de un sistema completo de archivos médicos militares.
En 1855 se dio reconocimiento a su trabajo en la guerra estableciéndose La Fundacion Nightingale para enfermeras en formación.
En 1859 tenía 45.000 libras a su disposición de la Fundación Nightingale para crear la Escuela de Formación Nightingale en el Hospital St. Thomas, en julio de 1860, que ahora se llama Escuela de Enfermeras y Matronas Florence Nightingale y forma parte del King´s College de Londres.
Nightingale escribió “Notas de Enfermería”, que sirvió como base del curriculum de la Escuela Nightingale y otras escuelas de enfermería establecidas. Nightingale dedicó el resto de su vida a establecer y promocionar la profesión de Enfermera y a organizarla en su forma moderna.
Su trabajo inspiró a las Enfermeras de la Guerra Civil Americana. El gobierno unionista le pidió consejo para organizar la medicina de campamento. Aunque sus ideas encontraban resistencia oficial, inspiraron al cuerpo de voluntarios de la Comisión Sanitaria de los Estados Unidos.
En 1869 ella y Elizabeth Blalckwell abrieron la Facultad Médica de Mujeres.
En 1870 fue tutora de Linda Richards, la primera enfermera cualificada de América y la capacitó para regresar a EEUU con una formación y conocimiento suficientes para establecer escuelas de enfermería de calidad. Linda Richards llegó a ser una gran pionera de la enfermería en EUU y Japón.
Ya en 1882 las enfermeras Nightingale tenían una presencia creciente e influyente en la embrionaria profesión de enfermera. Algunas eran jefas de importantes hospitales dentro y fuera de Inglaterra.
En 1883 le fue concedida la Real Cruz Roja por la Reina Victoria. En 1907 se convirtió en la primera mujer que obtuvo la Orden del Mérito. En 1908 se la reconoció como Ciudadana Honorífica de la Ciudad de Londres.
A partir de 1896 estuvo postrada en cama. Posiblemente padeció del Síndrome de Fatiga Crónica. Durante sus años de confinamiento en cama siguió trabajando en el campo de la planificación de hospitales y su trabajo se propagó rápidamente por Inglaterra y el mundo. Murió el 13 de Agosto de 1910.
Florence Nightingale murió a los 90 años de edad, tras dedicar más de medio siglo a mejorar la salud pública.
En el primer centenario de su fallecimiento quisimos rendir un homenaje a la enfermera que acompañada de un candil, alumbró su paso por el hospital en la Guerra de Crimea y la que con su visión hizo que la enfermería pasara de ser un oficio a ser una profesión. A la mujer que nos enseñó:
• La importancia de los métodos educativos, la que se preocupó por que fuesen prácticos y reflejasen los objetivos de la educación. En uno de sus trabajos citó una frase de una de sus conferencias sobre educación “educar no es enseñar al hombre a saber, sino a hacer” Parece justo juzgar la contribución de Florence Nightingale a la educación teniendo en cuenta los resultados concretos de sus reformas.
Estas líneas que le fueron escritas por Benjamín Jowett hubieran podido servir de epitafio: Usted despertó sentimientos románticos en muchas personas hace 23 años, de regreso de Crimea pero ahora trabaja en silencio y nadie sabe cuántas vidas salvan sus enfermeras en los hospitales, ni cuántos miles de soldados están vivos gracias a su previsión y a su diligencia, ni cuántos indios de esta generación y de las generaciones venideras habrán sido preservados del hambre y de la opresión gracias a la energía de una dama enferma que apenas puede levantarse de la cama. El mundo lo ignora o no piensa en ello. Pero yo lo sé y a menudo pienso en ello.
• La importancia de validar y continuar el proceso de formación a lo largo de la vida profesional. Florence Nightingale consideraba que, una vez que la enfermera había “aprendido a aprender”, el proceso de formación debía continuar más allá de la escuela.
• La importancia de la observación, la reflexión y la destreza que da la práctica. La observación indica cómo está el paciente; la reflexión indica qué hay que hacer y la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar.
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