Empezando a Salvar Vidas desde el Servicio Social Obligatorio de Enfermería 

Narrativa 

Mansur Paez Barrozo

En este relato narro una experiencia que viví a comienzos de mi carrera como profesional de enfermería que me permitió ver a la profesión con otros ojos e hizo que mi vocación y el deseo de seguir en ella aumentara.

Al conocer que había salido favorecido para realizar el servicio social obligatorio en la ciudad de Bogotá, me embargó la alegría, pero también el miedo. Al saber que tenía que enfrentarme a situaciones en las cuales se requería de habilidad y destreza en la realización de actividades técnicas propias del oficio. En ese entonces, la única experiencia que yo tenía era la adquirida en las practicas universitarias. Y fue precisamente el procedimiento de canalizar el que me hizo comprender que un enfermero puede salvar vidas.

El servicio social obligatorio lo realicé en un hospital del estado de segundo nivel ubicado en los cerros orientales de Bogotá, que contaba con servicio de hospitalización para adultos y pediátricos, sala de partos e incluso un servicio de urgencias para eventos de baja complejidad. Los recursos físicos e insumos para trabajar en este hospital eran limitados. Lo que obligaba a sus trabajadores a hacer uso racional de lo que hubiese disponible.

Una tarde mientras me encontraba rotando por urgencias llegó un niño de aproximadamente ocho meses. Quién según contaba la madre, llevaba 13 días con diarrea y vómito. El niño lloraba y no le brotaban lágrimas, su piel era seca y al hacerle pliegues estos permanecían intactos. Lo único que el niño hacía era emitir quejidos.

La madre intentó hidratarlo en casa con agua de arroz, pero al ver que el niño continuaba vomitando y que la diarrea persistía, decidió llevarlo al hospital.

Ante la gravedad y mal estado general del menor llamé de inmediato al pediatra. Quien dio la orden de hidratarlo por vía endovenosa de forma urgente. Todo el personal de enfermería del área se puso en la tarea de encontrarle una vena para realizar la venopunción. Los cuatro, tres auxiliares de enfermería y yo, el enfermero rural, nos repartimos en cada una de las extremidades, esperando que cualquiera de nosotros lograra cumplir con la difícil tarea que teníamos en frente.

Las punciones fueron múltiples; yo entendía que al niño le dolía cada vez que una aguja le perforaba la piel, pero era más mi dolor al saber que podía morir si no lo hidratábamos. Por fin, logré cogerle una vena en el dorso del pie derecho, no hubo retorno de sangre, el catéter solo ingresó milímetros, pero la vena estaba permeable. Fijé la venopunción con firmeza y cuando el equipo de bomba empezó a gotear, la satisfacción personal y profesional era inmensa, porque a pesar de que canalizar es un procedimiento rutinario en la actividades diarias de enfermería en un servicio como urgencias. Para mí era una actividad que generaba un gran reto por la falta de experiencia. Especialmente a un niño con una deshidratación grado III.

Tanto fue mi deseo de ayudar a Samuel que dejé a un lado el miedo por la inexperiencia y me armé de valor y con catéter en mano hice el intento y lo logré. Nunca me imaginé que una simple canalización como yo la veía, podía ser tan crucial al momento de ayudar a un paciente con deshidratación severa .

Con la venopunción exitosa, me sentí orgulloso, feliz y agradecido por el hecho de haber estudiado enfermería, la profesión que me enseñó a realizar estas actividades que buscan ayudar a los pacientes e incluso a salvarles la vida.

También con la realización de este procedimiento que requirió de mis conocimientos en anatomía, fisiología y de otros principios científicos pude poner en práctica algo más personal, mi toque humano acompañado de compasión y actitud de servicio, y que a mi parecer se le puede llamar vocación.

La vocación en enfermería se convierte para mí en ese deseo e interés de ayudar a los demás, que es capaz de llenarnos de valor, y junto con el conocimiento académico. Considero que son la combinación necesaria para ofrecer una atención de calidad.

Con esta narrativa podría decir que los procedimientos que realizamos como enfermeros tienen implicaciones que van más allá de la sola ejecución de un procedimiento técnico. Ejemplo de ello, es este relato donde muestro que con una canalización pude ayudar a salvar la vida de Samuel.

Luego de cuatro horas, las lágrimas empezaron a brotar de los ojos del niño.


Magister en educación. Enfermero del servicio de urgencias de la Fundación Santa Fe de Bogotá. manpaba@hotmail.com

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