Una Aproximación a la Ciencia y el Arte: Santos Cosme y Damián

Gustavo Restrepo Uribe*

* Médico Cardiólogo Hemodinamista. Fundación Santa Fe de Bogotá.
Recibido:Septiembre de 2004
Aceptado para publicación: Septiembre de 2004
Actual. Enferm. 2004 7;(4):43-44

Modelos de desinterés, de caridad y de ciencia, muy merecido tienen estos santos árabes el título de patronos de los médicos y cirujanos (antaño también de los barberos y peluqueros, comadronas, dentistas y farmaceutas). En la Edad Media las profesiones de Cirujanos y Barberos eran muy vecinas; recuerdo de ello, aún en nuestros días, en Inglaterra, a los Cirujanos se les llama “Mister” y no “Doctor”.

Hermanos gemelos, hijos de madre cristiana, originarios de Egea, en Arabia, y vivieron en Silicia en el siglo III. Sus nombres proceden, ambos, del griego: Cosme de kosmas (“ordenado”) y Damián de damianos (“domador”). Ambos estudiaron la Medicina en Siria y de allí regresaron a su tierra natal, en donde prodigaban sus cuidados a los enfermos sin percibir honorarios, respetando el mandamiento del Señor que dice “Pues habéis recibido gratuitamente,dad gratuitamente”, por lo cual recibieron el apelativo deanargiras (del griego “sin plata”). Un buen día Damián recibió dos huevos que le regaló una pobre anciana, por lo cual, Cosme enojado estuvo a punto de separarse, tras lo cual su hermano le dio la siguiente explicación: No acepté los dos huevos como salario sino para no desdeñar el regalo que me hacía la mujer.

Gracias al poder de hacer milagros las curaciones que hacía eran admirables, devolviendo la vista a los ciegos, el oído a los sordos, la marcha a los cojos y paralíticos, eran además “especialistas” en sanar escrófulas y “humores fríos” y se les invocaba contra la peste, los males de riñones, cálculos y moquillo. Pero también aliviaban males del alma, proporcionando a sus pacientes alegría, ánimo, expulsando demonios de los poseídos. La fama de estos médicos llegó a oídos del procónsul Lisias quien quiso conocerlos; al saber que eran cristianos, el mandatario les exigió practicar sacrificios a los ídolos para que renegaran de su fe de cristianos. Como ambos rehusaron caer en el pecado, aquél los condenó a la tortura jun to a otros tres hermanos; no obstante los verdugos no lograron ahogarlos en el mar, ni quemarlos vivos en la hoguera, ni descuartizarlos: las piedras que les lanzaban se devolvían en el aire, las flechas no los alcanzaban y los potros donde los torturaban se rompían.

Ante su fracaso, Lisias ordenó decapitarlos al amanecer del día 5 de las Calendas de Octubre (o sea el 27 de septiembre de 287 después de Cristo) en la ciudad de Ciro, Siria, durante la persecución desatada por el Emperador Diocleciano.

La muerte no hizo cesar los milagros atribuidos a los santos mártires y así se logró la curación de un mal incurable que padecía el Emperador Justiniano que invocó su intercesión.

En agradecimiento hizo embellecer y fortificar la ciudad de Ciro donde reposaban sus restos y mandó construir una basílica dedicada a los hermanos, en Constantinopla.

Eran ampliamente venerados en Occidente y en Oriente (especialmente en Constantinopla). San Benito les consagró en Subiaco uno de los doce monasterios fundados por él.

A las reliquias de los santos depositadas por san Gregorio en la iglesia de Saint-Martin de Tours (Francia) traídas de Roma, se atribuyen numerosos milagros. Tienen su fiesta el 27 de septiembre. El culto de los santos se introdujo en Roma gracias alflorecimiento del comercio con Oriente.

Siempre aparecen juntos y al lado de sus atributos, frascos de farmacia, instrumental médico y quirúrgico y de bar bería.

El maravilloso pincel del Beato Angelico (1400 † 1455) nos regaló maravillosos óleos que recuerdan el martirio y de capitación de los Santos (Museo del Louvre, 36 x 47 cm).

También en el retablo dedicado a San Abdón y San Senén por Jaime Huguet en la Basílica de Santa María de Egara (Tarrasa), Barcelona, podemos admirar el martirio de los dos hermanos y uno de sus más famosos milagros, el injerto de una pierna de un hombre etíope de raza negra al guardián de una iglesia construida en su honor en los confines del Foro, durante el papado de Félix IV (526 – 530), quien sufría de gangrena (también en Florencia, Museo de San Marco); se deja al lector hacer suposiciones sobre el resultado de la intervención a mediano o largo plazo.

Santos Cosme y Damian

Figura 1. Santos Cosme y Damian.
Tomado de: www.corazones.org/santos/cosme_damian.html

 Cosme y Damian, Monasterio de la Santa Transfiguración

Figura 2 . Santos Cosme y Damian. Monasterio de la Santa Transfiguración.
Tomado de: www samFyC.es/portal/modules.php

Durante el papado de Félix IV este pontífice dedicó a los dos santos la primera iglesia edificada en los confines del Foro, cerca de la Vía Sacra, instalada en el templo de Rómulo y en la sala que servía de biblioteca en el Foro de Vespasiano. Adornada con mosaicos del siglo VI, mutilados y varias veces restaurados, en ellos según Gregorovius “a derecha e izquierda del Redentor se ve a los santos Cosme y Damián, que llevan a su presencia a San Pedro, por un lado, y San Pablo, por el otro, representados en dimensiones mayores e imponentes. Los dos santos, sobre todo el de la derecha de Cristo, tienen perfiles seniles, cuyos rasgos enérgicos y severos les dan apariencia de magos, con sus grandes ojos que brillan con altanera mirada, y llevanimpresas en sus rostros señales de reverente terror ante la presencia de Cristo…. Cerca de aque llas dos imágenes de santos destaca, a un lado, la figura del canoso pontífice Félix IV, y al otro, la de Teodoro, el santo guerrero… Ninguna de estas figuras, excepto la de Cristo, está aureolada”.

Fueron los últimos santos a quienes se les concedió el honor de estar inscritos en el Canon romano, por el Papa San Símaco, quien les dedicó además un oratorio cercano a la Basílica de Santa María. Al norte de París, siguiendo la carretera nacional N16 que lleva a Chantilly, a treinta y dos kilómetros de la capital, se llega a la tranquila población de Luzarches, cuya iglesia está dedicada a los Santos Cosme y Damián, nuestros patronos, cuyas reliquias fueron traídas de Roma por un peregrino, señor del lugar. Gracias a este piadoso hizo que los lugareños recibieran cuidados médicos prestados gratuitamente dos veces al año por cuatro miembros de la Cofradía de Médicos de París, hasta cuando la Revolución de 1789 terminó con ese servicio.

Aparte de la visita de las reliquias, la iglesita ofrece una interesante fachada renacentista y el campanario, mitad románico, mitad renacimiento.Pero los médicos tenemos más santos a quienes invocar cuando nos invada la angustia por un diagnóstico al que no acompañe la certeza o cuando el paciente no responda a un procedimiento o a un tratamiento que pensamos adecuado: San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia. Cuando el Emperador Diocleciano perseguía a los cristianos, Blas siguió la vida de ermitaño escondido en una gruta, hasta cuando decidió regresar a predicar el Evangelio y a hacer milagros: salvó a un jovencito que se estaba asfixiando después de tragar una espina, imponiéndole las manos. Padeció el martirio, le desgarraron el cuerpo con peines de hierro, los que usaban los cardadores y la decapitación, en el año 316, en el curso de la persecución desatada por el Emperador Licinio.

Los laringólogos lo consideran con veneración. No olvidamos al evangelista San Lucas, quien también era colega nuestro y ejerció la profesión en Antioquía y, buen pintor, dejó retratos de la Virgen (en esta actividad lo representaron Rogier vander Weyden (Boston, Museum of Fine Arts) y Jan van Eyck (Museo del Louvre).

Finalmente, San Roque; de noble familia, nació en Montpellier a finales del siglo XIII. Con ocasión de una de las epidemias de peste, mientras todos huían del contagio, el santo varón se dedicó a auxiliar a los enfermos, hasta cuando, de regreso de un peregrinaje a Roma, él mismo contrajo la enfermedad; como nadie quiso albergarlo se retiró a la soledad de un bosque a esperar la muerte, alimentándose con un pan que cotidianamente le llevaba un fiel perro, hasta cuando un ángel lo curó. Además de proteger a los médicos, lo hace con los farmaceutas, los sepultureros, peregrinos, viajeros, inválidos, pobres y prisioneros.

Justiniano, Los Santos habían amputado la pierna Gangrenada

Figura 3. Justiniano. Los Santos habían amputado la pierna Gangrenada y en su lugar Trasplantaron la de un Etíope Negro Muerto la Víspera.
Tomado de: www.lagubia.net/secciones/capilla/salud.htm

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