Planificación Familiar

La mayoría de los hombres conocen los métodos anticoncepti­vos, aunque este conocimiento no siempre se traduce en el uso práctico o consistente de los mismos(19).

El concepto de edad para el inicio de relaciones sexuales, el cual en “Latinoamérica y el Caribe es más temprano para hombres que para mujeres”(19) concuerda con países como Estados Uni­dos, destacando en su encuesta de salud de 2010 que a menor edad para el inicio de las relaciones sexuales mayor oportunidad de tener más parejas durante la vida, aumentando riesgos como la paternidad no deseada, ITS, entre otros, concluyen además que en cuanto a las mujeres adolescentes, el inicio temprano de las relaciones sexuales conlleva a considerar la posibilidad de la falta de autonomía y consentimiento por parte de la joven para esa experiencia(20).

La edad de inicio de las relaciones sexuales varía según el país, en los EE.UU. 40,8% de adolescentes en décimo grado (por lo general de 15 años de edad) informaron haber tenido relaciones sexuales. Una encuesta realizada en el mismo año en 32 países encontró que la prevalencia de alguna vez tener relaciones sexua­les alrededor de los 15 años de edad varió entre un mínimo de 15% en Polonia y una máxima de 75% en Groenlandia(21).

En el caso de España, la edad de inicio de relaciones sexuales (en 2009) fue igual para hombres y mujeres (17 a 18 años)(22).

Cultura como por la Educación en Sexualidad y el Acompañamiento de la Familia en Planificación Familiar

La diferencia entre países está determinada tanto por la cultura como por la educación en sexualidad y el acompañamiento de la familia, en países como Francia y Alemania las familias han sido mas abiertas para hablar sobre sexualidad y se integra este tema a las materias en la escuela, a diferencia de Estados Unidos que enfoca la educación de la salud sexual de manera menos integral(21).

Por otra parte, factores como la globalización, los cambios cli­máticos, la violencia, el desplazamiento, son condiciones que hacen más vulnerables a las mujeres y hombres adolescentes de hoy, si se contribuye a explicitar la presencia de los varones en dichos procesos se identificarían, cuáles son sus ausencias y presencias, qué condiciona las consecuencias favorables o no para las mujeres y los hijos identificando problemas específicos y contribuyendo a la solución de estos(9).

Todavía los hombres no se ven acordando decisiones con sus parejas, aún las mujeres esperan por el qué dirán de ellos; la re­lación mujeres hombres, necesita de un cuestionario tanto pú­blico como privado, la inclusión de los hombres en lo familiar y en los servicios de salud sexual y reproductiva continúa siendo un camino de largo recorrido ya que hasta ahora no se logra de manera satisfactoria y sana para ambos, si queremos un cambio estructural, no es suficiente con que se siga empoderando a las mujeres sin involucrar a los hombres como responsables también de los cambios(23).

Programas materno infantiles

En consecuencia, históricamente los servicios de salud han pro­mocionado y ofrecido hacia la mujer como (programas materno infantiles), lo que se convierte en un estigma para el acceso del hombre a estos, además de que en el ámbito latinoamericano la participación del hombre en la salud sexual y reproductiva tien­de a ser vista desde el punto asistencial, lo cual no garantiza un cambio hacia el respeto y la igualdad de género, los programas y proyectos que en Latinoamérica se han implementado darían mejores resultados si la participación del hombre se hace desde una mejor comprensión de su masculinidad, pasando de la he­gemonía a la equidad, proceso que requiere recursos y que apor­taría una verdadera formación con perspectiva de género(18).

Del mismo modo, el uso de métodos anticonceptivos por ado­lescentes ha evolucionado a través del tiempo, siendo éste inter­venido por diferentes entes sociales como la religión, la cultura, las políticas públicas, el estrato socioeconómico, factores que aún afectan en diferentes grados, la obtención de los métodos para esta población específica.

En el caso de Colombia se ha llegado a un porcentaje medio con respecto a la fuente de suministro de métodos anticonceptivos:

Según la ENDS 2010 en donde el 56% de las usuarias actuales de métodos manifestaron haberlo obtenido en hospitales, clíni­cas, centros, instituciones o puestos de salud, constituyéndose en los principales proveedores de la anticoncepción comparado con la ENDS 2005, ha disminuido la obtención de los métodos en droguerías pasando de un 29% a un 23% en 2010.

Cifra que se sugiere llegar al mínimo ya que la mayoría de mujeres adolescentes y en edad fértil pertenecen a un régimen de seguridad social en salud el cual desde el año 2005 a 2010 incrementó afilia­ciones de la población general en 19 puntos porcentuales al pa­sar de 69% al 88% cubriendo a gran parte del país y de la po­blación, siendo la afiliación al sistema de salud mayor entre las mujeres que entre los hombres, con una diferencia de 3 puntos porcentuales(7).

Guía para la atención en planificación familiar a hombres y mujeres

A pesar de que en Colombia se tiene una política de SSR, una norma técnica para la detección temprana de alteraciones en el joven, guía para la atención en planificación familiar a hombres y mujeres, un plan nacional de salud pública articulados en la base por el respeto a los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos, aún no es tangible la participación masculi­na como parte del problema de los embarazos adolescentes no deseados y el aumento en la adherencia y uso de diferentes mé­todos anticonceptivos.

En el contexto latinoamericano los hom­bres inician la vida sexual activa a más temprana edad que las mujeres:

Debido a que se considera parte del ritual de iniciación a la vida postinfantil, además a la presión que a menudo enfren­tan los muchachos del grupo de compañeros o pares, pues las experiencias sexuales se reconocen como un logro y una demos­tración de competencia y no una ocasión para la intimidad y creación de vínculos afectivos(24, 25).

Sin embargo, estos temas no habían sido de interés investigativo; fue en la década de 1980 cuando se empezó a hablar con más énfasis sobre masculinidad o masculinidades, relación de los hombres con la paternidad y la sexualidad, para posteriormente plantear discusiones como: violencias masculinas, papel del hombre y la reproducción, dominación masculina y resistencia a los cambios propuestos desde el feminismo(13).

Las raíces de los cuestionamientos sobre masculinidades se po­nen de manifiesto, después de los movimientos feministas del siglo XX y que han tenido diferentes planteamientos acordes a realidades vividas, a estigmas sociales, etc., los cuales proponen la necesidad de participación femenina en la sociedad, para ob­tener cambios en las leyes que conllevaran a una igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, a proponer una visión de las leyes, los medios de comunicación, el estado y las profe­siones con perspectiva de género(13).

Inclusión de los hombres en los programas de SSR

La inclusión de los hombres en los programas de SSR enfocados a asegurar una mayor equidad de género en las decisiones sexua­les, anticonceptivas y reproductivas, no podrá convertirse en realidad mientras las políticas y programas no incorporen la idea de que la anticoncepción conlleva un proceso de interacción y negociación entre varones y mujeres, que se produce en un con­texto social modelado por las relaciones de género en sus dimen­siones simbólicas, normativas, institucionales y subjetiva(25).

Visualizar a los varones e incluirlos dentro de los programas, in­vestigaciones y proyectos como sujetos partícipes del cambio, contribuye al mejoramiento de la SSR en el país, porque desafor­tunadamente aún falta conciencia y voluntad política para propiciar una mayor participación de los hombres como personas activas y sujetos de derechos, pues las estadísticas de referencia se dirigen casi exclusivamente a datos femeninos, razón por la cual surge el interés investigativo.

Conflicto de Intereses

Las autoras manifiestan no tener conflicto de intereses en la rea­lización y publicación del presente estudio.

Referencias Bibliográficas

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Pares, Revista de Enfermería Vol 16 No. 2

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