La Masculinidad en la Juventud

Serrano en sus investigaciones en Masculinidad en la Juventud y adolescencia de sec­tores populares identificó que para estos la consolidación de una relación de pareja y la vivencia del ser padres y madres implica una serie de cambios y renegociaciones de sus relaciones consi­go mismos, con sus compañeras/os afectivos, con sus pares y con sus padres, que se expresan en un juego de tensiones muy complejo: por una parte, para algunos jóvenes hombres, el deseo de seguir en la vida juvenil previa al embarazo de la compañera choca con la demanda a responder por el hijo y su consecuente reubicación en las relaciones de producción, trabajar para cum­plirle a la mujer y al hijo.

Experiencia de trabajo que sin embar­go no les es extraña en la medida en que desde pequeños han participado en la provisión de las condiciones de vida de sus hogares, pues ello hace parte de su aprendizaje del ser hombres y ser responsables(10).

El orden masculino, inspirador de la conducta escolar y social de la mayoría de los chicos, se manifiesta en un conjunto de prácticas y de actitudes coincidentes con los estereotipos habi­tuales de la Masculinidad en la Juventud dominante.

Jugar muy bien al fútbol, sobresalir en fuerza y en habilidad en los juegos de carácter competitivo, «tener éxito» con las chicas aunque ello no signi­fique apreciar su amistad ni tener en cuenta sus ideas y senti­mientos, hacer gamberradas evitando el castigo y utilizar pala­bras y expresiones vulgares, blasfemias y obscenas constituyen en este contexto algunas de las acciones cotidianas de los ado­lescentes varones en las escuelas y en los institutos que contri­buyen a convertir algunos estudios aluden al rechazo de los chicos a un orden escolar que consideran afeminado y escasa­mente masculino(11).

Masculinidad en la Juventud constituye una categoría polisémica

La antropóloga Mara Viveros (1998) propone que la masculini­dad, lejos de ser innata, constituye una categoría polisémica, relacional e histórica. Los resultados de su investigación en la población colombiana de Quibdó muestran al padre del joven varón que representa fuerza, firmeza y control emocional. Y la madre que lo estimula a “ser hombre” desarrollando caracterís­ticas opuestas a las femeninas de frivolidad, indiscreción y va­riabilidad.

Así, numerosos “hombres modernos” de la clase media quibdoseña reconocen que la supremacía masculina basada en la virilidad es criticable y debe ser superada. Aunque no se sien­tan aún preparados… Para ellos, ser hombre supone ser respon­sable y trabajador. Pero también conquistar mujeres, ganar re­conocimiento social, participar en competencias deportivas y consumir buenas cantidades de alcohol(12).

Mara Viveros en su artículo Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes, refiere que las resistencias masculinas al cambio social son comporta­mientos cotidianos individuales y colectivos que realizan los hombres. Con el fin de proteger sus privilegios y conservar los beneficios que obtienen de su posición dominante en las relacio­nes de género(13).

El concepto de SSR permitió plantear que ya no se concebía la anatomía como destino para las mujeres, ni la maternidad como una fatalidad biológica, asumiendo los problemas de la repro­ducción como resultados de las relaciones de género(14).

El gé­nero diferencias culturales entre mujeres y hombres

El gé­nero es una categoría que permite analizar la construcción de las diferencias culturales entre mujeres y hombres. A partir de la diferencia biológica, asumir de manera rigurosa el género como perspectiva. Implica comprender su incidencia en las desigual­dades sociales y comprometerse en la transformación de las prácticas que refuerzan y reproducen viejos o nuevos modelos de dominación(14).

Los enfoques de género en salud constituyen una referencia in­eludible a la hora de analizar el papel diferencial. Que hombres y mujeres juegan en la producción cotidiana de la salud. La des­igualdad de género y la discriminación son los obstáculos más grandes que enfrentan las mujeres para poder ejercer sus dere­chos sexuales y reproductivos y mejorar su calidad de vida.

Por otro lado es importante tener en cuenta que la población adolescente y juvenil tiene necesidades y demandas específicas en cuanto a la SSR. Pero a su vez, esta población no es homogé­nea sino que existen diferencias relacionadas con su pertenencia a un sector socio-económico, con su ser mujer o varón, con su raza, entre otras categorías posibles.

Así, los y las adolescentes tienen el derecho a una vida sexual y reproductiva placentera e informada, al acceso a servicios y educación en sexualidad y salud reproductiva de calidad y a métodos anticonceptivos ase­quibles, que permitan el desarrollo de su vida en tanto seres sexuados.

Significa asimismo la generación de condiciones que permitan su crecimiento pleno, el desarrollo de sus potenciali­dades y su construcción en tanto sujetos autónomos. Importa subrayar que la autonomía sexual es una dimensión de la auto­nomía del sujeto, conjuntamente con otras dimensiones(14).

Métodos masculinos de anticoncepción

En Bogotá se publica un artículo basado en la investigación de tipo cualitativo sobre las imágenes y conceptos que se constru­yen socialmente en torno a uno de los métodos masculinos de anticoncepción.

La esterilización quirúrgica(15), del cual se inter­preta que el personal que ofrece orientación previa a la decisión de la vasectomía. Lo hace desde un punto de vista persuasivo y afectado por sus propias creencias y convicciones. Interviniendo sobre la decisión del usuario desde una visión masculina si la asesoría es proporcionada por un hombre. Y desde una visión femenina si la asesoría es brindada por una mujer. Para final­mente plantear que una de las formas más eficaces de oponerse a una asociación tan fuerte como la que se establece corriente­mente. Entre vasectomía y castración es atribuirle a la vasectomía un significado positivo igualmente contundente, el de prueba y garantía de la verdadera hombría(15).

Es oportuno decir que la masculinidad, cultural e históricamen­te ha mostrado a los hombres como los más fuertes. Los que tie­nen el poder, los que no lloran,(16) lo que ha puesto límites para la relación con su entorno individual y social y esta hegemonía masculina afecta a la sociedad ya que se disminuyen los canales de comunicación entre mujeres y hombres. Se eluden responsa­bilidades por ambas partes y permanece la inequidad en los ámbitos político, social, familiar, educativo, entre otros.

El rol del hombre

El rol del hombre ha cambiado con el devenir del tiempo, a nivel latinoamericano y reflejado en lo regional. Puede decirse que la mujer todavía cumple el papel decisivo de ser “la madre de los hijos”, que la soltería en ambos sexos es rechazada por provocar la duda de lo varonil en el hombre y de la beatitud en la mujer.  Y que el matrimonio es visto como un paso necesario para el alcance de la riqueza y el hogar como escenario del éxito del hombre(17).

No se pretende que cada vez se polarice más el deseo de poder entre hombres y mujeres, se quiere una igualdad en derechos y una equidad de género que permita la inclusión de ambos en la toma de decisiones para sus vidas.

Por otra parte, en los últimos años ha cambiado el ejercicio de la sexualidad -de sexo para procrear a sexo por placer. La acep­tación de la descendencia ilegítima en el ámbito familiar. El in­tercambio de funciones y roles tanto del hombre como de la mujer, el papel de la Iglesia y del sacerdote en la familia y la planificación en el número de hijos(17).

Lea También: Planificación Familiar

Razones para la participación de los Hombres en la SSR

  • El reconocimiento del rol influyente de los hombres en la sexualidad y la reproducción.
  • El reconocimiento que los hombres tienen sus propias nece­sidades y demandas de SSR.
  • Concientización de que las relaciones de género desiguales afectan a la SSR de mujeres y hombres.
  • Mayor evidencia de los efectos negativos, principalmente sobre las mujeres y los niños/as, comportamiento riesgoso de los hombres.
  • Preocupación por el aumento de las tasas de ITS e infección por el VIH/SIDA.
  • El deseo de prevenir los embarazos no deseados o no plani­ficados mediante el mayor uso de métodos más eficaces de planificación familiar.
  • Solicitudes de las mismas mujeres para incorporar a sus pa­rejas en la promoción, la educación y la prestación de servi­cios de SSR, en particular el embarazo y parto(18).

Factores que se com­binan para limitar la participación de los hombres en la SSR

No se puede desconocer que existen varios factores que se com­binan para limitar la participación de los hombres en la SSR como:

  • Los roles de género – masculinidad y feminidad – se asimilan en la niñez. Cuando los niños/as aprenden que la sociedad tiene diferentes expectativas para cada uno de ellos. La Masculinidad en la Juventud incluye un conjunto estricto de normas que influ­yen en el comportamiento y las actitudes de los hombres res­pecto a la SSR.
  • La virilidad de un hombre es medida por sus conquistas sexua­les, el número de sus hijos. Y por el comportamiento de las mujeres en su círculo familiar/social (la esposa, las novias, las hijas y la madre, etc.).
  • En América Latina y el Caribe, la iniciación sexual en ge­neral empieza más temprano para los hombres que para las mujeres. Y los adolescentes varones tienen que probar cons­tantemente su virilidad mediante su actividad sexual. Los hombres jóvenes y adultos frecuentemente ven la iniciación y las relaciones sexuales como una manera de demostrar que son “hombres” y para ganar estatus en su grupo social. En lugar de verlas como una oportunidad para la intimidad.
  • Se espera que los hombres estén sexualmente informados. En realidad, tanto los niños como los hombres, en general, no están informados o están mal informados. Pero no buscan información por el temor a parecer sin experiencia.

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