El Niño y su Entorno: Un Cuidado con Amor
Rosita Daza de Caballero*
Resumen
Esta presentación manifiesta el reconocimiento de quienes se han dedicado al cuidado de los niños y la expresión de orgullo de estar compartiendo con esta comunidad, con la que me unen lazos afectivos no sólo por mi formación como enfermera pediatra, sino por haber tenido un vasto aprendizaje a través de múltiples experiencias de trabajos de grupo, asistenciales e investigativas.
Palabras clave: enfermera pediatra, cuidado.
Abstract
This paper expresses the recognition of us that are committed to the care of children and the pride of sharing with this community, with which I have affective binds, not only because of my training as a pediatric nurse, but also because of the multiple rewarding experiences in task force groups, clinical work and research.
Key words: Pediatric nurse, nursing care.
Remembranzas
Antes de sentarme a escribir, evoqué mi experiencia como estudiante de enfermería, como enfermera general y como especialista en enfermería pediátrica en algunos organismos asistenciales llamados “gotas de leche”, en la Casa del Niño en Cartagena, en los antiguos centros de salud. Luego, como docente, en las guarderías infantiles del ICBF, en los hospitales universitarios con gran número de camas que ya no existen. Recordé también el inicio y la creación del primer programa de maestría y de especialización en enfermería pediátrica de la Pontificia Universidad Javeriana,(1) cuyas egresadas, líderes de esta IV Jornada Interinstitucional Pediátrica, con el trabajo de colegas de otras universidades del país que vienen haciendo esfuerzos interinstitucionales por la educación continua. Recurrí además a la experiencia actual de mis colegas, quienes quisieron compartir generosamente sus experiencias de la práctica asistencial y sus desafíos actuales.(2)
Con este sustrato esbozaré algunos rasgos esenciales de los profesionales de enfermería que se dedican al cuidado de los niños o, a la actualmente denominada, Enfermería Pediátrica.
El concepto cuidado,(3) etimológicamente procede del latín cogitare: pensar; de donde se derivan los significados romances: “prestar atención (a algo o alguien)”, y “asistir (a alguien)”. Su definición, pues, está relacionada con la preocupación por alguien; el niño y su madre, su familia o entorno familiar, en nuestro caso.
Este cuidado y esta preocupación por ese alguien son aspectos fundamentales que deben ser tenidos en cuenta. Este cuidado no puede darse de cualquier forma, tampoco cualquier persona puede brindar el cuidado a los niños, por esto es imperativo que los profesionales de enfermería pediátrica nos detengamos un momento a cogitare, a pensar en el niño actual, en el niño de esta época donde todo avanza veloz, donde las exigencias de nuestro trabajo, invadido más y más por la técnica y la tecnología, aumentan aunque indudablemente hacen más eficiente los procesos administrativos.
Pensemos en nuestros niños, es lo que hemos estado haciendo en estos dos días de jornada, ellos necesitan que nuestro cuidado se centre en la interacción sincrónica; que nosotros seamos capaces de reconocer sus necesidades a través de un gesto, del llanto, de un leve signo de molestia. Ellos están llamando la atención para que, por medio de nuestra capacidad de intervención, podamos dar respuesta aliviando la sensación de malestar que la teórica Kathryn E. Barnard nos invita a tener en cuenta, en el Modelo de Interacción padre hijo.(4).
El cuidado como interacción sincrónica entre el niño y la enfermera que se dedica al cuidado al niño exige capacidad de escucha de la enfermera; el niño sano o enfermo nos está enviando señales permanentes que debemos estar en capacidad de interpretar y es ahí, desde nuestra intervención y es ahí, desde nuestro cuidado como profesionales, donde hacemos la diferencia: con el tono de voz, con el tacto, con el movimiento, con nuestro acercamiento afectuoso, cómo fomentamos el crecimiento social y emocional del niño cuando hacemos nuestra intervención de enfermería y que nos caracteriza como enfermeras pediatras. Es desde esta capacidad de escucha como ponemos en práctica el ver al niño como persona, respetar su opinión, tenerlo en cuenta y el recibir su información.
Desde una perspectiva diferente, la propuesta de Carol Gilligan a la ética del cuidado(5) se caracteriza por darle importancia al compromiso con el bien de las personas; la sensibilidad moral de las mujeres es reivindicada. Gilligan realiza estudios sobre el desarrollo moral entre hombres y mujeres, y encuentra en los primeros la primacía de una ética de derechos basada en principios universales, en las mujeres prima una ética de cuidado basada en la responsabilidad especial que tenemos respecto a las necesidades de aquellos con quienes establecemos algún tipo de relación.
La ética del cuidado pone en el centro el concepto de cuidado, el compromiso con el otro, y en este sentido, en el cuidado que brinda la enfermera pediatra, cobra mayor importancia la relación y la interacción que establece con el niño y su familia; sus lazos de conexión, los sentimientos de solidaridad, el papel que juegan las emociones, el ponerse en el lugar de la madre para comprender lo que está sintiendo por ese niño que sufre, por ese niño enfermo, para comprender sus necesidades y poder atenderlas.
Otro aspecto que quiero resaltar en las enfermeras que se dedican al cuidado de los niños es su preocupación por hacer el mayor bien posible a los niños.(6)
El concepto mismo de cuidado exige evitarle un daño al niño; eliminar, o evitar en la medida de lo posible, el sufrimiento que cualquier procedimiento pueda generarle y en todo momento promover el bienestar. Para lograr esto, son necesarios el interés, la motivación y la empatía, además de los conocimientos y las habilidades de la enfermera, como la acogida afectuosa y la capacidad de comunicación, comprensión y explicación para hacerle comprender al niño que ciertos procedimientos pueden generarle molestias, pero que éstas se pueden mitigar con ciertas medidas terapéuticas.
La enfermera dedicada al cuidado de los niños ha hecho una decisión voluntaria porque le gusta, porque tiene un afecto profundo por los niños, tiene simpatía o empatía(7) hacia ellos, le preocupan y, en ese sentido, sus intervenciones hacia él van a estar motivadas y comprometidas con el cuidado.
Quiero resaltar el compromiso con el niño y su familia; muchas veces el niño no va a decir si lo que hicimos o dejamos de hacer lo hicimos bien o mal; el compromiso es un compromiso ético y profesional.(8) El actuar siempre pensando en este principio, hacerle el mayor bien posible, sin errores de acción y/o de omisión, con la mayor seguridad clínica posible es el lema en nuestro actuar profesional. Ponernos en el lugar del otro, como si fuera nuestro hijo, nuestro sobrino, nuestro prójimo. Este lema nos permite mantener altos estándares técnico-científicos y de calidad humana.
Me alegra ver que todos estos rasgos esenciales que he querido destacar en la enfermera pediatra han estado presentes en los trabajos y que se ha reflexionado, entre otros temas, acerca del dolor en el recién nacido, del abordaje de la familia y del cuidado al cuidador.
Como enfermeras pediatras tenemos una gran responsabilidad con la sociedad, con la institución asistencial, con nuestros niños y con sus familias; sabemos que estas instituciones confían en nuestra idoneidad profesional, último punto al que me referiré.
La idoneidad nos exige conocimientos científicos, habilidades, permanente actualización, investigación y estándares de alta calidad técnica, científica y humana; temática que también han sido abordadas desde las experiencias de acreditación y la seguridad clínica en el ambiente hospitalario.
Los resultados obtenidos a través de la investigación sobre la calidad del cuidado de enfermería y cuidado a los cuidadores, desarrollada en el grupo de investigación “Conceptualización y práctica de enfermería” de la Facultad de Enfermería de la Pontificia Universidad Javeriana,(9) han aportado elementos importantes sobre la satisfacción de los pacientes acerca del cuidado de enfermería, sobre la percepción y las vivencias que tienen sobre la interacción enfermera-paciente: el afecto, la participación, el rol que juegan los cuidadores en el cuidado de sus pacientes y la importancia que tiene la enfermera como educadora de estos cuidadores.
De igual manera, el grupo de investigación “Procesos sociales” ha abordado los problemas de violencia infantil, patrones de crianza, las intervenciones de enfermería con el niño con problemas de aprendizaje, programas de intervención al niño y su familia, y lo que piensan los niños acerca del castigo. Estos procesos de investigación han sido un aporte importante desde la docencia, que ha retroalimentado la práctica asistencial; de igual manera, el que ya exista el reconocimiento de grupos de investigación del área asistencial en Colciencias, nos permite registrar el impulso y desarrollo que ha tenido el trabajo investigativo en nuestras instituciones y la necesidad de seguir implementado estrategias de trabajo que fortalezcan esfuerzos conjuntos.
La enfermera con formación posgraduada en pediatría o con la experiencia obtenida en el cuidado con los niños ha cualificado cada vez más su desempeño profesional y para esto ha utilizado en su práctica el Proceso de Atención de Enfermería (PAE) y la aplicación de algunos modelos teóricos y de teorías de mediano rango en enfermería con el fin de darle un fundamento teórico a su práctica.(10) Estos también constituyen procesos investigativos que deben ser sistematizados y socializados.
El uso de estas herramientas sistemáticas permite realizar una valoración para acercarse a un diagnóstico de enfermería y poder hacer un plan de cuidados acorde con la situación identificada. Si bien ha sido un proceso lento, podemos decir que muchas de las instituciones representadas aquí por ustedes han sido pioneras en el país de una práctica científica de altos estándares de calidad, que permiten ir construyendo el camino de una práctica clínica basada en la evidencia.
Una práctica clínica basada en la evidencia, (11) se ha demostrado, puede ser uno de los principios para mejorar la calidad del cuidado de salud de nuestros pacientes y lograr procesos de acreditación en el ámbito nacional e internacional en los que estamos comprometidos todos como profesionales de la salud, desde la formación y desde la asistencia.
Hay avances importantes en este campo como el tener muchos de los procesos sistematizados en los servicios, producto de la revisión e investigación de colegas, quienes en un trabajo continuo y conjunto, han logrado conjugar la asistencia y la investigación. Estos logros han dejado sus frutos y es necesario continuar, a través de investigaciones que evalúen la efectividad de nuestras intervenciones y que permitan seguir generando recomendaciones basadas en la recopilación de la mejor evidencia posible.
El interés y motivación hacia la educación continua y la actualización permanente ha sido otro de los aspectos para resaltar en las enfermeras pediatras; es ejemplo este evento científico. (12)
La continuidad, el renombre, la participación de profesionales de enfermería con sus experiencias asistenciales e investigativas, el entusiasmo y la constancia de sus organizadoras es un modelo nacional del cuidado con amor a los niños y del aporte al desarrollo científico.
No puedo dejar de mencionar la contribución que han hecho muchas colegas en el cuidado en casa, proyectando de esta manera el trabajo independiente y el liderazgo en enfermería; de igual manera el impulso y el desarrollo que se ha venido dando en la salud escolar y en el adolescente, en programas educativos y en las casas farmacéuticas; en programas de salud en su hogar y a familias desplazadas; en hogares del ICBF.
En esta remembranza, la contribución de la enfermera pediatra en el cuidado del niño ha sido fructífera tanto en el aspecto científico como en el humano y, una vez más, quiero resaltar que el gesto de reconocimiento que hoy se brinda a la labor realizada por el profesional de enfermería pediátrica es un estímulo para exaltar los méritos de aquella profesional que ha sobresalido en el desempeño de sus cualidades humanas y sus esfuerzos por alcanzar altos niveles de excelencia científica.
Sólo me resta agregar que estoy segura de que todas y todos los que nos dedicamos al cuidado de los niños, brindamos nuestro amor, nuestra esperanza, nuestra fe y conocimiento, a favor de que nuestros niños crezcan y se desarrollen en ambientes cada vez más saludables aunque estemos en medio de la adversidad y en entornos cada vez más vulnerables.
Referencias Bibliográficas
1. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de enfermería. Oficina de posgrados. Programas de posgrados. Bogotá 1986.
2. Pontificia Universidad javeriana. Facultad de enfermería. Departamento de enfermería clínica. Docentes de enfermería pediátrica. Entrevistas. Bogotá. 2007.
3. Diccionario Real Academia de la lengua. Real Academia Española. Vigésima primera edición. Madrid 1992. Diccionario crítico etimológico corominas. Madrid 1984.
4. Fawcet J. Contemporary Nursing Knowledge. Analysis and Evaluation of Nursing Models and Theories. Philadelphia: FA Davis Company. 2005.
5. Daza de Caballero R, Medina L, Salazar E. Cuidado y Género: Debate Moral. Bogotá: CEJA. 2004.
6. Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia. ANEC. Ley 266 de 1996. Bogotá. Colombia.
7. Meleis AI. Theoretical Nursing: Development and progress. Third Edition. Philadelphia: Lippincott 1997.
8. Franco A. La seguridad clínica de los pacientes: entendiendo el problema. Colombia Médica. 2005.
9. Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología. Colciencias. Sistemas CvLAC y GrupLAC. http:/www. colciencias.gov.co/scienti.
10. Kozier B, ERB G, Berman A, Zinder S. Fundamentos de enfermería. El pensamiento crítico y El Proceso de enfermería. Madrid: Mc Graw Hill 2004.
11. Romero MN. Enfermería Basada en la Evidencia: ¿Avanzamos para transformar? INDEX de Enfermería. 2003.
12. Fundación CardioInfantil. Fundación Santa Fe de Bogotá. Clinica Colsubsidio. Deparamento de enfermería. Programa IV Jornada Interinstitucional Pediátrica. El niño y su entorno: “un cuidado con amor”. Bogotá. Septiembre 13 y 14 de 2007.
* Enfermera, U. de Cartagena. Especialista en Pediatría, UNAM. Magíster en Dirección Universitaria, U. de los Andes. Magíster en Filosofía, U. Javeriana.
Correspondencia: rosadaza@javeriana.edu.co
Recibido: junio de 2007
Aceptado para publicación: junio de 2007
Actual. Enferm. 2007;10(3):26-28
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