Prostitución Femenina

Ética, Bioética y Humanismo

La Subjetividad en la Prostitución Femenina: Una Interpretación Psicoanalítica

The Subjectivity in the Feminine Prostitution: An Interpretation Psicoanalityc

Pérez Lemus Dianeth Cecilia1
Correspondencia: dianeth14@hotmail.com
Recibido para evaluación: mayo 20 2010
Aceptado para publicación: septiembre 30 2010

Resumen

La Prostitución Femenina no puede ser ajena a una dimensión de la feminidad de lo subjetivo y el goce aceptados socioculturalmente.

Es necesario asumir la Prostitución Femenina más allá del argumento de las necesidades que exigen dinero para ser suplidas. Y donde el sexo es lo que se pone en venta para lograr el fin.

La prostitución instituye cierto desorden frente a la moral en la que “debería protegerse” la sexualidad. Ella destituye el orden de las “buenas costumbres” sexuales y de esta manera funda una seria sospecha sobre la limitación constitutiva que asiste a la cultura en su función de regular los goces sexuales.

Prostitución Femenina contrapropuesta para la pulsión sexual

En está reflexión se pone al descubierto que la Prostitución Femenina es una contrapropuesta para la pulsión sexual. De la cual sabemos que por sí misma, sin la mediación de los ideales y el amor. No tiene reparos en exigir satisfacción directa, inmediata y sin miramientos morales. Y nunca deja de ser perversa polimorfa como se manifiesta en la infancia.

Es decir, lo que se estatuye con la prostitución indisociables del goce y como él, está arraigado en la naturaleza de lo humano todavía animal.

Naturaleza determinada por la contingencia y la multiplicidad de objetos con los cuales la pulsión puede buscar su satisfacción y por las parciales. Variadas y paradójicas formas de obtener la meta de la satisfacción con el objeto de la pulsión.

Por consiguiente, la prostitución será pensada aquí como un fenómeno que devela una verdad de la exualidad humana y de la naturaleza de su goce pulsional.

Dimensión escamoteada por discursos e investigaciones sociales, siempre muy atentos a los imaginarios en los que se ha sostenido la Prostitución Femenina en las diferentes épocas: la marginación social, la pobreza distribución y tipologías de ésta en las ciudades, la estadística y la cuestión del genero ahí implícita.

En otras palabras, se aborda la prostitución desde la pregunta abierta por la feminidad y el goce. Dimensión capital frente a que las prácticas institucionales algunas veces tropiezan, fallan y fracasan, en sus buenos propósitos de regenerar, resocializar, dignificar, moralizar, educar, etc. a las prostitutas. Rev. cienc. biomed.2010:1(2):278 – 283

Palabras Claves:  Prostitución. Psicoanálisis. Pulsión. Subjetividad. Sexualidad. Goce. Femenino.

Summary

Prostitution can not be alien to the feminine dimension of the subjective and socioculturally accepted enjoyment.

Prostitution is necessary to take the argument beyond the needs that require money to be supplied, and where sex is what is put on sale to achieve the end.

Establishing a prostitution against the moral disorder in which “should be protected” sexuality, she dismisses the order of the “morality” sex and thus a strong suspicion based on limiting constitutive cultu e assists in its function to regulate sexual pleasures In this reflection reveals that prostitution is a counter-proposal to the sexual instinct, which we know that by itself, without the mediation of the ideals and love, not afraid to demand satisfaction directly, immediately and without moral ruthlessly, and never fails polymorphous perverse as manifested in childhood.

That is, what is statue prostitution as inseparable from the enjoyment and it is rooted in the nature of the human animal still.

Nature determined by the contingency and multiplicity of objects with which the drive can find satisfaction and the partial, varied and paradoxical ways to achieve the goal of satisfaction with the object of the drive.

Thus, prostitution is intended here as a phenomenon that reveals a truth of human sexuality and the nature of their enjoyment drive.

Dimension spirited discourses and social research, always very attentive to the imagination in which prostitution has been held at different times: social marginalization, poverty, distribution and types of it in cities, statistics and hence the question of gender implied.

In other words, prostitution is approached from the open question of femininity and enjoyment, capital dimension compared to institutional practices sometimes stumble, fail and fail in their good intentions to regenerate, re-socialize, to dignify, to moralize, educate, etc. prostitutesEscuchar Leer fonéticamente

Keyword: Prostitution. Psychoanalysis. Drive. Subjectivity. Sexuality. Feminine. Enjoyment.

Introducción

En tanto fenómeno inherente a la historia de la humanidad, la prostitución tiene unos anclajes subjetivos y sociales que le otorgan un lugar singular en cada época y en cada contexto cultural, con funciones y significaciones específicas en las que se trasluce lo que se modifica y lo que permanece en este oficio, en el cual se concreta una forma propia de los humanos de proceder en el goce.

La prostitución alcanza una pluralidad

La prostitución alcanza una pluralidad tal de significaciones negativas hasta designar culturalmente una evidencia del rasgo pecador, lujurioso, diabólico, desviado del bien y de lo normal que desde la moral cristiana se ha atribuido a la mujer en Occidente.

También puede ser el contrapunto del donjuanismo, el catalizador de un goce disidente, el garante de un cierto orden matrimonial, una expresión del arte de la sensualidad o la más degradada versión del placer sexual y del erotismo, un oficio público y legal o una actividad ilegal cercana a la delincuencia, un producto que se vende en vitrinas o en los más sórdidos callejones, un problema de salud pública y justicia social distributiva, la apuesta en escena de un intento de la mujer por lograr una reivindicación social, sin contar con las múltiples significaciones culturales de la prostitución.

Podríamos decir, en síntesis, que en ella se pone en juego un goce que escapa a la ley moral de la ciudad, que constituye una periferia y un producto residual de la cultura, frente a la cual ésta es ambigua, inconsistente: la condena y la legitima, la segrega y la protege en el discurso de los derechos humanos, la reconoce y la excluye, en un juego de máscaras y violencias diversas y en gran medida convenientes para el establecimiento social.

En la prostitución se reconoce una codicia libidinal que contiene formas de rebeldía, en ella es evidente el desafío a la alteridad normativa del 0tro que se preocupa por administrar y combatir el sexo y el cuerpo, obligando a guardar la castidad del pensamiento y de la carne.

Prostitución y Subjetividad

La subjetividad, tal como es pensada en el psicoanálisis, no remite al yo como entidad autónoma, unitaria y racional. Tampoco hace referencia a los sentimientos que impiden al yo tomar decisiones sensatas y favorables para la dignidad de la persona.

Un análisis de la prostitución a partir de concepciones positivas de la subjetividad mostrará a las prostitutas como seres que padecen de muy baja autoestima y portadoras de un yo demasiado débil como para sobreponerse a las tentaciones de la carne. A las manipulaciones perversas de los proxenetas y a la seducción de una vida libre y mundana que acaba con su dignidad frente a la familia, los hijos, la sociedad y los hombres que las frecuentan.

Investigadores inscritos en una comprensión antropológica, emplean el concepto de subjetividad para referirse a un individuo socioeconómico que, como en el caso de la prostituta, elige el oficio de comerciar con su cuerpo para convertirlo en un objeto de supervivencia.

Estas investigaciones centradas en una metodología cualitativa, tienen el mérito de no introducir prejuicios para leer el fenómeno. Construyen las categorías de análisis a partir de lo que testimonian las prostitutas sobre su quehacer, y dejan en un segundo plano el aspecto epidemiológico, que poco o nada aporta a la comprensión del fenómeno en su lógica interna.

Muestran las virtudes que ellas poseen, el modo de organización que las caracteriza, la ética sexual que las rige y la división del cuerpo que las define y señalan además que por fuera de su oficio ellas pueden ser madres responsables, hijas cariñosas, esposas emprendedoras e incluso amantes tiernas.

Mientras que otras investigaciones de corte humanista, piensan que las prostitutas no hacen lo que una mujer debe hacer porque les falta creer en sí mismas para salirse del fango.

La prostitución será la enfermedad que expresa las consecuencias perniciosas

Otra forma usual de definir la subjetividad es relacionarla con un organismo que se desarrolla hasta constituirse, con ayuda de los ideales sociales, en una personalidad madura.

Desde esta concepción basada en el desarrollo, las prostitutas serán mujeres que han padecido fijaciones sexuales, por ejemplo a causa de malos tratos en la infancia y de abusos sexuales por parte de adultos cercanos.

En consecuencia, la prostitución será la enfermedad que expresa las consecuencias perniciosas de esos trastornos infantiles no superados, por falta de cariño y comprensión.

Es desde esta mirada que el discurso pedagógico piensa a la persona que se prostituye como alguien que necesita ser reeducado o resocializado.

Se trata de visiones que definen a la prostituta como un sujeto víctima, cargado con una patología sexual, segregado en sus derechos corporales, sexuales, urbanos y laborales, un sujeto a rehabilitar.

Vale la pena preguntarse entonces ¿Cómo entiende el psicoanálisis al sujeto que socialmente se denomina prostituta?

Desde el psicoanálisis, las prostitutas son sujetos de plenos derechos, responsables de sus elecciones, por equivocadas que parezcan y sobre todo, seres que tienen la posibilidad de decir algo sobre la verdad de la relación entre los sexos.

Lo anterior implica que la palabra de una prostituta no se ha de escuchar por referencia a su oficio sexual cotidiano sino a una condición cotidiana.

Este desplazamiento de la condición de oficio como prostituta hacia la de ser mujer, permitirá una lectura de la Prostitución Femenina donde no se privilegia la fabricación del placer, la degradación y la transgresión de la ley, sino la verdad sobre el goce que también se fabrica en dicha práctica.

Estos constituyen dos elementos para tener en cuenta en está perspectiva de análisis:

De un lado, la pregunta por la dimensión de goce que se transporta en el síntoma social de la prostitución. De otro, recordar que, analizadas a partir de su condición femenina, las prostitutas como cualquier otro ser humano, independientemente de su condición de clase y costumbres sexuales padecen una falta en ser.

Frente a esta falta en ser, los dos sexos están obligados a elaborar una respuesta, unas veces desde el deseo, otras desde los ideales y finalmente desde el síntoma.

Así como el arte es un síntoma donde la falta en ser puede recrearse, la prostitución, aunque no sea un espacio sublimado como el arte, ni valorado culturalmente como los objetos estéticos, puede constituirse para quienes la practican en un espacio que permite justificar la existencia y hacerse a un nombre, que generalmente no es el propio si no el nombre con el cual son designadas en el oficio.

La Prostitución Femenina en cuanto pone a circular un goce no aprobado socialmente, denota una desobediencia al otro y a sus ideales.

En la prostitución, la pretendida genitalidad madura se desvanece, para dar paso al dominio de la parte, que es donde la pulsión sexual se complace y el goce adquiere un valor que ya no es afectivo si no monetario.

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Goce en la prostitución

En cuanto al goce en la prostitución, en trabajos investigativos de campo tomado como fuente, aparecen reseñadas numerosas expresiones y testimonios de prostitutas que pueden considerarse paradigmáticas respecto a la lógica de las relaciones puestas en juego, en el burdel, en la cantina y en general en el oficio de la prostitución.

Algunas de esas expresiones remiten a la voluptuosidad como parte de la economía del goce que constituye la esencia de la vida sexual humana y por ende también de la prostitución.

Freses como “yo finjo los orgasmos”, pueden salir de la boca de cualquier mujer para referirse a la insatisfacción sexual con su pareja, pero también referencia a algo que una mujer puede pretender hacerle creer a un hombre, a saber: que es un buen amante, que sabe hacer gozar a su dama.

Cuando una mujer finge un orgasmo anuncia que en ese comercio sexual su ser no está comprometido, bien sea porque a toda cosa quiere un hombre castrado, un hombre que no hace gozar, o porque simplemente quiere decir, como sucede con las prostitutas, que en cuestión de goces son las mujeres quienes deciden los límites y las posibilidades.

No es raro encontrar que las mujeres prostitutas, cuando aún no han perdido los encantos, se crean portadoras de un ser voluptuoso que reservan para el éxtasis del amor cuando este se presente.

Ese amor equivoco cuando en la sexualidad predomina la pulsión sexual, no es una añoranza de la posición de una prostituta, sino de las mujeres en general.

Pero como condición del encuentro sexual predomina únicamente el contrato con la parte, lo que una mujer ofrece al otro en préstamo es solamente un organismo desprovisto de líbido y por tanto de fantasía erótica.

Déficit libidinal

Es aquí donde puede hablarse de un déficit libidinal, en el mismo punto en que se fabrican los excesos pulsionales.

La voluptuosidad aquí se convierte en algo imaginario, para entrar a predominar lo real de un déficit erótico que se agudiza con el capitalismo en el comercio sexual.

Ser objeto del deseo del otro es diferente a ser objeto de goce del otro. El primer caso, la actividad sexual implicará un goce que se capta en la dimensión de la pérdida, un goce que en tanto tenga el amor como mediación impedirá la violencia sobre la carne.

El segundo caso, no hay mediación del amor, por eso el goce no pasa por la fantasía deseante sino por la realización del fantasma sadomasoquista en una violencia corporal.

En la Prostitución Femenina no hay placer causado por un deseo, ni engaño que sea fruto del amor.

En este territorio impera una operación pulsional, donde el goce es introducido en unalógica de la contabilidad calculada en dinero y en minutos, que sirve como regulación de la tendencia en juego.

Mientras, en la lógica de la vida amorosa el amor cumple la doble función de liberar el fantasma y al mismo tiempo mantenerlo dentro de los límites del placer. En la Prostitución Femenina será el dinero el elemento que determina hasta dónde puede avanzar el fantasma en el escenario construido para tal efecto.

En la sexualidad influida por el amor y el deseo:

El fantasma perverso encuentra una regulación que surge desde el fundamento mismo del amor, que es la ternura, y la idealización de la pareja.

Pero en la sexualidad codificada por los presupuestos que rige el encuentro de una prostituta con un cliente, el cuerpo no es discreto, sino abiertamente diseminado en pedazos, cuya importancia erógena se mide a partir del plus de goce que ahí se pueda desprender.

Aquí la regulación fálica es realizada por el dinero, es decir, por un símbolo sumamente precario en el plano de la fantasía erótica. Pues mientras la prostituta piensa en el dinero que obtendrá, difícilmente accede a la posibilidad de sentir placer.

La posición de una mujer en el encuentro con un hombre dentro del trabajo de prostituta, puede resumirse en una formula: tú me das tanto dinero y yo te serviré como deposito de lo que te sobra.

Esta oferta no tiene por condición que una mujer se divida artificialmente entre ser mujer y ser prostituta, sino que, ante la evanescencia estructural de un significante de lo femenino, la prostituta perfectamente puede encontrar en la idea de una supuesta voluptuosidad, reservada solamente para sus amores verdaderos, una forma de hacerse al ser por fuera de la prostitución.

Pero una mujer prostituta que cumpla bien con su trabajo no ha de pretender bordear os límites del sentimiento con los clientes, porque es como si traicionara cierta ética de su condición.

Puede hasta convertirse en confidente del cliente mientras lo acompaña en el burdel, pero cuando se trata del comercio ha de evitar experimentar sensaciones agradables para ella.

Comercio sexual

Para una prostituta no está bien que este tipo de sensaciones se conviertan en norma, porque ella no se queda con un cliente por amor, tampoco buscando una satisfacción.

Lo que una mujer prostituta se representa como razón de ser del comercio sexual con un desconocido que puede o no resultarle agradable, es lo que ganará por adelantado.

En esta misma línea, si una mujer prostituta llega a identificar su cuerpo con su objeto de goce negociable. Su condición no será la de serdeseada sino más bien ultrajada, y ahí será su cuerpo el que padezca las consecuencias de dicha identificación que, más allá de lo que gana, la pondrá en función de hacerse ultrajar y humillar.

Por ejemplo, Lacan sostiene sobre la actividad de la flagelación, que esta puede ser solicitada por un hombre a una prostituta al pedirle que lo golpee como motivación erótica para luego él proceder.  A su vez, a golpearla en lugar de someterla sexualmente, el gozar adquiere la ambigüedad resultante de un hecho: en esta actividad, en la que se mezcla el erotismo y la violencia física. Es la única en donde resulta ”palpable la equivalencia, del goce que marca y el cuerpo, objeto de goce”(Lacan).

Entonces, mientras el deseo da cuenta de la inscripción del otro en el inconsciente, como significante de la ley y del amor, el goce lleva la marca de la entrada del Otro como mortificador del cuerpo.

El fundamento de la Prostitución Femenina es tan profundo, que no se puede reducir a una cuestión monetaria. No en vano, a través de la historia, la sexualidad sin amor ni compromiso se ha llegado a convertir en una pesadilla para los moralistas y en el principal enemigo de la castidad propia de la contemplación ascética.

La Prostitución Femenina no ha dejado de constituirse en fuente de interrogación:

Para los investigadores sociales, de intimidación para los mojigatos, de preocupación para las personas de bien, de creación para literatos, poetas y pintores, de curiosidad para los jóvenes que apenas incursionan en el universo de las prácticas sexuales y de la agresividad. Para quienes se defienden de sus tendencias perversas proyectándolas sobre aquellas personas que necesitan discriminar como seres de dudoso comportamiento.

Conclusiones

1. La Prostitución Femenina puede ser abordada desde dos perspectivas: como un síntoma o como fenómeno.

Como síntoma, ella es una forma particular de vínculo social, y como fenómeno puede entenderse en dos direcciones. En cuanto a producción cultural que el saber socio histórico explica y, en un sentido propiamente psicoanalítico, como aquello del ser producido por la cultura no está al servicio del vínculo social a causa de su estrecha relación con el goce. El cual implica una exclusión radical del otro, dada la dimensión mortificante que impone.

Desde este punto de vista, la Prostitución Femenina denota, de un lado, una forma de anudamiento simbólico e imaginario del sujeto y de otro, una intima relación con objetos de goce, como la droga, que sirven esencialmente a la exclusión del sujeto de sus vínculos sociales.

2. En la intervención del goce femenino

En la elección forzada de una mujer cuando se prostituye se concluye que, al hablar de los sexos. No se puede ignorar la pregunta por la función que, en las elecciones del sujeto-hombre o del sujeto mujer. Tiene esa parte maldita que escapa de la racionalidad y con la cual no cuenta el discurso de los derechos humanos. Ni los programas de rehabilitación o reeducación de prostitutas.

3. En el campo teórico y clínico del psicoanálisis, los conceptos de goce y placer no son sinónimos.

Freud habla de placer para hacer referencia a la homeostasis, al equilibrio, al nivel de energía necesario. Para conservar la vida y para mantener los vínculos estables.

El goce, en cambio, supone una ruptura de estos signos estables. Por eso se considera que está más allá del principio del placer, algo que se puede discernir en los fenómenos y procesos contrarios al vínculo social.

En aquello que escapa al ordenamiento propuesto por los aparatos reguladores vitales y que, al mismo tiempo que se opone la cultura. Es directamente proporcionado directa o indirectamente por ella misma, a través de múltiples dispositivos consolidados en cada época y contexto cultural.

4. La prostituta, si bien, no existe como entidad clínica, si existe como significante social con características especificas en el discurso:

Estas mujeres que viven del sexo son menos portadoras de un cuerpo dividido que de un ser metonímico.

Para los clientes, una prostituta está entre ser deseable, convertirse en basurero y ser tratada como tal.

En cuanto a los hombres que frecuentan a las prostitutas como recurso para desembarazarse de una tensión que no saben cómo resolver dentro de la convención. El hecho de tener que negociar abiertamente su goce obsceno los convierte en seres disminuidos frente a otras mujeres con un valor afectivo.

Financiación

recursos propios del autor.

Conflictos de Intereses

Ninguno que declarar.

Lecturas Recomendadas

  • 1. Aparicio, Sol, “La exclusión de la feminidad”, Mujeres contemporáneas. Actas de la Segunda Jornada del Seminario Hispano de Paris, Campo Freudiano, 1995.
  • 2. Bataille, Georges, La parte maldita, Barcelona, Icaria, 1987
  • 3. Bataille, Georges, El erotismo, Barcelona, Tusquetets1985
  • 4. Bataille, Georges, Mi madre, México, ediciones Coyoacan, 1997
  • 5. Bataille, Georges, Las lagrimas de Eros, Barcelona, Tusquets, 1997
  • 6. Cassirer, Ernst, Antropología filosófica, México, fondo de cultura económica, 1993.
  • 7. Foucault, Michel, “El combate de la castidad”, Saber y verdad, Madrid, La Piqueta, 1991.
  • 8. Freud, Sigmund, Manuscritos E (1894) y Manuscrito G (1895), Buenos Aires, Amorrortu, Vol. I., 1971.
  • 9. Freud, Sigmund, Sobre la sexualidad femenina, Madrid, biblioteca Nueva, 1971.
  • 10. Funch, Eduard, Historia ilustrada de la moral sexual, Madrid, Alianza, 1996, 3 Vols..
  • 11. Gil, Hernán Dario y Jorge Diego sierra, Es mi trabajo, no mi vida, Medllín, Universidad de Antioquia, 1996.
  • 12. Lacan, Jacques, “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, escritos II, México, Siglo XXI, 1984.
  • 13. Lacan, Jacques Seminario IV: la relación del objeto 1956-1970, Buenos Aires, Paidós,1994.
  • 14. Lacan, Jacques Seminario XVII: el reverso del Psicoanálisis. 1969-1970, Buenos Aires, Paidós, 1992.
  • 15. Mafessoli, Michael, De la orgía, Barcelona, Ariel, 1996.
  • 16. Mafessoli,, Michael, “La prostitución como forma de socialidad. SL. SD.
  • 17. Montoya, Jorge William, Profilaxis antivenérea y dispositivos de control social en Antioquia, 1886-1935, Medellín, Universidad Nacional de Colombia, 1986
  • 18. Soler, Colette, “Síntomas inéditos”, Mujeres contemporáneas, actas de la II jornada del seminario hispano de Paris, Campo Freudiano, 1995.

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