Ejercicio, Antioxidantes, y Protección Cardíaca

SCOTT K. POWERS, Ph.D., Ed.D.
Tomado y modificado de Sports Science
Exchange 85. 15 (2). 2002

Numerosos estudios epidemiológicos indican que la actividad física regular, reduce el riesgo de mortalidad cardiovascular independientemente de otras modificaciones en el estilo de vida tales como la dieta o el cigarrillo (Berlin & Colditz, 1990; Lee et al, 1995; Paffenbarger et al., 1986).

Además, la protección relacionada con el ejercicio contra las enfermedades cardiovasculares obedece a una relación dosis-respuesta. El riesgo de muerte se hace progresivamente mas bajo a medida que el gasto energético total debido a la actividad física se incrementa de 500 a 3500 kcal/semana (Paffenbarger et al., 1986).

Igualmente, si el incremento del gasto energético total que se deriva del ejercicio es importante en la prevención de enfermedades del corazón, ¿Tiene también la intensidad del ejercicio alguna influencia? La respuesta a esta pregunta parece ser «sí».

Por ejemplo; Lee et al. (1995) encontró que sólo el gasto de energía durante una actividad física de relativamente alta intensidad (> 5-6 veces la tasa metabólica de reposo, ej. carrera suave, natación recreativa, cortar la grama con una segadora manual) estaba relacionado con una reducción de las muertes cardiovasculares en hombres adultos.

El mecanismo biológico responsable de la protección inducida por el ejercicio en contra de las enfermedades cardiovasculares continúa siendo investigado.

En este sentido, se conoce que el ejercicio regular reduce varios factores de riesgo cardiovascular, incluyendo la hipertensión, la diabetes mellitus, la obesidad, los lípidos sanguíneos, el riesgo de trombosis y disfunción endotelial (Shephard y Balady, 1999).

También es del conocimiento general que el entrenamiento incrementa la tolerancia del miocardio a la I-R (Bowles et al., 1992; Demirel et al., 2001; Hamilton et al., 2001; Powers et al., 1998).

Protección cardíaca mediada por el ejercicio

Esta protección cardíaca mediada por el ejercicio, es observada tanto en isquemia de moderada duración (ej. 5 a 20min.) como en isquemias de larga duración (ej. >20min.).

Específicamente, estudios recientes indican que el entrenamiento en ejercicios de resistencia reduce la lesión miocardica producida por una agresión de isquemia-reperfusión (I-R) (Demirel et al., 2001; Powers et al., 1998). En el presente, se desconocen los mecanismos del ejercicio que inducen la protección cardiaca en contra de la lesión I-R.

A pesar de esto, al menos tres mecanismos fundamentales podrían explicar el efecto de protección cardiaca del ejercicio: 1) Incremento de la circulación colateral, 2) inducción de las proteínas de choque térmico del miocardio e 3) incremento de la capacidad antioxidante del miocardio.

A pesar de que el desarrollo de la circulación colateral puede ocurrir en algunas especies animales después de muchos meses de entrenamiento de resistencia, las evidencias indican que los efectos benéficos del ejercicio a corto plazo no se deben al desarrollo de vasos sanguíneos colaterales (Yamashita et al., 1999).

Así, por descarte, parece que la protección cardiaca inducida por el ejercicio relacionada con el entrenamiento de resistencia de corta duración se debe al incremento de los niveles de proteínas de choque térmico en el miocardio y al incremento en los antioxidantes.

Una protección incrementada en contra de la lesión cardiaca producida por los radicales:

Es otro mecanismo potencial que puede ser usado para explicar la protección cardiaca relacionada con el ejercicio durante una agresión I-R.

Los radicales son moléculas altamente reactivas que se producen durante la I-R del miocardio.

De hecho, ahora se sabe que los radicales juegan un papel clave en la lesión miocárdica durante la I-R (Downey et al. 1990). Los antioxidantes son moléculas capaces de remover los radicales y por lo tanto prevenir la lesión celular mediada por ellos.

Las células contienen numerosos antioxidantes enzimáticos y no enzimáticos que se producen en forma natural. Las principales enzimas antioxidantes de defensa incluyen a la superóxido dismutasa, la glutatión peroxidasa y la catalasa.

Son importantes defensas no enzimáticas componentes tales como el glutatión y las vitaminas E y C. Cada uno de estos antioxidantes son capaces de neutralizar a los radicales y prevenir la lesión celular.

En la actualidad se sabe bien que el ejercicio puede elevar los antioxidantes miocárdicos (Powers et al., 1993, 1998). Además, nuevas evidencias revelan que tan sólo 1 a 3 días de ejercicio pueden elevar los niveles miocárdicos de la enzima antioxidante superóxido dismutasa (Demirel et al, 2001; Yamashita et al., 1999).

Dado el importante papel que juegan los radicales libres en la lesión cardiaca mediada por la I-R, no es sorprendente que exista un creciente interés en la posibilidad de que la suplementación con antioxidantes nutricionales pueda suministrar protección al corazón.

A pesar de que se han estudiado numerosos antioxidantes:

La vitamina E y el ácido alfa lipoico han recibido la atención de los experimentos mas recientes con relación a la protección cardiaca.

Especificamente, las investigaciones que emplean modelos animales revelan que la suplementación dietética con estos antioxidantes producen protección en contra de las lesiones I-R (Coombes et al, 2000ab).

Es importante tomar en cuenta que la protección miocárdica de la lesión I-R es probablemente debida al sinergismo entre estos los antioxidantes en contrario de sus cualidades antioxidantes individuales.

Por ejemplo, mientras el ácido alfa lipoico es capaz de neutralizar directamente a los radicales libres, este antioxidante también recicla a la vitamina C. y la vitamina C, a su vez, restablece la capacidad antioxidante de la vitamina E durante periodos de estrés radical.

Así, ahora está claro que los antioxidantes nutricionales trabajan como un equipo para proteger a las células del daño producido por los radicales.

A pesar de que los estudios con animales sugieren que la suplementación dietética con antioxidantes proporciona protección en contra de las lesiones cardiacas producidas por la I-R, aún no se sabe si la suplementación con antioxidantes pueda suministrar la misma protección en humanos.

Además, dado que ciertos antioxidantes pueden ser tóxicos cuando se consumen en grandes dosis, la decisión de emplear suplementos de antioxidantes dietéticos debe ser tomada con precaución y recomendada por un nutricionista bien entrenado.

Dado el fuerte potencial terapéutico de los antioxidantes, el principal reto de investigación para el futuro es determinante la ingesta diaria optima y segura de los antioxidantes nutricionales.

Traducido y adaptado por:
Juan Manuel Sarmiento C., MD
Asesor GSSI Colombia

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