La Tolerancia y La Ética: Edad Media

LA TOLERANCIA EN LA EDAD MEDIA

Así las cosas, no es de extrañar que la Tolerancia en la Edad Media fuese escasísima en las naciones cristianas. Pero son los árabes, los únicos gobernantes tolerantes que van a gobernar por casi ocho siglos (de 711 a 1492), a la mayor parte de la península ibérica, como gobernantes, probos y tolerantes. Igualmente practicaron la tolerancia, por mucho más tiempo, en Asia y en África. Cabe resaltar que cuando los Reyes Católicos expulsan a los judíos, en 1492, es el sultán de Constantinopla quien acoge a cuantos judíos quisieran radicarse, en la ahora Estambul (tomada por los turcos otomanos en 1453).

Esta tolerancia gubernamental fue muy evidente en los dos grandes califatos: el Califato de Córdoba y el Califato de Bagdad. En el primero, por ejemplo, coexistían las tres religiones (llamadas por los musulmanes, del “Libro”): el Islam (sumisión), el cristianismo y el judaísmo. Típicamente en una ciudad de Al-Andalus (Andalucía), en derredor del zócalo (plaza mayor) y calles aledañas, vivían los musulmanes, continuaban los cristianos y en la periferia, los judíos. Pero todos convergían en el zócalo, para sus negocios. El cadi (juez musulmán) atendía las disputas de todos ellos, sin discriminarlos.

A medida que progresó la Reconquista cristiana, que comenzó en Asturias, (con don Pelayo, quien en el 722 derrotó, en la batalla de Covadonga, por primera vez a los árabes) hasta la reconquista de la última taifa (reino) de Granada el 1 de enero de 1492, por los Reyes Católicos, la armonía y la cultura se fue perdiendo, siendo los judíos los primeros damnificados. No solamente se perdió la convivencia, sino el esplendor andalusí: Córdoba (Corduba, en el Imperio Romano, Qartuba, durante la denominación árabe) pasó de ser llamada la “Joya del Mundo”, con sus numerosas bibliotecas, baños públicos, hospitales, médicos doctos, abogados, traductores del griego al árabe, de todos los clásicos griegos, incluyendo los textos médicos, etc., pasó, a partir de 1236, cuando Fernando III de Castilla la reconquistó, a ser una ciudad en decadencia e intolerante, opacándose todo su antiguo esplendor.

LA INTOLERANCIA EN LA MODERNIDAD

La intolerancia en la Modernidad añadió, un nuevo elemento a la persecutoria inquisitorial vigente: las guerras religiosas.

Martín Lutero (1483 – 1546) (39) cambió para siempre la historia de Europa. El 31 de octubre de 1517, clavó, en la puerta de la Iglesia del palacio de Wittenberg, 95 tesis, cuestionando a la Iglesia en varios aspectos de su doctrina, pero principalmente atacando la venta, descarada, de indulgencias, que venía haciendo el papado, para recaudar fondos destinados a la construcción de la basílica de San Pedro. Lutero fue excomulgado, el 15 de junio de 1520, por León X con la Encíclica “Exurge Domine” (vide supra, escudo inquisitorial, Salmo 73). Esta posición de Lutero llevó, eventualmente, al rompimiento con la iglesia romana y es así como una buena parte de Europa, se convirtió al Protestantismo, que después tomaría diferentes formas: luteranos, calvinista, anabaptistas, metodistas, etc. Este movimiento llevó a Europa, principalmente a Alemania y a Francia, lo que hoy conocemos como, las Guerras Religiosas de los siglos XVI y XVII.

INTOLERANCIA DE LUTERO

LUTERO Y LOS JUDÍOS. Inicialmente Lutero pensó que los judíos no habían aceptado a Jesús porque no les habían explicado adecuadamente la cristología. Pero también el fracasó, en el intento y enfurecido publicó su libro “Von den Juden und ihren Lügen” (“De los judíos y sus mentiras”), obra publicada en 1543, en donde escribió que debían realizarse contra los judíos acciones como quemar las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, «aplastar y destruir» sus casas, incautar sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos «gusanos venenosos» a realizar trabajos forzados o expulsarlos «para siempre». Obra que, definitivamente, es considerada antisemita y fue citada por los nazis para justificar las Nürenberger Gesetze (Leyes de Nuremberg) de 1935 y la “Solución Final”.

INTOLERANCIA EN INGLATERRA

El movimiento protestante dio pié, igualmente, al envalentonamiento del rey de Inglaterra Enrique VIII (1491 – 1547) (40), a que desconociera la autoridad papal y formase su propia iglesia, la anglicana, con el rey como cabeza de ella. Este rompimiento se produjo cuando el papado le negó el divorcio y Enrique desconoció a su esposa Catalina de Aragón (hija de los reyes católicos) como consorte legítima (41). La Iglesia respondió excomulgándolo en 1533. En 1534 Enrique contraatacó desconociendo al papa, negándole todas las fuentes de ingresos monetarios como el Denario de San Pedro, convirtiendo al “Rey en la única cabeza suprema en la tierra de la Iglesia de Inglaterra”. En ese mismo año, convirtió en alta traición, castigada con la muerte, desconocer la autoridad religiosa del Rey.

Cuando María Tudor (42) (1516 – 1558 Hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón), asciende al trono de Inglaterra trata de restaurar el catolicismo en Inglaterra, desatando una sangrienta persecución de anglicanos. Por tanto, mandó quemar en la hoguera, por no convertirse de nuevo al catolicismo, a más de 300 anglicanos. Fue apodada, por tanto, “Bloody Mary”.

LA INTOLERANCIA DE CALVINO

Jean Cauvin, más conocido como Juan Calvino (1509 – 1564) (43), fue uno de los padres de la reforma protestante, pero, infortunadamente, alguien altamente intolerante. Constituyó, en Ginebra, el primer estado teocrático de la Reforma. Fue el autor intelectual de la execrable muerte del español Miguel de Servet (44).

Servet fue un filósofo, teólogo y médico español condenado a la hoguera por hereje. Su herejía, haber publicado su obra “De Trininatis Erroribus” (“Acerca del error de la Trinidad”) en la que niega la divinidad de cristo y seguida de la obra “Chirstianisme Restitutio” (“Restitución del Cristianismo”). Pero inserto, afortunadamente para la medicina, se encontraba en esta obra la descripción de la Circulación Pulmonar, por primera vez en Occidente, habida cuenta que el médico persa Ibn al-Nafis (1213? -1288) la había descrito, en iguales términos, en Oriente.

Hubo muchas otras víctimas de la intolerancia religiosa durante los siglos XVI y XVII. La más llamativa es la del fraile dominicano, Giordano Bruno (1548 – 1600), quemado vivo, en Roma, por contradecir las verdades teologales, tales como la Trinidad y la Inmaculada Concepción, así como ir en contra de las teorías aristotélicas.

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