Las Pandemias de la Historia

Editorial

Alfredo Jácome Roca1

Nos invade una sensación de déjà vu mientras se desarrolla la pandemia de coronavirus que se ha llamado COVID-19. Así su globalización haya ocurrido en 2020. Déjà vu porque en 1975 veíamos horrorizados la invasión del VIH y la mortalidad causada por el SIDA. Luego el SARS, el Ébola, el resurgimiento de la tuberculosis o los brotes estacionales de la influenza A.

Sentimos este “novel” virus cerca, no obstante, no tener aún conocidos afectados. Nos impresiona la rapidez de su diseminación por todos los países, por todas las regiones, por todas las ciudades y la certeza de que para obtener la “inmunidad de rebaño”, cerca de un 70% de los seres humanos tendrá que infectarse.

El hecho de que nuestro sistema inmune no tenga defensas contra este virus letal, nos inclina hacia una disposición metafísica, aspirando a que los científicos en su búsqueda, encuentren una providencial vacuna o un tratamiento efectivo. Preocupa que tiene la posibilidad de aniquilar tal vez un 3 a 4% de la población, mucho más en el segmento de los adultos mayores y de los inmunocomprometidos.

El personal de salud, aunque representado fundamentalmente por profesionales jóvenes o en el comienzo de la edad madura, se encuentra en altísimo riesgo ante la cercanía con sus pacientes infectados. La lista del personal de salud fallecido ya es larga.

De la noche a la mañana, hay que enseñarles a médicos generales a familiarizarse con el manejo de los necesitados ventiladores, ubicados en unidades de cuidado intensivo, o incluso en camas hospitalarias, tiendas colocadas en parques y parqueaderos, o en cualquier espacio que funja de unidad de cuidado, esto último en caso del “peor escenario”.

Tan orgullosos que nos sentimos del desarrollo de la Medicina del armamentarium terapéutico del que disponemos y, de forma paradójica, transcurrida la quinta parte del siglo XXI, la humanidad pende de un hilo por el coronavirus y por la depresión económica que representa tener miles de millones de seres humanos productivos en cierre preventivo, bajo una especie de casa por cárcel.

De la noche a la mañana todo cambió. La nueva situación hizo que las ciudades superpobladas tuvieran vacías sus calles, que los aviones no surcaran los cielos, y que los espectáculos grandes o pequeños, los deportes y las olimpiadas, súbitamente se desvanecieran.

Ya no habrá escuelas, solo actividades virtuales. Ya no habrá amigos, solo números de WhatsApp. No degustaremos sofisticados platos en restaurantes, solo enlatados y papitas de paquete. Y ¡oh sorpresa!, lo que no han logrado los grandes líderes en múltiples reuniones mundiales a través de los años, de pronto sucede: el aire empieza a descontaminarse.

Afortunadamente, la tecnología permite muchos trabajos virtuales, educación e incluso telemedicina. Cirugías electivas o procedimientos de consultorio se reducirán drásticamente. Al igual que las consultas frente al paciente, aunque los médicos si po­drán hacer consultas de 20 minutos por teléfono. Los hospitalistas, urgenciólogos e intensivistas estarán tra­bajando enérgicamente desde los hospitales.

La salud se volvió entonces la principal prioridad, en detrimento de la economía. Los gobernantes tuvieron que aceptar la cruda realidad. Solo que la recesión y falta de ingresos pondrán a los ciudadanos aislados al borde de un ataque de nervios. Es una situación extre­madamente complicada.

(Lea También: Covid-19, Un Ejemplo a Través de la Crisis)

No es ni mucho menos la primera pandemia que afronta la humanidad.

Desde antes y después de Cris­to han sido varias las pandemias que han cobrado la vida de millones de seres humanos.

Así por ejemplo, la llamada Gripa Española de hace un siglo, producida por el virus de la influenza H1N1, o también la Peste Europea o Muerte Negra, y sus colaterales Peste de Justiniano y Tercera Plaga, producida por la bacteria Yersinia pestis.

Las muertes causadas por la viruela, en particular, la epidemia que en el Nuevo Mundo acabó con el 80% de los aborígenes. Además, el sarampión en el Japón, el tifo exantemático. Las diferentes epide­mias de cólera o las recientes de Ébola, AH2N2, afor­tunadamente controladas hasta el momento.

Una serie de artículos escritos por académicos se en­cargará de recordarnos las afugias de la humanidad originadas en las pandemias a través de los siglos. La malaria por ejemplo, debilitó al Imperio Romano de Occidente hasta su caída final. En varias guerras (como la I Guerra Mundial con la gripa española) y, especialmente entre la pobreza de muchos seres huma­nos, las bacterias y los virus mataron millones.

Lenta y dolorosamente, el hombre aprendió la importancia de las medidas higiénicas, el agua potable, la buena nutrición y el desarrollo de las vacunas y de otros me­dicamentos para afrontar las crisis generadas por es­tos enemigos invisibles. No obstante, la inequidad y el crecimiento descontrolado de la urbanización son factores que conllevan al hacinamiento y a condicio­nes de aseo deficientes que favorecen una transmisión infecciosa eficaz.

Desde la perspectiva individual, resulta doloroso pen­sar que uno pueda hacerle daño a un ser querido por ser transmisor del fatídico virus, tal como sucede con el personal médico.

Tal situación ha hecho que, mien­tras por un lado se aplauda y se apoye a los trabajado­res de la salud como héroes que son, por el otro se les considere personas no gratas en los propios edificios donde residen, según muestran las imágenes e infor­mación de los medios. Así mismo, cada día se exhibe una noticia que causa angustia, más casos autóctonos en la comunidad, más pacientes que llegan al ya so­brecargado servicio hospitalario.

En algunos países, ciudades o estados americanos, cada vez se presentan más muertos que no alcanzamos a enterrar. Ello re­cuerda al Papa de Avignon bendiciendo las aguas del Ródano para que echaran en ese río los cadáveres de la Peste Europea que afectaba a Francia. De ahí que las acciones gubernamentales se centren en el objetivo de aplanar la curva de la velocidad de contagio.

Aplanar la famosa curva recuerda al ciclista que trata de llegar al alto de montaña, anhelando ver pronto la bajada re­cuperadora, o al menos, un terreno más plano.

En relación con las noticias sobre el coronavirus, cabe agregar que cada día aparece información cuestionan­do las “verdades” del gobierno chino quien, probable­mente, maquilló las cifras iniciales y se sospecha que allí, los casos fueron y siguen siendo, muchos más. Esto conduce a preguntarnos: ¿de qué forma el virus no pasó a mayores en los grandes conglomerados hu­manos de Pekín y de Shangai, mientras que sí lo hizo en Hong-Kong, ciudad China, pero de tipo occidental?

Ahora bien, otro aspecto de la pandemia del Covid-19 son sus efectos colaterales.

Un efecto colateral es el miedo. Miedo a la muerte personal, pero un miedo aún mayor a la muerte, de manera inmediata, de nues­tros seres queridos. Así también, es patente la angustia ante la pérdida de los medios de subsistencia, cuando se trata de empleados o de empresarios. Particularmente pequeños y medianos. Por cada enfermo, hay entre 7 y 10 asintomáticos o con síntomas leves que no fueron y, probablemente, no serán investigados.

Hay todavía muchas preguntas por responder en el contexto de la nueva pandemia. Esto nos da la opor­tunidad de investigar los aspectos epidemiológicos, clínicos, virológicos, inmunológicos, moleculares, biotecnológicos, de ingeniería mecánica y aspectos so­ciales, tal como lo plantea la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Dado que nuestros recursos son limitados para un trabajo de tal envergadura, varios grupos colombianos pueden esta­blecer cooperación internacional con sus pares.

Por último, es claro que “en nuestra sociedad y en el mundo entero estamos viviendo unos días difíciles. Una época que quizás ninguna de nuestras generacio­nes ha conocido, que los pequeños recordarán toda la vida y que de seguro se la contarán a sus hijos y a sus nietos” (1).

Teniendo en cuenta esto, a manera de un mapa aproximado de la memoria -tanto para las fu­turas generaciones como para quienes nos ha tocado vivir esta época de la historia-, la revista MEDICINA quiere revisar el tema de las grandes plagas y pande­mias de la humanidad, aquellas que causaron más muertes que varias de las grandes conflagraciones.

Referencias

Recibido: 11 de mayo de 2020
Aceptado: 10 de junio de 2020

Autor

1 Alfredo Jácome Roca. Internista-Endocrinólogo. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina. Miembro Honorario de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo. Editor Emérito, revista MEDICINA. Bogotá, Colombia.

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