La Viruela en América

Escribe Elsa Malvido, investigadora del Instituto Na­cional de Antropología e Historia de México: “Si las fechas son ciertas, que no exactas, la viruela tardó en recorrer desde Cádiz hasta La Española 39 días quedándose endé­mica de 1493 [segundo viaje de Colón] hasta 1515, cuando llegó a Cozumel. Regresó a las islas dos años más tarde y entre 1517 y 1518 devastó otras islas y embarcó de Cuba a Veracruz en 1519, ganando tierra firme el 21 de abril.

En mayo fue de San Juan de Ulúa a Cempoala y dos meses más tomó para llegar a Tenochtitlan” (8). El cronista contem­poráneo Bernal Díaz del Castillo afirmó que el virus llegó al continente americano en el navío de Pánfilo Narváez, un expedicionario paralelo a Cortés (9). Díaz del Castillo culpó a los esclavos que trajo Nar­váez, enemigo de Hernán Cortés, que intentó cerrarle el paso con la orden del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, de capturarlo vivo o muerto.

“La viruela fue transmitida por un negro que vino con Narváez”, expresó Díaz del Castillo, “fue la causa de que pegase e hinchie­se toda la tierra dellas, de la cual hubo gran mortandad”. Al parecer, el esclavo de Narváez habría contagiado a soldados de Cortés y éstos iniciaron una cadena mor­tal.

Los soldados llegaron a Cempoala, en Veracruz, y luego llevaron la enfermedad a las ciudades vecinas: primero a Tepeyac, luego a Tlaxcala y así hasta llegar a Tenochtitlan (10).

El episodio dominante de la guerra contra los aztecas fue el sitio de Tenochtitlan a manos de Cortés.

A pesar de verse debilitada por la viruela y el asedio del ejército invasor, la ciudad resistió durante más de un año, entre 1520 y 1521. La viruela acabó primero con la vida del penúltimo tlatoani Cuitláhuac, en noviembre de 1520, a solo unas semanas de la victoria parcial azteca, cuan­do los españoles huyeron durante la famosa Noche Triste.

Pero los españoles volvieron y vencieron, toma­ron la ciudad y capturaron al sucesor Cuauhtémoc, el 13 de agosto de 1521.

El impacto demográfico de la Conquista en la Nueva España fue tal que se estima que a finales del siglo XVI quedó una población de 1,2-2 millones de habitantes, una reducción dramática si se tiene en cuenta que en 1519 se estimaba una po­blación de unos 10 millones de habitantes (10).

Se le atribuye a la viruela la mortalidad del 30% de la pobla­ción indígena de Nueva España (11), como describió Fray Bernardino de Sahagún en la Historia de las cosas de la Nueva España, donde cuenta: “Antes que los españo­les que están en Tlaxcala viniesen a conquistar a México dio una grande pestilencia de viruelas a todos los indios.

Desta pestilencia murieron muchos indios; tenían todo el cuerpo y toda la cara y todos los miembros tan llenos y lastimados de viruelas que no se podían bullir ni menear de un lugar, ni volver de un lado a otro, y si alguno los meneaba daban voces. Esta pestilencia mata gentes sin número. Muchos murieron de hambre porque no había quien pudiese hacer comidas; los que escaparon de esta pestilencia quedaron con las caras aho­yadas y algunos ojos quebrados” (11, 12).

Francisco Pizarro, el Conquistador de los Incas, tam­bién recibió ayuda de la epidemia de viruela originada en colonos de lo que hoy es Panamá y Colombia, y que se extendió hasta el Imperio Inca.

La viruela mató al emperador Huayna Cápac en 1526. Poco después, sucumbió también de viruela su sucesor Ninan Cuyu­chi. Como resultado de estos rápidos cambios, se des­encadenó una guerra civil por el poder entre Atahual­pa y su hermano, Huáscar. Los españoles encontraron un imperio dividido y enfermo, donde el monstruo moteado hizo historia (13).

La variolación

La inoculación de virus a sujetos sanos como una me­dida para atenuar la gravedad de la viruela, o vario­lación, fue una técnica descubierta en la China en el primer siglo de nuestra era. Existe documentación de su práctica durante la dinastía Hung de 960 a 1280.

La técnica china consistía en obtener costras de viruela secas, convertirlas en polvo, e inhalarlas por la nariz. Está técnica se diseminó de China a la India, y de la India a Persia y Turquía. La alternativa más común consistía en retirar líquido de la pústula dura de virue­la y frotarla en la herida en la piel hecha con aguja.

La Royal Society of London

La Royal Society of London fue informada por vez primera de la práctica de variolación en los alrededo­res de 1700, y comenzó a obtener información sobre el procedimiento durante la primera década del siglo XVIII, a través de uno de sus miembros, el doctor Emanuel Timoni. El doctor Timoni observó la prác­tica en Constantinopla cuando fue el médico de la embajada británica en la corte Otomana.

Pero el ver­dadero ímpetu para la incorporación de la variolación en Inglaterra, fue dado por la intervención de Lady Mary Wortley Montagu, esposa del embajador britá­nico en la corte otomana de Constantinopla, en 1718 (14). Lady Montagu, superviviente de la enfermedad y quién además había perdido un hermano por la in­fección, cuenta sobre la inoculación contra la viruela: “la viruela, tan fatal y generalizada entre nosotros, es aquí completamente inofensiva, por la invención del injerto, que es el término que le dan.

Hay un grupo de ancianas, que se dedican a realizar la operación, cada otoño. Las personas se envían unas a otras para saber si alguno de sus familiares tiene la viruela; ellos hacen fiestas para este propósito, y la anciana viene con una cáscara de nuez llena de viruela to­mada de las lesiones de un afecto.

Ella causa abrasión en la piel y administra con aguja grande y coloca en tanta materia como pueda caer sobre la cabeza de su aguja, y después de eso, une la pequeña herida con el trozo hueco de concha, y de esta manera abre cuatro o cinco surcos”. Lady Montagu hizo inocular a su propio hijo en Turquía.

De vuelta en Inglaterra, ella encontró resistencia a ese “método oriental peligroso”.

En 1721, Lady Montagu pidió a su médico que inoculara a su hija de tres años, pero él dudó ya que una cosa era seguir la costumbre en Turquía, pero otra era hacerlo en Londres. Se ase­guró de tener dos testigos del Royal College of Physi­cians, antes de realizar la operación.

Lady Montagu le contó a su amiga, Carolene de Anspach, Princesa de Gales y futura Reina de Inglaterra durante el rei­no de Jorge II, del procedimiento de variolación. Para demostrar la eficacia de éste, se dispuso la variolación de seis prisioneros condenados a muerte. Los reos ino­culados que sobrevivieran la exposición a viruela, ob­tenían la libertad.

El ensayo clínico, supervisado por la Royal Society, fue todo un éxito. A partir de entonces, médicos de toda Europa fueron a Londres para apren­der el procedimiento, bajo la supervisión de la Royal Society y los príncipes de Gales.

La práctica de la inoculación se extendió por Inglate­rra:

Pues los ingleses apreciaron que el riesgo de muer­te tras el procedimiento era de aproximadamente 2%. Voltaire, quien pasó casi tres años en el exilio en Lon­dres en 1726-1728, y saboreaba la mayor libertad de expresión que la permitida en París bajo la monarquía absoluta de Luis XV, escribió en 1734: “Se afirma en Europa que los ingleses son tontos y locos. Los tontos, porque inoculan a sus niños la viruela para evitar que la contraigan; y locos, porque permiten una cierta incomodidad a sus hijos, simplemente para prevenir un mal incierto.

Los ingleses, por otro lado, llaman al resto de los europeos cobardes y desna­turalizados. Cobardes, porque tienen miedo de hacer que sus hijos sufran un poco; desnaturalizados, porque los exponen a morir en algún momento de la viruela. Pero que el lector pueda juzgar si los ingleses o aquellos que difieren en opinión están en lo correcto”. Aquí se aprecia la ironía, pues el mismo Luis XV que forzó al exilio a Voltaire, sucum­bió por viruela en 1774.

Llama la atención que unos 30 años después de la es­tancia de Voltaire en Inglaterra, en 1760, el matemá­tico holandés/suizo Daniel Bernoulli leyó a la Real Academia de Ciencias de Francia su modelo matemá­tico y describió cómo el control de las epidemias de vi­ruela, mediante el uso a gran escala de la variolación, generaría beneficios no solo para los individuos, sino también para el Estado y la sociedad en general, con­cepto clave en la actualidad, de muchas intervenciones de salud pública (15).

La variolación en los Estados Unidos se originó por la curiosidad del reverendo Cothon Mather de Bos­ton, quien leyó la publicación del doctor Timoni en las Philosophical Transactions.

El reverendo Mather buscó algún médico en la región que se atreviera a ini­ciar su práctica con su familia.

Ese médico fue Zabdiel Boylston -de Brookline, Massachussetts-, quien vario­ló con éxito un hijo y dos esclavos de Mather. Boylson publicó los resultados de éstos y otros 7 pacientes en la Boston Gazette en 1721.

Ya en 1722, Boylson ha­bía practicado el procedimiento en 242 personas, 6 de ellos fallecieron. Su mortalidad de 2,5% comparaba favorablemente con la mortalidad ordinaria de 15-20% y observada durante las epidemias de viruela (11). La publicación de Boylson fue decisiva para la ya mencio­nada adopción de la variolación del ejército de George Washington.

La vacunación

La historia de la vacuna contra la viruela se inicia con una observación del doctor Edward Jenner, un médico de la comunidad rural de Berkeley en Gloucestershire, en Inglaterra. El doctor Jenner observó que la piel de las ordeñadoras de vaca era perfecta, en tanto que el resto de la población tenía la horrible deformación por las marcas de viruela.

El doctor Jenner sabía que las ordeñadoras de vaca con historia de exposición a la viruela bovina, no desarrollaban viruela. En 1796, el doctor Jenner transfirió líquido de la vesícula de vi­ruela bovina de su paciente Sarah Nilmes a la piel de James Phipps. Luego, James Phipps resistió la exposi­ción a la viruela. El doctor Jenner hizo observaciones adicionales que lo convencieron de que el virus de la viruela equina (cowpox, o CPXV) protegía contra la infección por VARV. Eventualmente, Jenner desarro­lló un protocolo para la vacunación (16).

De hecho, la palabra vacunación se originó en este episodio de la historia, pues se refiere al origen del procedimiento en vacas (vacca, es la palabra en latín para vaca). Jen­ner fue rechazado cuando trató de presentar o publicar sus observaciones sobre la viruela en la British Royal Society. Las razones: “él estaba en desacuerdo con el cono­cimiento establecido” y que “es mejor que no promulgue esa idea loca si valora su reputación”.

Jenner hizo caso omiso a la reco­mendación de la sociedad y publicó el panfleto

Afortunadamente, Jenner hizo caso omiso a la reco­mendación de la sociedad y publicó el panfleto en don­de describió el procedimiento de la vacunación y la experiencia de veinte pacientes vacunados con CPXV que adquirieron inmunidad duradera contra VARV (16). A diferencia de la variolación, la vacunación no se asocia a mortalidad apreciable.

El avance fue reco­nocido por gran parte de la comunidad, pero también tuvo detractores como médicos, empresarios y líderes religiosos. Uno de los argumentos religiosos es que la vacuna se interponía al designio divino, salvando personas que estaban destinadas a sufrir y sucumbir a la viruela.

Sin embargo, Benjamín Franklin, Napo­león Bonaparte y los Caciques de las Cinco Tribus de los Estados Unidos, reconocieron la vacunación como lo que es: el avance científico de mayor impacto en la humanidad. El doctor Jenner fue nombrado Médico Extraordinario de su Majestad, el Rey Jorge IV. Tanto Jenner como Benjamín Franklin vislumbraron la posi­bilidad de la erradicación de la viruela.

En 1881, Luis Pasteur

Propuso utilizar la palabra va­cunación como el término para toda inoculación pre­ventiva contra cualquier enfermedad humana o ani­mal (17). La adopción de la vacuna de Jenner en los Estados Unidos fue objeto de mucho debate. En 1802 se hizo una evaluación pública de la nueva vacuna, que demostró ser muy superior a la variolación.

Pese a esto, y por complejas razones políticas y religiosas, en 1820 los Estados Unidos dejaron de promover la va­cunación. Es por esto que la década de 1840 las epide­ mias de viruela reaparecieron en este país.

Durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, la viruela fue un acompañante frecuente de ambos bandos; de hecho, Abraham Lincoln desarrolló los síntomas de viruela el día después de su famoso discurso de Gettysburg. Lin­coln, y la Casa Blanca en general, fueron puestos en “cuarentena permeable”, hasta su recuperación.

Las marcas de viruela acompañaron a Lincoln hasta su muerte, igual que a los presidentes Washington y John Adams, antes que él.

Durante la guerra Franco-Prusiana de 1870-1871, los alemanes que vacunaban a sus soldados cada 7 años, tuvieron menos de 300 fallecimientos y 8.360 infec­ciones por viruela; por el contrario, los franceses –no re-vacunados, pues sus generales no creían en la re-va­cunación–, tuvieron 23.000 muertos y 280.000 casos de viruela.

Aparecen viruela menor y vaccinia

En 1897, de forma súbita, apareció en Pensacola (Flo­rida), una forma leve de viruela, a la que se le llamó viruela menor. El virus causante es una variante muy cercana al VARV y ambas tienen inmunidad cruzada, es decir, quien se recupera de una infección, adquiere inmunidad contra la otra.

De los 54 casos documenta­dos en 1897, no hubo ninguna fatalidad. En menos de 3 años, esta variedad de viruela se diseminó por Cana­dá, las islas del Caribe y Brasil. En 1918 se reportó en Inglaterra y, poco a poco, desplazó a la viruela mayor.

De hecho, en los Estados Unidos se reportaban más de 100.000 casos de viruela por año, con una mortalidad del 1%. Se considera que la inmensa mayoría de estos casos correspondían a viruela menor. Sin embargo, hasta 1926 se documentaron algunos brotes de viruela mayor en los Estados Unidos, con elevada tasa de mortalidad.

La producción de vacuna se basó inicialmente en CPXV, el virus de la viruela bovina. Sin embargo, en algún momento no determinado, el virus de la vacuna cambió a un virus distinto, más cercano a la viruela equina (HPXV), que se denominó virus de la vaccinia (VV) o VACV. Esa migración de CPXV a VACV en las vacunas de viruela, no ha sido explicada. El análi­sis genético de un lote de vacuna de 1902, mostró que estaba compuesta de HPXV, lo que puede facilitar la explicación de la migración de HPXV a VACV (18). Para finales de la década de 1930, todas las vacunas de viruela se basaban en VACV.

(Lea También: Las Pestes del Siglo XVI)

Erradicación de la viruela

Desde Jenner se consideró que la viruela era una bue­na candidata para la erradicación, pues se trata de una enfermedad que afecta solo a humanos, la infectividad coincide con manifestaciones clínicas fácilmente iden­tificables, los que sobreviven adquieren inmunidad permanente y existe vacuna. Sin embargo, el número de casos de viruela en el mundo cada vez más poblado del siglo XX incrementó, la vacunación era errática y no estandarizada.

Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, desde 1935 hasta la erradicación, reporta 300 millones de fallecidos por viruela en el si­glo (19). Según esas mismas estadísticas, Colombia se ubicó entre los 20 países con mayor número de casos entre 1935 hasta que desapareció del listado en 1959, llegando a ocupar el segundo lugar en el mundo con reporte de hasta 7.200 casos por mes (19). En los Es­tados Unidos se logró la erradicación de la viruela en 1949, gracias a la vacunación obligatoria de los niños en edad escolar.

La Organización Sanitaria Pan-Americana (después, Organización Panamericana de Salud – OPS), en 1950, tuvo la primera iniciativa de erradicar la virue­la en el resto del territorio americano. El esfuerzo dio fruto con la erradicación de la viruela en la mayor par­te del territorio americano para la década de 1970. Las excepciones fueron Argentina, Brasil, Colombia y Ecuador, con incidencia y mortalidad que decreció considerablemente con la adopción de la vacunación masiva.

Doctor Brock Chis­sholm

Posteriormente, en 1953, el doctor Brock Chis­sholm, el primer Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso un programa de erradicación global de la viruela. Por diversas razones, este programa no logró el éxito esperado y fue aban­donado. En parte, porque cuantiosos recursos se de­dicaron al esfuerzo (infructuoso) para la erradicación de la malaria.

En 1958, el Viceministro de Salud de la Unión Soviética, el doctor Víctor Zhadnov, propuso un plan de diez años para la erradicación global de la viruela. El doctor Zhadnov arguyó que en su país, con gran diversidad étnica, se había logrado la erradica­ción con la implementación de un plan de vacunación masiva. El programa fue aprobado, con un presupues­to de US $100.000. Como era de esperarse con esta financiación, el programa también fracasó.

Sin embargo, la lucha para la erradicación continuó. En 1966, y por un margen de dos votos, la OMS apro­bó un presupuesto de US $2,4 millones para un nuevo programa erradicación de la viruela. En esta oportuni­dad, nombraron al Donald Ainslie Henderson, un mé­dico con estudios en salud pública de Johns Hopkins, como su director. También, en su libro, el doctor Henderson des­cribe con detalle el proceso histórico (1).

Al inicio del programa de erradicación definitiva, todo el hemisferio occidental, salvo Brasil, era territorio li­bre de viruela.

También en 1966, la invención de la aguja bifurcada permitió mejorar la eficiencia de la va­cunación. Inventada por el doctor Benjamín A. Rubin, de laboratorios Wyeth, la aguja bifurcada permitía la vacunación de cien personas con veinticinco viales. Otros obstáculos logísticos como la preservación de las vacunas en diversos climas, también fueron resuel­tos.

El doctor Henderson diseñó dos estrategias para el programa de erradicación: primero, la estandarización de las vacunas, de tal manera que solo se utilizaran productos de buena calidad en el esfuerzo de erradica­ción de la viruela; segundo, la disminución del número de casos de viruela a cero, y no centrarse en el número de vacunas administradas. Para este segundo objetivo, además de vacunación masiva, se crearon grupos de vigilancia epidemiológica que reportaban los brotes de la enfermedad y establecían controles sanitarios clásicos como cuarentenas.

Para 1970, la viruela fue erradicada en veinte países de África central y occi­dental, en 1971, de Brasil, en 1975, de Asia, en 1977, Ali Maow Maalin en Somalia, que fue el último caso natural de viruela del mundo. En mayo 8 de 1980, la Asamblea de la OMS declara, solemnemente, que el mundo y todos sus habitantes han ganado liberarse de la viruela (1).

Por más de una década, después de la erradicación, desaparece el interés por la viruela.

El virus reside en tan solo dos laboratorios en el mundo, uno en Rusia y otro en los Estados Unidos. Ya en 1990, varios países sugirieron la destrucción de todos los virus.

Sin em­bargo, los Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido, se opusieron dada la tecnología existente para que se construya un virus similar al VACV utilizando libre­rías disponibles. Un ejemplo de ello es la síntesis de un HPXV reportada en 2018 (20). Así, nace la era de la viruela sintética, sobre la que es preciso no especular.

Referencias

  • 1.Henderson DA. Smallpox – The Death of a Disease: The Inside Story of Eradicating a Worldwide Killer. Amherst, New York: Prometheus Books; 2009.
  • 2. Snowden F. 2010. Smallpox (I): “The Speckled Monster”. [podcast] Epidemics in Western Society since 1600. Available at: <https://oyc.yale.edu/history/hist-234/lecture-6> [Accessed 30 May 2020].
  • 3. Esposito JJ, Sammons SA, Frace AM, Osborne JD, Glsen-Rasmussen M, Zhang M, Govil D, Damon IK, Kline R, Laker M, Li Y, Smith GL, Meyer H, LeDuc JW, Wohlhueter RM. Genome sequence diversity and clues to the evolution of variola (smallpox) virus. Science. 2006; 313(5788): 807–812. https://doi.org/10.1126/science.1125134.
  • 4. Hughes AL, Irausquin S, Friedman R. The evolutionary biology of poxviruses. Infection, Genetics and Evolution. 2010; 10 (1): 50–59). NIH Public Access. https://doi.org/10.1016/j.meegid.2009.10.001
  • 5. Li Y, Carroll DS, Gardner SN, Walsh MC, Vitalis EA, Damon IK. (2007). On the origin of smallpox: Correlating variola phylogenics with historical smallpox records. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. 2007; 104(40): 15787–15792. https://doi.org/10.1073/pnas.0609268104.
  • 6. Thucydides. The History of the Peloponnesian War. https://www.gutenberg.org/files/7142/7142-h/7142-h.htm (accessed 31 May 2020).
  • 7. Stathakopoulos DC. Famine and Pestilence in the Late Roman and Early Byzantine Empire: A Systematic Survey of Subsistence Crises and Epidemics (Birmingham Byzantine and Ottoman Studies). London, UK: Routledge; 2004.
  • 8. Malvido E. El camino de la primera viruela en el nuevo mundo, del Caribe a Tenochtitlán, 1493-1521. Revista Cultura y religión. 2008; 2 (3).

Bibliografía

Fuentes

  • 19. WawamuStats. 2020. La Propagación del Virus de la Viruela por País (1920-1977). [online] Available at: <https://youtu.be/kdZw_YXQ6O8> [Accessed 30 May 2020].
  • 20. Noyce RS, Lederman S, Evans DH. Construction of an infectious horsepox virus vaccine from chemically synthesized DNA fragments. PLoS ONE. 2018; 13: e0188453- e0188453. Doi: 10.1371/journal.pone.0188453.

Recibido: 5 de junio de 2020
Aceptado: 20 de junio de 2020

Correspondencia:
Mauricio Lema Medina
mauriciolema@yahoo.com

 

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