La Castración en las Diferentes Culturas

Castración

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Aunque las consecuencias de una castración dependen ante todo de la edad en que se practica (si es prepúber o ya ha pasado la pubertad), de la extensión del procedimiento (orquidectomía o emasculación) y de la duración del hipogonadismo, es claro que también los aspectos políticos, socioculturales, demográficos, religiosos y étnicos, eran variables en las diferentes culturas. Además, los objetivos de la castración podían ser diferentes (Tabla 1).

China

En las dinastías imperiales chinas, la fórmula para lograr vivir en la Ciudad Prohibida era la castración, costumbre particularmente común durante las dinastías Ming y Quing, esta última a finales del siglo XIX. Matignon dice que “en China se es eunuco por la fuerza, por gusto, por pobreza y por pereza” (17).

Aunque estos hombres castrados en un principio pertenecían a tribus conquistadas, en tiempos posteriores el número de ellos seguían el principio económico de la oferta y la demanda. De manera legal o ilegal, por voluntad propia o por la fuerza, debería ser posible su consecución. El fenómeno iba de la mano de los harenes, es decir, de las emperatrices, favoritas y concubinas. Esta relación especial entre este grupo de castrados y mujeres, es la explicación del inmenso poder que algunos afortunados lograron acumular (13).

Es importante anotar que el número de eunucos y de concubinas se originaba en cálculos aritméticos basados en creencias religiosas o en datos astrológicos. La religión de Confucio intentaba mejorar la relación amorosa, teniendo en cuenta que las mujeres tenían un listado de defectos en cierto orden de importancia, siendo el primero el de los celos. A veces este “defecto”, considerado típicamente femenino, aunque no sea esto cierto, era la forma como una mujer preferida retenía a su hombre que temía perderla.

En aquellas culturas (China, países del Islam), aun las más conservadoras:

Se permitía tener varias mujeres. Los más pobres, solo una. Prevalecían teorías sobre el retiro de la actividad sexual de las mujeres después de los 40 (aunque en el oriente poca atención genera la menopausia), edad que se relacionaba también con la pérdida del atractivo físico, que el consumo de soya rico en flavonas antiosteoporóticas y con cierto poder estrogénico, tiende a mitigar. En cambio, el hombre después de los 50 permanecía sexualmente activo; así que, podemos sospechar, que de la disfunción eréctil no se hablaba, o si existía, se ocultaba (7).

En un momento y un imperio dados (chino u otomano), podrían existir miles de eunucos. Para entender la dimensión del fenómeno puede decirse que existían en la China cientos de eunucos al servicio del emperador (éste llegó a tener 2.000); había también para los 8 príncipes herederos, para la emperatriz y las princesas imperiales y otras princesas, quienes mantenían cada un 30 eunuco y otros miembros de la familia real, 10.

El número de concubinas era abundante; por ejemplo, el emperador Yong, de la dinastía Ming, mantenía 73. Dicen que el primer emperador Quing encontró a 2.000 de ellas (7). La competencia y los celos eran mitigados por los eunucos, mientras que posiblemente los emperadores no eran tales hipersexuales supermachos, que a nivel histórico intentarían competir con Luis XIV, el “Rey Sol” francés (“El estado soy yo”), de quien se decía que cada noche se acostaba con una cortesana diferente, mientras que con la reina solo lo hacía cuando estaba buscando herederos. Entre los árabes la relación heterosexual está bellamente descrita en “Las mil y una noches”.

La vida en la “Ciudad Prohibida” era complicada:

Llena de chismes y de conspiraciones. Aunque el emperador Yong poseía eunucos para su servicio, tenía reticencias sobre esta práctica. Cuando los Ryukyuans castraron a varios de sus propios niños y se los enviaron para su servicio, él expresó horror con esta situación y se los devolvió con el mensaje de que estos inocentes no merecían ser castrados.

Cuando un padre con familia numerosa y que residía en una aldea pobre, se desesperaba ante su situación, escogía a uno de sus hijos varones para castrarlo con la esperanza de que consiguiera puesto en el palacio imperial. El candidato a salir de pobre, acompañado de su familia, cumplía su cita con el barberocirujano, y este cobraría seis lingotes de plata por emascularlo (Figura 3).

Seis lingotes de plata cuesta convertirte en Eunuco

Los nuevos eunucos harían parte de una especie de “casta”. Trabajarían exclusivamente en la burocracia del emperador, la emperatriz y las concubinas. Desde luego, no tendrían familia y, como tal, no habría hijos que trataran de heredar el puesto. El “sexo” amputado (o “precious”) se conservaría en un recipiente y sería enterrado junto con el cuerpo del eunuco cuando muriera, ya que para entrar al cielo taoísta era necesario llegar completo si no quería reencarnarse como un mulo.

Hace un siglo, cuando cayó el último emperador de la China, los eunucos no permitieron que los sacaran antes de que les devolvieran sus “precious”, palabra con la que llamaban al recipiente que contenía sus órganos genitales amputados (7, 24,25). La vida de las concubinas, y eventualmente la de algún hijo que fuera resultado de una “noche loca” con el emperador, estaba ligada a la de los eunucos. La emperatriz intentaba todos los medios para que ese infante no naciera.

Un eunuco que llegara a esa cercanía con el emperador y sus esposas/concubinas:

No lo lograba de repente. Se trataba, inicialmente, de un niño que realizaba su educación al lado del futuro gobernante que era de su misma edad. Así que el emperador y el “guardián del lecho” eran amigos de toda la vida y se tenían mucha confianza.

En las noches, el eunuco se presentaba ante el gobernante cuando éste terminaba de cenar, llevándole una serie de tarjetas de color verde en su parte superior y que corresponden a un número preseleccionado de concubinas. Le preguntaba si quería tener sexo esa noche y, en caso afirmativo, el emperador escogía una de las tarjetas. De allí pasaba donde la emperatriz, que debía autorizar la relación. Con estas dos aprobaciones, el eunuco iba por la concubina, se la echaba al hombro y la colocaba en el lecho imperial.

Cuando el emperador tenía relaciones con la emperatriz, el eunuco anotaba la fecha y la hora.

Igual hacía si el emperador afirmaba que quería tener un hijo de la concubina. Si no, el eunuco procedía a limpiar la vagina después del sexo y, seguramente, se encargaba de colocar algún espermicida. Después la cargaba y la dejaba en su lecho. Cuando esta concubina y el emperador estaban juntos, después de un tiempo prudencial el eunuco levantaba su voz para decir: “se acabó el tiempo”.

Si el emperador no respondía, volvía a decirlo hasta 3 veces con ciertos intervalos y, si al final no había respuesta, el eunuco abría la puerta y simplemente se llevaba a la concubina. La autorización de la emperatriz era tan importante que hubo un caso en que ésta nunca autorizó la existencia de un harén, a pesar de la presión de los ministros, interesados en que al menos tuviera 12 concubinas para garantizar una larga prole (7).

En las diferentes dinastías hubo algunos eunucos destacados, aunque no siempre para bien. Los hubo de carácter mafioso, manipuladores y que ganaban o que perdían batallas, conservándose en el poder. No faltó el que se asoció con poderosos y luego los traicionó. Aunque parece que, en general, fueron leales y confiables, y la mayoría se desempeñó en oficios menores del palacio imperial. Los que tuvieron poder, no necesariamente fueron ministros.

Estudios médicos sobre los eunucos de la corte china sobre la Castración

En 1930, Ferdinand Wagenseil realizó un estudio anropométrico sobre 31 eunucos chinos, en el Hospital Alemán de Pekín. Este investigador pertenecía al Instituto de Anatomía de Friburgo, pero por aquel tiempo trabajaba en la Universidad Tungchi de Shanghái, donde previamente había estudiado hombres normales del norte de China con los mismos parámetros.

Tomó los datos de talla, peso y una variedad de dimensiones esqueléticas, radiografías de cráneo, descripciones de piel y vello corporal. Estos individuos habían salido de la Ciudad Prohibida, por razones de destitución o desempleo. Tenían entre 57 y 38 años promedio de haber sido castrados (26). Exámenes físicos (que incluían tacto rectal) practicados en 26 eunucos por Wu y Gu en 1960 (27), arrojaban un promedio de edad de 72 años y una duración aproximada de la castración de 54 años.

Wilson (12) revisó los 6 únicos estudios que existen sobre el efecto a largo plazo de la castración en eunucos Skopsy, chinos y otomanos, como el agrandamiento de la hipófisis a los rayos X, o cambios esqueléticos como la falla en el cierre epifisiario y la osteoporosis.

Los castrados prepuberales eran altos y tenían largas extremidades. Presentaban ginecomastia, generalmente ausencia o escaso vello andrógenodependiente, no eran calvos y adolecían de “aparente” desaparición de la próstata (12,27). Wagenseil logró una importante colección de fotografías de eunucos (Figura 4). A estos se les reconocía por su voz atiplada, con cifosis generalmente marcada (por la osteoporosis) y porque daban pasos cortos para caminar (7).

Ocho eunucos y ocho castrados, Se observa la ginecomastia y la cifosisPor su incontinencia urinaria, despedían el clásico olor amoniacal.

En algunas oportunidades se toleraba este desagradable aroma, pero en otros casos eran sometidos a castigos físicos por no emplearse a fondo en su limpieza. Las descripciones sobre eunucos en otras culturas tienden a coincidir.

Todo castrado tiene tendencia a la sarcopenia y al sobrepeso. Si la castración es realizada a temprana edad, el individuo no desarrollará hiperplasia prostática, ni cáncer de esta glándula accesoria o del testículo. Los bajos niveles de andrógenos reducirán la libido y en castrados prepuberales, no se perderá la voz aguda y el pene será de tamaño pequeño.

Eunucos en Turquía

Persas, babilonios, otomanos, árabes, turcos, les tenían diferentes nombres a los eunucos. En la era bizantina, la del Imperio Romano de Oriente, durante el reinado del emperador Justiniano El Grande, se inició la costumbre de tener eunucos para diferentes servicios, incluidos el de cuidar los harenes. Pero no precisamente por gusto del emperador, quien era un agudo censor de esta costumbre.

Incluyó castigos en el código bizantino, pero como generalmente ocurre, la práctica se generalizó. Diocleciano ejerció un poder despótico y en el palacio, los cargos estratégicos fueron usurpados por eunucos serviles que atendían los más mínimos deseos del Emperador.

Durante el Imperio Otomano:

Tener eunucos no solo era privilegio de la Corte, sino de cualquier ciudadano que contara con los recursos. También se hacían cargo de los harenes. Dichos eunucos procedían originalmente del sur de Rusia o de la península de los Balcanes, pero en épocas más tardías eran negros que procedían de Sudán o Etiopía. Es preciso recordar que Felipe el apóstol, bautizó a un ministro etíope que era eunuco (4,5).

La historia de los eunucos de Bizancio está llena de anécdotas y de conspiraciones entre emperadores, ematrices y también a apelaciones de los eunucos a patriarcas de la Iglesia, incluso de santos como Juan Crisóstomo, para que los ayudaran cuando estaban en líos (28).

Aunque el procedimiento de castración era similar al realizado en la China, la mortalidad era alta. El código penal bizantino utilizaba la castración como castigo. Hikmet y Regnault (citados por Wilson) (12), hicieron los primeros estudios sobre eunucos de la corte en Estambul (Imperio Otomano), pero durante la I Guerra Mundial, Ferdinand Wagenseil estudió otros; el primero, un paciente suyo que murió de tifo, a quien se le practicó una autopsia. Luego, estudió otros 10 eunucos a los que les practicó exámenes físicos, medidas antropométricas y rayos X de cráneo. La mayoría tenían dificultades para orinar (26).

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