Las propiedades psicoactivas de las plantas

Sobre las fuentes documentales de los autores áureos

Tal como lo demuestra en sus textos, sobre todo en las Novelas Ejemplares (1613), Cervantes parece disponer de conocimientos significativos sobre las virtudes de numerosas plantas que constituían los herbolarios de su época, además de los diferentes preparados de botica elaborados con ellas, como aceites, ungüentos, bálsamos, raíces, cortezas o jarabes (Esteva de Sagrera, 2005; López-Muñoz et al., 2006; 2008a).

Sin embargo, en relación con estos agentes puramente psicotrópicos, Cervantes suele evitar mencionarlos específicamente, sobre todo en el caso del opio21, y se limita a glosar las propiedades y efectos de los preparados herbales utilizados a nivel popular, sin incidir en su hipotética composición. No debemos olvidar, en este punto, la especial vulnerabilidad del literato, que, cuestionado como cristiano viejo, debía dejar inmaculada de forma permanente su limpieza de sangre.

Por su parte, Lope de Vega, en líneas gene­rales, hace amplias referencias al uso terapéutico de las plantas en multitud de sus obras teatrales, e incluso parece conocer las indicaciones terapéuticas de algunas hierbas, pero, en general, profundiza poco en ellas, y suele mencionarlas sin precisar sus propiedades salutíferas o nocivas para la salud.

Con respecto a los agentes psicotrópicos, se suele referir a ellos de forma alegórica y metafórica, aunque las sustancias narcóticas y venenosas constituyen valiosas herramientas en las tramas de sus obras dramáticas22, lo que hace evidente que Lope de Vega era un gran conocedor del carácter popular que determinadas drogas tenían en la sociedad de su tiempo (Becerra, 2004).

Pero, ¿cuáles fueron, en su caso, las fuentes científicas en materia médica y terapéutica que pudieron utilizar estos autores para documentarse técnicamente?

En el caso de Cervantes parece bas­tante claro, a la luz de los trabajos de investigación desarrollados por nuestro grupo (López-Muñoz y Álamo, 2007; López-Muñoz et al., 2007a; 2007b) y también plausible en el caso de Lope de Vega y otros relevantes autores áureos.

Se trata del texto de referencia en el campo de la terapéutica durante los siglos dorados: el Dioscórides, denominación popular y vulgarizada del tratado Sobre la Materia Médica, principal obra científica del médico griego Pedacio Dioscórides Anazarbeo (Anazarba, c. 40 – c. 90). Una de las más relevantes versiones comen­tadas del Dioscórides fue la del médico segoviano Andrés Laguna (1599-1560)23, primera realizada en lengua castellana24 (González Manjarrés, 2000). (Leer también: Universo pentadimensional)

Cervantes, como familiar de sanitarios25, dispo­nía de ciertos conocimientos del arte de la medicina, conocimientos que pudo transfundir a sus creaciones literarias. Además, en su biblioteca particular se han identificado varios tratados de materia médica, incluyendo un ejemplar del Dioscórides, comenta­do e ilustrado por Andrés Laguna26.

Incluso llega a referenciar este texto y a su autor27, única obra de carácter científico-médico que cita Cervantes en toda su producción literaria, en concreto en El Quijote (Primera parte, capítulo XVIII).

Con respecto a Lope de Vega, aun sabiendo que el inventario que acompañó a su testamento listaba más de 1500 libros, no existen datos fiables sobre los títulos de su biblioteca particular, pues, por desgracia se perdieron con el paso del tiempo, y solo a través de la lectura de sus obras podemos intuir qué libros pudo consultar el dramaturgo (Sánchez-Jiménez, 2010).

En cualquier caso, en lo que todos los investigadores concuerdan es en su uso constante de diferentes manuales, enciclo­pedias y polianteas (Dixon, 2010). Pero, al igual que Cervantes, Lope de Vega también menciona a Laguna en una de sus obras, El acero de Madrid (ca. 1618).

Otro relevante literato del Siglo de Oro, Tirso de Molina, también menciona a Laguna en su famosa comedia La Fingida Arcadia (1676)28 e incluso Calderón de la Barca también pudo haber dispuesto de un ejemplar de la versión comentada del Dioscórides del humanista segoviano en su biblioteca particular (Slater, 2010).

Volviendo de nuevo a Lope de Vega, ejemplo por excelencia de literato erudito, su obra dramá­ tica hace traslucir que también conocía los textos técnicos y, sobre todo, la Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, apodado Plinio el Viejo (23-79 d.C.), así como la de los dos médicos coetáneos que fueron los principales comentadores y traductores del autor clásico, Francisco Hernández (ca. 1514- 1587) y Gerónimo de Huerta (1573-1643), quienes aumentaron el peso y trascendencia de la terapéutica de la obra de Plinio29.

Lope de Vega hace múltiples referencias a Plinio en su obra, sobre todo como autoridad en el ámbito de las ciencias naturales, tanto en relación al mundo vegetal como animal o incluso simplemente como autoridad histórica, pero en ocasiones también hace referencia al naturalista clásico como autoridad en el uso farmacológico de las plantas o animales. En concreto, Lope de Vega cita a Plinio en 41 reseñas de sus obras dramáticas, y a su traductor y comentarista Gerónimo de Huerta también lo menciona en el Laurel de Apolo (1630).

Otra posible fuente de consulta de Lope de Vega en materia terapéutica, que ya hemos contrastado en trabajos previos (Andrade-Rosa y López-Muñoz, 2016), es el texto de Constantino Castriota (n.d.)30 titulado Il Sapere Util´e Delettevole (El saber útil y agradable), editado en Nápoles en la década de 1550. Lope de Vega, gracias a los conocimientos lingüísticos que del italiano tenía, pudo leer esta obra sin dificultad.

En este caso concreto, podemos afirmar que la consulta del texto de Castriota31 a la hora de redactar La Arcadia (1598) fue directa, dada la gran similitud, e incluso literalidad, existente entre los párrafos de ambos textos (Andrade-Rosa y López-Muñoz, 2016).


21 Esto posiblemente no se deba a la ignorancia del autor, que no era ajeno a la materia médica y terapéutica, sino, como postulan varios autores, a un exceso de celo frente a las autoridades de la Inquisición, debido al controvertido y desprestigiado uso extraterapéutico de estas sustancias, muy criticado por las autoridades eclesiásticas (Fraile et al., 2003).
22 Véase, a título de ejemplo, La sortija del olvido (1619), donde la poción contenida en una sortija altera el entendimiento de su portador; El rey sin reino (1625), en la que la reina Elisa muere envenenada; La reina Juana de Nápoles, y marido bien ahorcado (1615), en cuya trama la regente protagonista sobrevive a un envenenamiento; o El gran duque de Moscovia y emperador perseguido (1617), donde se emplean unas hierbas para intentar asesinar a Teodoro, quien también logra salvar la vida, aunque pierde la cordura y la capacidad para reinar.
23 Andrés Fernández de Laguna puede ser considerado como el prototipo de científico humanista del Renacimiento, y aun siendo hijo de médico judeoconverso, alcanzaría la fama en vida, como una de las más brillantes figuras de la cultura europea de la época. Aunque escribió más de 30 obras de diversas materias, incluyendo las de orden filosófico, histórico, político y literario, además de las estrictamente médicas, la obra más conocida de Laguna es la traducción comentada de la Materia Médica de Dioscórides.
24 Prueba de la gran aportación original de Laguna a este compendio clásico es que sus comentarios duplican en extensión el texto completo de Dioscórides, comentarios en los que se incorporan observaciones y opiniones fruto de su amplia experiencia como botánico y farmacólogo, y de sus continuos viajes por Europa, donde siempre se ocupó de recoger y estudiar cuantas hierbas y plantas pudo.
25 Hijo de cirujano-sangrador (Rodrigo de Cervantes, 1509- 1585), hermano de enfermera (Andrea de Cervantes, 1545?-1609) y bisnieto de bachiller médico (Juan Díaz de Torreblanca (n.d.-1512).
26 Ateniéndonos a la reconstrucción de la biblioteca de Cervan­tes, la edición reseñada por Eisenberg (2002) fue Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortíferos, Traduzido de la lengua Griega, en la vulgar Castellana, & illustrado con claras y substan­ciales annotaciones, y con las figuras de innumeras plantas exquisitas y raras, por el Doctor Andrés de Laguna, Médico de Iulio III. Pont. Maxi. Libro editado en Salamanca. Si este libro corresponde, como indica el investigador, al legado paterno, debía corresponder a la edición salmantina de 1563, o una de sus reimpresiones de 1566 o 1570, ya que Rodrigo de Cervantes falleció en 1585. En este trabajo se ha utilizado una versión electrónica de la edición salmantina del Dioscórides de Laguna de 1563, posiblemente la misma que debió manejar Cervantes, impresa, con privilegio, en la casa de Mathias Gast.
27 Hay que tener presente, según postulan algunos autores (Baranda, 1993), que Laguna redactó sus comentarios al Dioscórides mediante un discurso universal en lengua cas­tellana, de forma que pudiesen ser utilizados y entendidos, además de por los profesionales de la medicina de la época, por personas legas en materia terapéutica, ya que evitó recurrir a la tecnificación del lenguaje vulgar. (Gutiérrez Rodilla, 2005).
28 Las obras de teatro de Tirso de Molina también han sido con­sultadas en la base de datos TESO: http://0-teso.chadwyck. co.uk.cisne.sim.ucm.es/frames/htxview?template=basic. htx&content=frameset.htx (TESO, 2016).
29 En este trabajo, hemos empleado la edición de Somolinos d’Ardois y Nogués de 1999, correspondiente a la versión de la Historia Natural de Plinio anotada por Francisco Her­nández y por Gerónimo de Huerta (Madrid: Visor Libros – Universidad Nacional de México).
30 Constantino Castriota fue un literato y hombre de armas napolitano del siglo XVI, autor (con el pseudónimo de Filo­nico Alicarnasseo) de una controvertida obra sobre vidas de hombres y mujeres ilustres.
31 El afán divulgativo y la forma de unir tantos temas diferentes en una misma obra hace que el texto de Castriota resulte ser un cúmulo indiscriminado de mitos, fábulas, anécdotas histórico-geográficas y bíblicas, etc., todo ello de escasa calidad científica y literaria. Pero era precisamente este tipo de obras las que gustaba de consultar el Fénix de los  Ingenios en los momentos de formación y documentación previos al diseño de sus obras literarias (Dixon, 2010).

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