Homenaje póstumo a un Gran Colombiano

Jaime Eraso López1 

A la edad de 99 años, falleció la semana pasada en Bogotá el Académico y maestro de la medicina Dr. Hernando Groot Liévano conocido por ser un científico e investigador de talla continental, por lo que la comunidad nacional e internacional han lamentado profundamente este aciago acontecimien­to.

Como su labor de investigador estuvo ligada al departamento de Nariño cuando permaneció dos meses en la ciudad de Pasto en 1939 con el fin de descubrir la causa de una epidemia que mató a más de 8.000 personas en la zona del Guáitara, en compañía de otros tres médicos que se desplazaron desde Bogotá, mientras se desempeñaba como Jefe del Laboratorio de Salud Pública el Dr. Luis Eduardo Martínez, es justo rendirle un homenaje póstumo que permita, además, trazar en pocas líneas la semblanza de su incomparable trayectoria.

La epidemia a la que me referí, de carácter infecciosa, fue el resultado de la acción de una bacteria llamada Bartonella, de ahí el nombre de bartonelosis o enfermedad de Carrión, que se expande a través de un mosquito transmisor y produce la destrucción de los glóbulos rojos de la sangre conllevando a la aparición de una anemia severa y a la ulterior muerte.

Su descubrimiento tuvo lugar en Sandoná cuando se logró identificar la bacteria bajo el lente del microscopio; bacteria parecida al parásito del paludismo.

Hace 7 años nos visitó nuevamente el Dr. Groot y durante su magistral conferencia detalló los hallazgos de su investigación con gran dominio del tema, cualidad propia de una inteligencia superior, sin olvidar los nombres de cada uno de los médicos de la época. (Vea también: Premios Academia Nacional de Medicina a la Investigación Científica 2016)

Aquel evento fue ocasión para que los académicos pastusos le hiciéramos entrega de una hermosa placa a madera condecorativa de agrade­cimiento por su amor a Nariño y como muestra de su gran calidad humana, cuando se me reconoció en Bogotá mi ascensión a Miembro de Número de la Academia, me entregó una honrosa tarjeta escrita de su puño y letra en la que destaca mi trayectoria anotando al final: “También agradezco la mención de los modestos servicios que tuve el privilegio de prestar a Nariño”.

El Dr. Groot se graduó de Médico en la Univer­sidad Nacional de Colombia e hizo estudios en la Universidad de Harvard donde cursó sus estudios de Máster en Higiene Pública obteniendo el Cum Laudem.

Fue profesor de Parasitología de las Universidades Javeriana y Andes. Sus numerosas investigaciones, publicadas en revistas internacio­nales, fueron el fruto de sus trabajos en zonas tro­picales, especialmente en la cordillera oriental y los límites con Venezuela que le permitieron descubrir el virus del dengue, de la encefalitis equina cuyo virus identificó cuando permaneció en el Caquetá, en San Vicente del Caguán.

De igual manera, se cuentan numerosas investigaciones publicadas sobre el tifus exantemático en Nariño.

Se le reconoce como asesor de varios Co­mités internacionales de Políticas científicas. Fue miembro de investigaciones en medicina tropical de la comunidad europea en Bruselas, del Comité Científico de la OMS en Ginebra y de la OPS.

Se le reconoció como una autoridad en el campo de la bioética médica y con la categoría de investigador médico en los países del tercer mundo. Perteneció al Tribunal de Ética Médica, ejerció como Presidente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia y Miembro Extranjero de la de Chile y España, se le nombró Secretario Perpetuo de la Academia y fue miembro del Comité Mundial de expertos en enfermedades causadas por virus.

Recibió varios premios nacionales e internacionales como la medalla de oro de la Universidad de los Andes, el premio a la Obra integral de un científico otorgado por la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de Colombia y el de Abraham Horwitz de la Organización Panamericana de la Salud.

Con cerca ya de los 100 años de vida, me hace recordar a uno de los clásicos del Siglo de Oro de la literatura española que decía: “Llegó tranquilo a una edad tan avanzada donde no le faltó vieja leña qué quemar, viejo vino qué beber, viejos libros qué leer y viejos amigos para hablar”.

Para termi­nar, quiero añadir que representó la encarnación de la medicina por su ejercicio digno, respetable y responsable de ésta la más noble, necesaria y humana de las profesiones. Que su labor sirva como un mensaje y un ejemplo para las nuevas generaciones de médicos.

Descanse en paz este coloso de la medicina colombiana.

Pasto, octubre 17 de 2016


1 Académico de Número, Capítulo de Nariño, Academia Nacional de Medicina de Colombia.

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