Reseña Bibliográfica: Intervención del Académico Dr. Hugo Sotomayor Tribín

El libro que se presenta hoy en esta Academia Nacional de Medicina de Colombia, “Aproximaciones a la paleopatología en América Latina”, conjuga el aporte intelectual de una institución privada internacional como la ALANAM, conformada por las academias nacionales de medicina de Latinoamérica, el económico y editorial del Convenio Andrés Bello, organismo internacional e intergubernamental de integración educativa, científica, tecnológica y cultural de varios países latinoamericanos y la labor de la Academia Nacional de Medicina de Colombia. Instituciones todas ellas, con decididas vocaciones americanistas.

El es el producto del respaldo que recibió la iniciativa tomada por quien les habla en la XV reunión del Consejo Directivo de la ALANAM, reunido en el mes de enero de 2002 en Quito, por parte de las directivas de esta academia, en especial en el mandato del académico Juan Mendoza Vega y muy particularmente durante el actual presidente, académico Zoilo Cuellar Montoya, y del apoyo por parte del Secretario Ejecutivo del Convenio, médico ecuatoriano, ex Ministro de Salud de su país, apasionado también del mundo prehispánico, Francisco Huertas Montalvo y su jefe editorial, José Antonio Carbonell Blanco

El libro si bien es de paleopatología general, hace énfasis marcado en una de las fuentes de esta disciplina, las representaciones artísticas de las enfermedades, en virtud a las consideraciones iniciales que tuve oportunidad de hacerles a los autores sobre el enorme y peculiar valor de ellas en el ámbito americano dentro del conjunto universal de esta ciencia -nacida a principios del siglo XX- fundamentadas en la investigación que desarrollé para mi libro Arqueomedicina de Colombia Prehispánica, en su primera edición de 1992, y mi participación en el II Congreso Internacional de Estudios sobre Momias, realizado en nuestra Cartagena en 1995.

En el libro participaron académicos o delegados de las academias nacionales de Medicina de Buenos Aires, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, México y Colombia después de no pocas dificultades para acopiar los textos e imágenes de los capítulos.

La primera colaboración que recibimos fue la de la academia de Bolivia, gracias a la dirección del académico Jaime Ríos Dalenz y del entusiasmo de la licenciada Claudia Vincenty, quienes coordinaron la participación de los investigadores Jedú A. Sargánaga, Gerardo Céspedes, Luis Hurtado, Gustavo del Carpio y Ramiro Alvarado.

Las últimas fueron del Ecuador, en cabeza del académico Plutarco Naranjo, ex presidente de la ALANAM y del doctor Enrique Hermida Bustos, poseedor de una importante trayectoria en la disciplina; y de México, obra del diligente académico Roberto Medina. (Ver: Reseña Bibliográfica: Intervención del Doctor Francisco Huerta Montalvo, Secretario Ejecutivo del Convenio Andrés Bello)

El capítulo de Paraguay, de la pluma de los académicos Pedro Espinosa y Emilio Saguer, llegó casi al tiempo con los de Perú y Argentina. El autor del capítulo de Perú, académico Uriel García Cáceres, con una larga trayectoria en paleopatología, fue el organizador de la sección de esta disciplina que se exhibe en el Museo de Antropología e Historia de ese país.

El capítulo de Argentina le fue encomendado por la Academia de Buenos Aires a los investigadores no académicos Silvia Cornero y Rodolfo Puche. Los capítulos a cargo de Colombia tuve el honor de escribirlos. La extensión de los capítulos varía desde los extensos de Colombia y Ecuador (cada uno con dos capítulos) al más breve, como el de Paraguay.

En el libro, bellamente diseñado por el grupo dirigido por José Antonio Carbonell, tiene además de sus apasionantes textos una muy importante colección de fotografías a todo color de las representaciones artísticas precolombinas de México, Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia, y de huesos y momias.

Desde mi perspectiva personal el libro aquí considerado es uno más de los varios pasos que he dado en mi afán por conocer algo de ese mundo que desde mi juventud me ha subyugado; me refiero al mundo premoderno y precolombino de nuestra milenaria historia, que hoy gracias a las investigaciones del profesor Gonzalo Correal Urrego, reconocido pionero en nuestro país de la paleopatología y de quien siempre he recibido apoyo y luces en esta área del saber, se remonta a más de doce mil años.

Mi deseo de conocer ese mundo me llevó, en el último año de bachillerato, a vacilar de mi muy acendrada vocación hacia la medicina, y a pensar en optar por la antropología.

Pero ahí estaba mi padre, Álvaro Sotomayor, también médico pediatra como yo, quien me ayudó en ese momento a tomar la decisión de seguir mi vocación médica, al plantearme con energía y sentido del humor que recordara que la palabra vocación venía de boca, queriendo decirme con semejante exabrupto etimológico que debía pensar en serio tal decisión, ya que la vida del antropólogo, por los menos en esos tiempos, generaba mayores dificultades que la del médico para poder sobrevivir.

Ya en la Universidad Nacional mis condiscípulos y yo tuvimos la gran suerte de recibir un curso completo de antropología médica en los primeros semestres de nuestros estudios médicos y vivir los momentos político-espirituales tan especiales de los años setenta.

Hoy, nuestros sueños de esos años se han hecho de una u otra forma realidad. Con el tiempo he desarrollado en paralelo a mi especialidad mis trabajos de investigación en paleopatología e historia de las enfermedades y de la medicina en Colombia.

Gracias a nuestra Constitución Política de 1991 que nos reconoce como una nación plurietnica y multicultural, y nos obliga a todos los colombianos a reconocer y respetar la medicina de los pueblos indígenas, el año pasado, 2006, viví una experiencia maravillosa al liderar el área de salud de un proyecto de etnoeducación comunitaria para el resguardo indígena de Caño Mochuelo, en Casanare.

Tuve la inmensa suerte de interactuar como médico facultativo con tres médicos indígenas, el uno sikuani, el otro kamentzá y el otro arhuaco, en la atención médica a las personas de ese resguardo ocupado por ocho etnias.

Esta diversidad cultural que tenemos los colombianos y los otros países americanos nos ofrece a los médicos una enorme fuente de reflexión para profundizar en la mentalidad antropológica que debe dirigir e ir de la mano con las otras tres mentalidades que han nutrido a la medicina moderna u occidental: la mentalidad anatomopatológica, la fisiopatológica y la etiológica.

“Aproximaciones a la paleopatología en América Latina”, que cabe pensarla en el derrotero de lo que definió Germán Arciniegas, “América es otra cosa”, la presentamos sus coordinadores y autores al público para ser leída, criticada y superada por los presentes y futuros estudiosos del tema; y la lanzamos al compás de unas piezas musicales clásicas, en instrumentos andinos, de los países que participaron en ella.

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