Profesor Luis López de Mesa Reminiscencias

Académico J. HERNANDO ORDÓÑEZ

Personalidad

El 18 de Octubre pasado se cumplieron 30 años de la muerte del Profesor Luis López de Mesa, fecha luctuosa para la cultura americana. Con tal motivo quiero revivir su memoria y rendirle un cálido homenaje de gratitud y admiración, haciendo reminiscencias de hechos y anécdotas vividas gracias a la cordial amistad que me permitió apreciar la grandeza de su personalidad, que brilló con luz propia en todos los campos del saber humano, que lo llevó a escalar sitio de honor entre los grandes humanistas del continente.

Sería un atrevimiento de mi parte, dada la poquedad de mis recursos literarios, intentar una biografía del profesor López de Mesa, tanto más, cuando eminentes autores han escrito obras magistrales relatando y exaltando las múltiples facetas de su excepcional cultura.

Mi propósito es modesto: no he de referirme a su actuación como fundador del Colegio Máximo de las Academias Colombianas, ni de su hija “Bahía Solano”, ni del brillo con que desempeñó cargos tan importantes como Rector de la Universidad Nacional, Ministro de Educación Nacional y de Relaciones Exteriores, miembro de las más prestigiosas sociedades científicas y culturales, tanto nacionales como extranjeras, autor de numerosas obras a cual más eruditas, originales y profundas, y tantos títulos, cargos y actuaciones, que me sería largo enumerar.

La sencillez y su modestia fueron admirables, como han sido las de los grandes genios. No conoció la vanidad ni el orgullo. (Lea también: El Profesor Lopez de Mesa o la Fe en el Valor de las Ideas)

Casi me atrevería a pensar que no se dio cuenta de su propia grandeza, a pesar de los múltiples y más variados elogios, honores y homenajes que le rendían tanto en el ambiente nacional como en el internacional, donde contaba con la admiración de los más brillantes exponentes de la cultura, que, distantes, se admiran recíprocamente, como de lejos se divisan y se contemplan las más elevadas cumbres de las montañas.

Su compleja erudición y profundos conocimientos le imprimieron una personalidad que llevaron a algunos a calificar como incomprensible, abstrusa. Conociéndolo como lo conocí, no puedo compartir tan equivocados conceptos.

Quienes así pensaban, estaban reconociendo tácitamente su menoría cultural. (Menoría, de menor). A propósito recuerdo la conferencia que dictó el Profesor en 1946 sobre el origen y la evolución de la vida en el planeta , a la cual tuve el placer de asistir. Se refirió al origen de la vida en el mar hace millones de años y continuó su exposición sobre las diferentes etapas de su evolución, haciendo énfasis en el fenómeno de la adaptación de los primeros vertebrados a la vida terrestre.

Hizo mención especial del primer pez que intentó hacerlo, etapa que calificó como trascendental para la evolución de las especies. Citó el nombre de este pez en la clasificación, si no recuerdo mal, un Crossopterigio, y, para que se entendiera mejor, dijo que era así como una variedad de sardina. Esta aclaración desató una serie de comentarios diciendo que el Profesor López de Mesa había sostenido que el hombre desciende de la sardina. En rigor científico, pensando en la filogenia y en la evolución en millones de años, el Profesor tenía razón.

Esta tesis dió origen a lo que graciosamente se llamó “la tempestad de la sardina”. De su sentido práctico de la vida puedo citar: en alguna ocasión conversábamos de la finca y le conté que había sembrado eucaliptus.

Me comentó sobre las variedades de esta planta y me aconsejó que no los sembrara cerca del nacimiento del agua porque en ocasiones sus raíces alcanzaban hasta 20 metros y podían disminuir su caudal. En otra ocasión hablamos del ganado de la raza blanco orejinegro, que da poca leche: me comentó que si se cruzaba con raza Holstein daba más leche.

Adelante, cuando trate de su participación en el proyecto para fundar una universidad de alto nivel, podremos apreciar su capacidad como organizador, planeando y previendo todos los detalles atinentes al proyecto.

En cambio, en ocasiones solemnes era de admirarlo cómo se elevaba a cumbres culturales, naturales en él, planteando tesis y conceptos personales, improvisando los más elocuentes discursos, que era un inefable deleite escuchar. Tal fue el caso cuando la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Española, nos nombró a un grupo de profesionales como miembros corresponsales, entre ellos al Profesor López de Mesa.

Como era lógico, la persona más calificada para representarnos en tan solemne ocasión era el Profesor, quien, al contestar el admirable discurso del señor Embajador de España, pronunció una de sus más elocuentes improvisaciones. Como colombiano me sentí orgulloso de estar representado por tan elevado exponente de nuestra cultura.

En la conversación privada empleaba términos tan precisos y apropiados, que eran casi irremplazables. En alguna vez que lo visité, lo encontré, como siempre, estudiando. Le comenté que con tánto que sabía, y continuaba estudiando. Me dijo: “verá usted, yo ya no estudio para aprender, solo estoy remallando mis conocimientos”.

Hablando de la palabrería de algunos gobernantes, que tanto prometen y poco cumplen, que lo que hemos tenido ha sido una logogracia (logos, palabra y cracia, poder). Con una sola palabra definió la problemática de lo que hemos llamado democracia. Logogracia, neologismo perfecto, ideado seguramente por el Profesor.

Es de observación corriente que en nuestro medio rendimos culto, tal vez exagerado, a todo lo foráneo. Al respecto conceptuó que en realidad vivimos en un estado de menoría cultural y económica. Refiriéndose a una persona con manifestaciones incipientes de demencia senil, calificó este estado como “deterioro de la personalidad”, y en otro caso, más avanzado, como “desintegración mental”. En nuestras reuniones hablábamos de los más variados temas.

Quiero referirme a uno que poco ha sido mencionado por los eminentes escritores que se han ocupado de su biografía: la astronomía, que estudiaba con deleite. Esto explica la referencia que hace en algunas cartas a la Revista SCIENCE que le prestaba para estudiar los fenómenos cósmicos. Todo lo analizaba con esa mentalidad asombrosa que lo capacitaba para sus famosas cogitaciones.

En alguna ocasión me comentaba el fenómeno que presenta la evolución de la cultura en las naciones: tienen un período de progreso en todos los campos, que las lleva a destacarse entre las demás por sus adelantos, por su poderío, por su cultura y prosperidad, y luego entran en decadencia.

Me hizo la observación que este proceso se ha venido cumpliendo, en siglos de duración, de oriente a occidente, lo cual es evidente si pensamos en los fenicios, los griegos, los romanos, Europa, actualmente está en los Estados Unidos y ya se vislumbra su paso al Japón y países vecinos.Correspondencia En Mayo de 1961 se trasladó a Medellín, donde residió con sus hermanas doña Beatriz y doña Elena.

Por esa época tuve el placer y el honor de intercambiar correspondencia, gracias a la cordial amistad que nos unió. Conservo estas cartas como un valioso tesoro, tánto que a veces me pregunto si conservarlas inéditas no se podría interpretar como cierto grado de egoismo de mi parte. Ello me ha estimulado a darlas a la publicidad, algunas en fotocopia, para que se conozca su caligrafía original.

En carta de Agosto 3 de 1964, con motivo de mi discurso para ingresar a la Academia de Medicina, analiza los alcances y los logros de la ciencia colombiana y me aconseja “un criterio patrióticamente benévolo pero científicamente parco, pues en muchos de los casos conspicuos sólo hubo aproximaciones o loables tentativas”. “Medellín, Agosto 3 de 1964 Señor Pr. Hernando Ordóñez E. S. O.

Mucho gozo espiritual me trae la noticia de que por Septiembre se recibirá en la ilustre Academia Nacional de Medicina: congratulaciones. No alcanzo a prever que para entonces mi flaca salud me permita viajar a esa, pero desde aquí lo acompañan mi afecto y grande estima. Lo difícil en su tesis de recepción está en definir, no tanto la nómina de los médicos dignos de mención en ingenio inventivo, sino el verdadero alcance de sus invenciones, en realidad muy poco él y ellas muy pocas.

Converse con Soriano Lleras y Bonilla Naar, quienes han acopiado estupenda documentación atinente, y aténgase a un criterio patrióticamente benévolo pero científicamente parco, pues en muchos de los casos más conspicuos solo hubo aproximaciones o loables tentativas: la ciencia universal no podría recoger de tales sino media docena de verdaderos triunfos.

La parte clínica logró mejores actuaciones, y el apostolado de los abuelos, ese sí, pleno encomio. Mi amistad lo saluda, efusivamente. Luis López de Mesa”. En Octubre de 1964 lo felicité con motivo de cumplir 80 años. Retribuyó mi saludo en los términos de la carta en la que hace mención de su peligroso cumpleaños. “Medellín, Octubre 12 de 1964 Dr. Hernando Ordoñez E.S.D. Su gentileza enalteció el aniversario de mis días con saludo que me es muy grato: mi amistad se lo retribuye acrecido con el pláceme por su triunfo académico.

El cúmulo de comunicaciones con ocasión del dicho peligroso cumpleaños no me ha permitido estudiar la colección de SCIENCE que tan generosamente usted me dió en préstamo: se la cuidaré mucho. Le deseo grata vida y obra fecunda. Luis López de Mesa”.

Refiriéndose a mi discurso de recepción en la Academia de Medicina, dijo: “Medellín, Noviembre 30 de 1964 Doctor Hernando Ordóñez E.S.D. Gracias muy efusivamente por el envío de su admirable discurso de recepción en la Academia, que supongo haya obtenido muchas palmas: las muchas palmas que merece.

A la manera como nosotros los de la generación de los caminos vecinales, al remontar alto cerro en nuestros viajes ecuestres, volvíamos los ojos a mirar las distancias recorridas, de un lado, y las !ay¡ más arduas aún por salvar, del otro, usted rememoró lo hecho en la investigación médico colombiana, y esbozó lo por hacer de ello en lo futuro, un si es no es pesaroso y optimista a la vez, pero de entrambos modos útil.

De mis labores le diré que el agresivo cumpleaños que me atrapó por Octubre, entre muchas gentilezas de mis amigos y compatriotas, y aún de extraños, que me regocijaron el espíritu, me vino la enorme tarea de retribuirlas epistolarmente, y aquí me tiene todavía deudor.

De ahí que no haya podido adelantar el estudio en que ocupaba mis horas y mi anhelo, por lo cual aún retengo su colección de SCIENCE, muy cuidada, esto sí. Lo saluda mi amistad y profunda estima. Luis López de Mesa”.

Con motivo del año nuevo de 1966 recibí la siguiente carta: Medellín, Enero de 1.966 Muy gentil amigo y profesor Hernando Ordóñez E.S.O. Que este año tenga para usted y los suyos pleno bienestar y mucha prosperidad en sus tareas.

El mío se muestra esquivo: ¡Qué le vamos a hacer! Ya ve la fuga de los coetáneos y nobles amigos ¡Duele!. Afmo., Luis López de Mesa En 1967 le participé el matrimonio de mi hija Lucía con el doctor Carlos Nebel. Retribuyó mi participación con una de las más bellas y cariñosas misivas, adornada con frases que revelan sus más íntimos y nobles sentimientos.

“Medellín, Marzo 26 de 1967 Gentil amigo y señor Pr. Hernando Ordóñez E.S.D. Grave perturbación me impidió avisar a usted recibo de la participación del matrimonio de su señorita hija, con que me honró cordialmente, y ahora le pido permiso para expresarle los más efusivos votos por la felicidad de los nuevos cónyuges, conforme a los eximios méritos que los adornan personalmente y les auguran perenne bienandanza.

Lo que compensa el vacío espiritual que una hija -intuyo yo- deja en su hogar paterno, sobre todo cuando virtudes eximias la enaltecen, como en el caso de la suya, cuyo noble espíritu resarcirá con creces de leal ternura el tesoro de bondad y claras virtudes con que ustedes supieron egregiamente dotarla.

Más ello es que siempre queda un vacío en el silencio de convivencia que ya no podrá subsistir con la misma preciosa intimidad. !Qué quiere usted¡

La vida es inexorablemente peregrina. No había escrito ni ahora logro hacerlo -como quisiera, más ampliamente, porque los achaques me roban fuerza eficaz y hasta aptitud- artística para ello. Mas no para expresarle mi perenne gratitud y grande estima, con un respetuoso saludo para su meritísima gente. Dígame ¿Smith a la inglesa, o Smit a la usanza alemana?. Usted pone Smit si más no recuerdo.

Muy suyo, su afectísimo amigo.
Luis López de Mesa

En Junio de 1.967 recibí su última misiva cuando estaba en Nueva York haciéndose una revisión de su salud. Hasta en sus últimos días estuvo pendiente del proyecto de fundar una universidad de alto nivel académico. Nueva York, Domingo 9 de Junio Muy gentil Dr. Ordóñez Gratísima su carta por traerme recuerdo suyo, y esta le trasmite mis votos por su bien.

Estoy en el trajín de exámenes médicos para una revisión general de mi salud, y como usted harto conoce, esto es aquí largo y difícil, por lo cual no alcanzo a ayudarles en lo de la universidad Pérez Arbeláez o Tabito Lozano y Lozano pueden informarles con precisión acerca de la misión de Humboldt, de los profesores normalistas de 1.872 y de la obra de Roberto Scheibe, cuya mención les será gratísima a los alemanes contemporáneos.

Acepte mi efusivo saludo López de Mesa Consulado de Colombia, 444 Medison Av. New York Proyecto de la Universidad Autónoma Mención muy especial tengo que hacer de la valiosa participación que tuvo el Profesor López de Mesa en el proyecto de fundar “un plantel universitario autónomo que aúne la orientación técnica, con la humanística, disciplinaria y moral al grado eximio que el país requiere hoy”, según sus palabras.

En 1.962 un grupo de profesionales, miembros de las Academias de Jurisprudencia y de Medicina, de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y demás prestantes profesionales, nos asociamos con la finalidad de elevar el nivel del enseñamieno universitario fundando un plantel docente con las cualidades descritas magistralmente por el Profesor López de Mesa, quien desde el primer momento acogió con verdadero entusiasmo y devoción el proyecto y participó en él con la más valiosa colaboración.

Sobre el particular recibí del Profesor la siguiente comunicación: “Medellín, Julio 30 de 1962 Señor Pr. Hernando Ordóñez E. S. O. Retribuyo su gentil saludo y respondo a los temas que exponen los documentos adjuntos a su carta de julio 26.

1. Realmente, el nombre es fundamental en fundaciones de toda índole, máximamente en materia educativa. De tipo elegante pero un tanto exótico, sería el denominarla “eunómica”: Universidad Eunómica de Bogotá, con su significado de buena norma, buena ley; o “eupsíquica”, buena educación, un poco extravagante sin duda y sujeta a dañosas ironías del público.

Un título epónimo justiciero, sería el de Universidad Mutis, que pasaría inmediatmente a Universidad Mutis, en honor al padre de la primera gran revolución cultural del país, aunque ya existen Colegio Mutis y Quinta Mutis, en este género pedagógico. También pudiera optarse por algo muy sencillo y obviamente trivial, como decir “Universidad Nueva Colombia” o “La Nueva Universidad Colombiana”, o la “Universidad Autónoma de Colombia” o “Nuevo Instituto Universitario de Colombia”… Como usted ve, es materia de prolija meditación.

2. Respecto de la proposición que ha de presentarse a la Academia de Medicina, conceptúo que la redactada por usted abarca lo esencial y luce bien su estilo.

Simplificándola al máximo para eludir posibles discrepancias de opinión, se pudiera expresar así: La Academia Nacional de Medicina Considerando Que en el Colegio Máximo de las Academias Colombianas (Colmac) se ha contemplado especulativamente la conveniencia de fundar un plantel universitario autónomo que aúne la orientación ténica con la humanística, disciplinaria y moral al grado eximio que el país requiere hoy, Acuerda (o Resuelve)

Muy respetuosamente pedirle que adelante dicho estudio, y ofrecerle de parte de esta Academia la colaboración que juzgue oportuna a este intento.

3. La exposición de motivos que acompaña esta proposición es un alegato convincente desde muchos puntos de vista, y cualquiera adición que se le haga o encabezamiento literario con que se adorne, no podrá suplantarla en conjunto, antes subordinarse ante sus informes atinentes. Pero antes de proponer una fórmula aditiva para dicha exposición, quisiera comentar con usted ciertas inquietudes de origen práctico.

Sea la primera: presuponer una universidad selectiva no solo de la capacidad docente de los profesores y de la capacidad inteligente de los alumnos sino de la intensidad de enseñamiento, impone una severa restricción numérica de estos”. (A continuación hace consideraciones sobre costos, materiales, número de alumnos y demás pormenores, que omito en gracia de la brevedad).

“La segunda consideración que me preocupa es la que el Profesorado asequible en Bogotá no superaría extraordinariamente al que hoy cumple tareas en las facultades existentes, y así el atractivo pedagógico no justificaría erogaciones extraordinarias.

La tercera meditación que se me ocurre es la del programa mismo de las materias lectivas, pues viendo yo que los tres primeros años son un poco a la manera de los colleges norteamericanos, con un tinte de humanidades, presumo que una distribución diferente de alguna de tales asignaturas o su simplificación a dos o tres fundamentales solamente, pero continuas, durante toda la carrera, podría resultar mejor.

Más comoquiera que usted ha dilucidado mejor que puedo hacerlo yo en esta temeraria improvisación, paso a elaborar los breves párrafos que conceptúo dignos de añadirse como introducción al estudio compulsado y muy aclaratorio que usted formula, y así, yo diría: Señores Académicos: La sociología pedagógica nos revela en Colombia algunos hechos de tan patente gravedad como fácil enmienda.

La existencia, verbigracia, de un gran número de aspirantes a instrucción universitaria que no hallan cabida en nuestras facultades superiores; la flaqueza docente de estas facultades en paragón con sus equivalentes de otros países rectores de cultura; el inverosímil concepto disciplinario de nuestros alumnos en todos los niveles de la enseñanza, que han tomado la legitimidad de sus fueros como bandera de desorden; la frecuente creación de nuevos institutos docentes sin personal ni material adecuado al enseñamiento que prometen; la aflictiva escasez de conductortes hábiles de la comunidad y de la república que nos coloca en menoría cultural y económica ante el mundo; la carencia, en fin, de un programa nacional histórico suficientemente definido”.

“Y comoquiera que enmendar en lo ya inveterado y aún fosilizado, estos yerros, deficiencias y frustraciones es tarea sobremodo ardua, un numeroso grupo de profesionales estudia en este momento la conveniencia de fundar un nuevo plantel universitario, siquiera sea por el principio con solas cuatro facultades: de medicina, de ingeniería, de odontología y de agronomía, por ejemplo, que con riguroso criterio selectivo prepare de firme unos cuantos discípulos, no solo en sus peculiares disciplinas técnicas sino también, y muy acendradamente, en algunas humanísticas complementarias de un doctorado genuino, y ahora urgentes en Colombia.

“La poquedad de los estudiantes y la intensidad de los estudios impondrá infortunadamente un alto costo de mensualidad y matrícula, y una discreta apelación a los auxilios sociales, oficiales y extranjeros, que no surtirán efecto sino cuando la institución haya probado su estabilidad y eficaces virtudes, y así, no se descuenta el gigante sacrificio y suma tenacidad de los iniciadores y primeros colaboradores de esta obra, que a ella irán como un mandato heroico de la estirpe, y para el solo galardón de obedecer a su conciencia”.

Asimismo comprenden ellos y en ello han meditado preocupadamente, que el magisterio respectivo a cátedras tan difíciles de dominar con plenitud y de enseñar con seguro aprovechamiento no abundan entre nosotros ni es fácilmente asequible de otras naciones, que habrá que imponer la consagración de total tiempo lectivo a los profesores de las principales asignaturas, y a ellos y a los foráneos que nos ayuden remunerar muy ampliamente; pero asimismo saben que la buena obra es maestra de su obrero y que toda noble audacia imprime carácter ¿Hasta dónde, que no sea ello meramente ilusorio? Hasta donde la comunidad colabore, hasta donde la nación quiera abastionar sus rumbos.

Cuanto al posible argumento de que con otras facultades de medicina, valga el ejemplo, pudiera ocurrir superabundancia de profesionales, uno a modo dumping o sobreabastecimiento que desmoralice su ejercicio, se ha hecho una investigación cuidadosa que prueba lo contrario”.

4. Como usted ve, doctor Ordóñez, es poco lo que he cambiado o añadido a los documentos que me envió. Me atrevo a pensar que así como simplifiqué la proposición para eludir disentimientos colaterales, a que los colombianos somos muy adictos, presiento que solo debe leerse de la exposición de motivos la parte literaria que he redactado, o resumir de viva voz los datos probatorios, no sea que se disipen con ellos la atención inicial, o se susciten rectificaciones superfluas.

Respecto del viaje mío, solo podré realizarlo a mediados de Septiembre, más ello no empece en nada su actividad en el Colmac ni en la Academia, teniendo además al gentil compañero Rico.

Que todo bien sea con usted y con su obra. Afimo Luis López de Mesa. Léldem”. La proposición fue aprobada por unanimidad en la Academia de Medicina. Fue presentada por los académicos Luis López de Mesa, José Vicente Huertas, Jorge Bejarano, José del Carmen Acosta, Jorge E. Cavelier, Pedro José Almánzar, Francisco Vernaza, A. M. Barriga Villalba, Edmudo Rico, Jorge Camacho Gamba, Carlos Arboleda Diaz y J. Hernando Ordóñez.

La carta de Agosto 11 de 1.963 terminó con una frase que me impresionó, tanto por la buena noticia sobre su salud como por la referencia que hace a nuestra amistad: “Recobro salud, a Dios gracias, y conservo el grato culto de la amistad que nos une”.

Medellín,. Agosto 11 de 1.963 Muy amigo, señor Dr. Hernando Ordóñez E.S.D. Con suma gratitud retribuyo su generoso saludo de congratulación por mi epístola-mensaje al señor presidente de la república. Como usted vería en ella, camino la misma ruta de ideales que a usted y su grupo mueve heroicamente, así sean flacas mis fuerzas y breves mis recursos.

Comprendo por su pregunta acerca del nombre de la universidad que están horneando con tanta devoción como aptitud, que el de Alejandro Humbolt no fue definitivamente acordado. A mí el de Minerva no me entusiasma por ser tan frecuente su uso en todo orden de la cultura, y caso de orientarse ustedes por el rumbo emblemático, sufragaría por el de ATENEA, adjetivado, Universidad Atenea, que si bien es el apelativo de la diosa Palas, que el de Minerva fue solo un préstamo, como calificación significa ateniense, encomio, pues, del empeño cultural que ustedes persiguen. Recobro salud, a Dios gracias, y conservo el grato culto de la amistad que nos une. Afmo. Léldem.”

En carta de Febrero 7 de 1.964 nos reafirmaba su grande interés por el proyecto de la nueva universidad.

“Medellín, Febrero 7 de 1.964 Señor Pr. Hernando Ordóñez E. S. D. Llegome la suya, muy gentil, del 4, con la copia adjunta de las bases constitutivas de la asociación Pro Universidad Autónoma.

Tengo la certidumbre de que grupo profesional tan eximio como el que organiza esta magna empresa logrará llevarla a muy feliz culminación, asi como de tiempo atrás, me preocupa el convencimiento de que nuestra cultura, en sus dos funamentales manifestaciones de lo técnico y de lo humanístico, requiere más altos planteamientos pedagógicos y más asiduas vocaciones prácticas: de ahí, pues, que mire la actitud de ustedes con grande estima. Infortunadamente mis fuerzas no me asisten en la proporción útil para la contribución adecuada a tan altos propósitos, y así, pido a ustedes me dejen en el plano sentimental de mi grande afecto por su espíritu.

Muy amigo, Luis López de Mesa”. Para terminar, ruego se me permita enumerar, así sea someramente, algunas de las actividades que realizamos “heroicamente” al decir del Profesor, tratando convertir en realidad ideales que nos guiaron con tántas ilusiones, pensando en el futuro de la patria.

En Junio 7 de 1.963 nos reunimos en las oficinas del doctor William Villa Uribe, quien redactó el acta de constitución de la Asociación pro-fundación de una nueva universidad y de los estatutos de la misma, que fueron aprobados por unanimidad.

Se eligió Junta Directiva, que fue integrada, así:

Presidente:
Dr. J. Hernando Ordóñez Primer

Vicepresidente:
Dr. Francisco Manrique Santamaría

Segundo Vicepresidente:
Dr. Arturo Tapias Pilonieta

Tesorero
Dr. Daniel Mesa Bernal.

Secretario:
Dr. Darío Cadena

Vocales:

Dr. José Manuel Acosta
Dr. Antonio José Angulo
Dr. Pedro Eliseo Cruz
Dr. Jorge Camacho Gamba
Dr. Leoncio González
Dr. William Villa Uribe.

Miembros honorarios:

Dr. Eduardo Santos
Dr. Luis López de Mesa
Dr. José Vicente Huertas
Don Agustín Nieto Caballero
Dr. José Gómez Pinzón
Dr. Jorge Gaitán Cortés.

Obtuvimos del Ministerio de Justicia la Personería Jurídica número 2308 de Agosto 5 de 1.963, publicada en el Diario Oficial número 31213 de Octubre del mismo año.

Contamos con la valiosa colaboración del Dr. José J. Jiménez, Asesor Jurídico del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, y del doctor Armando Zabaraín, Jefe del Departamento Administrativo de Servicios Generales de la misma, con quien firmamos en Enero 30 de 1.964 un contrato de concesión del terreno y edificios donde funcionó la antigua Escuela de Sanidad Militar, situada en el barrio San Cristóbal, con autorización del Presidente doctor Guillermo León Valencia. Lamentablemente, por razones que no es del caso mencionar, nos fue imposible culminar con éxito la obra que tanto anhelábamos.

Encontramos terreno estéril. Quiero terminar estas reminiscencias con palabras del Profesor López de Mesa, quien, refiriéndose a la necesidad que tiene el país de un centro docente de alto nivel académico, disciplinario y moral, dijo: “La aflictiva escasez de conductores hábiles de la comunidad y la república, que nos coloca en una menoría cultural y económica ante el mundo”.

Previendo los problemas económicos que tendríamos que afrontar, comentó: “no se descarta el gigante sacrificio y suma tenacidad de los iniciadores y primeros colaboradores de esta obra, que a ella irán como un mandato heróico de la estirpe y para el solo galardón de abedecer a su conciencia”, y terminaba: “¿Hasta dónde, que no sea ello meramente ilusorio? Hasta donde la comunidad colabore, hasta donde la nación quiera abastionar sus rumbos”.

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