La Teoría de la Información, La Vida Artificial

Según John Horgan (1995), la vida artificial es la heredera de la inteligencia artificial (lA), la cual la ha precedido por varios decenios. Como en el caso de la lA, o del Caos y la Complejidad, la vida artificial es también epítome de la dependencia y la fe en los computadores como instrumento de investigación.

Pero mientras los investigadores de la lA tratan de entender la mente mediante simulaciones de computador, los proponentes de la vida artificial esperan profundizar sobre una más amplia gama de fenómenos biológicos. (Lea también: La Teoría de la Información, la Inteligencia Artificial)

Horgan transcribe una cita que expresa que la vida artificial nos enseña mucho sobre la biología -mucho de lo que no habríamos aprendido mediante el estudio de los procesos naturales de la biología solamente-, pero la vida artificial en última instancia llegará a confines más allá de la biología, para ingresar a un reino ara el cual aún no tenemos denominación, pero que habrá de incluir la cultura y nuestra tecnología en una visión ampliada de la naturaleza.

Según la misma cita de Horgan, la vida puede ya “existiren el computador. Si un programa crea un mundo de “moléculas” que, siguiendo las mismas reglas de la química, se organicen en forma espontánea en entidades capaces de alimentarse, reproducirse y evolucionar, se podría aceptar que t’ales entidades están vivas, así sea en el interior de un computador.

El interés en la vida artificial se puede trazar a los dioses de la antigua Grecia. En Máquinas que piensan su autora, Pamela McCorduck se refiere a Hefesto (Vulcano), hijo de Zeus (Júpiter) y Hera (Juno), el dios del fuego y el herrero divino, quien cojo, deforme y de extrema fealdad, se valía de bellas asistentes autómatas.

En efecto, en el Canto XVIII, Fabricación de las armas, Homero relata como Hefesto, cuya presencia fue reclamada ante la diosa Tetis, la madre de Aquileo, quien era hija de Nereo y esposa de Peleo, el rey de Ftía, padre de Aquileo, llamado el Pelíada en el poema homérico.

En el canto se relata como Hefesto “salió cojeando, apoyado en dos estatuas de oro que eran semejantes a vivientes jóvenes, pues tenían inteligencia, voz y fuerza, y hallábanse ejercitadas en las obras propias de los inmortales dioses. Ambas sostenían cuidadosamente a 5iU señor, y éste, andando, se sentó en un trono reluciente cerca de Tetis…” (Homero, iliada, 1974).

Homero, antes que nadie, presenta los autómatas, que serían los robot de hoy, como las asistentes del minusválido y feo Hefesto.

De las fraguas de Hefesto, en la isla e,leLemnos la principal, y en el Etna en Sicilia, ésta trabajada por los Cíclopes, además del carro y la égida de Zeus, el cetro de Agamenón, la coraza áurea de Hércules, la armadura y el esplendente escudo de Aquiles y la flechas de Apolo y de Diana, nacieron muchos otros autómatas, entre ellos unas butacas de tres patas que se desplazaban por sí solas sobre ruedas sirviendo a los dioses en las Asambleas del Olimpo (Falcón 1992; Genest 1961).

Talos, un autómata de bronce, fabricado por Hefesto o por Dédalo, era el guardián de Creta. Recorría la isla tres veces al día y la defendía de intrusos, a los que arrojaba piedras enormes; en ocasiones ponía incandescente su cuerpo introduciéndose en una gran hoguera y abrazando luego a los que capturaba (Falcón 1992).

McCorduck cita otros famosos autómatas de la antigüedad como ejemplos del interés que siempre ha existido en crear personas artificiales que puedan realizar labores propias del ser humano. Son los robots, a los cuales se hace referencia previa en este artículo, y los androides o humanoides de la ciencia ficción y del cine contemporáneo.

Pero también se refiere a la creación de vida, como lo intentaba el pintoresco y controvertido Paracelso (1493-1541), el alquimista y médico de Ginebra, quien afirmaba que había creado un homúnculo, un hombrecillo, según una receta a partir de esperma humano: “Si el esperma, dentro de un vaso herméticamente cerrado, se entierra en estiércol de caballo durante unos cuarenta días y se magnetiza adecuadamente, empieza a vivir y moverse.

Después de este período, adquiere la forma y la apariencia de un ser humano, pero será transparente y sin cuerpo. Si en este momento se lo alimenta artificialmente con el arcano de la sangre humana hasta que tenga unas cuarenta semanas, vivirá“.

Y no sólo vivirá, sino que tendrá inteligencia, por lo cual Paracelso ofrece instrucciones sobre cómo educarlo, y añade: “Seremos como dioses. Duplicaremos el mayor milagro de la creación: la creación del hombre”. (McCorduck 1991; Rosen 1959).

En la revisión de la creación novelesca de vida humana, no se puede dejar de mencionar, por supuesto, al viejo Frankestein (1818) de la novela de Mary Shelley y de películas recientes.

Las personas artificiales se han hecho populares en el cine moderno. En películas tales como Star a Wars, Star Treck, Sleeper, Terminator Robocop, y otras, aparecen autómatas, robots androides.

Por ahora los robots se hallan limitados a la industria, pero es previsible, según Caudill, que para el año 2.000 toda persona habrá de tener cotidianamente algún tipo de interacción con un robot.

El gran desafío en la creación de androides no es tanto lo pertinente a la estructura física. El desafío es la construcción de una inteligencia que lo convierta en algo útil. El androide del futuro deberá tener sentido común y personalidad. El gran avance de la tecnología de los computadores y de las redes neuronales lleva a pensar que tal androide es tal vez una próxima realidad.

El advenimiento de androides inteligentes en la sociedad humana no se perfila como un proceso fácil. Son muchas las implicaciones de orden ético, económico y social que se pueden prever, y a ellas se refiere M. Caudill con aire de creencia optimista. Pero ya han pasado cinco años desde su libro, y el panorama aparece todavía más promisorio en cuanto a convertir en realidad lo que ha sido ciencia ficción.

Cristopher Langton, del Santa Fe lnstitute y del Complex Systems Group de Los Alamos, afirmaba y preguntaba en 1991 que “tenemos cosas en el computador capaces de evolucionar, reproducirse, metabolizar, cosas que poseen patrones complejos en el espacio y en el tiempo. ¿No están vivas?”

A Langton se le da el crédito de establecer la vida artificial como una disciplina científica definida. Fue él quien, trabajando en el National Laboratory de Los Alamas, organizó la primera conferencia sobre vida artificial.

Concurrieron más de 100 investigadores que trajeron toda una fauna artificial. Además de robots, también trajeron genes basados en computadores, helechos, flores, gusanos e insectos; también hubo peces, aves y abejorros; y zorros y conejos en sus correspondientes habitats (Regis 1991).

El campo de la vida artificial comprende el estudio de los sistemas adaptables complejos en la totalidad de las miradas de sus formas: desde la evolución química prebiótica, a la evolución biológica, la evolución del lenguaje y de los sistemas culturales, hasta la evolución de las economías globales.

Algunos tratan de crear vida sintética en el medio químico, como lo describe David H. Freedman, uno de los editores de Discover, quien presentó en agosto de 1992 tres perspectivas de los esfuerzos por crear vida artificial, no robots, no máquinas inteligentes ni programas de computador que simulen la vida y la evolución de la vida: más bien tratan de crear protoplasma a partir de compuestos químicos orgánicos, molécula por molécula, célula por célula (Freedman 1992).

Tales esfuerzos por crear vida sintética son:

. Creación de metabolismo. Steven Rasmussen, del Los Alamos National Laboratory, lo hace a partir de un lote de DNA primitivo que se autoconforma en el tuvo de ensayo, y que luego se mantiene intacto mediante nutrición y el desecho de materia en deterioro.

Rasmussen ha diseñado “árboles de información” que son mímica de la vida; ha diseñado el metabolismo como una jungla cooperativa de reacciones químicas, reacciones que se esfuerzan mutuamente y son capaces de soportar vida por períodos de tiempo prolongados. Es protovida sintética.

. Creación de células. Jack Szostak, del Massachusetts General Hospital de Boston, lo hace colocando moléculas auto-replicantes en el interior de una membrana sintética.

. Crecimiento de colonias de células nerviosas. Por Masuo Aizawa, del Instituto de Tecnología de Tokio, quien ha logrado cultivar colonias de células nerviosas, algo así como el precursor de un circuito electrónico biológico que tiene como propósito final la construcción de cerebros sintéticos.

La noticia de un logro asombroso, en octubre de 1993, de la clonación de un embrión humano informada por Jerry Hall de George Washington University en una reunión de la American Fertility Society en Montreal, estremeció al mundo por su espectacularidad científica, pero también por sus profundas implicaciones éticas. La noticia fue ampliamente difundida en revistas laicas de circulación internacional y nacional (Elmer-Dewitt 1993; Olivares & Bayo 1993; Otero – Ruiz 1994).

Pero otros, como C. Langton, prefieren crear vida artificial con computadores. Su trabajo actual es sobre la estimulación computarizada de una célula biológica completa (Regis 1991).

Langton cree que igual que se considera posible crear inteligencia artificial en el computador, también lo es crear vida artificial: “Los procesos en el computador son más que simulaciones; inteligencia y vida reales pueden ser incorporadas en material artificial.

El término artificial se refiere al material, no a la vida … Pero algunos argumentarán: La vida no puede ser independiente del material. Pero mire las enzimas. Muchas de sus propiedades dependen de la interacciones químicas y de las propiedades de los átomos involucrados en cadenas específicas … Cierto que algunas funciones deben ser realizadas en un algún tipo de hardware, pero el hardware específico es frecuentemente irrelevante para la función misma.

Puesto que otros materiales también pueden ser viables, los computadores podrían proveer una base material suficiente para la vida … La vida artificial también cubre la analogía entre la evolución biológica y la evolución del lenguaje y la cultura.

El lenguaje es una especie de DNA social… El problema de la vida artificial puede ser más fácil de resolver que el de la inteligencia artificial.  Seguramente sabemos mucho más acerca del funcionamiento de una célula que acerca del funcionamiento del cerebro … Los virus del computador, entre las cosas presentes allá adentro, son lo más cercano a la vida artificial.

En varios casos un virus de computador ha sobrecogido otro virus y generado un nuevo virus que nadie había escrito… Se han hallado propiedades emergentes de las interacciones de los programas cuando hablan los unos con los otros… El medio está maduro para la generación de fenómenos complejos de alto nivel…” (Regis 1991).

La fascinante entrevista de Ed Regis con Langton termina con el interrogante sobre la posibilidad de que la vida artificial reemplace a la vida natural: “Esto dependerá de nuestra decisión de liberar máquinas vivas, evolucionantes y autónomas, con derechos a la existencia en la bioesfera … Pero tratar de especular sobre el futuro de la vida artificial es especular sobre la evolución.

Las formas de vida artificial genuinamente autónomas deben tener la capacidad de evolucionar. Y con ello, podrían ascender para llegar a ser seres inteligentes y racionales … La vida futura probablemente incluirá relaciones simbióticas entre maquinaria autónoma, gente autónoma y plantas autónomas con existencia confinada a cápsulas autosuficientes.

Similares y análogas a las protocélulas, tales habitantes se habrán de reproducir en la medida que se dispersen en el espacio”. ¿Y la entidad máquina-humana será análoga a una célula individual? “Sí. Tal fue lo que ocurrió en el pasado.

Colecciones de moléculas conformaron células; una colección de células conformó células más complejas; unas colecciones de éstas conformaron los organismos multicelulares. Cuando la evolución dé un gran paso, éste será el salto de una colección de individuos de un nivel para conformar un sólo individuo del siguiente nivel”.

y concluye así: “Si tuviéramos un ser humano simulado en un computador, uno que por lo demás se comportara como usted o como yo, tendría derecho a la corriente eléctrica? ¿ odríamos desenchufarlo?” (Regis 1991).

Apendice – algunas referencias útiles para usuarios de computadores.

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