Letras, Hacia Dónde va la Profesión Médica en Colombia …

Gustavo Malagón Londoño M.D.

“Es difícil entender el presente, sin pasearnos por los escenarios del pasado e imposible imaginar el futuro, sin conocer el presente”. esto lo afirmaba un ilustre pensador y es aplicable al tema de la profesión médica en el país, sobre lo cual se hacen todo tipo de conjeturas, desde su generosidad económica, la carencia de especialistas, la falta de médicos para cubrir las necesidades reales del país y por tanto la necesidad apremiante de crear nuevas escuelas de medicina.

Esto último por supuesto lo están utilizando hasta la saciedad quienes están interesados en abrir una nueva facultad de medicina. Vale la pena revisar el pasado, tan sólo un retazo de medio siglo, para mirar allí cuanto ha sucedido hasta el momento actual del país con 32 millones de habitantes, 36 mil médicos, dieciocho mil especialistas, 59 mil camas hospitalarias, más de 200.000 trabajadores de la salud.

Se ha evolucionado en forma rápida, quizás al tenor de las exigencias demográficas del país, del avance tecnológico que descubre más precozmente las causas de enfermedad, de la necesidad de dar una cobertura adecuada de servicios; de la impostergable necesidad de adecuar el recurso humano profesional para afrontar con conocimiento y destreza la realidad nosológica de Colombia.

Pero también con un afán desmedido de aumentar la población de médicos, sin estudiar con serenidad que si bien es cierto que países avanzados cuentan con un médico para quinientos habitantes, en donde el profesional tiene todos los medios para su ejercicio en cualquier lugar.

También lo es que donde no se dan las condiciones ideales para trabajar, los médicos se quedan en los centros urbanos más desarrollados y prefieren los rigores del subempleo o desempleo en muchos casos, antes que desplazarse a sectores inhóspitos, inseguros, abandonados por las autoridades, sin recursos para el ejercicio, como sucede en nuestro país.

En el cual se ha demostrado que el 70% del recurso profesional para la salud está concentrado en las siete ciudades principales o en sus alrededores, que representan aproximadamente el 65% de la población de Colombia.

Al revisar el pasado, se encuentra que hasta 1950, era muy marcada la influencia de la escuela europea en la medicina colombiana, como sucedía en la mayoría de los países subdesarrollados. Había dos grupos bien definidos de médicos: el General y el de los especialistas de cuatro grandes áreas: Medicina Interna, Pediatría, Cirugía y Maternidad. Estos últimos formados en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, hicieron escuela maravillosa con su sapiencia y experiencia y fueron forjadores de los más connotados maestros. (Lea: Editorial, Profesor Rodolfo Llinás Riascos)

Los Médicos Internistas, manejaban las áreas de cardiología, endocrinología, dermatología y eran los magos en el manejo de las patologías tropicales, de la tuberculosis y la mayoría de los problemas de la época. Eran los clínicos respetables que decían la última palabra frente a la salud o la enfermedad. Los Cirujanos operaban todo lo quirúrgico: el cráneo, el tórax, el abdomen o las extremidades.

El Pediatra, resolvía cualquier patología de los niños y el Especialista en Maternidad, resolvía lo de su área, a excepción de los problemas que requerían cirugía. Apenas por la década del cincuenta se abrían paso las especialidades de Traumatología, Cirugía del Tórax y Neumología, Organos de los sentidos que atendían ojos, oídos, nariz y garganta, como rezaban los avisos de la puerta de sus consultorios. Por esta misma época se inician la Neurocirugía, la Cirugía Plástica y la Cirugía de las Vías Digestivas.

Existían 5 facultades de Medicina en el país, con programas académicos de seis años, más uno de internado, requisito legal para graduarse, que adelantaba el estudiante en el hospital en donde era generalmente un miembro más del grupo profesional y como tal era vinculado laboralmente. Muchos Internos iniciaron durante este período su especialización, alIado de los docentes destacados que les transmitieron todos los conocimientos y los formaron como sus asistentes hasta sacarlos como especialistas competentes.

Son de grata recordación los Hospitales San José, San Juan de Dios y la Samaritana de Bogotá, los mismo que el Hospital San Vicente de Medellín, verdaderas cunas de la docencia. La duración de la especialidad en general, no estaba reglamentada y el título lo expedía el Hospital o el propio profesor. En 1959, fue creada Ascofame.

Uno de sus propósitos, fue” estudiar y organizar lo relacionado con el ejercicio de las especialidades médicas en el país y estudiar y organizar la calidad de los programas de pre y postgrado en medicina”.

El país contaba por entonces con seis mil médicos para doce millones de habitantes. Del año de 1960 a 1975 se aprecia un crecimiento notable de facultades de medicina en Colombia; cosa semejante estaba sucediendo en los países de la región centro y suramericana.

En Colombia funcionan en este momento 14 facultades y del año de 1975 a la fecha se produce el desbordamiento que lleva a 24 en 1993, cuando la ley 30, de la “reforma de la educación superior”, permite la apertura de facultades de medicina, con mínimos requisitos en comparación de los establecidos hasta la vigencia de la ley 80 de 1980.

Hace ocho años bajo la consideración de que era lógico y justo oponerse a la creación de nuevas facultades de medicina, frente a la realidad que ofrecían estudios serios y luego de una batalla librada con decoro por Ascofame y la Academia de Medicina, se logró frenar el ímpetu desbordante y en esta posición continuaron las autoridades, suficientemente motivadas por los dos organismos, apoyados por la Federación Médica y la Asociación de Sociedades Científicas.

En la actualidad, parece que se hubiera abandonado la más elemental sindéresis y con notable y peligroso desconocimiento de la realidad, nacen airosas nuevas facultades y se anuncian otros advenimientos.

En la actualidad se aprecia que el 68% de los médicos trabajan en las 7 principales capitales del país, quizás por las facilidades de todo orden que éstas ofrecen, la ciudad capital, cuenta con 7.500 profesionales.

En cifras la realidad del momento demuestra que en diciembre de 1992, se graduaron 2.249 médicos. Que enero de 1993 hicieron solicitud para ingreso a medicina 26.746 bachilleres, de los cuales fueron aceptados a primer año 3.076.

A la vez para postgrado hicieron solicitud en enero de 1993 6.079 médicos y fueron aceptados para primer año de especialidad 773; mientras en diciembre de 1992 se graduaban 559, con lo cual se mantenía el promedio de nuevos especialistas observado en los últimos 5 años.

En el mismo año 1992 se reconocieron por el Ministerio de Educación 127 títulos de médicos, especializados en el exterior. Las perspectivas seriamente sustentadas para el año 2000 proyectan 55.000 médicos en Colombia, mientras la población a la tasa de crecimiento actual estará en 37 millones.

Esta proyección de médicos está planteada sobre la base de 22 facultades; con las nuevas que pueden aumentar las cifras de egresados anualmente más allá de 3.000, será mucho mayor la proyección.

El crecimiento poblacional no ha guardado relación con el crecimiento profesional, de manera que la población por médicos ha variado así:

Crecimiento de población

En relación con las demás profesiones de la salud se ha apreciado crecimiento notable en los últimos veinte años, hasta obtener en la actualidad las siguientes cifras:

Profesiones en salud

Se ha calculado que el 42.5% de los actuales especialistas en el área de cirugía se quedan en Bogotá, realmente en capacidad de emplear el21 % o menos ahora que con la medicina socializada; especialmente con los grupos de medicina prepagada se emplean cifras muy limitadas de éstos.

La práctica privada, ejercida en el paciente particular se ha reducido gradualmente hasta un 65% en comparación con el año 1970 y se reducirá según las previsiones en un 20% más en los próximos 5 años, en la medida que se haga realidad la reforma de la seguridad social y que se llegue al momento en que como ocurre en muchos países, los pacientes en general porten un carnet de afiliación a un grupo de medicina prepagada que les garantiza una aceptable protección.

Se pregunta uno, en un momento de sereno análisis, HACIA DONDE VAMOS y la respuesta es:

1. Hacia el AUMENTO DEL NUMERO DE MEDICOS si no se ingresa a un serio programa de PLANEACION ESTRATEGICA DE RECURSOS HUMANOS PARA LA SALUD.

Resulta apenas obvio, que no pueden seguir naciendo facultades de Medicina, o de Odontología o de Enfermería, al libre arbitrio de sus impulsores, sin la seguridad de un mercado de trabajo, sin que el país tome conciencia de habilitar los hospitales regionales y locales para el ejercicio digno, que estimule el desplazamiento de los profesionales.

2. Hacia EL AUMENTO DEL NUMERO DE ESPECIALISTAS, seguramente calificados, que deberán por fuerza de las circunstancias económicas trabajar en actividades diferentes a aquella para la cual se prepararon.

3. Inexorablemente hacia el DESEMPLEO o SUBEMPLEO. Según estudio realizado por el Ministerio de Salud, los nuevos empleos médicos del sector oficial, se comportan así:

4. Hacia la INSATISFACCION de los profesionales, frustrados, viviendo dificultades económicas, o como sucede en otros países, desempeñando oficios de choferes de taxi o jardineros.

Empleos población medica

5. HACIA EL AUMENTO DE LAS DEMANDAS POR MALA PRACTICA que resultarán de intervenciones innecesarias o procedimientos inadecuados, realizados por desempleados que incursionan fácilmente en faltas contra la ética.

El Gobierno tiene la palabra ante la tendencia desorbitada de crear sin fundamento, nuevas escuelas de ciencias de la salud. Es fundamental aterrizar y mirar la realidad del país. Hace falta un estudio serio de recursos humanos para la salud, con el cual seguramente los promotores de nuevas facultades de medicina, lo pensarían dos veces.

Es bueno mirar el espejo de otros países en donde por la falta de planeación se llegó al extremo de médicos desempeñándose como taxistas o conserjes de hotel, mientras las facultades de medicina continúan invitando a los bachilleres a ingresar a ciegas a esta promisoria profesión.

La Academia de Medicina, al igual que Ascofame y las Sociedades Científicas, sin duda redoblarán los esfuerzos para poner en evidencia la realidad y evitar el desenfreno.

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