Obituario, Académico Rafael Peralta Cayón

Académico Dr. Héctor Pedraza

Nuestra Corporación registró con gran pesar el fallecimiento del doctor Rafael Peralta que ocurrió cuando comenzaba a preparar la celebración del cincuentenario de promoción, estudios (1933-1938) en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, a la cual perteneció junto con el doctor Guillermo Aparicio, también desaparecido, quienes siempre fueron los organizadores del evento; primero cada diez años y últimamente cada cinco.

Promoción brillante constituida por 59 médicos de los cuales viven la mitad. Entre los ya fallecidos citamos preclaros nombres de profesionales que honraron al claustro de la Universidad Nacional: Octavio Archila, Jaime Corral Maldonado, José Antonio Jácome Valderrama, J. Pablo Leyva, Daniel Mariño Zuleta, Eugenio Ordóñez, Francisco Montaña Cuéllar, Rafael Ramírez Merchán. Si fuésemos estrictamente justos tendríamos que nombrar a toda la promoción del 38.

El doctor Rafael Peralta, además de su ético y desinteresado ejercicio profesional, se dedicó desde muy temprano a la docencia médica, para lo cual siguió la carrera del profesorado mediante rigurosos concursos; ascendió a titular de obstetricia en los servicios de los profesores José del Carmen Acosta, Victor Domingo Rodríguez, Carlos Mojica; los discípulos no olvidarán las enseñanzas y destacada personalidad médica.

El profesor Peralta se preocupó además por las letras, ya científicas o literarias, como su Tratado de Obstetricia, muy apreciado por los estudiantes, además de numerosos articulo s en las revistas sobre la especialidad.

Entre las obras literarias destacamos la dedicada a su ciudad natal, “Santa Marta” , de donde fue un buen hijo que nunca se desvinculó de ella; allí, encontramos un detalle muy propio de él: relata que construyó en dicha ciudad uno de los primeros edificios de varios pisos, el cual le dio muchos sinsabores administrativos, pero nunca olvidó a sus colegas.

En uno de aquellos pisos dedicó cómodos apartamentos a dónde anualmente invitar a los médicos y sus familias, amigos bogotanos, a despojarse del agobiador frio sabanero.

En su última obra literaria, no obstante lo extensa, la dedica a relatar sus viajes por más de medio mundo en forma ágil, sintética y con su propio estilo. Se nota el deseo de participar, aun cuando fuera teóricamente, a sus colegas y amigos, los ratos agradables de tan universal viaje.

Una cualidad que se destacó en el doctor Peralta fue la lealtad, aprecio y generosidad hacia sus colegas. Siempre lo observamos trabajando por el bienestar del médico en toda circunstancia: así, desde la Federación Médica prestó notables servicios con un claro concepto de amistad y de compañerismo desinteresado.

Se preocupó por que cuando sus colegas llegasen al final de la jornada, tuviesen un lugar adecuado para el reposo eterno, y asi obtuvo, que en el Cementerio Central de Bogotá se construyera un mausoleo destinado a ellos.

La Academia Nacional de Medicina al perder uno de sus más destacados miembros de número, hace llegar a su familia la expresión más sincera de condolencia, que hacemos extensiva a los samarios, su fieles compañeros. (Lea además: Don Gonzalo Jimenez de Quesada)

Fallece Leloir, Premio Nobel Argentino
1906 – 1987
Un ejemplo para la juventud latinoamericana

A la edad de 81 años murió el 4 de diciembre pasado, en Buenos Aires, uno de los más grandes bioquímicos de este siglo, compatriota latinoamericano y Premio Nobel de 1970. Por muchos años trabajó con B.A. Houssay quien años antes también había sido laureado con el Premio Nobel.

De padres Argentinos, Luis F. Leloir nació en Paris pero creció y vivió siempre en Argentina, excepto por periodos de postgrado en Oxford y de exilio en los Estados Unidos.

Se graduó de médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1932, y desde los comienzos de su vida profesional se interesó por el metabolismo de los carbohidratos, campo al cual hizo trascendentales aportes.

Su primer descubrimiento importante en el metabolismo intermediario de los carbohidratos fue el de la glucosa-l,6 difosfato y su papel como cofactor de la fosfoglucomutasa. Su hallazgo más notable fue el de la uridina difosfatoglucosa.

Estos descubrimientos fueron piedras angulares en la dilucidación y demostración de una serie de importantes elementos bioquímicos.

Leloir realizó sus trabajos investigativos iniciales en un ambiente de laboratorio con recursos y equipos modestos, lo cual acrecienta el mérito de sus hallazgos. La carencia de elementos se compensaba con ingeniosidad y determinación.

En alguna ocasión, de un tren de juguete se hizo un separador de células. El trabajar en circunstancias adversas contribuyó a su enorme influencia en el desarrollo de las ciencias en América Latina.

Cuando Houssay fue destituido por Perón, en 1943, Leloir, como otros, renunció y se marchó por dos años a los Estados Unidos. Regresó a la Argentina en 1945, cuando Houssay logró financiar privadamente el Instituto de Investigaciones Bioquimicas (Campomar), que tanto prestigio alcanzó y tanta gloria y enseñanza ha traído a su país y al subcontinente.

Leloir, apropiadamente para su vida ejemplar, trabajó en el instituto hasta el último dia, a pesar de tener una salud deficiente.

El nombre de Luis F. Leloir es un paradigmático ejemplo para la juventud latinoamericana vinculada a las ciencias médicas. Leloir demostró de lo que es capaz el talento latinoamericano, aun con pocos recursos. Nature: 331:212 (enero 21), 1988. (Ver: Lista de académicos por orden de antigüedad)

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