Riesgo Profesional del Anestesiólogo y del Personal que trabaja en el Área Quirúrgica

PRIMERA PARTE

(Este artículo se publica en tres partes, correspondientes a los números 10, 11 Y 12 de la revista) 

Jaime Herrera Pontón
(Director de la Revista Colombiana de Anestesiología)

Introducción. – Historia y Planteamiento del Problema

Todo oficio o profesión lleva implícito un riesgo inherente a la naturaleza misma de la profesión y el ambiente donde ésta se ejerce. Así el personal que labora en las salas de cirugía en general y el anestesiólogo en particular no podían escapar a esta regla general.

Podemos definir la Enfermedad Profesional como el riesgo a enfermarse en el ejercicio de alguna especialidad o profesión con la patología sui generis (1).

Aunque hace alrededor de veinte años se creía que los anestésicos inhalatorios no se metabolizaban, la preocupación por los riesgos inherentes a su toxicidad ha existido casi desde su descubrimiento. Ya en 1893 Hewit (2) notó que la descomposición del cloroformo en ácido clorhídrico y fosgeno por acción del gas de iluminación producía tos, irritación orofaringea y cefalea.

En 1903 (2) encontró que el éter cloroformo e hidrato de cloral aumentaba la mortalidad producida por el antrax de los cerdos. En 1922 en Editorial de (3) Anesthesiology se reconoce el efecto deletéreo posible por la exposición repetida de los anestésicos.

En 1929 Hirsh y Kappus en Alemania (3) hicieron los primeros estudios para conocer la concentración de los anestésicos en el aire de las salas y las primeras encuestas en las que encontraron incidencia de cefaleas y fatiga.

En 1944 Ostergren demostró que el óxido nitroso, el cloroformo, el tric1oroetileno y el éter producían paro en la mitosis en metafase (2). Smith y Moya en 1965 llamaron la atención sobre el peligro de teratogenicidad de los anestésicos cuando se usan en mujeres embarazadas.

Pero quizá quien dio la campanada de alerta y despertó el interés por el terna fue Vaisrnan en Rusia, quien hizo una encuesta en 303 anestesiólogos en los que encontró una alta incidencia de cefaleas, fatiga, irritabilidad, y prurito y notó además que de 31 embarazos de anestesiólogas, 19 terminaron en aborto, 2 en partos prematuros y 1 con malformaciones congénitas (3).

Al año siguiente Bruce y Col (4) publicaron un estudio sobre la causa de muerte de los anestesiólogos norteamericanos en un período de veinte años. 1947 a 1966.

En 1969 González Eraso en Venezuela publicó la primera encuesta hecha en Latinoamérica y en la que encontró una alta incidencia de cefaleas, mareos, angustia, trastornos del ritmo cardíaco, vértigo, astralgias y somnolencia (24). (Vea también: Permeabilidad vascular y condiciones de flujo sanguíneo para tratamiento de fracturas)

De los trabajos de Askrog y Harvald (1970)(5),Cohen y Col (1971) (6), Kinill-Jones en Inglaterra (3), Corbett y Col (1972, 1973, 1974) (7,8,9), Garska en Alemania (3), Uhitrova y Pokorny en Checoeslovaquia (3), la encuesta nacional de la ASA (4), la de la CLASA (10,11,12).

Las encuestas de Medellín, Colombia (2), del Brasil (13), de la Argentina (14) yotras muchas más se deduce claramente que el personal femenino que trabaja en quirófanos tiene una proporción mayor de abortos y niños con malformaciones congénitas que los grupos testigos que no trabajan allí.

Simultáneamente y más, luego de la investigación de Bruce (4) sobre los anestesiólogos muertos entre 1947 y 1966, surgió la inquietud sobre los posibles efectos de los anestésicos sobre la división celular y su implicación en las carcinogénesis, la hepato y nefrotoxicidad, los cambios en el comportamiento inmunológico y finalmente el reporte de varios casos de anestesiólagos sensibilizados al halotane. (1, 3,4,5,15,16, 17,18,19,20,21,22,23,25,26,27,28,29,30,31, 32,33,34).

Otra serie de trabajos encontraron dificultades en la capacidad de resolver tests yen la capacidad de aprendizaje (3, 35, 36), así como se encuentra en todas las encuestas una clara incidencia de cefales, somnolencia, fatiga, irritabilidad. (2, 4,10,12,13,14).

Una serie grande de estudios en animales: ratas, ratones, pol1os, mostró una incidencia de abortos, reabsorción fetal malformaciones congénitas, especialmente de tipo óseo, menor tamaño al nacer, crecimiento lento, dificultades para el aprendizaje, daños en las células hepáticas y en las neuronas. (3, 8,37,38,39, 40,41,42,43,44,45,46,47,48,49,50,51).

A todo lo anterior se agrega la alta incidencia de radiaciones a que está sometido este personal, el aumento de problemas surgidos por el uso cada vez más frecuente de aparatos eléctricos (13, 14,52,53,54,55, 56,57,58,59,60,61,62,63,64,65,66,67,68,69, 70), el ruido (13,71,72)

Y sobre todo el stress a que se ve sometido (2,12,13,14,15,22,24,52,53,54, 55,57,58,73,74,75,76,77,78,79,80) explican la preocupación que surgió en todos los ambientes y que produjo en la década de los 70 una verdadera explosión de encuestas, trabajos, seminarios, etc., que han contribuido a clarificar el problema y a colocarlo en su justo medio, lo que vamos a tratar de condensar en las siguientes líneas.

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