Lopez de Mesa y La Medicina

Humberto Rosselli**

Hace apenas dos meses la Academia Nacional de Medicina y la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina iniciaban en este mismo recinto el homenaje del cuerpo médico colombiano a la memoria del Profesor Luis López de Mesa con motivo del primer centenario de su nacimiento, homenaje que ahora culmina con esta nueva sesión solenme conjunta.

Fue la del Profesor López de Mesa una vida eminente en grado sumo, habiéndose destacado en todas las actividades que emprendiera, como se ha recordado profundamente en estos días.

Autor de más de 20 obras que incluyeron novelas, tratados de sociología, de historia colombiana, ensayos filosóficos y reflexiones personales; hombre público que se destacó como Ministro de Educación, como parlamentario y diplomático.

Y luego como Ministro de Relaciones Exteriores, Rector de la Universidad Nacional; Académico y Presidente de la Academia Nacional de Medicina, Miembro de las de la Lengua, de Historia y de Ciencia Exactas, Físicas y Naturales, Presidente del Colegio Máximo de Academias

Prácticamente no hubo campo de la inteligencia y de la cultura colombianas que el Profesor López de Mesa no hubiera tocado con éxito y en los cuales no hubiera dejado huellas de su pensamiento y de su trajín humanista. Se le considera como uno de los fundadores de la sociología en Colombia y un estilista difícil pero correcto y profundo. (Vea también: La Posibilidad Absoluta)

La trayectoria de su vida pública es aún ampliamente recordada en nuestro medio. En aquella ocasión hicimos  un repaso de la carrera del Profesor López de Mesa como médico y psiquiatra y escudriñamos algunas de las circunstancias de su formación científica que habrían posteriormente de reflejarse en su obra como sociólogo y estadista.1 En esta oportunidad resumimos aquellos y algunos otros detalles.

En su breve Autobiografia2, es el mismo Profesor quien nos da estos datos de su niñez y juventud: “Nacido en Antioquia, completa en Bogotá su formación espiritual, cobrando del primer ambiente la recia estructura de carácter que tuvieron allí las tradiciones patricias de antaño, y adquiriendo en el otro grande suavidad de maneras y la atemperada expresión de emociones y pensamientos.

Desde niño se reveló tan reflexivo y estudioso, que su maestro de abecedario, David Castaño, a los siete años de edad, auguró para él afortunado destino espiritual; a los diez ya practicaba telegrafía y cambiaba los juegos infantiles por el destino arduo de la gramática y lecturas de historia en que abundaban las bibliotecas de sus tíos protectores …

De ahí que al entrar al Liceo de Medellín pudiese tomar el tercer curso y recibirse de bachiller en tres años (Colegio de San Ignacio), con una tesis pública sobre Materia y Forma…

En la Escuela de Medicina de Bogotá funda con sus compañeros la sociedad estudiantil respectiva y la Gaceta Médica, y es elegido para representante de aquella Facultad en el primer Congreso de Estudiantes de La Gran Colombia, en que habría de adquirir un renombre más amplio. Graduado de médico en noviembre de 1912, endereza su inquietud mental hacia la psiquiatría, por ser de índole generalizadora y en mucho abstracta su mente…”

En 1906 se matricula en el antiguo claustro de Santa Inés, en donde siguió con provecho los cursos del curriculum médico de entonces. El plan de estudios que regía desde 1904, comprendía las siguientes materias3 :

Primer año: Botánica médica. Física médica y biológica. Química mineral e inorgánica. Anatomía primera.

Segundo año: Zoología médica. Química orgánica y biológica. Anatomía general e Histología. Anatomía segunda.

Tercer año: Materia médica y Farmacia. Fisiología. Patología general y cirugía menor. Anatomía topográfica y cirugía mayor. Bacteriología.

Cuarto año: Patología interna. Anatomía patológica. Terapéutica general y especial. Clínica de patología general y de cirugía menor.

Quinto año: Obstetricia. Clínica de patología interna. Patología externa. Higiene. Clínica Infantil, opcional (o de Órganos de los Sentidos, o de Sífilis, o de Dermatología).

Sexto año: Clínica de patología externa y quirúrgica. Medicina legal y toxicología. Clínica obstetrical y clínica de ginecología.

No figuraba entonces la psiquiatría como materia independiente ni hay constancia de que se exigiera el internado. El estudiante debía presentar varios exámenes preparatorios y sostener una tesis aprobada para obtener su grado.

Muchos años después, cuando el cuerpo médico de la capital le hizo un homenaje con motivo de su nombramiento para el Ministerio de Educación,  López de Mesa recordaba el claustro de Santa Inés en las siguientes frases emocionadas: “Viene en este instante a mi memoria el venerable claustro de Santa Inés. Si me parece que le estoy viendo.

Que acabo de llegar a la prima hora de la noche en busca de la biblioteca que ya muy pronto abrirá Francisco de Paula Barrera, estudiante entonces. Mientras tanto me paseo por el corredor occidental. Tras los cerros vigías del oriente va surgiendo una luna limpia y llena, como si trajese luz fresca de las ardientes planicies del Orinoco.

Brisa suave mece a intervalos los almendros y enhiestas cañabravas del patio enrejado y coqueto, y el susurro de las hojas se enlaza ondulando y jugando con el tenue murmurar de la fontana. De norte a sur me paseo por el costado occidental; ya la luna parte en dos, penumbra silenciosa y nacarina claridad, el espacioso claustro.

Su majestad conventual se apodera de mi fantasía. Mis pasos repercuten con resonancia vagorosa de soledad, y al devolverlos el eco a mis oídos, creo percibir las voces sosegadas de tantos maestros que en ésta y en ésa y en aquella otra aula enseñaron normas perdurables de ciencia y de conducta a juventudes ya extintas o ahora en atormentado tributo de próxima senectud.

Ellos me recuerdan estas dos leyes militares de la sabiduría: que sólo el conocimiento engrandece nuestra individualidad exigua, multiplicándola por el caudal de ideas que poseamos, y que la donación social de nuestra vida es lo único que la hace perdurar victoriosamente”.4 .

López de Mesa se distinguió desde el principio de su carrera como estudiante ejemplar. Su profesor de patología interna, el Dr. Carlos Esguerra, así lo comprendió y le designó como uno de los practicantes de la recientemente fundada Clínica de Marly.

El mismo López de Mesa recordaba así un episodio de este paso por Marly cuando cursaba el quinto año de medicina: (“Nosotros mismos los colaboradores subalternos (de la Clínica) nos vimos a veces en calzas prietas (por la débil situación económica de la institución en sus comienzos).

Como la famosa huelga al tranvía norteamericano, durante la cual tenía yo, prácticamente entonces, que pasar a visitar a treinta enfermos, tomar el tren del Norte en un sitio improvisado a media ruta de Chapinero, y caminar un kilómetro de la calle 20 a Santa Inés para asistir a la clase de Patología Externa del Profesor Manuel Castillo a las ocho en punto de la mañana.

Y así, parigual que mi inolvidable compañero Errúliano Gutiérrez, ir y venir cuatro veces diarias, durante dos o tres meses de resistencia heroica.

Afortunadamente amábamos nuestros deberes entonces, ¿y qué quieren ustedes?, los veinte abriles son siempre garantía de infatigable ambulación y tenso espíritu …”5

En su año estudiantil de 1909, López de Mesa tuvo también actividades políticas, científicas y gremiales. No solo participó el 13 de marzo en el movimiento político-estudiantil que contribuyó a la caída del General Reyes, sino que con un grupo de compañeros fundó la Sociedad de Medicina, para agrupar a los estudiantes de los últimos años de la Facultad, con plan posterior de extenderla a las otras carreras universitarias.

“Surgió esta Sociedad -escribía6 – un día en que pensamos que al estudiante colombiano siempre le ha faltado espíritu de asociación para crear estos centros disciplinarios, y que era preciso oponer a nuestro desmedrado individualismo de pueblo tropical, la conveniencia de la asociación protectora y educadora.

Esta sociedad es el fragmento de un vasto plan que aún es ilusión y ya cuesta muchos desvelos, la  asociación de todos los estudiantes de Colombia para apoyo mutuo y más fructuoso aprendizaje”.


* Sesión solemne en homenajeal Profesor Lópezde Mesa. Academia Nal., de Medicina y Soc. Col. de Historia de la Medicina. Bogotá, 15 de noviembre(84.
** Presidente, Soco Col. de Hist. de la Medicina. Carrera 18 No. 84-87, Bogotá.

Aunque tuvo muchos tropiezos, la Sociedad de Medicina, animada por López de Mesa y otros pocos quijotes, logró representación en el primer Congreso de Estudiantes de la Gran Colombia, reunido en Caracas en 1910, y comenzó a publicar en octubre de ese mismo año, la Gaceta Médica, revista científica mensual de cierta importancia para la época.

López de Mesa fue redactor principal de la Gaceta Médica y en ella colaboraron profesores de medicina como Evaristo García, Carlos Esguerra y Eliseo Montaña y estudiantes de entonces como Calixto Torres, Jorge Bejarano, Lisandro Leyva Pereira, Julio C. Moncayo, Jorge H. Tascón, Paulo Emilio Falla, Julio Zuloaga, José Gregorio Ferreira, Simón Medina, y Luis Felipe Cabrera.

La Gaceta Médica tuvo la suerte compartida de muchas revistas médicas colombianas. Comenzó con mucho entusiasmo y puntualidad para luego irse retrasando hasta terminar en su extinción sin pena ni gloria. Duró hasta mediados de 1918. Recientemente un laboratorio farmacéutico está editando un periódico con el mismo título.

En la Gaceta publicó López de Mesa algunos de sus trabajos estudiantiles, que ya evidencian su inclinación hacia la neuropsiquiatría, como los titulados: Jaqueca 7, Afasia8 e Histeria9 .

Aunque el nombre de Sigmund Freud había sido ya citado en la literatura médica colombiana en 1890 en la obra Diccionario de los Medicamentos Nuevos de los Dres. Nicolás Osorio y Pablo García Medina 10, a propósito de la cocaína, es en realidad López de Mesa quien primero cita a Freud en sus teorías sobre las neurosis y la sexualidad reprimida.

Dice así en su artículo sobre la histeria, de 1912: “Hace poco leí un trabajo de Freud en que sostiene que los fenómenos histéricos son las fantasías que surgen de ciertos vicios y tendencias genitales oprimidos con la educación, por ejemplo, en el caso del onanismo; fantasías que son el reemplazo inconsciente  de aquellos.

El ve siempre en el fenómeno histérico una lucha de tendencias antagónicas, que muchas veces se manifiesta en su forma doble, como en esa mujer de quien habla, que con una mano se levantaba sus vestiduras y con la otra trataba de proteger su pudor.

Yo no veo en verdad que ello siempre sea así”19. Se anticipaba aquí la actitud reservada que siempre tuvo López de Mesa ante la psicoanálisis, reforzada por experiencias posteriores.

López de Mesa se retiró de la redacción de la Gaceta Médica en febrero de 1913. Al despedirse recapitula las reformas educativas que considera deben hacerse en la Facultad, algunas de las cuales propuso y fueron aceptadas en el Segundo Congreso Médico Nacional reunido en Medellín en enero de 1913.

Ellas son básicamente: la separación de la enseñanza de la medicina y de las ciencias naturales como dos carreras independientes; la reordenación de algunos cursos; la creación de profesores agregados y su selección por concurso; la elección de Decano y Consejo Directivo por los profesores con representación de los estudiantes, y la mejor preparación pedagógica de los profesores 11 .

Se graduó de médico e130 de noviembre de 1912 con la tesis Definición del Artritismo, presidida por el Profesor Rafael Ucrós, y recibió su título de manos del Profesor Hipólito Machadol2 .

Al despedirlo de la Facultad, su compañero Calixto Torres escribía: “López de Mesa es de los pocos estudiantes de quienes puede decirse que deja huella imborrable en la Facultad de Medicina; porque tuvo talento para comprender que, cualquiera que sea el medio en que el individuo haya querido colocarse, tiene además de las obligaciones consignadas en un reglamento o impuestas por un superior, deberes sociales más altos qué cumplir. Por eso fue el iniciador de la Asociación de Estudiantes …

Al servicio de la Sociedad de Medicina … puso López de Mesa todas sus valiosas aptitudes. Trabajó con constancia para su fundación, y después, en horas de peligro, cuando invadió el desaliento general, fue uno de los pocos que tuvieron valor para sacar avante la idea, porque conservó siempre firme la fe, que es fuente de vida y de progreso.

En el primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, como delegado de nuestra Facultad, se distinguió siempre, como se ha distinguido en la redacción de esta Revista (Gaceta Médica), por su inteligencia, su juicio y su autoridad. Su tesis de doctorado, justamente elogiada por sus examinadores, fue calificada por uno de ellos de un prodigio de erudición médica 13.

Nos hemos detenido en estos detalles por ser poco conocidos y porque nos explican la formación médica de López de Mesa y la influencia de la misma en sus obras ulteriores.

En los tres años siguientes a su grado, López de Mesa divide su actividad entre el ejercicio profesional como médico general y las labores intelectuales. Tuvo su primer consultorio en la propia casa del Dr. Carlos Esguerra, según ha recordado el Profesor Gonzalo Esguerra Gómez.

De aquella experiencia como médico general, el Profesor hacía remembranza muchos años después, en 1956, en esta misma Academia cuando dejaba la Presidencia de la misma.

Refiriéndose a la excesiva especialización, decía: “En otra época aprendíamos a examinar todas las funciones con recursos someros quizás pero suficientemente indicativos, y no enviábamos al especialista sino en búsqueda justificada de una confirmación indefectible: órganos de los sentidos, sistema nervioso, sistema cardio-vascular, hígado, riñones y páncreas, parasitosis más comunes, procesos endocrinos y aún hematología de proporción y cuenta, nos eran familiares y las investigábamos preliminariamente en el consultorio, con ser que la consulta no rebasaba el parco estipendio de dos pesos en primera clase …,,15 .

En 1914 fundó, con otros intelectuales del Centenario, de los cuales fue mentor espiritual, la Revista Cultura, que sobrevivió algunos años. En ella pública, en sus propias palabras, artículos “sobre abstrusas materias filosóficas”.

En 1915 presentó a la Academia Nacional de Medicina, con destino a un concurso en los Estados Unidos, su trabajo El problema del alcoholismo y su posible solución 16, erudita disertación en que estudia las causas del alcoholismo entre nosotros y considera que sus aspectos médicos se explican todos como efectos de perturbaciones anatomopatológicas del sistema nervioso central.

Distingue entre los efectos morales de la chicha y el aguardiente y afirma que “el desequilibrio mental ha hecho posible la profecía de que la humanidad sucumbirá en una locura universal”. Respecto al tratamiento del alcoholismo menciona la educación de la voluntad, procedimientos médicos, el intemamiento en Casas de Salud y medidas sociales.

Con ánimo de hacer estudios de postgrado, viaja a comienzos de 1916 a los Estados Unidos y es admitido al Bastan Psychopatic Hospital, adscrito a la Universidad de Harvard. Allí permanece cerca de dos años y cursa la especialidad de neuropsiquiatría.

El Bastan Psychopatic Hospital se había fundado en 1912, como uno de los centros más modernos y eficientes de Estados Unidos para tratar pacientes mentales. Al mismo tiempo se creó como núcleo de investigación y de entrenamiento para psiquiatras y personal paramédico.

Fue el primero en seleccionar su personal con pruebas psicométricas y alcanzó un extenso renombre, que aún se sostiene, en sus programas de asistencia, docencia e investigación, en el campo de la salud mental.

El programa que ofrecía para especialización en psiquiatría en 1916 cubría dos años, en los cuales el graduado recibía docencia práctica en las siguientes áreas: crimen juvenil, tests para debilidad mental, incidencia de sífilis, alcoholismo, hidropatía en su influencia sobre los glóbulos rojos (sic), tratamiento del delirio, profIlaxis, análisis de los factores genéticos, tratamientos por salvarsán, exámenes del líquido céfalo- raquídeo, errores diagnósticos y, “last but not least”, el valor de los departamentos de pacientes externos y del cuidado posterior17 .

Este programa indudablemente influyó en el pensamiento médico y psiquiátrico de López de Mesa y en su obra posterior como pensador y escritor. Era Director del Bastan Psychopatic Hospital y Profesor de psiquiatría de la Universidad de Harvard, el Dr. Elmer E. Southard (1876-1920), neuropsiquiatra y neuropatólogo formado en Alemania. Southard enseñaba una psiquiatría totalmente organicista, orientada a que la vida mental del hombre sano y enfermo dependía únicamente de la estructura de su cerebro.

El ambiente en el Bastan Psychopatic Hospital era más bien adverso al psicoanálisis, lo cual ocasionó, a mi entender, una de las frustraciones de la psiquiatría colombiana, ya que solo treinta años más tarde llegaban a Bogotá los primeros psicoanalistas y se introducía la concepción dinámica de la psiquiatría contemporánea 18.

Durante su estancia en Harvard, López de Mesa tuvo también tiempo para proseguir sus estudios filosóficos y literarios y allí escribió, en el otoño de 1916, la mayor parte del Libro de los Apólogos 19. Lo imaginamos, silencioso y pensativo, a 10 largo de las riberas del Charles River, ideando aquellas poéticas fábulas.

El río que pocos años después cantara Dámaso Alonso:

“Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye
entre edificios nobles, a Minerva sagrados,
y entre hangares que anuncios y consignas coronan
y el río fluye y fluye, indiferente,,20.

La estancia en Harvard, aunque López de Mesa hizo posteriormente en la década de los 20s otro largo viaje de estudios por Europa visitando varios países, dejó una huella perdurable en el espíritu del Profesor ,quien siempre hacía mención de ella en sus escritos.

Contra la opinión, muy frecuente hoy en día, de que el desplazamiento de la influencia de la escuda francesa hacia la norteamericana en la medicina colombiana ocurrió en la segunda postguerra de este siglo, López

de Mesa afirmaba: “Con la primera guerra mundial los estudios médicos colombianos cambiaron la orientación francesa por la norteamericana, que a su vez había trocado el influjo inicial de Inglaterra por el de Alemania, e iniciado entonces el extraordinario impulso nacional autónomo”21 .

A su regreso de Harvard, en agosto de 1917, instala López de Mesa en Bogotá su consultorio de especialista en psiquiatría, integrándose a la vanguardia de la medicina mental en el país junto con Miguel Jiménez López, Martín Carnacho, Demetrio García Vásquez, Julio C. Moncayo Candia, Lázaro Uribe Cálad y Maximiliano Rueda Galvis 22 .

Instaló su consultorio entonces en la carrera 8a. con calle 1623. Las primeras tareas de López de Mesa se dedicaron a la psicología experimental, de la cual fue iniciador en nuestro medio. “Hacia agosto de 1917 -escribe24 – aparecieron la psiquiatría de la escuela Kraepeliniana y la psicología experimental de Binet, con la reforma estadounidense respectiva, cuyas pruebas simplificó luego su introductor a una muy fácil de informe múltiple …”.

Aplicó entonces las pruebas a niños de escuelas de Bogotá y del Gimnasio Moderno.

En 1920 participó en el sonado debate sobre la Degeneración de la Raza en Colombia. En dicho año la Asamblea de Estudiantes de Bogotá, fundada años atrás por López de Mesa, organizó una serie de nueve conferencias en el Teatro Municipal, las cuales fueron recopiladas en el segundo volumen de la Biblioteca de la Revista Cultura, editada por el mismo Profesor 25.

El asunto se suscitó con motivo de la lección inaugural de la cátedra de psiquiatría en la Universidad Nacional, por el Profesor Miguel Jiménez López el 11 de agosto de 1916, quien desarrolló el tema: La locura en Colombia y sus causas26.

Sostenía el Dr. Jiménez López la tesis pesimista de que existía una degeneración colectiva en Colombia, tesis que sostuvo, con posteriores investigaciones en el lll Congreso Médico Nacional de Cartagena en 1918. Los estudiantes de Bogotá invitaron a nueve conferencistas a debatir este problema, en lo cual participaron, además de Jiménez López y López de Mesa.

También Calixto Torres Umaña, Jorge Bejarano, Simón Araújo, el General Lucas Caballero, el Dr. Rafael Escallón y el presbítero Dr. Lleras Acosta. Se adivina en esta selección la asesoría intelectual de López de Mesa.

En la intervención de éste, discrepa de la tesis de Jiménez López, hace consideraciones muy eruditas  sobre los climas, la raza, la patología, la historia, la estética, el pueblo antioqueño, la inmigración, la amenaza de la soberanía, etc.

En realidad, en esta intervención se pueden apreciar en germen los diversos materiales de que habría de servirse el Profesor López de Mesa para sus extensas obras futuras.

De su estudio de entonces, concluye: “En este momento hay en Colombia, de un lado:

1) Una soterrada amenaza estadounidense de restringir nuestra soberanía nacional;

2) Una insuficiencia de educación que hace de nuestro pueblo un niño incapaz de luchar vigorosamente por la vida;

3) Escasez de recursos económicos para el desarrollo general del país y en especial para la higiene de la porción enfermiza de nuestro territorio. Del otro lado, grupos étnicos vigorosos todavía, y un espíritu inteligente y alerta, que a través de un siglo de vicisitudes está a punto de sacar avante la raza y la república. De ahí se desprende que no hay degeneración pero sí peligros, y que esos peligros son de muerte”27.

López de Mesa viajó, como dije atrás, por seis años a varios países de Europa28 y a su regreso continuó en la práctica profesional en su consultorio ahora en la carrera 7a. entre 23 y 24. Muchos le recuerdan todavía cuando al pasar por la Avenida de la República le veían, por la ventana abierta de su despacho, en actitud pensativa, leyendo con la mano en la amplia frente, teniendo a su lado un cráneo. En aquella época fue el primer profesor de Historia de la Medicina en la Universidad Nacional y luego Profesor de Biología.

Formado, como he explicado, en una escuela de pensamiento “organicista”, llamada por alguien “psiquiatría sin alma”, y de psicología psicometrista, no encontró campo propicio para desarrollar sus inquietudes.

Hubo de derivar hacia la política, la sociología y la diplomacia, en donde obtuvo amplios y merecidos éxitos. No descuidó nunca, sin embargo sus preocupaciones por la mente humana. Insatisfecho con los nuevos hallazgos de la neurofisiología, la neuroquímica y la neuropsicología, en lo cual mantuvo una sorprendente erudición actualizada hasta sus años más avanzados, le preocupaba sin embargo que la ciencia no había logrado iguales progresos para desentrañar la vida de los afectos y, sobre todo, lo que era el Ego y la conciencia del ser humano, que constituía para él uno de los “enigmas de la Esfinge”, como los llamaba.

En sus elucubraciones sobre este tema llegó a plantear la hipótesis, con reminiscencias orteguianas, de que el Yo vendría a ser “el Individuo y su tarea”.

Es lástima que el Dr. López de Mesa no nos hubiera dejado obra científica escrita en el campo de la psiquiatría clínica, para la cual estaba eminentemente dotado y experto. Apenas quizás en algunos dictámenes periciales, en las semblanzas de personajes históricos como Carlos V y Bolívar, y en los atisbos a la psicología colectiva, hacía ocasionales incursiones al campo de la psiquiatría descriptiva y fenomenológica.

En 1945 publicó en la Revista de América su estudio “Simón Bolivar y la Cultura Iberoamericana 29, en el cual, al margen, se refiere a que el Libertador quizás era tuberculoso, hipertiroidiano e hipomaníaco, alternando con períodos de melancolía.

El Profesor Edmundo Rico se entusiasmó y secundó las tesis de López de Mesa llevándolas ante la Academia Nacional de Medicina. Esto dio lugar a un largo y ruid oso debate en esta Academia, que duró casi todo el año de 1946 y que atrajo numeroso público.

En él los Profesores López de Mesa y Rico reafirmaron sus ideas, habiendo participado también otros renombrados psiquiatras miembros de la Academia.

El Profesor Miguel Jiménez López conceptuaba que Bolívar “fue un genio, un hombre de gran talento que no llegó nunca a los límites de lo anormal”; el Profesor Guillermo Uribe Cualla consideró que “las deslumbrantes cualidades del Libertador eran más bien atributos especiales de su constitución y de su temperamento”; el Profesor Pablo A. Llinás afirmó que la simpaticotonía “fue el excitante perenne de su magno ideal,,30 y el Profesor Francisco Gnecco Mozo se opuso a la hipótesis del hipertiroidismo31 .

El debate de la Academia tuvo resonancias en el país y en el exterior. En Colombia los historiadores Miguel Aguilera y Alfonso Zawadsky trataron de “defender” a Bolívar de los supuestos “ataques” de los médicos y lo mismo pasó en Venezuela.

En este último país, Aquiles Nazoa, en el tabloide humorístico caraqueño “El Morrocoy Azul” así comentaba32:

“Ahora el Profesor López de Mesa
De Colombia, nos da la gran sorpresa
De decirnos la última palabra
-Palabra que por cierto no es de almlbar-
Sobre Simón Bolívar:
¡Bolívar fue más loco que una cabral”.

Y finalizaba el editorial del Morrocoy: “Ignoramos qué pájaro signifique ciclotimico , pero en cuanto a loco, en verdad que lo era. De otra manera no se le hubiera ocurrido darles independencia a los médicos colombianos”.
Los tiempos cambian y 35 años después otro psiquiatra colombiano, el Dr. Mauro Torres, en su libro: “Bolívar: Genio, Constitución y Carácter’33 sostuvo un diagnóstico similar al de López de Mesa. Pero en esta ocasión los venezolanos no protestaron, sino que, al contrario, acogieron favorablemente en sus congresos médicos al Dr. Torres.

En un Informe de 1956 a esta Academia Nacional de Medicina tiene el Profesor López de Mesa la oportunidad de hacer una síntesis de sus ideas sobre la estructura del cerebro, las funciones mentales y la clínica.

Consideraba que: “El yo arcaico afectivo, el yo intelectual autognóstico y el yo social superior no pueden separarse con aislamiento, pero sí parecen poseer localizaciones predominantemente jerarquizadas”.

“Suponemos -agregaba- en el mosaico de núcleos nerviosos que abarcan el mesencéfalo, el diencéfalo y aun el rinoncéfalo, la integración del yo arcaico; en el lóbulo frontal, porción orbital principalmente, el yo social; en el témporo-parietal, el autognóstico, o de conciencia propia.

Es asimismo verosímil que en el diencéfalo, base del yo arcaico, se configure o conforme el carácter de la persona, a lo menos en su etapa temperamental, y que la idiosincrasia de conducta nos venga de ahí, luego sofrenada por la educación en esferas corticales superiores …” 34.

Finalmente,  suponía que en “ese maremagno de las conexiones a distancia en circuitos de excitación, interacción, inhibición y correlación final”, se ocultaba la llave de la integración del “ego”.

Para ilustrar su disertación, el Profesor López de Mesa intercala unas quince viñetas clínicas de su casuística de años atrás, en que revela su agudeza y buena observación.

Uno de los casos que cuenta es el siguiente: “Entre las muchas incógnitas de los procesos mentales no carece de mérito informativo el de una bella joven de constitución hipomaníaca por su desbordante actividad, pero sana de cuerpo y espíritu, temperamento artístico de índole extraordinariamente visual y tendencias místicas, sin conflictos personales, familiares o sociales.

Aunque de estirpe nerviosa, que se recreaba contemplando el juego de su imaginación en escenas de objetividad espacial como las de los sueños, voluntariamente evocadas en pleno estado de vigilia, y que suspendió por orden de un médico amigo.

Esta objetivación de la fantasía, sin alucinación ni perturbación de criterio, vígil, por decirlo así, y agradable, si bien reseñada por algunos observadores, no ha sido, que sepamos nosotros, acertadamente definida, y este caso sugiere la posibilidad de explicarla por grande exaltación de la zona calcarina o pericalcarina tal vez, de su cerebro, que, por otra parte, conservóse después, aunque apresurado y emotivo, normal y lúcido” 34 .

Por una rara casualidad, llegó no hace mucho a mi consultorio una paciente, ya en el plateado otoño de sus años, en quien he creído identificar la jovencita de que nos hablaba López de Mesa.

Efectivamente, en la historia clínica me relató que había sido atendida por el Profesor, cuando ella tenía unos dieciocho años, quien la sacó de una crisis, en que presentaba no solamente los fenómenos que relata López de Mesa, sino otros síntomas.

Mejoró después de varias entrevistas con el médico, entonces en su consultorio de la carrera 13 entre 24 y 25 que ocupó por muchos años hasta su traslado último a Medellín, quien le recomendó que ingresara a estudiar Bellas Artes, prescribiéndole además alguna dosis diaria de gardenal que ella no tomó por tener antigua fobia a los medicamentos.

Desde entonces ella, pintora poco conocida y, en mi concepto, mediocre, ha continuado con los fenómenos eidéticos aunque de menor intensidad, pero ha continuado desarrollando capacidades de vidente y telepática.

En la actualidad presenta un delirio, bastante estructurado, de características esotéricas y de contenidos mágicos, fantásticos y simbólicos. Conservando una relativa integridad de su yo, ciertos aspectos del delirio se han construido sobre la interpretación criptográfica de las formas y colores, como un sistema simbólico de comunicación sentimental entre ella y los demás. Mi diagnóstico actual ha sido el de una Parafrenia crónica de forma sistemática.

En 1938 el Dr. López de Mesa fue Director transitorio ad honorem de los Manicomios de la Beneficencia de Cundinamarca. A partir de 1934 en que ingresa a la vida pública como Ministro de Educación, se va alejando cada vez más de la práctica médica cotidiana para pasar a un escenario más amplio de proyección internacional y a cumplir su vocación de escritor.

Sin embargo, en su estructura mental y en su actitud hacia los temas que abarcó, no abandonó nunca el carácter y la vocación del médico integral y del psiquiatra. Fiel a este propósito, podemos comprender mejor el sentido de la vasta serie de sus obras dedicadas, por ejemplo, a estudiar la nación colombiana. Era ante todo un patriota, pero también un clínico, y muchos años de su trabajo los dedicó a desentrañar, a interpretar y a comprender el trasfondo y destino de la nacionalidad.

Siguió para ello, evidentemente, un modelo médico integral en que hace la historia clínica del país, con su anamnesis, el estudio de sus pasadas crisis, el examen físico, mental y social de la nación, para esbozar luego un diagnóstico y un’ tratamiento.

Mantiene una actitud de médico, objetiva y empática, interesado por su paciente aunque a veces le dolía verdaderamente la nación. Acertado o no en su diagnóstico, pronóstico y tratamiento, creo que debemos abonarle su sinceridad y entereza.

Su aproximación médica a los males del país fue la que debe tener todo clínico ante sus enfermos: objetiva y atenta, con sincero deseo de acertar y de ayudar, comprometida con un estricto criterio científico y capaz de afrontar riesgos aún ante la incomprensión de los demás.

Su enseñanza para la profesión médica, queda plasmada básicamente en dos ideas que pregonó a lo largo de toda su vida: la necesidad para el médico de mantener a toda costa una dignidad y una ética eminentes, en un mundo caótico, en que las crisis de los valores amenaza toda nuestra cuhura.

“Profesión liberal sin duda, decía refiriéndose a la medicina 15, pero sacerdocio de piedad también. Ciencia y sabiduría, corazón y mente, arte y religión: todo junto y conjuntamente acrisolado …”. Estimaba que la medicina podría dar ejemplo para iniciar la restauración moral de la nación.

La otra idea era la de la responsabilidad social de la medicina. Vislumbrada ya la era de la socialización de la profesión para la que el cuerpo médico no estaba todavía preparado, pero que le permitiría desplegar ese nobilísimo papel social que a la medicina se le ha asignado desde siglos.

Esa responsabilidad social la extendía también, como lo practicó él mismo, a poner los conocimientos y reflexiones propias del médico al servicio de la comprensión del bien común. Como él mismo lo recomendaba: “a la medicina incumbe definir los fundamentos de la personalidad, la índole del espíritu, el quid de la conciencia intelectiva y la misión trascendental del hombre ….” 35

Referencias

1. ROSELLI Humberto: La Psiquiatría que estudió López de Mesa. Para publicar en Revista Colombiana de Psiquiatría, 1984.
2. LOPEZ DE MESA Luis: Pequeña Autobiografía. En: Homenaje al Profesor Luis López de Mesa. Boletín de la Academia Colombiana. Tomo XVlll, No. 71, Feb-marzo 1968, págs. 145-149.
3. LOZANO BAUTlSTA Guillermo: Beneficencia y Medicina. Fondo Editorial ClEC, Bogotá, 1983, pág. 251.
4. LOPEZ DE MESA Luis: El médico ante la revolución proletaria. Boletín Clinico, Medellín, Vol. 2, nov. 1935, págs,227-232.
5. LOPEZ DE MESA Luis: El Profesor Carlos Esguerra, un Científico y un Maestro. En: Boletín de la Academia Colombiana. Homenaje al Profesor Luis López de Mesa. Tomo XVIII, No. 71. Bogotá, Feb-marzo 1968, pág. 36.
6. Sesión Solemne. Gaceta Médica. Bogotá, Vol. 11,No. 13, enero 1912, págs. 2-8.
7. LOPEZ DE MESA Luis: Jaqueca. Gaceta Médica. Bogotá. Vol. l, No. 9, págs. 223-224, jul. 1911; Vol. l, No. 10, págs. 229-239, agosto 1911 y Vol. l, No. 11, págs. 257 -260, sepbre. 1911.
8. LOPEZ DE MESA Luis: Afasia. Gaceta Médica. Bogotá, Vol. 11, No. 13,enero 1912, págs. 8-14.
9. LOPEZ DE MESA Luis: Histeria. Gaceta Médica. Bogotá, Vol. 11, No. 13, enero 1912, págs. 31-35.
10. OSORlO Nicolás y GARClA MEDINA Pablo: Diccionario de los Medicamentos Nuevos. Librería Colombiana, Camacho Roldán y Tamayo, Bogotá 1890, pág. 47.
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12. ANDRADE VALDERRAMA Ernesto: Profesor Luis López de Mesa: Aspectos Médicos en sus obras. Bogotá, 1984, inédito.
13. TORRES U. Calixto: López de Mesa. Gaceta Médica, Bogotá, Vol. 11, No. 24, feb.1913, pág. 263.
14. ESGUERRA GOMEZ Gonzalo: Mis recuerdos del Doctor López de Mesa. Tribuna Médica, Bogotá, Año 7, Vol. VlI, No. 336, mayo 6,1968, pág. 4.
15. LOPEZ DE MESA Luis: Aspectos de la Medicina en Colombia. Heraldo Médico, Bogotá, Vol. 13, No. 182, págs. 530-531, nov-dic. 1956.
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18. ROSSELLI Humberto: Sigmund Freud en Colombia. Tribuna Médica. Bogotá. 53 (11): 41, 1976.
19. FORERO NOUGUES, Luis G.: Comunicación personal, 1984.
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22. ROSELLI Humberto: Historia de la Psiquiatría en Colombia. Edit. Horizontes, Bogotá, 1968. Vol. l, pág. 321.
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24. LOPEZ DE MESA Luis: Escrutinio Sociológico de la Historia Colombiana. Academia Col. de Historia. Bibl. Eduardo Santos, Vol. X, 1955, págs. 266 y sigs.
25. Los Problemas de la Raza en Colombia. Segundo Volumen de la Biblioteca de Cultura. Bogotá 12 de octubre de 1920.
26. ROSSELLI Humberto: Op. cito (22) pág. 281. 41
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29. LOPEZ DE MESA Luis: Simón Bolívar y la Cultura Iberoamericana. Rev. de América. Bogotá, Vol. 111, No. 7 julio de 1945, pág. 17.
30. LUNAS Pablo A.: La Personalidad Psíquica del Libertador Simón Bolívar. Rev. de Med. Legal de Colombia. Vol. VIII, Nos. 4546,junio-octubre 1946, pág. 33.
31. ROSELU Humberto: Cit. (22) pág. 78.
32. Cit. por LEMAITRE Eduardo: Los médicos y Bolívar. El Tiempo. Bogotá, se pbre. 8, 1982.
33. TORRES Mauro: Bolívar: Genio. Constitución, Carácter. Edic. Tercer Mundo, Bogotá, marzo de 1979.
34. LOPEZ DE MESA Luis: Informe sobre el trabajo científico que presenta a la Academia de Medicina el señor doctor Jorge Huertas Lozano. Anales Neuropsiquiátricos Clínica de Nuestra Señora de La Paz. Bogotá, Vol. XI. No. 43, enero-marzo 1957, págs. 25-37.
35. LOPEZ DE MESA Luis: Algunas consideraciones acerca del hombre. Anales Neuropsiquiátricos. Fac. de Med., Bogotá, Vol. VIII, Nos. 33-34, Año XIII, julio-diciembre 1954, pág. 5.

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