Neumonía y Resistencia a los Antibióticos
Con el advenimiento de los antibióticos a finales de 1930 y comienzos de los cuarenta –dice el especialista Guillermo Prada en la Revista Panamericana de Infectología -se pensó en que muy pronto las infecciones pulmonares severas serían cosa del pasado; el neumococo era muy sensible a la penicilina; antibióticos como la eritromicina, el cloranfenicol, la tetraciclina y las sulfonamidas (especialmente cuando se combinan con trimetoprim) no fueron del todo exitosos en la prevención de muertes tempranas en pacientes con neumonía neumocócica severa, a pesar de la susceptibilidad del neumococo a estos agentes.
Actualmente hay noventa tipos de neumococos de acuerdo a los antìgenos capsulares; hace varias décadas, cuando se dividieron sólo en cuatro tipos -de acuerdo a los conocimientos de la época- la tasa de mortalidad de la neumonía neumocócica no tratada era de 33%.
En 1998 la Organización Mundial de la Salud informó más de 3,7 millones de muertes debidas a infecciones del tracto respiratorio bajo: la neumonía constituye la sexta causa más común de muerte en los Estados Unidos y la primera entre las atribuibles a infección a nivel mundial .
Aparición de neumococos resistentes a la penicilina
En la década de los sesenta se identificaron las primeras cepas de S. pneumoniae resistentes a la penicilina; el problema sólo se consideró significativo en los años ochenta en Europa y en los noventa en los Estados Unidos. La situación actual causa preocupación en el ámbito mundial; desde su aparición en Australia, Nueva Guinea, África del Sur, España y Hungría, las cepas de S. pneumoniae resistente a la penicilina y a otros antibióticos se han establecido en todos los países.
Sabemos además que las cepas resistentes se diseminan rápidamente, como ha sucedido con los serotipos españoles 23F y 6B. A esto se añade que los aislamientos resistentes a penicilina tienen también una sensibilidad disminuida a otros antibióticos beta-lactámicos y no beta-lactámicos como macrólidos, tetraciclinas y clindamicina.
La sensibilidad del neumococo a ciertas cefalosporinas (cefotaxima, cetriaxona, cefpiroma, cefepima) es buena todavía pero los carbapenems constituyen una alternativa mejor. Las nuevas quinolonas (levofloxacina, moxifloxacina, gatifloxacina) poseen una actividad notablemente superior. Hasta ahora no se ha encontrado resistencia a los glicopéptidos.
Por otro lado- continúa el profesor Prada- en el proyecto ARTEMIS (1997-1998) se encontró que 18,5% de 643 cepas de S. pneumoniae aisladas en 10 países del sub-continente eran resistentes a la penicilina. En 8,2% de los microorganismos se encontró una CIM > 2 µg/ml. Las tasas de resistencia variaron de 3% en Brasil a 42% en Chile; 16% de las cepas de H. influenzae y 76% de las de M. catarrhalis fueron productoras de beta-lactamasas.
El tratamiento con moxifloxacina ha demostrado superioridad clínica en el tratamiento de la neumonía adquirida en la comunidad –dice Marc Miravitiles (de Barcelona) en la misma Revista Panamericana de Infectologìa. Fue mejor frente al tratamiento con amoxicilina-clavulanato solo o asociado a claritromicina en un ensayo clínico realizado en 538 pacientes. La tasa de fracaso fue de 6,3% para la moxifloxacina y de 18,3% para el comparador .
En las últimas décadas hemos asistido a un cambio en la etiología con nuevos gérmenes patógenos pero además los gérmenes tradicionales han desarrollado mecanismos de resistencia frente a los antibióticos tradicionales. En estos casos es esencial la elección del tratamiento antibiótico que consiga una rápida y eficaz acción bactericida, concluye el especialista catalán.
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