Hongo Oncogénico y Teratogénico

Júpiter. Según la Liga Colombiana de Lucha contra el Cáncer, el año pasado se registraron mil doscientos diez nuevos casos de esta enfermedad en menores de catorce años.

Considero de la mayor importancia divulgar las cifras de de cáncer infantil, leucemia y linfomas en los últimos cinco años para determinar la tendencia, la procedencia de estos niños y correlacionar los hallazgos con posibles causas que esté produciendo estos efectos. Investigadores de Sur África encontraron hace unos años un gran número de enfermos con cáncer del esófago.

Hicieron estudios especiales y descubrieron la relación con las fumosininas o micotoxinas producidas por el Fusarium, un hongo del maíz y otros cereales.

También sabían que se producía leucoencefalopatía en los caballos y encontraron que era la causa de un incremento en las malformaciones congénitas, un hallazgo que se repitió años después en Texas entre las mujeres que consumían tortillas infectadas con el hongo venenoso. Tenemos un hongo oncogénico y teratogénico que hay que buscar.

Una de estas manifestaciones teratogénicas es la espina bífida, actualmente la primera causa de parálisis infantil y de otras malformaciones congénitas que son la primera causa de mortalidad infantil en el Valle del Cauca y posiblemente en Colombia.

Tal vez alguno de los lectores de Tensiómetro Virtual o miembros de la Liga Contra el Cáncer o del Instituto Nacional de Cancerología pueda darnos la respuesta. Deben tener muy en cuenta los legisladores colombianos que el Congreso de los Estados Unidos aprobó en Diciembre de 2006 la ley HR 6344, la cual ordena hacer estudios para utilizar el Fusarium como arma biológica contra las plantaciones ilícitas en Colombia.

El problema es que este hongo -así sea modificado genéticamente- no es especifico, puede mutar y además de destruir la coca, puede acabar con el plátano, la yuca y otros alimentos básicos de los colombianos y aún la vegetación del Amazonas, los pulmones del mundo.

Hasta ahora Colombia es el único país del globo que acepta las aspersiones aéreas de tóxicos químicos y biológicos de su territorio, ni siquiera Afganistán, el mayor productor de opio del planeta ha permitido que los Estados Unidos fumiguen esas plantaciones.

Esto escribe un médico graduado hace más de cincuenta años, sin conflictos de interés que declarar, a quien mueve solamente la preocupación por la destrucción de una nueva generación de campesinos colombianos, un genocidio sutil y disfrazado.

Jaime Gómez-González, MD Neurocirujano e historiador.
(Febrero 2 de 2007). Alertan por elevado número de casos de cáncer infantil en Colombia.

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