La Psicoterapia de Grupo, Normas
Selección
La selección depende de cada terapeuta. Unos la hacen en primer lugar por diagnóstico, otros por edades, por condiciones sociales, económicos e intelectuales, o bien por la misma necesidad. Los grupos pueden ser abiertos o cerrados, homogéneos o heterogéneos, según cómo el terapeuta desee estimular o mantener los patrones de conducta.
El uso de personas diferentes con problemas opuestos tiende a desarrollar un máximo de estimulación y actúa en la dirección de la descarga de tenciones en el grupo.
El número de personas semejantes, con el mismo tipo de problemas, tiende a estimular la supresión de otros patrones de conducta, y si las personas son diferentes con problemas parecidos u opuestos, favorecen el desarrollo de la transferencia y se hace más fácil el reconocimiento de ellas. Un balance con pacientes de tipos semejantes, opuestos o diferentes tiende a favorecer el proceso terapéutico.
El número de pacientes dependerá de la personalidad del terapeuta, lo mismo que el número de sesiones y el tipo de tratamiento, pudiendo ser éste activo, de relación, autoritario, educacional, de entrevistas o analítico (107), (108).
(Lea También: La Psicoterapia de Grupo, Estadísticas)
Es B. Wassell (109) quien da ciertas normas de selección. Considera que debe existir por parte del paciente:
1°, cooperación para asegurar la vida y la continuidad en el grupo;
2°, que no tenga demasiado odio “a sí mismo” o ansiedad, pudiendo participar emocionalmente en el grupo;
3°, que no estén severamente disociados;
4°, tener un mínimo de tendencias sociales y educación o cultura que permita el funcionamiento del grupo;
5°, que el grupo sea suficiente en cuanto al número de integrantes para su formación o para el rechazo cuando haya una cantidad excesiva de pacientes.
El término medio es de 8 pacientes por grupo. Rose (110) y Sheps (111) son de la opinión de trabajar con personas de diferente historia, educación, problemas y personalidad, previas entrevistas para conocer el carácter, los síntomas, la seriedad en el propósito de la terapia, y para observar si el miembro puede ser constructivo o destructivo dentro del grupo. A su vez, en la entrevista previa, el paciente va a saber el fin de la terapia y las reglas generales.
R. Coltharp (112) insiste en que el grupo debe estar constituido por pacientes con un nivel de inteligencia por encima del mediano.
L. Harold (113) dice que no se ha llegado aún a determinar un criterio unánime de selección; sin embargo, las esquizofrenias ambulatorias y los casos de “boderline” pueden beneficiarse. Si empleamos métodos de selección muy rígidos, en estos casos los rechazaríamos. De todas maneras hay que considerar el diagnóstico, el paciente, el grupo y la personalidad del terapeuta.
Indicación
Las indicaciones de la técnica de grupo nuevamente dependen de los criterios de selección ya expuestos. Es Slavson (114) quien sugiere que está técnica puede aplicarse a enfermos con desórdenes psicosomáticos, asmáticos o alcohólicos; también en casos de alergias, de delincuentes, de ancianos o sujetos con problemas matrimoniales, así como en la psiquiatría infantil. Por otro lado, F. Powdermaker (115) recomienda la técnica de grupo en los psicóticos, especialmente en esquizofrénicos, paranoicos ligeros, ansiosos y tímidos con trastornos del carácter.
No sólo es el tratamiento de grupo el que se considera como indicación, sino el combinado con tratamiento individual (116), psicofármacos, estos últimos especialmente en psicóticos epilépticos.
J. Sheps (117), en su trabajo con psicóticos y casos límites, observó que las dos terceras partes que no se beneficiaban con la sola terapia de grupo, mejoraban con la terapia combinada individual, y P. King (118) lo hace con psicofármacos y electrochoques. L. Schaffer (119) ha trabajado con grupos en que algunos miembros estaban en tratamiento individual; los diagnósticos oscilaban de la esquizofrenia y la neurosis a los desórdenes del carácter y las reacciones afectivas.
El grupo estaba constituido por el paciente, los padres y algunos de los hermanos. Se ha visto que el tratamiento combinado (individual-grupo) mejora el “acting-out” (120).
R. Cowden (121) hace ver que el tratamiento combinado mejora más que el simple; D. Baruch y H. Miller (122) recomienda la terapia combinada (individual-grupo).
Los análisis individual y de grupo son diferentes hacen lo que pueden, cada uno a su manera (123).
El grupo ayuda más a aquellos sujetos aislados, sirviéndoles la experiencia para volverlos más espontáneos y comunicativos (124). Para D. Lipschutz (125) la terapia combinada (individual-grupo) presenta ventajas, tales como la prevención de reacciones indeseables del enfermo en el grupo, tensiones específicas nacidas de la transferencia o de la contratransferencia. Las sesiones individuales ofrecen la ocasión de conocer bien el pasado del paciente.
Contraindicaciones
En general, se puede decir que el tratamiento de grupo está sólo contraindicado en los casos de trastornos mentales serios; los esquizofrénicos, cuya disociación nos les permite comunicarse; los profundamente depresivos, los melancólicos, los compulsivos, los argumentativos y los promiscuos sexuales, porque en estos casos es mejor aplicar tratamientos combinados o bien otra clase de terapia (126).
Reglas básicas
1ª. Deseo del paciente de ingresar a un grupo terapéutico.
2ª. Compromiso de mantener en silencio, fuera del grupo, lo que se oiga durante las sesiones.
3ª. Deseo de comunicar sinceramente sus problemas, de discutirlos en grupo y tratar de entender los problemas de los demás.
4ª. Considerar el grupo como un medio terapéutico para mejorar los problemas y no como otro medio social o cultural.
5ª. La regla fundamental de asociación libre y el análisis del material.
6ª. El pago de los honorarios.
7ª. Libertad para decidir el abandono del grupo una vez analizado el deseo, la intención o las motivaciones.
8ª. Capacidades intelectuales suficientes para la posibilidad de elaboración.
9ª. Algunos recomiendan o insisten en que siempre deben hacerse una entrevista previa, en tanto que otros opinan lo contrario, porque la entrevista previa crea una relación pregrupal-transferencial que aumenta la resistencia en el grupo terapéutico (127), (128).
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