La Intuición en el Proceso del Conocimiento en Psicoanálisis

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Me propongo aquí poner de relieve la capacidad intuitiva y como está participa en los procesos mentales en general, y en la labor psicoterapéutica  del proceso analítico en especial.

Además, deseo mostrar cómo en ocasiones la intuición participa en el trabajo científico-técnico y en el proceso del conocimiento en general.

Para comprender este fenómeno es importante tener en cuenta cómo los criterios filosóficos de la lógica nos muestra que uno de los primeros pasos del conocimiento y  de la conducta del ser humano, es el empírico; si éste es ayudado por conocimientos teóricos de los fenómenos que se estudia, el proceso del conocimiento, se vuelve más técnico y más científico.

La ciencia implica el saber, el conocer, y a la vez el saber debe entender como la ligazón de varios conocimientos que pueden ser aplicados en una forma técnica.

No sólo la historia sino también la misma metodología hace parte del proceso del conocimiento; al mismo tiempo el conocimiento de los instrumentos, hechos y fenómenos que intervienen en él, son indispensables para el mismo conocimiento; de todo lo cual se ocupa la epistemología.[1]

Quiero hacer énfasis en un fenómeno y es el que se refiere al conocimiento intuitivo, el cual puede llevar al sujeto al conocimiento lógico y de este partir al conocimiento matemático.

Todos estos procesos, el intuitivo, el lógico, el histórico, el matemático, van a prever y aprobarlos hechos observados, lo cual validaría la observación.

En ocasiones en los trabajos no científicos no hay tecnificación de las teorías, lo que aparece es un fenómeno que ocurre con frecuencia en las prácticas de las mismas; la intuición. Quizás valdría la pena considerar también si no existe una aplicación de técnicas inconscientemente, aplicadas, pero no tecnificadas, con palabras o símbolos de los sistemas (ciencia), y con teorías (lógica) derivadas de la observación y aplicación (tecnológicas).

Inicio del proceso de conocimiento

El proceso de cada ciencia se inicia en muchas ocasiones en esta actividad mental intuitiva inconsciente (pensamiento intuitivo) que procede al lógico, y que también es válido, como un paso más en el proceso de investigación y aplicación de los sistemas y técnicas validadas.

Creo que es cuestión de niveles del conocimiento y niveles de la aplicación práctica de los mismos. Otro nivel es hacer consciente lo que se ha hecho; cómo, para qué, cuándo y cuánto se ha hecho para lograr encontrar la esencia, la forma, el fin, el tiempo, la cantidad y, por último, la causa.

Esta forma de sistematizar el conocimiento de lo observado, ayuda al ser humano a descubrir nuevos fenómenos y hechos como también a la posibilidad de formular leyes.

Cuando el conocimiento se vuelven ciencia, es decir, se sistematiza, llega a niveles de generalización y abstracción, es entonces cuando se establece una técnica que alavez se vuelve a sistematizar hasta convertirseen estructura independiente, a esta la llamamos ciencia.

El proceso del conocimiento tiene los niveles técnicos (no son los mismos conocimientos) que forman el nivel de los “hechos”; estos hechos pasan al estudio de otros niveles; el nivel matemático y lógico formal a la vez el nivel “formal” de la “ciencia”; por último el conocimiento histórico, el metodológico y el semántico forman el nivel crítico en la ciencia.

Los hechos, las formas y la crítica de ambos dan como resultado el conocimiento  válido, es decir, la validez del conocimiento.

Debo hacer hincapié en cómo la honestidad en la información de los hechos observados (científicos o no) es una de las cualidades esenciales en la investigación. La honestidad, en este contexto, significa no falsear la realidad de lo observado, pese  a que ella puede verse afectada por la subjetividad del observador cuando éste es el hombre; más aún, creó que la subjetividad está presente en la investigación objetiva. Ocurre en ocasiones, como en los trabajos a que me he referido, esta labor que aparece no científica, no supone, ni concluye, que por ello debe dejarse de lado el concepto de ciencia (8,9).

Aplicando todos estos conceptos de la lógica científica a las labores empíricas, estos pertenecen a las primeras etapas del desarrollo y proceso de conocer.

La validación

Con todo lo expuesto he querido ubicar en la ciencia, las labores efectuadas por personas con no muy profundos conocimientos técnicos, como son los candidatos a psicoanálisis, en el comienzo de su formación, que sin mayores conocimiento teóricos y sin la experiencia práctica, pueden efectuar el inicio de una labor, científica, que debe continuarse para llegar al último paso: la validación.

La validación, como ya se expuso, no se puede hacer sin recurrir a las matemáticas, a la lógica, a la historia, a la metodología, a la semántica, y a la crítica. Todas estas disciplinas deben desarrollar el conocimiento de los hechos encontrados, Es de esperar que muchos científicos de diferentes disciplinas aporten sus conocimientos para el esclarecimiento de los hechos, los fenómenos y sus leyes. En el psicoanálisis todos estos recursos validativos no son factibles de ser aplicados a la vez, y aún el matemáticoestá muy lejos de ser alcanzado.

El conocimiento mismo pertenece a un proceso que tiene su desarrollo pero que siempre está en un cambio constante, encontrando nuevos sistemas, nuevas leyes y nuevos hechos que tienen sus fenómenos (particulares y generales)

Con todo este planteamiento quiero dejar la inquietud de que ni el mismo conocimiento es estático, unitario y/o único. El ser humano, por otra parte, no es propietario de la venta ni del conocimiento mismo.

Desde el punto de vista de la ciencia psicológica, algunas labores pueden ser válidas (utilizando los indicadores) y, por lo tanto, tener su explicación lógica en los mecanismos por los cuales fue operativo el cambio, ya uno se refiera al pensamiento, al sentimiento o la conducta humana.

Acciones e intervenciones intuitivas

Desde el punto de vista psicodinámico, podemos agregar cómo quienes estudian para analistas pueden desempeñar sin querérselo proponer conscientemente, el rol de apoyo al Yo y a la realidad  y/o guiando, y hasta educando, haciendo el papel de padres sustitutos (transitorios), o pueden tener intervenciones con acciones inclusive interpretativas intuitivas, integrando al yo del enfermo y desculpabilizándolo, dándole canales de facilitación o verbalización a sus tendencias, permitiendo la progresión del Yo, es después, durante su formación, como sistemáticamente con la técnica puede ayudar a realizar la reparación de lo sentido destruido internamente, superando los mecanismos defensivos, progresivos, con que el sujeto debe someterse ante el conflicto instintivo y al temor a la muerte.

La integración se hace no sólo de sus tendencias, sino de sus vínculos y relaciones con las imágenes parentales, familiares, poniendo el psicoanalista en una nueva realidad a la persona afectada, a través de acciones interpretativas (de la fantasía inconsciente del paciente) que se inician con un sentir y un percibir progresivamente consciente, el cual se transforma paulatina y progresivamente en la interpretación. De tal manera la interpretación psicoanalítica puede devenir en sus inicios intuitivamentey luego volverse técnica.

Inconsciente e “intuitivamente” las personas comprometidas en la labor analítica, como son los aspirantes y candidatos a analistas, tienen la capacidad de asimilar ansiedades y transformarlas en conductas positivas. Esto último no siempre es fácil   encontrarlo; sólo el material humano sano con posibilidades de dar lo bueno, lo integrado (el objeto), es capaz de transformar e integrar. Una persona que tenga estas cualidades puede hacer mucho bien en la rehabilitación del trastorno mental, y sí aprende las técnicas adecuadas, mejor y más fácilmente va a poder realizar su labor  terapéutica.

El estudiante, a psicoanalista, pasa en su formación por esta labor, pero yendo un poco más allá, el mismo analista entrenado utiliza la “capacidad intuitiva” en su labor analítica, a diario, y le es útil en la aplicación de la técnica de la comprensión y conocimiento teórico, por fuera de la situación analítica.[2]

Es necesario ser conscientes de este fenómeno de la intuición y de cómo podemos utilizarla no sólo en el nivel teórico sino en el práctico ayudando y facilitando al psicoanalista los instrumentos, para hacer un trabajo específico, lo mejor posible. Estas líneas podrían entenderse como una defensa de la labor empírica pero es mi deseo aclarar cómo con ellas he intentado “ubicar” dentro del proceso del conocimiento y de las ciencias, las labores que inician con la actitud “sana”, “reparadora”, “reconstructiva” de “apoyo”, con el instrumento “intuición” propio de las funciones yóicas.[3]

Qué se entiende como intuición en psicoanálisis

Antes de seguir adelante permítame aclarar qué entiendo por “intuición específica”; a ésta la comprendo como la capacidad del aparato mental, de percibir un hecho, una acción, un fenómeno sin los elementos propios de la lógica, pero si, con los de la imaginación, sin el instrumento de la palabra.

Esta intuición es una capacidad de sentir, percibir, imaginar hacer, conexiones de signos y significados preverbales, preconscientes, indicativos, denotativos, que a la vez pueden configurar un lenguaje comunicable de una idea y de un deseo; aquella comunicación en la intuición no se realiza con signos convencionales sino por medio de pre-signos (señales codificadas con significados).

Esta percepción y posible comunicación puede ser indispensable en la funcionalidad de las relaciones entre el sujeto y el objeto (interno y externo). Las señales provienen de estímulos internos o externos, percibidos en forma de presignos evocados o no, de acuerdo con su estimulo asociante; de aquí se parte a los procesos de significación en los que participan entre otros fenómenos la ideación, la asociación y la sustitución, que también son estudiadas por la lingüística y que no me propongo desarrollar.

De tal manera la intuición es uno de los primeros pasos en el conocimiento; es un saber sin un por qué y para qué; es el inicio del pensamiento sin palabras ni discurso. En la intuición no hay pleno conocimiento, ni trascendencia de él, pero si lleva a la idea o al concepto. En el acto intuitivo, en el que aparece la intuición, “el sujeto ve la cosa o bien se siente sentir” un acto o la visión del mismo; es un “pre-sentir”.

De tal suerte, la intuición, como ya se expresó, no solo es el primer paso en el proceso del conocimiento sino uno de los primeros instrumentos indispensables (repitámoslo), con que se inicia una labor que puede devenir técnica.

Desde el punto de vista de la técnica psicoanalítica, el analista durante la sesión de análisis trabaja con, o, en la llamada “atención flotante”, la que le permite “abrirse” por decirlo así, al campo del inconsciente y se ubica en el preconsciente; es allí también en donde actúan los pre-conceptos, los presignos, el lenguaje preverbal y la “intuición” como acto y fenómeno, en un pre-sentir, y, ahí se inicia el proceso del conocimiento.

Es en ese estado, en que los procesos mentales se procesan partiendo del impulso y el deseo, que se llega a la imagen, al pensamiento y al conocimiento. Así también se desarrollan formándose el concepto y luego el posible discurso en palabras.

La intuición, de tal forma, estaría ubicada, en este concepto, en la percepción interna de la imagen (objeto), del deseo, del impulso, movidos por el instinto con su configuración  de la fantasía inconsciente

El analista en la situación analítica, en el “intuir”, está  percibiendo y “pre-sintiendo”, viendo en su interior y comunicándose con el pre-consciente o inconsciente del analizado, por medio del mecanismo de la identificación proyectiva produciéndose, a la vez, no solo otra forma de comunicación, si no es posible otro para-lenguaje que debe devenir lenguaje propiamente dicho. Es así también como el analista recibe y contiene los objetos, y en su contra identificación, puede distinguir, “identificar” el objeto denotándolo a lo verbal y luego, pasarlo del pre-concepto al concepto.[4]

Con todo esto nos referimos a la intuición como un conocimiento “a priori” proveniente de lo “profundo” del aparato mental, que está abierto a los sentidos internos, tocando con los sentimientos y afectos.

También los aspectos tienen que ver con este tipo de conocimiento, porque ocurre que conocemos e “intuimos” cuando hay una relación afectiva fácil, sin trabas, con un mínimo de represión, en la situación analítica y en el proceso, transferencia- contratransferencia, en el que el paciente y terapeuta se encuentran en sus mundos afectivos, instintivos, imaginativos y representativos consciente e inconscientemente (proceso primario secundario), disminuyendo el espacio entre ambos y en ese campo específico de la situación analítica tiempo-espacio, pierden sentido real.[5]

El aparato psíquicos del analista y del analizado se ponen en contacto con su diferentes funciones; el yo, de uno y otro, entra en una “interfunción”; el del analista, terapeuta, especialmente actúa para ayudar al analizado en su irracionalidad aceptándola y comprendiéndola con el primer paso de la comprensión, como puede ser la “intuición del Yo”.

Analista y analizado con sus capacidades intuitivas, con su relación contratransferencia-transferencial, participan no sólo del mundo inconsciente y pre-consciente, si no de los mecanismos que en el proceso “T-C” (transferencia-contratransferencia) no realizan; entre estos podemos mencionar las identificaciones y contra identificaciones proyectivas, tan importantes de tener en cuenta desde el punto de vista de la teoría de la técnica y también para la comprensión de la ubicación del analista con su analizado, en el proceso analítico; es decir, en la clase de contratransferencia y contra identificaciones (concordantes-complementaria) que pueda establecerse (6).

Dicho de otra manera, la intuición toma parte en las identificaciones y contra-identificaciones proyectivas como una capacidad más de percepción. Esta capacidad puede disminuirse al máximo cuando hay identificaciones proyectivas masivas (psicóticas) o ausencia de ellas (7); en este último caso, cuando ocurre una inmovilidad por identificación completa y complementaría (esta última en el analista).

En el caso de existir la “I.P.”[6] (identificación proyectiva) masiva puede ocurrir la perdida de los límites del Yo y No Yo y producirse la confusión francamente psicótica sin presentarse las defensas, de “spliting” contra los estados confusionales, que es observable cuando el psicótico se acerca a la posibilidad de experimentar sentimientos amorosos con el objeto (7) de tal manera no opera la capacidad intuitiva.

Lo que el sujeto (analista o analizado) puede percibir, sentir en la situación analítica, es una incoherencia, una confusión, sin diferenciación de lo propio. También aquí, en la situación analítica, debe entenderse el grado de vivencia mágica y omnipotente que opera, y la posibilidad de poder llegar al juicio y al pensamiento.

En estos casos, el objeto externo equivale al objeto interno; la imagen interna no se modifica por reinternalización del objeto externó, y la percepción en sus diferentes niveles puede ser afectada.

(Lea También: La supervisión como método de enseñanza en psicoanálisis)

Cuando el analista “percibe”, “intuye”, “pre-siente” e introyecta el conflicto del analizado con el objeto destruido, lo metaboliza, lo elabora, lo controla y lo reproyecta (5), y también lo reproyecta en la interpretación; el analizado hace lo propio reproyectándolo en, o con, una asociación.

Entiéndase que está última puede aparecer como un silencio, una verbalización o una actuación (in-out-inside). Bion, citado por Grinberg (4), se refiere a cómo la introyección de la “I.P.” del paciente por el analista produce el “vínculo”; creo que en esta introyección se puede plantean también la capacidad no sólo de “encontrarse” con el objeto “vivido como extraño”, desconocido en su “C.I.P”,[7] sino de “intuirlo”, percibirlo antes de conocerlo y definirlo.

Una de las vicisitudes que pueden ocurrir y anular la “capacidad intuitiva”, es la gran carga agresiva y la culpa correspondiente que impiden el buen funcionamiento del vínculo.

El analista y el analizado deben, pues, poder sobrepasar el “umbral crítico” de la relación, para poder llegar a la diferenciación del objeto y, a la interpretación. Cuando el sujeto “intuye”, ha realizado la “I.P.” pero con el sentido de “extrañeza” e “independencia” de su percepción y respuesta afectiva, aun cuando no sean estas últimas muy claras y definidas.

Es mi deseo presentar un sólo ejemplo de mi experiencia personal en donde se observó el “pre-sentimiento” o la “intuición”, un día escuche el timbre del teléfono; en ese momento vino a mi mente, cómo la llamada podría pertenecer a una paciente “X”, lo cual fue confirmado; llamaba para excusarse de no poder venir a la sesión analítica; al saberlo contratransferencialmente, sentí un pesar y pensé que el posible motivo era una pena-duelo de la paciente, que seguramente iría a un entierro.

Cuando la paciente acudió a la sesión siguiente, contó la muerte de un pariente y confirmó las fantasías conscientes del analista.

Aquí nos podemos preguntar ¿cómo se pudieron realizar estas percepciones y fantasías en el analista?, la respuesta podemos encontrarla en la relación contra-transferencial; el analista concordaba paralelamente, reaccionaba de la misma manera por sus duelos propios, previo presentir o intuir, debido a las contra-identificaciones proyectivas que se sucedían y a la “intuición” propia y a la desarrollada en el mismo proceso.

Esta situación en que me vi en un momento dado, no fue la única y puedo expresar cómo en muchas ocasiones durante los análisis me he encontrado “pre-sintiendo”, “intuyendo” lo que más adelante se me confirma con un lenguaje directo.

He aquí el otro lenguaje, el de la intuición. Pienso cómo en la contratransferencia no siempre ocurre o se pone en función, a todo momento, la intuición, más aún es posible que este primer percibir, en un pre-sentir, deviene cuando se está saliendo de la contra-identificación proyectiva y es cuando se perciben los objetos a un nivel orbital (siguiendo la terminología de Wisdom).

En los estados en donde la disociación, la negación, la magia, la omnipotencia, el control y el triunfo (sádico o masoquista) sobre el objeto, predominan, no puede haber una facilitación de la capacidad intuitiva o es difícil lograrla; para que esta se ponga en función, debe haber una superación  de aquellos estados en que el Yo se ve envuelto.

La intuición y la técnica analista

Desde el punto de vista de la técnica psicoanalítica, el “Yo intuitivo” no solo ayuda al Yo analítico,inductivo-deductivo, sino al Yo creativo con la capacidad intuitiva, y la conciencia se ve enriquecida para la exploración, la investigación o la reparación de los daños ocurridos en el aparato mental. Repitiendo, no podemos olvidar como la intuición es propia del ser humano y pertenece a la capacidad del Yo en su percepción pre-lógica, pre-consciente, formulando pre-concepciones, o pre-conceptos que operan a la vez en un campo en donde el sentimiento y la percepción no están bien delimitados o se confunden.

Se observa comúnmente, cómo el conocimiento en el pre-científico, en el técnico o en el científico puro, se enriquece con la “capacidad intuitiva”, la que se manifiesta desde una simple captación de hechos y de fenómenos indicándolos o actuando, o participando, como se dice, intuitivamente en un hecho. De tal manera se interviene en los procesos de conocimiento, de descubrimiento, de investigación o de rehabilitación con un interjuego e interrelación de los procesos intuitivos, pre-lógicos   y los lógicos del conocimiento.

Las personas, en general, pueden utilizar y utilizan su intuición para entender, comprender, conocer y ayudar al ser humano en su pensar, sentir y actuar.

Así también en el campo de las labores psicoanalíticas, el analista, el candidato cuando inicia su entrenamiento en forma más científica y técnica, utilizan y ponen en función sus capacidades intuitivas para llegar a una labor puramente tecnificada.

En cualquier disciplina el trabajo es observado y se realiza a diferentes niveles del conocimiento con la capacidad intuitiva. Por su parte, cada sujeto trabaja al nivel o límite que se propone; uno u otro logran resultados que luego pueden ser válidos. Ocurre en ocasiones que los resultados más visibles y que más suceden e inducen a realizar, son aquellos que modifican la conducta, apareciendo el beneficio o la bondad terapéutica en el “hacer” o realización del sujeto; no entendiendo ésta “realización”, o “bondad”, o “beneficio”, como la “validez” científica, ni el “cambio” deseado o propuesto por un analista.

Todo esto, repito, referido a la capacidad intuitiva en el proceso del conocimiento en general en el científico, en la acción psicoanalítica, no indica, ni válida ni califica, la capacidad del conocimiento y experiencia analítica. El indicar, entender, explicar, estudiar, el fenómeno de la intuición en el proceso del conocimiento y específicamente en psicoanálisis, es sólo una denotación más, entre otras, de las capacidades humanas, que pueden ser útiles en la instrumentación de la interpretación y con ello en el conocimiento en general y, en el psicoanalítico en especial.

Concluyendo, quiero expresar una vez más cómo la intuición participa en el proceso del conocimiento en general y en la labor psicoanalítica en sus diferentes momentos, que en el fondo tiene su técnica específica (utilizando aquí esta palabra, como la aplicación de un método) en un campo y con una continuidad dada, no siempre tecnificada con palabras, signos y símbolos, sino con hechos y actitudes humanas que conllevan significados y significantes.

La técnica posteriormente puede y debe ser sistematizada para hacer de ella una metodología, así se hacen en el aprendizaje de la técnica psicoanalítica. Además, quiero agregar cómo en cada ser humano hay un rehabilitador sin ciencia, si método, sin consecuencia “exacta” teórica de lo que “hace” (práctica), pero sí debe “ser consciente” de sus motivaciones para el “mejor logro” de su “hacer” y “conocer”(práctico-teórico) en el mundo, que puede producir un libre “cambio creativo”.


[1]A pesar de que Freud (1932) (3) en su obra “ el problema de la concepción del universo”, escribe cómo: “ la filosofía no es contraria a la ciencia pero metodológicamente yerra, en cuanto sobre estima el valor epistemológico de nuestras operaciones lógicas y reconoce otras distintas fuentes del saber, tales como la intuición “.

En mi entender el problema  reside más en la “sobreestimación” de los valores y no en el desconocimiento de los hechos mentales, más aún, parecería que Freud entrara en una necesidad de ubicación de la nueva creencia  psicoanalítica cuando en el mismo escrito refiriéndose al psicoanálisis y al problema de la concepción del universo (Weltanschauung) escribe: “… no sería difícil fijar la posición del psicoanálisis a su respecto.

Siendo una ciencia especial, una rama de la Psicología, Psicología-abisal o Psicología de lo inconsciente, será absolutamente inadecuada para desarrollar una concepción particular del universo y tendrán que aceptar la de la ciencia”; más adelante afirma con respecto al psicoanálisis que “la única fuente de conocimiento del universo es la elaboración intelectual de observaciones cuidadosamente comprobadas, o sea, lo que llamamos investigación, y niega toda posibilidad de conocimiento por revelación, intuición o adivinación”.

Esta última afirmación parecería que no da cabida a la “intuición” en el proceso intelectual, pero para eso está la investigación con la observación cuidadosa y comprobada; no se trata de aceptar y asimilar la “adivinación” y la “revelación”, a la “intuición”.

Aún más, pienso que Freud no penetro explícitamente en el fenómeno de la intuición, sin embargo, lo dejó implícito al referirse a los diferentes procesos que se suceden entre los llamados procesos primario y secundario

[2]La capacidad intuitiva no da, por supuesto, la validez y calificación del trabajo en la técnica analítica, solo activa como otro instrumento más en las labores psicológicas, en general, y psicoanalíticas, en especial.

[3]Las actitudes “sana”, “reparadora”, “reconstructiva” y de “apoyo”, no significa un entrenamiento y menos la capacidad y conocimiento técnico pero si tan necesarios en la práctica clínica.

[4]Bion (1967) (1) al referirse a la “intuición” en su obra “Volviendo a pensar”, escribe: “Si se intuye correctamente la situación psicoanalítica (prefiero el término “intuir” a “observar” “escuchar” o “ver”, pues no entraña una penumbra de asociación sensorial) el psicoanalista puede comprobar que el idioma corriente hablado es sorprendentemente adecuado para la formulación de su interpretación.

Por otra parte, la situación emotiva permite que la interpretación le resulte comprensible al paciente, si bien la presencia de resistencias imponen modificar esta afirmación para que no parezca demasiado optimista”; más adelante agrega: “al final y al comienzo, me refiero al problema suscitado por una creciente intuición. No sabía entonces hasta qué punto es común esta experiencia. En el trabajo sobre la diferenciación  entre las personalidades psicóticas  y no psicóticas, hay un ejemplo de la profundización de una intuición y del peligro que representa para el desarrollo del individuo.

El tema esta tratado con mayor amplitud en  “Cambio catastrófico”, donde explico que forma parte de una difundida configuración” (El subrayado es mío).

[5]La situación analítica de por sí, pienso, creo no sólo una temporalidad específica sino también una espacialidad “sui generis”. Es, podríamos decir, un nuevo espacio en donde se encuentran y descubren los espacios mentales internos con la temporalidad propia de la situación analítica, en donde también existen movimientos y vivencias diferentes. Estos conceptos temporo-espaciales y de movimiento son elaborados mejor en el trabajo sobre “Espacio, tiempo y movimiento en psicoanálisis” (10).

[6]I.P.: Identificación proyectiva.

[7]C.I.P.: Contraidentificación proyectiva

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