La Historia como Conciencia Social

(Las acciones y los sujetos)

Desde otro aspecto, la historia como conciencia social es muy importante tenerla en cuenta, porque de aquí se parte a hechos y consecuencias que pueden a la vez convertirse en historia. El hombre en cuanto ser consciente y responsable tiene una acción y una relación con respecto a lo que hace, a lo que es consigo mismo y con los demás; de ahí parte un paradigma o una pretensión normativa.

El paradigma implica, a la vez, un deseo, un tiempo, una realidad psíquica interna, una verdad, una imagen y representación de la realidad externa, todo lo cual configura una estructura.

Transcribo algunas líneas del psicoanalista argentino Jaime Szpilka, aparecidas en el libro “Psicoanálisis: Interpretaciones, construcciones y verdad histórica”, del doctor Norberto Oscar Bucure, que se refieren a la verdad histórica “… tan singularmente ligada a la realidad síquica, lejos de implicar ninguna correspondencia fáctica, se refiere más bien a la verdad para el deseo. Lejos de importar la certeza de un recuerdo en relación a un evento del mundo, nos importa por su significatividad – lugar de un tiempo real donde se entrecruzan pasado, presente y futuro- y por su particular valor significante en la articulación del deseo inconsciente mismo. La verdad histórica y su construcción pasan a estar articulados a la recuperación de una subjetividad que gira en torno a un recordatorio4 inaugurante de la misma, en las diferentes tramas que resignifican el deseo desde la estructura…”.

Pienso que la estructura puede ser de distinta índole, psicológica, sociológica, biológica, científica, ideológica, etc., y cada una de ellas a la vez puede tener sus subestructuras.

La construcción histórica en una obra escrita implica, no sólo el hacer un relato, una descripción de hechos, sino historiar, resignificar, representar, subjetivizar con una tendencia a objetivizar a través de las interpretaciones; de tal manera, también se ordena, se hila, teje o sutura un acontecimiento histórico con otro, para construir un documento histórico. Más allá de los hechos está el hombre, en su espacio, con los objetos y el tiempo; en el camino de la vida, nos encontramos con los deseos y fantasías inconscientes, que participan en el movimiento y producción de los eventos.

El o los aconteceres se van sucediendo, le van dando trascendencia o intrascendencia al ser en la vida; en el caso del psicoanálisis implica el conocimiento del hombre con sus motivaciones, intereses, conflictos, ansiedades, vivencias, las cuales determinan no sólo el estar sino su hacer y tener dentro de los ejes ya expuestos, como son el ergon-trabajo, eros-amor y logos-conocimiento.

El que escribe historia también está inconscientemente motivado para ello; personalmente  no estoy exento  de este factor.

Creo que la misma edad cronológica y el deseo de reparar los aconteceres, el encontrar una articulación de un hecho con otro y así una interpretación y conclusión, a la vez que hacer un balance, evaluar para descubrir errores o factores positivos, fueron los que influyeron en un sentido con el fin de encontrar la mejor y mayor facilitación del desarrollo de nuestra ciencia en cuanto trabajo y conocimiento.

Podría preguntarse si la preocupación por el pasado no implica solamente cierta nostalgia sino un deseo de recuperación o planeación del mismo futuro en un hoy.

(Lea También:El Psicoanálisis dentro del Contexto Científico)

De todo esto se concluye cuán importante es tener en cuenta que, en el estudio de los hechos históricos, hay que contar tanto con los deseos como con el puro conocimiento a solas, para llegar a la conciencia y responsabilidad social con las que uno puede y debe ubicarse en todo estudio histórico.

El estudio de las condiciones históricas (socio-político económicas) en las que se produce y/o reproduce el conocimiento científico, es muy importante tenerlo en cuenta para poder integrar el campo del mismo desarrollo del conocimiento.

Desde el punto de vista histórico, si bien tenemos prejuicios y preconceptos con respecto a por qué se actúa de tal o cual manera y se espera un tipo de reacción natural, no siempre esto es factible porque el hombre no es exactamente predecible en sus circunstancias particulares.

Todo investigador está sujeto no solamente a los elementos ya enunciados sino a ciertos presupuestos y normas que interior o exteriormente le presionan para realizar su investigación. En el presente caso he tenido que recurrir a varios caminos para luego devolverme y encontrarme con una guía, que es la epistemología, no sin pasar por una observación crítica externa de filósofos y epistemólogos.

Como médico neuropsiquiatra y psicoanalista, y como científico, soy consciente de que todo investigador no puede ser siempre racional y consciente en su totalidad, puesto que sus objetivos están sujetos a presupuestos e inclusive a modelos viciados por la misma práctica; por ejemplo, el psicoanalista práctico clínico en la  investigación, participa o no con todo un espacio y campo; no se parte de “cero”, puesto que esto es imposible, pero sí se trata de pasar por “un (os)” “cero(s)”.

Volviendo a ciertos conceptos generales, deseo explicitar cómo los hechos y los fenómenos tienen un espacio y un tiempo que incluyen el de las representaciones y el de la razón; sin embargo, más allá de los primeros queda el de la imaginación y las representaciones mentales, a las cuales se les puede aplicar todo un análisis lógico con sus interpretaciones y explicaciones subjetivas y objetivas.

Si bien los hechos naturales pueden dejar registros cuantificables, a la vez los eventos sociales es posible registrarlo y detectarlo cuantificablemente, según la frecuencia con que se presenten.

Lo que difiere entre uno y el otro es el modelo explicativo. Por ejemplo, con respecto al psicoanálisis en Colombia, podemos cuantificar no solamente los sujetos precursores del análisis ,los pioneros y los actuales practicantes profesionales; así mismo nos es factible registrar cuántas promociones de especialistas han estudiado el análisis durante X tiempo, para llegar a ser analistas reconocidos, o cuántas horas de estudio de la obra de Freud se realizaban hace 50 o 70 años atrás y las que se cumplen actualmente, o cuántas conferencias con la teoría o temáticas analíticas se dictaban hace  tres, cuatro o cinco décadas, y ahora cuáles han sido las repercusiones en unos y otros después de distintas actividades de difusión.

La manera de interpretar estos hechos y la significación de los mismos y los procesos inherentes, obviamente son referidos al contexto histórico del sujeto y los sujetos partícipes; la interpretación actual puede tener una multiplicidad de vectores; así mismo el hecho observado en la investigación histórica y relatarlo; luego es una reconstrucción inacabada que sufre sus modificaciones de acuerdo con quienes lo lean o lo escuchen; así mismo ocurre con las interpretaciones.

Toda reconstrucción inacabada, por más que se desee terminar, tiene algo de inconcluso, de lo subjetivo y de lo objetivo que nos compromete. Aquí surge el problema de la objetividad y neutralidad valorativa con respecto al conocimiento de la historia y de la ciencia en especial.

Con respecto a la objetivización en la historia, o en la ciencia, como deseo y tendencia de poner afuera, en el exterior, lo que se realiza entre sujeto y objeto, interno y externo, lo cual puede ser una meta cierta de estudio para clasificar los elementos que intervienen en este proceso, el hombre con su naturaleza transforma su hacer, su trabajo, su pertenencia, que se convierte a la vez en otra parte de su naturaleza y existencia; sin embargo, el hombre continuamente pone a prueba su propia naturaleza.

Si bien la ciencia implica un saber sobre el hombre y el mundo (naturaleza-medio ambiente), cada uno de estos campos requiere de instrumentos, métodos y conceptos distintos que se deben interrelacionar.

En la historia nos enfrentamos a estas interrelaciones. En el caso del psicoanálisis en Colombia, las necesidades estaban dadas, pues las técnicas biológicas, eléctricas, algunos psicofármacos o tratamientos físicos y biológicos de ese entonces, no daban resultados satisfactorios y menos ponían de relieve el principio de causa-efecto.

Las acciones de los sujetos y su conducta están movidas o motivadas por estímulos internos y externos, latentes y manifiestos, con sentidos y significados individuales y colectivos.

Lo que interesa al historiador no sólo es tener en cuenta este fenómeno sino tratar de encontrar la secuencia entre las diferentes acciones para relacionar un hecho con otro y encontrar otro hilo conductor que, en el caso de “La historia del psicoanálisis en Colombia”, no sería otro que el mismo de las ciencias médicas, el que trata de mejorar o aliviar el dolor humano y preservar la vida (física y psíquica) en el hombre que padece, para conocer qué, cómo, por qué y cuánto podemos ayudar y cuidar a nuestros semejantes; en el caso del psicoanálisis haciendo consciente lo inconsciente asociado al cambio psicoafectivo y por ende a la actitud y conducta.

Con respecto a los hechos históricos conviene hacer una relación entre la actividad científica en general, la lógica teórica del profesional y la institucional en donde se ha formado, a la vez es necesario explicitar la posición frente a ellas con el significado del modelo de trabajo ante la cultura y la práctica científica.

Otro de los hechos que debemos tener en cuenta en la historia es el de que el poder libera la acción (poder hacer), a la vez que está relacionado con el deber y el querer; todos éstos dentro de uno o varios paradigmas que tienden a un equilibrio, el cual se ve continuamente desestabilizado con los cambios, con nuevas técnicas e instrumentos; sin embargo, los sistemas tratan de imponer estabilizadores; por ejemplo, la técnica y la creación de instituciones, no sin llegar al mito y al ritual; tanto las ciencias naturales como las sociales tienen sus diferencias particulares, que a su vez, como ya se expresó en otro lugar, deben relacionarse para establecer un orden en el conocimiento (hombre-sociedad).


4 La negrilla es mía.

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