Ciencia y Pensamiento Mágico: Síntesis y Conclusiones

XX

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

 “La síntesis nos ayuda a encontrar las esencias”. 

Síntesis y conclusiones

Al iniciar esta síntesis y conclusiones el lector ya habrá leído parte o su totalidad de la obra en la cual me sumergí con todo su interés y motivación de estudiante. De una u otra ma­nera, me encuentro indefectiblemente con las posiciones: materialista, espiritualista, agnósti­ca ante la incógnita de la vida. Mucho de los términos básicos utilizados, fueron definidos en los diferentes capítulos; por lo tanto, no pretendo traer una síntesis de todos ellos.

En realidad mi compromiso profundo reside en los cuestionamientos e investigación de fenómenos in­comprensible para muchos; por lo tanto, el camino a seguir aquí, es de solo una síntesis, sin embargo, otro lector o estudioso, podrá con toda libertad llegar a extractar los pensamientos según sus posiciones que le dirijan; obviamente es factible que alguna frase de todos estos párrafos aparezca “dogmática” lo cual espero no se presente o se interprete así, más cuando me acompaña en la vida el “antidogmatismo”; por lo contrario, me embarga el continuo cuestionamiento y el agnosticismo (como un verde cerezo) en relación al conocimiento de la materia, energía, el alma y el espíritu.

Personalmente después de releer estos escritos y reflexionar sobre ellos, me encuentro con que las creencias y la fe son integradas a lo que podríamos llamar dos instancias que las ca­racterizan: el espíritu y el alma, y por ende al “gnosos” (en griego conocimiento); la primera (las creencias) hace parte de la esencia y la existencia del ser.

Aquí viene la pregunta:

¿Qué tiene que ver alma y espíritu con la naturaleza psico-so­cio-biológica del ser humano? La respuesta podría plantearse al considerar que el “alma y espíritu” son los que nos animan y dan vida; ésta última se conecta con la realización de la respiración (respiración-inspiración) (1); de tal manera, entramos a referirnos a todos los mecanismos y funciones biológicas comprendiendo en ellas la físico-química cuántica las cuales no son visibles, más sí calculables y que hacen parte las partículas elementales con sus velocidad y masas o sin ellas; sin embargo aquellas organizan todo el movimiento de la vida; recuérdese aquí la leyenda y metáfora simbólica antigua que Dios hizo al hombre con un “soplo vital o divino”; ese soplo nos indica una acción (es), un (os) movimiento (s); para organizar el ser humano con todas sus funciones.

Acótese que en 1962 Peter Higgs planteó el campo y la partícula básica o “boson de Dios” (o partícula hipotética de Dios, boson de Higgs), como el principio elemental de toda la naturaleza y obviamente del ser humano; dicha partícula o “boson de Higgs (2) no se había comprobado; sin embargo en Julio del año 2012, en los laboratorios CERN se pudo detectar y así abrió el campo a la comprensión para expre­sión del origen de la “masa-energía”; además con la aparición de diversas u otras partículas elementales.

El “soplo de vida”:

No sería sino las fuerzas energéticas electromagnéticas y ondulatorias ordenadas que se originan en el espacio creando corrientes, átomos, enlaces para la cons­trucción de otros cuerpos o elementos (luz, aire, agua, tierra, minerales, proteínas, hidratos de carbono, lípidos, vegetales y entes vivos), y, con ello todos los sistemas, y, entre ellos, los instintos emocionales o las reacciones y funciones sensoperceptivas de comunicación con el pensamiento, los sentimientos, la inteligencia, la voluntad y las decisiones para actuar; aquí suponemos que el actuar o los actos deben ser pensados; igualmente existen actos no pensa­dos naturales, instintivos emocionales, y, a su vez, pueden ser individuales o colectivos, cada uno tiene sus variables de acuerdo a los patrones o modelos que se establezcan.

Es así como se manifiesta y organiza el espíritu, la sociedad, la religión, el pensamiento racional para llegar al científico no sin antes pasar por el prelógico o mágico, los proto pen­samientos, los prejuicios, la intuición y sugestión, los fenómenos paranormales, las profecías y múltiples ciencias; sin embargo, el pensamiento lógico se fue ordenando para arribar a las ciencias, la medicina y así proteger y conservar la naturaleza de la vida con un orden natural. Las explicaciones e interpretaciones de los hechos o fenómenos que se exponen en estos textos, se ajustan a la comprensión neuropsicológica, psicoanalítica y filosófica no sin hacer reseñas y somero análisis histórico de los mismos.

Este pensamiento puede interpretarse como simple y lejano de las profundidades psico espirituales que acompañan al hombre en sus múltiples creencias, su fe, sus construccio­nes mentales o simplemente provenientes de supuestos hermenéuticos sin ninguna crítica y evaluación; empero, todas ellas son las que sostienen al ser en su existencia como columnas que conforman toda la estructura del ser en su consciencia en el mundo, y, que a la vez, hace parte de su esencia.

Entiéndase además que la “total plenitud” del ser no existe, porque son momentos transitorios que ocurren en el sujeto más cuando todo cambia constantemente en la vida, a no ser que el sujeto, se aísle, se identifique con el ideal del Yo, niegue los avatares de la vida o no se deje tocar por ellos y entre en un estado espiritual superior de paz.

A la vez, debo afirmar cómo, no puedo apagar mi curiosidad, pues ella está fusionada a mi voluntad y a mi ignorancia y a mi ser de vida, lo cual significa que están presentes y no se acaban mientras esté vivo; más aún, los pensamiento surgen de las relaciones del cono­cimiento con la información que existe en el mundo interno, y la relación con el externo; así se llega al pensamiento científico racional lógico, o aquél pensamiento teñido de magia y por lo tanto irracional perteneciente al proceso primario ilógico.

Si bien todo esto ocurre en el ser humano, personalmente no estoy exento de ninguno de estos procesos; sin embargo, me acompaña lo que llamo crear puentes, establecer analogías y conexiones de uno y otros fenómenos para encontrar nuevas explicaciones más sólidas que nos disminuyan y/o alejen del pensamiento mágico.

El hombre en la sociedad busca principios de causa y efecto o respuestas acompañadas de vivencias, interpretaciones, explicaciones, provenientes de la interrelación de los hechos para encontrar soluciones, así como aceptar propuestas, experiencias, deducciones, induccio­nes con respecto al ser humano en este mundo, en su propia evolución, sin negar la genética y la participación del pensamiento mágico, el cual debemos detectar para llegar a una obje­tividad.

Es más fácil aceptar o rechazar los fenómenos paranormales sin ningún cuestionamiento; sin embargo, la verdad escueta en ocasiones duele y es difícil aceptar; por lo tanto, es más sencillo entrar al mundo irracional facilista en donde impera la negación que entrar en el campo del pensamiento complejo, caótico con sus vicisitudes y así arribar al análisis de las distintas variables simples libres o fijas con los atractores “fijos o periódicos” oscilantes, que tienen un punto fijo en el centro del sistema y que atraen en su curso, y los que tienen una trayectoria en espiral con un movimiento ondulatorio hacia dentro (atractores puntuales) y son dirigidos a un sistema estable; y, por último los “atractores extraños” impredecibles del sistema cuántico.

Todo esto vendría a replantear la concepción de la teoría de la comple­jidad, la cual debe entenderse como un facilitador en el análisis de las diferentes clases de pensamientos (ilógico, prelógico y lógico formal, y el científico complejo) y de los distintos fenómenos que le acompañan.

De otra parte, los imaginarios (individuales y colectivos) obran como los restos diurnos de las creencias de la humanidad y al mismo tiempo con contenidos latentes y elementos del inconsciente individual y colectivo; por ejemplo, en múltiples creencias, en los mitos, la ma­gia y la religión las cuales se fusionaron a través de milenios para dar explicaciones, no sin abandonar las supersticiones que han dominado el mundo cotidiano; sin embargo, la ciencia ha ido desbaratando paradigmas que fueron sustentados con hechos, como por ejemplo en el magnetismo de Mesmer o el de la leyenda del pastor griego Magnes que con su pie calzado con sandalias se quedó pegado a una roca (“magnetita que atraía los clavos de las sanda­lias”), y se interpretó que allí había “un espíritu”; otro ejemplo que duró por milenios, fue la creencia que la tierra era el centro del universo y aún el sol giraba alrededor de la tierra; esta creencia murió con Nicolás Copérnico, en 1509; sin embargo, fue arduamente criticado por el argumento de que Dios había creado la tierra, y al hombre, como centro del universo.

En 1590 Galileo demostró cómo la fuerza de la gravedad atrae a todos los objetos por igual; y, más tarde descubrió el telescopio además de confirmar la teoría de Copérnico, no sin pasar (Galileo) por la inquisición y retractarse de sus afirmaciones.

En ese mismo siglo nació Newton quien se preguntó sobre la fuerza de gravedad que manejaba los planetas lo cual comprobó pensando en cómo la Luna giraba alrededor de la tierra y no por fuerzas invisibles mágicas, y, más bien por las fuerzas gravitatorias y los movimientos de inercia; esto lo probó con ayuda de los cálculos matemáticos, creando así las leyes del movimiento y dejando atrás las creencias e interpretaciones provenientes del pensamiento mágico.

Newton también tuvo errores con sus ilusiones alquímicas para producir el oro o calcular cómo el año de la creación estaba en el 3500 a.C. Los viajes espaciales del Siglo XX y XXI recogieron las ideas de las fuerzas gravitatorias para llegar o salir del campo gravitatorio del planeta tierra e iniciar la exploración de lo que vemos y a la vez lo que no percibimos con nuestros sentidos pero que existen, por ejemplo la energía y materia oscura y la anti gravedad.

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En esta obra y algunas que le antecedieron: “El azar determinista. El lazo del destino”, (2011); Cerebro Mente. El pensamiento Cuántico” (2009); “Ciencia, mitos y dioses”, (2004); “Psicoanálisis y la teoría de la complejidad”, (2002) y otras; todas llevan un conocimiento centrado en alguna temática; sin embargo, allí obran las sensopercepciones, la descripción de las dualidades y diferencias, el encuentro de semejanzas y realizaciones, el conocimiento a través del ensayo error con la experiencia y luego con la observación de las distintas propie­dades; y, obviamente el método inductivo y deductivo a más del pensamiento intuitivo para luego entrar a un modo de ordenación de los hechos con modelos que nos dan un conoci­miento técnico, para de allí partir a la ordenación teórica de las leyes y así el ordenamiento científico.

Para llegar al conocimiento científico se produjo toda una serie de procesos y de experien­cias que luego fueron llevados a postulados y leyes o sistemas de pensamientos como para­digmas, algunos de los cuales ya están mencionados en capítulos de textos anteriores.

Si bien existen escritos egipcios 3000 a.C. (atribuidos al egipcio Kajemij sobre las “Enseñanzas”) y luego fueron sucedidos por los aparecidos en la China de Shu Ching y el mito de Gilgamesh en Mesopotamia para llegar a los griegos de Homero y todos los filósofos presocráticos y socráticos, los cuales todavía muchos de sus postulados están vigentes.

De una u otra manera, aparecieron los métodos analíticos con el idealismo; el concepto “a priori” y “a posteriori” de Kant, la necesidad y universalidad, la razón pura; la escuela de la crítica antropológica y materialista (Hegel y Marx); el pensamiento mecanicista y evolucionista de Darwin; el estu­dio de la medicina experimental; el positivismo materialista y agnóstico; el neocriticismo y positivismo fenomenológico y empirocritisismo; la lógica formal, la existencial y trascenden­tal, con la intencionalidad de Husserl; el concepto de la angustia de Kierkegaard y Sartre, el vínculo entre la filosofía y la ciencia de Bachelard; la lingüística de Saussure; la crítica del empirismo, positivismo, historicismo, vitalismo y evolucionismo de Saussure; la lógica de la investigación de Popper; el estructuralismo de Levi Strauss y el psicoanálisis de Sigmund Freud. Así se llegó al Siglo XX con Einstein, Born, Planck, Bohr, Schrödinger, Pauli, Hei­senberg, Pauling y otros, (3).

  1. de Francisco Zea, en su trabajo: “Vigencia actual del psicoanálisis”, (4), escribe con respecto a cómo el positivismo “debía basarse en observación de hechos” más “redujo a las ciencias humanas a permanecer como disciplina taxonómica cuyo contenido es básicamente descriptivo, sin ningún poder de explicación”. Más adelante escribe: “El estructuralismo como epistemología, permitió en cambio trascender las limitaciones de esa metodología positivista; admitió la posibilidad del conocimiento innato no derivado de la experiencia sensorial y señaló que las relaciones entre datos observados o estructuras superficiales no son por sí mismas explicativas. De acuerdo a este punto de vista las conexiones fortuitas que determinan el comportamiento no están relacionadas con las estructuras de superficie sino que son generadas por estructuras profundas inaccesibles a la observación directa, de donde se deduce que la comprensión del hombre debe hacerse en las estructuras profundas cuyo descubrimiento debe ser el objetivo real de las ciencias humanas”.

De tal manera, las ciencias humanas han cambiado de paradigmas; por ejemplo del posi­tivismo al estructuralismo y de este al psicoanálisis y la lingüística, así como a la psicología cognitiva sistémica y conductual, y a la vez, se hace el postulado de Korand Lorenz que se refiere a cómo “el conocimiento del mundo entra por la experiencia sensoperceptual y la participación ontogenética” que supuestamente puede pasar de generación en generación a través de la memoria a corto, mediano y largo plazo.

Todos estos fenómenos y procesos nos llevan a la consciencia de nosotros mismos y al lenguaje, verbal, escrito, simbólico y aún conductual.

Aquí deviene una pregunta ¿cuál sería el paradigma actual para la comprensión de múlti­ples fenómenos psicofísicos paranormales y los de la medicina alternativa?

Si bien ese para­digma no está completamente definido, puesto que está en construcción y se irá cambiando sin que el anterior muera; la respuesta no es solamente el reconocimiento de la consciencia, el inconsciente y todos sus dinamismos, sino de cómo se realiza esa comunicación, con el len­guaje, a través de funciones de onda, de señalización de las partículas elementales que codifi­can ordenadamente con los “bits” cuánticos para establecer la representación, la imaginación, las fantasías, los pensamientos, los conceptos que fundamentan los principios filosóficos y científicos, todos los cuales construyen paradigmas.

Téngase en cuenta aquí que actualmente se entiende la física cuántica, como un nuevo paradigma científico, que puede explicar mu­chos fenómenos hasta ahora con causas desconocidas; sin embargo, estos conceptos aparecen enmarañados o crípticos pues pertenecen a la física atómica, en especial a la ya mencionada partículas cuánticas y entre ellas a los fotones.

Todo esto está explícitamente tratado en la obra “Cerebro Mente. El pensamiento cuántico”, (2009). Además, muy posiblemente en los siguientes años la tecnología, nos ayudara a dirimir muchas incógnitas que todavía están por resolver.

Ahora hago la pregunta:

¿Cuál es la síntesis de esta obra? La respuesta parte de los con­ceptos de ciencia, sus clases, su historia, sus postulados a través de los tiempos, para luego presentar al ser la esencia y la existencia, los conceptos de alma y espíritu, la fe y la creencia, la espiritualidad y el espiritualismo, el hombre como posibilidad de libertad y el misticismo, para luego entrar a los conceptos de lo sobrenatural y misterioso con sus distintos poderes y necesidades, al autoritarismo irracional, a los cambios de autoridad manifiesta y al concepto de Dios y la vida, al misterio y el secreto.

Sigue la obra haciendo la relación entre ciencia y religión, sus orígenes, las clases, los fundamentos, las leyes, las diferentes disciplinas que es­tudian la religión, la sociología, la psicología y de la religión, la filosofía, la antropología y la ciencia en relación a la religión textos sobre: “Mis ideas y opiniones sobre religión y ciencia” de Albert Einstein, (5).

El lector cuidadoso fácilmente habrá podido detectar cómo en la obra traigo mi posición cuestionadora, aún con la creencia o no de la existencia en y de Dios, que para unos es indis­cutible, para otros simplemente no existe y para algunos entre los que me encuentro es como la de un agnóstico (que no conozco) porque se entra en una frontera de múltiples variables en donde no hay grandes diferencias conceptuales y a la vez porque según mi opinión, no solo Dios es una posibilidad explicativa sino una necesidad interna espiritual del ser en su esencia para comprender el origen del universo.

De tal manera, si bien la religión y la ciencia son distintas, podrían haber puntos de convergencia que se anidan o cristalizan en el ser hu­mano, como ser conscientes en el universo. De todas maneras, aparecen múltiples, profundas respuestas o discusiones a los que no aludo sino que en una forma superficial y no teológica dejó a los doctos que respondan y traigan las argumentaciones surgidas de años atrás.

Cada ser humano es libre de aceptar, pensar, concebir, creer o no en temas que no pertenecen a la ciencia objetiva sino al campo de la estructuración de la mismidad. Téngase presente que muchos arguyen que no necesitan creer en Dios, y, por lo contrario no pueden concebir al ser humano sin esa esencia de su existencia que abarca el universo; es decir, en Dios.

De una u otra manera, los creyentes o no creyentes cuando se enfrentan al comentario: “no necesito creer en Dios”, en el fondo viene la imagen de aquellos que dicen: “no creen porque no lo han visto, sentido o encontrado”; y, recuerdan el acto que en el momento azaroso en un percance en donde está presente la muerte dice: “Dios mío, sálvame la vida.

Los textos siguientes se refieren al pensamiento mágico omnipotente a la magia y su ori­gen, al tabú, al animismo, a la idolatría, a la magia clásica y a las nuevas magias más no al ilusionismo. Se sigue con estudios sobre el pensamiento, el entendimiento y conocimiento, a la palabra, a los procesos de simbolización. Luego se presentan los prejuicios, su definición, los principios de causalidad y origen de los prejuicios, las consideraciones psicodinámicas, los fines, con ejemplos, pre y post juicios.

Se hace referencia a la intuición, a la hipnosis y sugestión, a los fenómenos paranormales (parapsicológicos) desde su historia, las consideraciones científicas, los diferentes enfoques y conceptos, para luego entrar a las profecías, y luego al concepto del hombre ideal (antro­poeidos), en donde se dirime el orden cosmológico y ontológico, así como la física cuántica y ondulatoria y las leyes del orden.

El capítulo XIII se refiere a la naturaleza, la ciencia, el orden y la psiquis, al “factor psi” y a la conexión cuántica. El siguiente capítulo se refiere al hombre racional e irracional del siglo XXI; luego se presenta el capítulo sobre la medicina, la salud y la medicina del siglo XXI, la basada en la evidencia y el conocimiento; el capitulo XVII sobre la medicina alternativa y complementaria, la basada en creencias religiosas; luego se hace referencia a las nuevas fronteras en las ciencias médicas y en el psicoanálisis; para terminar la obra con esta síntesis y conclusiones.

¿Cuál es la crítica que posiblemente un lector pueda hacer a estos escritos? La respuesta es que hay múltiples ideas, postulados, provenientes de distintos modelos filosóficos, cien­tíficos y pseudocientífico; sin embargo, todos ellos aparecen en forma sintética para interre­lacionarlos unos con otros.

La obra termina con reflexiones sobre la ciencia, la filosofía, los paradigmas, los prejuicios y múltiples creencias de antaño, más se centran en la objetividad comprobada científicamente y otras hipótesis que se requieren sean comprobadas.

Más aún, como lo escribe Popper: “las leyes que encontramos son siempre hipótesis, lo cual quiere decir que pueden quedar siempre superadas, y que posiblemente puedan deducirse de es­timaciones probabilísticas… el llamado principio de casualidad o ley de causalidad… es suceptible de formulación, posee un carácter enteramente diferente de una ley natural…”, (Popper, 1971, p. 230).

Podemos concluir que lo expuesto son hipótesis empíricas indeterministas con posi­bilidad de contrastarlas, sin ser taxativo en un determinismo explícito o un indetermi­nismo absoluto por la imposibilidad actual de sus explicaciones; sin embargo existe la incertidumbre en toda la investigación; además, los físicos si bien han tenido fracasos, han seguido la ruta de la investigación con diferentes crisis; aquí también falta, dentro de estas pesquisas, la posibilidad de establecer leyes estadísticas, o no estadísticas, para la comproba­ción de las hipótesis planteadas como otra probabilidad.

Lo que me propongo como hipótesis en esta obra, es que algunos de los fenómenos para­normales como los registrados por la para medicina y/o medicina alternativa complementaria; es factible que en el futuro, algunos podrán ser explicados por el comportamiento de la física ondulatoria cuántica, y los postulados explicitados en los capítulos XII, en donde se manifies­ta el orden, y en el capítulo XIII en donde se explicita la naturaleza, la ciencia, el orden psí­quico, el “factor psí” y la conexión cuántica.

Todo esto significa que los fenómenos ocurridos en la naturaleza del ser humano son multicausales y los hechos neuro físico psíquicos tienen sus causales en la relación materia energía, y en ésta opera la físico química de partículas; esta ciencia está todavía en desarrollo y faltan numerosas investigaciones con sus comprobacio­nes al respecto para encontrar la validez o certidumbre de lo planteado. Por lo expuesto sólo sugiero al lector tener en cuenta estos textos para luego entender las conclusiones venideras en el siglo XXI.

Para muchos científicos estos textos pueden ser catalogados como algo históricos y apar­tados del racionalismo científico, y pocas son las respuestas prácticas que tienen su origen en la investigación científica; más aún, pueden catalogarse estos conceptos como provenientes de la necesidad de dar explicación o interpretación con un principio de causalidad. Para otros es factible que se interpreten como la tendencia a nadar en aguas turbias y desconocidas. Unas y otras nos llevan a pensar en la base del pensamiento mágico.

El autor de esta obra no trata de convencer sino más bien de plantear incógnitas sobre múltiples fenómenos que deben resolverse con el conocimiento científico presente y con el que pueda aparecer en el futuro tratando de dejar atrás el pensamiento mágico.

También veo una conveniencia positiva y es la de traer la síntesis de los fenómenos para­normales y de la medicina alternativa, pues uno y otra pertenecen a creencias que tienen la mayoría de las veces apariencia de misterio o secreto y más cuando en el fondo hace parte de las creencias populares, las cuales no entran a analizar pormenorizadamente todos los hechos desde una perspectiva científica; y, es así como se dejan las ideas sin bases reales; de la misma manera, como quedan para unos como verdades y para otros como inexistentes irreales o simplemente ilusiones (sólo con el hecho de traerlas); se trata a la vez de tener una nueva perspectiva más objetiva sin negar, la posibilidad de la participación de muchos otros hechos desconocidos.

De tal forma, es también como podemos considerar su estudio. Posi­blemente al final nos encontramos con que en la mayoría de los hechos analizados no son, como se menciona anteriormente, sino la necesidad y deseo de encontrar principios de cau­salidad, quedándonos en el campo de lo imaginario, con ilusiones y fantasías conscientes e inconscientes; y, no otra cosa que la intuición operando; sin embargo, al recorrer este camino habremos estudiado, investigado, dejado una puerta abierta para encontrar la verdad.

De una u otra forma no podemos abandonar al hombre a la ignorancia de los hechos; y, tampoco podemos renunciar a encontrar los enlaces de las fantasías, deseos, necesidades, tendencias y temores, todos los cuales se construyen en las estimulaciones y codificaciones neuropsíquicas para formar imágenes, representaciones de distinta índole y aún respuestas psicosomáticas que defienden y reordenan el ser, el estar, el hacer, la esencia y existencia del hombre.

Para algunos lectores críticos acervos, y con la actitud al acecho de las fallas lingüísti­cas que producen escozor armónico, en ocasiones les acompaña el deseo de encontrar ideas taxativas, dogmáticas y cambiantes, más cuando existen en ellos vacíos o carencias de con­ceptualizaciones que resuelvan las incógnitas obviamente no resueltas y/o buscan seguridad en protocolos o ideas simples e innovadoras; esto ocurre, la mayoría de las veces, cuando en la realidad es todo lo contrario, porque participa toda la complejidad que acompaña al ser humano.

Para ellos, los textos que por años he escrito, carecen de compromiso personal, sin conclusiones y solo presentan ideas de otros; esto último es factible de detectarse, pues mi intensión y forma de tratar los temas es traer la síntesis de lo que muchos otros, por años, han pensado, y así actualizar el conocimiento no sin utilizar la asociación libre sobre temas específicos para luego si tratar de hacer puentes de conexión con la interrelación de disci­plinas, con un análisis profundo personal, y así encontrar no solo posibles analogías sino conexiones, interdisciplinarias y/o multimodales; por ejemplo, en 1995 se publicó la obra “Nuevo modelo de diagnósticos mentales”, allí se trajeron los distintos modelos psicoanalíti­cos y la historia del pensamiento psiquiátrico o psicológico para los diagnósticos, a la vez que una nueva conceptualización de los distintos diagnósticos mentales.

Lo que sí he evadido es apoyarme en una roca o convertir las bases conceptuales en una estructura rígida dogmática transformándola en una paradigmática idealizada, con ídolos que lo sustenten, lo cual desde decenas de años atrás no me han acompañado y menos reducido, gracias a la libertad que me ha conducido en el observar y deducir.

En los textos sobre psicoterapia de grupo traigo una nueva técnica, y, así mismo ocurrió en otras obras en donde planteo nuevos puentes de comprensión como en: “Psicoanálisis y la teoría de la complejidad”, “Cerebro Mente. Pensamiento cuántico” y “El azar determinista.

El lazo del destino”, con los cuales trato de integrar conceptos para plantear nuevas ideas; sin embargo, cuando existen prejuicios inconscientes, es factible que estos sean inclusive innatos como los antígenos, y en términos de la biología molecular no se pueden dar al ADN información, sobre la síntesis o anticuerpos, cuando ya está contenida en él; lo mismo puede ocurrir con las ideas o con lo que observamos en el firmamento (el universo percibido).

El cual al contemplarlo, no lo vemos o solo es factible realizar la investigación analítica, cuando nos detenemos en un punto (fragmento), y es cuando iniciamos su estudio y comprensión sin negar que somos parte de él y también observadores (a la vez de él); además para ese estudio se requiere de unos “telescopios” que el ser humano no ha llegado a obtener debido a un lími­te que no ha franqueado, pese a los instrumentos de computación y programas matemáticos que nos acercan a ese más allá; sin embargo, no hemos podido traspasar y conocer esas otras dimensiones; de igual manera, nos ocurre con la química cuántica del ADN; ocurre de igual forma que un átomo es parte de la molécula del ADN, la cual puede convertirse en un anti­cuerpo al unirse con el antígeno.

Lo que trato con éstos últimos textos es hacer un paralelo entre el macro cosmos y micro cosmos atómico y molecular.

No deseo aquí mostrar más argumentos porque es obvio que quien escribe estas letras siempre ha estado acompañado del instinto epistemológico y ha deseado dar respuestas a las preguntas, no solamente que me hicieron mis profesores y las que aparecen en los libros, sino los hechos y experiencias y, luego mis colegas, los estudiantes a quien enseñaba y enseñó, a los pacientes, a los interesados en general, muchos de los cuales me abordan en la Academia o reuniones informales.

El lector avezado podrá darse cuenta que la inclusión de los conceptos de la física y química cuántica en la explicación de los fenómenos psíquicos, es una innovación tratada no superficialmente o solo por las matemáticas del profesor Roger Penrose, sino integrando los múltiples conocimientos de diferentes disciplinas especialmente las psicoanalíticas; a la vez, en la última obra “Azar Determinista”, a la cual le presidió: “Cerebro Mente.

El pensamiento cuántico”, (2009); en ellas propongo el nuevo concepto para validar matemáticamente dife­rentes hechos psíquicos, con base en el estudio científico de la participación de las partículas elementales por otros estudiadas; aun más, cada obra trae su síntesis y conclusiones.

Para otros lectores especialistas, el comentario se concentra en que ese lenguaje es “para ser entendido en 50 o 100 años más tarde” y requiere multiplicidad de conceptos que el experto técnico en una materia no lo puede asimilar; a esto yo respondo o mejor tengo la propuesta de que existan investigadores que se preparen con un aprendizaje no solamente puntual, sino en diferentes áreas, enfocando el punto que se refiere al funcionamiento mental y así poder comprender y manejar los lenguajes que aparecen crípticos muy especializados y por lo tanto pocos entendibles; y, por lo expuesto también valdría la pena replantear el len­guaje técnico especializado y volverlo accesible a todos, no sin el peligro de quedarse en lo superficial o lo no entendible.

Desde otra perspectiva clínica es importante tener en cuenta cómo existen instituciones científicas que reaccionan con el silencio a las observaciones o de lo que en ocasiones, se con­sidera errores burdos, en los dictámenes y procedimientos que se siguen en los casos en donde la psicopatología hace parte del desorden somático, y por lo tanto, ignoran la psicodinamia o toda la “interpretación del psicosoma” en los desórdenes alérgicos, inmunológicos, los cuales tienen bases emocionales como las depresiones larvadas o manifiestas; es por esto por lo que la psicofarmacología toma su posición con la cantidad de antidepresivos y otros fármacos, los cuales muchas veces obran como placebo en un 25% a 30%; de la misma manera ocurre con patologías cardiovasculares, como la hipertensión en que siempre se encuentra bases emocionales con conflictos o el ya conocido o denominado “estrés”.

Al final de este largo viaje ¿cuál sería la evaluación? La respuesta surgirá para cada eva­luador, el cual seguramente tratará de comparar un pensamiento con otro, y, aún más, podrá llegar a pensar que es una ilusión la cual opera con una necesidad de tener respuestas a múlti­ples preguntas.

En realidad si bien existen diversos referentes queda el estudiante investiga­dor que se puede sumergir en este campo tan complejo; sin embargo, el siglo XXI nos darán las respuestas; al mismo tiempo cada lector tiene su supuesto imaginario, más debe buscar explicaciones y recapacitar o reflexionar en el peligro que existe en la negación de toda la información traída, desvalorizándola, sin una crítica o autocrítica de ese hecho formulando los comentarios: “no se entiende, es confuso, no está claro, está carente de más información” o “no se ve la innovación” y “el aporte”; de tal forma puede llegar interiormente a anular los textos que son las síntesis de muchos más, originados por otros más.

El lector queda en liber­tad de formular críticas y llevarlas al campo de la discusión y de la investigación aportando nuevos conceptos, nuevas informaciones y uno o unos caminos de solución.

¿Para qué o de qué sirven todos estos conceptos con respecto al pensamiento mágico, la medicina del Siglo XXI, la alternativa y complementaria, o el plantear los fenómenos parapsicológicos y tantos otros conceptos? La respuesta reside en que el ser humano tiene diferentes caminos para prevenir el dolor físico-psíquico y encontrar una respuesta o señal de alarma a un desequilibrio físico o psíquico, con la posibilidad de afectar uno al otro; y, ¿cuál es el objetivo o final? La respuesta radica en el principio del orden ontológico dentro del cosmológico y así conservar ese orden maravilloso dinámico cíclico que es la vida y con ello la supervivencia.

Para preservar la supervivencia podemos plantear en forma sencilla y/o simple las siguien­tes ideas naturales como normas preventivas: respirar bien rítmicamente en ambientes sanos, comer adecuada y proporcionalmente, tomar agua pura, caminar o hacer ejercicio suficien­temente, trabajar, recrearse, jugar, descansar, dormir, bañarse, leer, escribir, vestir en forma conveniente o idonea, ser receptor y transmisor de afectos positivos, empáticos, amorosos, por todo esto y con el fin de lograr armonías internas; por ejemplo, una persona con “estres” le puede ser útil respirar profundamente varias veces, inhalando una vez por la nariz y otra por la boca, y/o tomar un vaso de agua; y, así sucesivamente con otras acciones. He ahí cómo obra el tiempo psíquico el hecho o acción para el bienestar de la vida y por ende del ser humano.

En los textos se hace alusión a cómo el sujeto tiene el libre albedrío y con ello la capacidad de decidir cuál es el mejor camino para obtener la satisfacción y el placer de vivir.

El lector podrá darse cuenta en forma simple, que el equilibrio a que nos referimos es buscando los órdenes naturales a través de la ciencia dejando atrás las ideas de sobrenatural y misterioso que tocan al ser en su esencia y existencia, y, que en muchas ocasiones viste a la sociedad con creencias, prejuicios, fe e ideas religiosas; todas ellas, pueden de alguna manera, influir en el Yo colectivo consciente e inconsciente, sugestionándonos para decidir.

Tampoco se entienda que los hombres de ciencia buscan rígidamente la perfección del hombre como un ideal; en los textos aparecen cómo el hombre es racional o irracional, al mismo tiempo es curioso por el saber de sí mismo y de los otros; para ellos es necesario atravesar fronteras de conocimien­to y entrar en los diferentes campos de otras ciencias que participan en el conocer y saber del cosmos.

Por todo esto démonos la posibilidad de indagar, experimentar y aun aceptar errores hu­manos, sin embargo, aprender de ellos y de la misma naturaleza de la cual provenimos para elegir nuestra equilibrada manera de vivir, percibir, dormir, soñar, caminar, comer, respirar, trabajar, sentir y pensar conociendo nuestras necesidades y deseos así como los límites de cada cual.

A estas alturas adviértase que el Siglo XXI traerá nuevas tecnologías para hacer más rápido y fácil la comunicación así como la información racional e irracional; aquí es en donde entendemos como es necesario evaluar con libertad y también con consciencia de los factores que pueden influir en nuestras decisiones a veces no muy bien adecuadas, como ocurren con la publicidad que inunda el aparato de pensar y así también se afecta nuestra libertad.

Desde otro punto de vista, una buena y adecuada decisión está en la elección del medio ambiente, el trabajo con amor, la provisión de una dieta equilibrada, lo mismo que una recrea­ción saludable; todo esto para un buen vivir.

De lo que no trata esta obra es de recomendar unas creencias específicas pero cuidando los procedimientos mágicos, mas sí del análisis e investigación de los hechos con consciencia y crítica de los mismos.

Al meditar y recapacitar en la última lectura de los textos antes de editarse la obra, me encuentro cómo muchos de ellos no motivan al hombre de la calle, al que lee periódicos, novelas, revistas de farándula, comicos, ven noticias en la televisión o chatean.

Este libro es para el estudiante curioso de la historia y hechos mentales desconocidos en su causalidad, y/o aquellos que estudiamos en la secundaria y eran referidos a la historia de la humanidad, o a los interesados en las creencias y en todo lo mágico que opera en el pensamiento común y corriente, y aún en el científico. En los textos aparecen preguntas sobre lo ontológico y cosmológico y sus interrelaciones; por ejemplo, podríamos penetrar en el sentido que tiene la aparición del ser humano no sólo en nuestro planeta, sino en la galaxia de la “vía láctea” y en los millones que existen en el universo aún no conocidos.

El cuestionamiento se puede centrar ubicándonos en: ¿qué es, hace, tiene y porqué está el ser humano en el cosmos?, ¿cuál es su función?; ¿además pensemos que no seremos sino otra especie en los millones que puedan existir? ¿porqué solo estamos programados para vivir ochenta o cien años o algo más, o solo vivir con las horas y días, o años contados, de acuerdo con la programación del ADN? Estas pocas interrogaciones tocan superficialmente la trascendencia de nuestra existencia aquí aho­ra en cada cual.

El examen del ser en el cosmos es factible nos lleva a considerar cómo no somos los únicos seres pensantes que requerimos un lenguaje de comunicación de acuerdo con nuestra misma historia y por ende del lugar en donde nacimos para aprender el o los idiomas de co­municación.

Si nos permitimos fantasear, es posible que lleguemos a la conclusión que así como hay miembros, órganos artificiales también lo haremos con nuestro lenguaje y cerebro artificial, o se podría pensar que en otros seres, o en otras vidas, no se requiera hablar para comunicarse, sino solo pensar.

Si bien puede o podrá ocurrir que el hombre no requiera del lenguaje hablado para comunicarse, mientras tanto tenemos ese gran don de la palabra, con el cual podemos expresar nuestros sentimientos (placer, dolor, conformidad, inconformidad) y pensamientos y así podemos dialogar. Por miles de años lo hemos hecho, en algunas oca­siones no se ha permitió al ser, el diálogo y por eso se cae en la acción, pues el pensamiento se deja a un lado.

Aquí participan todos los elementos que han hecho al hombre lógico sin lograrlo, pues lo irracional, lo instintivo siempre está presente y a la vez y acompañado de lo mágico omnipotente como una solución.

A la vez, siendo realistas todavía no conocemos de qué manera es posible manejar las fuerzas de la gravedad sino con los cohetes impulsores, y no sabemos cómo funcionan las fuerzas antigravitatorias; así seguimos pegados a nuestro planeta tierra a excepción de los vuelos extraterrestres en que se utiliza la fuerza para salir de la órbita terrestre a una velocidad dada; sin embargo, parecería que harían falta años para poder utilizar las energías electromag­néticas para el desplazamiento interplanetario e intra e intergaláctico.

Volviendo a las consideraciones sobre el hombre en el cosmos; múltiples ideas surgen con respecto a la vida y al manejo de ella misma, sin las limitaciones que nos acompañan, las cuales por un lado han impulsado al hombre a mas descubrimientos científicos y tecnológi­cos, pero no así en los métodos y principios de administración social, cultural, económica y psicológica, para obtener un equilibrio o equidad humana como una ética del propio conoci­miento.

Esto que puede ser así, no anula la posibilidad de encontrar otros caminos de mejor funcionamiento del hombre en sus relaciones internas y externas.

Obsérvese que la filosofía, la sociología, la política y la misma economía han formulado sus postulados para una nueva organización mundial con la redistribución del capital del trabajo y el económico de inversión, pero el mismo hombre se consume así mismo como lo vemos en la autodestrucción con el calentamiento global; desde las mismas religiones se ha presentado diversas posiciones para gobernar o ser gobernados con el énfasis en el amor, la equidad, la democracia, todas ellas postulando ideales.

Es así como llegamos al hombre y sociedad perfecta o a la humanidad completa o excelente, sin poder arribar a ello, pues el ser no está acabado; por lo contrario es inacabado y menos completo pues sigue en su evolución; he aquí cómo nace otra pregunta: ¿cuál es la meta o el fin del ser humano? La posible res­puesta es llegar a conseguir la armonía, no sin pasar por el desorden, el caos o entropía; con todo esto logramos hacer un paralelo del ser humano producto de la naturaleza en evolución e involución para entrar en distintos ciclos de transformación; el final no lo conocemos en su totalidad; y, como lo expongo en alguno de los capítulos, la vida de por sí es un trance, un viaje por el cosmos infinito.

Todas estas reflexiones aparecen en este largo viaje por los vericuetos del ser humano en su ser, esencia, existencia y en su historia en la que, pensando, en el ahora, en el futuro a corto y largo plazo (meditando) en la inmensidad el universo, no es conveniente caer nuevamente en el egocentrismo o en el antropocentrismo, como única posibilidad de la existencia.

Estas ideas pueden multiplicarse pues participa el imaginario humano con sus fantasías conscientes e inconscientes en forma diversa, las que crean un mundo nuevo; si bien esto ocurre, por ello no significa que puedan existir seres no humanos, diferentes, con funciones y capacidades o estructuras, procesos y desarrollos distintos.

Aquí cabría preguntarnos si ¿acaso la fantasía y/o creencias en fantasmas, espíritus, fuerzas de lo que se llama más allá o (fuerzas ocultas), puedan darnos alguna luz?; por ejemplo, en las creencias hindús está la concepción del cuerpo astral y etéreo; aún, aquellas creencias en ángeles etc., hasta llegar a la concepción de la cábala y su estructura del árbol de la vida. Otro hecho es aquél en el que de todas maneras, nos referimos al concepto de cuerpo; es decir a la corporalidad y/o al funcionamiento de cada objeto, con su fuerza, materia y energía.

Lo expuesto aquí no implica que también sea factible imaginar seres lejanos en su esencia, semejante a nosotros los humanos. Es aquí cuando aparece con fuerza de convicción, respecto a cómo lo único conocido como la maravilla de la naturaleza es: el hombre; y, más allá, lo que puede existir lo imaginario, pero que no se conoce.

¿Son todos estos textos manifestación del pensamiento mágico o sólo otra posibilidad del cálculo de probabilidades? la respuesta la dejo para que la resuelva la historia no sin pensar que es factible transitar por la ciencia ficción.

Entre tantas preguntas está la sensación de que el hombre no tiene libertad porque no decide escoger padres, lugar, tiempo obviamente etnia, cultura, etc.; preguntémonos a la vez: ¿quién tiene esa libertad? la respuesta es taxativa: nadie. De tal suerte ya nacemos sin libertad para múltiples decisiones y el mundo interno nuestro (“self”– mismidad) está condicionán­dola.

Otro aspecto es el tiempo el cual es inmodificable nacimos un día y supuestamente estaremos programados para morir en un instante, con o sin ayuda, o cuando la naturaleza ya no tenga las fuerzas vitales o un accidente sobrevenga; he aquí también la participación del azar determinista.

El tiempo no se puede echar atrás sino en los recuerdos de lo ocurrido, y para adelante en sólo lo que puede acontecer es como una posibilidad.

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En síntesis, entiéndase en realidad y en parte, estos textos como una justificación al intento de interrelacionar conceptos para ubicarlos en una posible integración conceptual, lo cual no es fácil y accesible con el conocimiento actual, que esperamos avance cada día en este gran viaje de múltiples incógnitas que aparecen en las diferentes fronteras del saber; sin embargo, el buscar y encontrar relaciones no es suficiente para hallar todos los principios de casualidad; se requiere realizar abstracciones para arribar al pensamiento abstracto y hallar un (os) común (es) dominador (es); a esto último estamos apuntando, o al menos intentamos acercarnos con estos textos.

La obra trae después del prefacio e introducción los conceptos de ciencia, sus clases y el destino del pensamiento científico y este último que opera en el ser, la esencia y la existencia, con un poder natural y otro que corresponde al hombre quien en su espíritu se cristaliza la fe y las creencias pudiéndose a la vez construirse el espiritualismo en la religión y el misticismo, o tomar el camino de la libertad, pues múltiples cuestionamientos aparecen no sin encontrarse con el concepto de lo sobrenatural, misterioso y con el poder y la autoridad en la vida; de igual manera se hacen consideraciones sobre él o los misterios y secretos individuales y colectivos; todos estos participan en la sociedad la cual se religa en la religión estudiada con distintas perspectivas sociológicas, psicológicas, antropológicas, filosóficas y aún realizando el puente con la ciencia.

De tal manera, en ese campo individual y colectivo aparece el pensamiento primitivo prelógico y mágico con creencias y con el instrumento de la palabra cualquiera que sea para, de tal forma construir prejuicios, los cuales se presentan en diferentes situaciones y áreas geográficas, y aún en el campo de la justicia, y de la ciencia con paradigmas que luego se cambian por otros.

De una u otra manera, en el ser humano, en su pensamiento, obra la intuición, la sugestión y aún la hipnosis colectiva que influye en las decisiones humanas para buscar algún bienestar de los trastornos físicos y psíquicos que ocurren; es de tal manera, también cómo a través de la historia aparecen a su vez las creencias en el más allá, el cielo, el infierno, el purgatorio, los fantasmas, el espiritismo y múltiples fenómenos llamados paranormales desde la telepatía y la numerología pasando por la sanación, los rezos, y otros más; a la vez, que con ellos se hace referencia al chamanismo y el gurú, los cuales se suponen tienen poderes psíquicos y/o espirituales.

Aún más, surgieron en la historia de la humanidad las profecías, hasta llegar a desear encontrar el hombre ideal y el ideal del hombre siguiendo las leyes del orden ontoló­gico y cosmológico.

Aquí nos hallamos con el destino del pensamiento científico moderno, la teoría de la mecánica cuántica u ondulatoria, la cual es factible que explique múltiples fenómenos, por ahora sin causa conocida, y que denominamos fenómenos paranormales; y, a la vez, se traen los fenómenos y/o procedimientos de la medicina alternativa.

Es así como se pueden también interrelacionar y comprender hechos en que participa la naturaleza, en particular la del ser humano, comprendiéndola con una perspectiva científica en la cual obra el orden-desorden dentro del campo físico y psíquico que lo estudian distintas disciplinas como la conductual, la cognitiva, la sistémica y la psicoanalítica.

Así llegamos el concepto del hombre racional e irracional del siglo XXI, a la medicina basada en la evidencia y al conocimiento, y a la medi­cina alternativa y/o complementaria para buscar soluciones al malestar del hombre en su viaje por esta vida terrenal con la esperanza de conocer más los principios de causalidad, gracias a la comprensión de las ciencias en desarrollo.

(Lea También: Canto a la Esperanza)

Al terminar de escribir estos textos los cuales tratan de descubrir distintos caminos de entendimiento para conservar y proteger la salud y prevenir las enfermedades y por lo tanto la vida, aquí aparece una pregunta: ¿con qué nos encontramos? La respuesta es que existen dos vías fundamentales:
Una perteneciente a la razón y obviamente a la lógica científica para encontrar principios de causalidad objetivos biofísico químicos y psicológicos que operan en el campo interno y en el externo, y, por otro lado la visión afectiva subjetiva y sugestiva, y obviamente emocional, en donde participan los estímulos externo e internos que actúan en los diferentes sistemas del sujeto, elaborando una serie de interconexiones somáticas (corporales) y psíquicas (mentales) para establecer órdenes o desórdenes parciales o totales, transitorios o definitivos, y finalmente terminar en el último paso de la vida que es llegar a la muerte.

Si bien normalmente todos deseamos y necesitamos la vida, existe la tendencia opuesta originada por el instinto tanático y con él la destrucción y la muerte (ver cap. XX de la obra “Psicoanálisis y al teoría de la complejidad” (2002).

En esta producción conceptual podemos deducir cómo el ser humano, si bien nace y mue­re, vive desarrollándose a diferentes niveles (bio-psico-sociales y espirituales), utiliza toda la programación natural, y a la vez, la que el hombre ha desarrollado para vivir, no sin enfren­tarse a las grandes fuerzas destructoras que ha creado el mismo hombre para defenderse y/o destruir al enemigo y además construye el pensamiento mágico omnipotente para ayudarse de él.

Con el fin de luchar contra el dolor y la muerte, dejando atrás o negando la realidad científica; por todo esto se requiere educar para que el sujeto conozca los verdaderos y reales métodos de prevención de la salud, con el conocimiento científico, lo cual equivale a aprender a vivir sin equivocarse utilizando el pensamiento mágico el cual se ha expuesto a través de todos los textos.

Por su parte, los médicos no sólo deben tener en cuenta esos hechos, sino los que atañen a la relación humana médico-paciente, pensando en éste como un ser que pone toda la esperanza de comprensión y de vida en la fórmula o solución proveniente del médico a quien le entrega su vida.

He aquí lo trascendente en el acto terapéutico en la relación, la cual la entendemos en psicoanálisis como transferencia; es decir, todo lo que el paciente transfiere a su terapeuta, lo cual corresponde a las ansiedades, inseguridad, desesperanza, expectativas, vacíos, inseguridades todo lo cual lo deposita en su médico, y éste no puede caer en sólo quedarse registrando en el computador toda la información recibida con 10 minutos, pues ese escaso tiempo no es suficiente para nutrir al enfermo de posibilidades de vida.

He aquí un problema de la ley de salud, y, es por eso que se deben diseñar una mejor atención médica; cómo podría ser? La respuesta podría plantearse en que la primera consulta debería ser lo suficientemente larga para darle confianza y hacer sentir al paciente, al menos con una ilusión y un consuelo de vida.

De una u otra forma el hombre ha descubierto alternativas y/o complementos que le ayu­dan no solamente a tolerar el dolor y aún la pérdida de la vida, sino a la recuperación, repara­ción, reposición, de los desórdenes, que por diversas causas puedan situarse en una posición de alto riesgo en determinado momento.

De tal manera, la medicina clásica científica puede lograr salir de los riesgos y salvar y proteger la vida, y en ocasiones ayudada por la medicina alternativa y complementaria en las cuales operan los mecanismos psíquicos emocionales para obtener posiciones fuera del “estrés” y por ende en la relajación y/o de estímulos pa­tológicos que puedan ocasionar desórdenes de los sistemas neuro-vegetativos (simpático y vagal) y con ello el inmunológico, en el cual también participa el funcionamiento general de la vida.

Por lo expuesto inferimos que las terapias que estimulan los sentidos o en aquellas que se recomienda una ingesta natural adecuada, y por lo tanto, proporcionada o la que mueve o avi­va los sistemas protectores e inmunológicos son las que requiere el ser humano.

Aún más, los procedimientos complementarios que se basan en creencias religiosas y en la fe pueden obrar para ayudar al enfermo y por lo tanto, es otra alternativa y/o complemento, más no pertenecen a la ciencia; más, sí obran en todo el funcionamiento neuropsíquico.

Adviértase que al aceptar estos hechos solo se está tomando una posición positivista, sin negar las fallas que puede ser factibles que aparezcan en la alternancia o complementariedad; sin embargo, es una postura lógica en la que se aceptan hechos empíricos para también seguir siendo investigados, si bien con esperanza y positivismo, mas no renunciando al cuestionamiento permanente y a la duda, hasta encontrar la comprobación científica.

De una u otra manera, nos enfrentamos a ideales del hombre en los que se encuentra la vida; sin embargo, no podemos caer en las profundidades del “sufismo” o “chiismo” (creen­cias de Medio Oriente); De lo que se trata es intentar lograr llegar a “ser lo que es”, y es factible, sin perseguir ilusiones imposibles y más cuando no se tiene consciencia de lo que se ignora.

Por lo tanto, se debe apaciguar u orientar al Yo cuando halla menester, dentro de las posibilidades, buscando la unidad e integración individual y colectiva a pesar de las diferen­cias; más sí es importante, aspirar alcanzar a ser lo que se puede llegar a ser en su esencia y existencia en la vida.

Esta obra puede tener fallas y carencias, y más aun cuando el lector tiene prejuicios o un conocimiento solamente con el deseo de objetivizar y cuantificar todos los hechos humanos.

Por lo tanto, este libro puede ubicarse dentro de la cronología del pensamiento del autor como parte de una recapitulación de escritos anteriores y además una nueva perspectiva para ubicar el pensamiento en general y el científico en particular, no sin negar la participación del pen­samiento mágico en especial; con ello trato de penetrar en las marañas del pensamiento con fronteras para intentar traspasarlas con el conocimiento actual de las ciencias.

Si bien he hecho un reconocimiento a mi amigo y colaborador el Académico Adolfo De Francisco Zea, por el cual siempre guardaré el sentimiento de gratitud; lo mismo que por mi íntimo amigo Jaime Umaña Díaz quien es un excelente observador y crítico; agradezco tam­bién a los lectores que puedan hacer no solamente observaciones, sino críticas, sugerencias y sobre todo seguir investigando el tan vasto campo que nos proporciona el hombre en nuestro planeta tierra y en el universo.

El lector podrá concluir cual ha sido la temática planteada. Aquí volvemos sobre las nueve pre­guntas fundamentales: qué, porqué, para qué, quién, cómo, cuándo, cuál, cuánto, dónde operan todas estas conceptualizaciones y ¿para qué sirven estos textos?. La respuesta es sencilla: para to­dos los que les interese el o los temas propuestos.

De todas maneras la intención es ayudar no solo con la información despejando incógnitas sino que una persona común y corriente pueda aclarar dudas, malas informaciones y nutrirse del nuevo planteamiento para reflexionar y luego decidir el camino más apropiado para la comprensión de su salud física y mental que es la vida.


1 Ver capítulo III “El ser, la esencia, la existencia y el espíritu”.

2 Este nombre fue dado (significado y sentido simbólico) por las cualidades de la partícula supuesta ubicui­dad con masa; nadie la ha visto, ni comprobado más sí predicho teóricamente. Esta aceveración no es válida actualmente.

3 Ver capítulo II “Reseña histórica del pensamiento filosófico y científico” de la obra: “Psicoanálisis y la teoría de la complejidad”, (2002).

4 De Francisco Zea, (1992), Tribuna Médica. Bogotá, # 8665:250-4, Nov. 1992

5 En el mes de Julio del año 2013, nuevamente mi amigo Adolfo De Francisco Zea cuando menos me lo esperaba, me envío algunos textos, comentarios de esta obra, y al mismo tiempo un paquete que movió mi curiosidad; saqué de aquél un libro con el título: “Religión y ciencia” de Ian Barbour (1997) traducido del in­glés al español. Además venía una bella tarjeta personal que dice: “espero que este libro te sirva de referencia para muchos de tus próximos escritos”.

Tomé el libro y lo hice al azar determinista, en la página 340, 341 en adelante. ¡Oh sorpresa! Traía las mismas temáticas que he desarrollado como: “la razón de las partículas”, “antipartículas”, “principio antrópico”, “azar” y las “teorías de mundos múltiples”; “la teoría cuántica”; “estructuración del vacío cuántico”.

Modos de relación, ciencia y religión y la indeterminación, la teoría de la relatividad, caos, orden y complejidad, el papel de la mente, diseño, azar y necesidad; y, así sucesivamente para llegar a la evolución y creación continua a las reflexiones filosóficas y teológicas sobre la naturaleza humana y el futuro; termina la obra con el pensamiento del proceso, “Dios y la naturaleza”.

Volví a ver quién era este autor Ian G. Barbour, físico teólogo, pionero en las relaciones entre ciencia y religión, mitos, modelos y paradigmas. No puedo en este momento dejar de traer esta anécdota, pues a los creyentes en Dios le servirá el libro del físico teólogo para llenarse de razones de la existencia del Creador o Diseñador del universo conocido.

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