La Sincronicidad en Creencias y Fenómenos Paranormales

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

La sincronicidad

Estos últimos textos nos llevan a la pregunta de lo “acausal” y a sus conexiones con los postulados ya citados de Jung, Rhine y Kammerer de la sincronicidad. ¿Qué se entiende por sincronicidad? Jung nos lleva a pensar que aquella es “la manifestación de una coincidencia significativa, de una conexión acasual”.

Aquí nos preguntamos ¿existen coincidencias sig­nificativas y no significativas? ¿Es o son varios hechos psicofísicos que ocurren al mismo tiempo por la presencia de un paralelismo y/o de una conexión entre uno y otro, y por lo tanto puede aparecer la coincidencia significante? La respuesta puede ser afirmativa; sin em­bargo, entramos a un mundo de especulaciones más cuando no hay realmente una prueba o un estudio probabilístico matemático cuantificado de la coincidencia de un hecho con otro; sin embargo, sí existen la observación de la sincronicidad, (18).

El concepto de coincidencia nos lleva a unos márgenes de errores porque muy fácilmente caemos en que muchos hechos pueden coincidir y que coinciden temporalmente.

Sin embargo, la sincronicidad planteada por Jung desde el punto de vista psíquico interno del individuo, asociado con un proceso ex­terno a su psique, nos lleva a pensar en la simultaneidad de los hechos y a cierta sincronicidad psíquica y física en la relación vincular de dos personas; por ejemplo de parejas o de padres e hijos o de vínculos muy estrechos que se establecen después de un encuentro, supuesto al azar, que determina toda una historia.

Acontecimientos tienen su ritmo cronológico

Téngase en cuenta que todos los acontecimientos tienen su ritmo cronológico y con los seres con que nos vinculamos afectivamente, con los cuales nos sincronizamos en el acon­tecer del otro (por ejemplo como ya se enunció parejas, padres, hijos, amigos, pacientes en psicoanálisis), o, dicho de otra forma, el aparato mental se sincroniza con el conocimiento en general o en particular cuando se conecta en un punto y penetra en él; es como si se sumer­giera en otro espacio atemporal y/o en la atemporo-espacialidad en la cual se encuentran las  consciencias y el inconsciente.

Aquí nos enfrentamos a una visión interna del sujeto atem­poro-espacial; dicho de otra manera, es otra dimensión o dimensión “psi” (Ψ) en la que se reciben (todas las informaciones). Aquí se incluye la telepatía, la precognición o adivinación, el presentimiento, la genialidad, la intuición, el descubrimiento y la creatividad. (Sánchez Medina, G. 2011).

Jung clasifica a la sincronicidad en tres tipos: el primero pertenece al proceso de simul­taneidad ocurrido en una témporo-espacialidad cercana, el segundo tipo la simultaneidad a distancia (témporo-espacial) y el tercero se refiere a la sincronicidad, de simple percepción.

(Lea También: El Principio de Sincronicidad en la Naturaleza)

En estos hechos simultáneos de Jung los considero que deben tenerse en cuenta:

Cómo aquellos aparecen o se ponen en evidencia, porque la información pertenece a la “conscien­cia o al inconsciente colectivos; puesto que las ideas como se dice vulgarmente, están en el aire, y, lo que ocurre es que se realizan o aparecen en un momento dado y están presentes en actos conscientes o inconscientes en sueños”.

El tercer tipo de sincronicidad de Jung es el acontecer percibido por el sujeto del hecho que ocurre en el futuro y está representando en el presente, y, la representación precede al hecho; es decir, los sucesos se adelantan o como vulgarmente se adivinan y predicen. La investigación de Jung en el campo de la sincronicidad está hecha con una lista de casos de ejemplificaciones que no pueden ser bien sustentados desde el punto de vista científico.

La ley de la serialidad de Paul Kammerer, enunciada en textos anteriores, son coinciden­cias de la vida que el biólogo austriaco consignó a finales del Siglo XIX en sus registros de cientos de coincidencias.

Kammerer, como se indica en otra parte, anotaba cuidadosamente (como ya se enunció) sus observaciones en el parque o cuando en el trabajo cuando caminaba y viajaba en el tren y clasificaba la edad, el sexo, la ropa, la hora, los objetos, las actitudes y los agrupaba y mostraba afinidad de unos sucesos causalmente inconexos pero, que sin embargo, tenían un patrón formal y global común; la interconexión de sucesos fortuitos cons­tituían por lo tanto patrones y de ahí la ley de la serialidad de acontecimientos por relación entre el mundo interno y el externo. Aquí coincidían con la teoría de sincronicidad de Jung, (19).

Los experimentos de J.B. Rhine, ya citado, sobre la existencia de conexiones acausales de sucesos, que nadie había podido emitir ningún argumento crítico en contra.

El experimento consistía en una serie de naipes enumerados y presentados, con diseños geométricos; al sujeto se le solicitaba señalar cuál era el diseño (estrella de seis puntas, cuadrados, círculo o cruz); 800 veces se pasaba el naipe y hubo 6.5 aciertos sobre 25; es decir, 1.5 más de probabilidad que la matemática; cierto joven enumeró los experimentos y alcanzó un promedio de 10 aciertos sobre 25 e indicó una sola vez correctamente los 25 naipes; luego se fue aumentando la distancia espacial entre el experimentador y el sujeto de experimentación hasta llegar a 350 kilómetros; el resultado arrojó en este caso 10.1 sobre 25 cartas (20).

Por su parte Jung le interesó esta observación pues confirmaba la relación entre la ima­gen interna de la carta que iba a salir y la carta que se levantaba. “La relación que se vio confirmaba por el hecho de que en todos los experimentos el número de aciertos comenzaba a decrecer después del primer ensayo volviendo a aumentar, si por algún motivo interno o externo el interés del sujeto en el experimento volvía a crecer”, (Luis, 2008).

En este caso de los intereses de cada sujeto y las motivaciones que les lleva pueden ser sincronicidades psicofísicas que pertenecen a la intuición o a la percepción extrasensorial o la que podríamos llamar percepción cuántica.

Sincronicidad. Concepto acuñado por C.G. Jung para expresar una oportuna co­incidencia o concordancia a) de un acontecimiento psíquico y de otro físico, que no están unidos casualmente entre sí.
Tales fenómenos de sincronización suceden, por ejemplo: si los acontecimientos interiores (sueños, visiones, presentimientos) tienen una concordancia con la realidad externa y la imagen interna o el presentimiento se han mostrado “verdaderas”; b) de sueños, pensamientos, etc., iguales o semejantes que tienen lugar simultáneamente en diversos lugares. Ni una ni otra manifestación puede explicarse por casualidad. Parecen más bien depender de procesos arquetípi­cos en el inconsciente”.

La sincronicidadFigura 33. La sincronicidad. Concepto acuñado por Carl Gustav Jung para expresar
una oportuna coinci­dencia o concordancia.

C.G. Jung: “El ocuparme de la psicolo­gía de los procesos inconscientes me ha exigido, hace ya muchos años, buscar otro principio explicativo (además del de casualidad), porque el principio de causalidad me parecía insuficiente para explicar ciertos fenómenos extraños de la psicología inconsciente.

Primera­mente hallé concretamente que existen fenómenos psicológicos para los que no pueden relacionarse sin más entre sí de un modo causal, sino que deben es­tar en otro encadenamiento de sucesos. Este encadenamiento me pareció darse esencialmente en el hecho de la relativa simultaneidad, de ahí la expresión “sin­crónico”.

Pues parece como si el tiempo no sea algo abstracto, sino más bien un continuo concreto, que contiene cualidades y condiciones básicas que, con relativa simultaneidad, pueden manifestarse en di­versos lugares, en un paralelismo que no puede explicarse causalmente, como por ejemplo en los casos de la aparición simultánea de pensamientos, símbolos o estados psíquicos idénticos”. (Zum Gedächtnis Richard Wilhelm [A la memoria de Richard Wilhelm), en Das Geheimnis der Goldenen Blüte, 5.ed., 1957, pág. XVII), (21).

“He elegido el término ‘sincronicidad’ porque la simultaneidad de dos aconteci­mientos análogos, pero acausalmente ligados, parece un criterio esencial. Empleo, pues, aquí, el concepto general de sincronismo en el sentido especial de coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, relacionados mutuamente de modo acausal, que tienen un contenido idéntico o semejante.

Esto se opone, pues, al sincronismo que representa la mera simultaneidad de dos acontecimientos(Synchronizität als ein Prinzip akausaler Zusammenhänge, en Jung-pauli: Naturerklärung und Psyche, 1952, pág. 26 y s.).

“La sincronicidad no es más enigmático o misterioso que las discontinuidades de la Física. Es tan sólo la convicción inveterada de la omnipotencia de la causalidad lo que ofrece dificultades a la comprensión, y hace que se manifieste como inconcebi­ble el que acontecimientos acausales puedan presentarse o existir… Coincidencias análogas sólo son concebibles como puras casualidades.
Sin embargo, cuanto más aumenta su inverosimilitud, es decir, no pueden ya pasar por simples casualidades sino que deben concebirse como ordenaciones a falta de interpretación casual… Su (ausencia de explicación) no consiste en el hecho de que la causa sea desconocida sino en que no resulta concebible una tal causa con nuestros medios de compren­sión.” (Ibídem, pág. 105 y s.), (Jung, 1999).

La sincronicidad, simultaneidad y las coincidencias se han conectado también con la as­trología en la posición de los astros, para determinar principios de causalidad en la personali­dad con atractores o retractores, y todas esas elucubraciones que los astrólogos, no científicos, realizan tratando de buscar coincidencias de los ángulos y posiciones de los astros en el mo­mento del nacimiento de cada sujeto.

Lo que no se ha hecho es hacer un estudio estadístico de los casi 7 mil millones de habitantes de la tierra, ¿cuántos nacieron al mismo tiempo el mismo día a la misma hora en distintos lugares y ¿qué coincidencias hay? Cualquiera puede argumentar que cada sujeto nace en un ciclo específico y nadie puede nacer a la misma hora en el mismo lugar, en el mismo lecho, al mismo tiempo. Es así como se corren grandes peli­gros de entrar en la magia y omnipotencia y elucubraciones no científicas.


18 “Todavía no hay estudios probabilísticos de la coincidencia de un hecho con otro, pero sí existe la obser­vación de la sincronicidad”, (De Francisco, 2012).

19 “’Hipótesis’ en Kammerer; ‘Teoría’, más formal en Jung”, (De Francisco, 2012).

20 Todos los ejemplos señalados no son sustentados para establecer hipótesis, (GSM).

21 “Quiero anotar una experiencia personal que se relaciona muy bien con este tema y que me pareció en su momento inexplicable: ‘en 1976 mi hija Martha con quien tengo gran afinidad psicológica, viajó a Europa a hacer sus estudios de ingeniería de sonido.

El avión debía aterrizar en Rabat (África del Norte) a las 2 a.m. tiempo bogotano. Yo dormía a esa hora y en esos momentos sentí gran inquietud sin despertarme.

Una hora después exclamé: ¡por fin salieron de Rabat! Y seguí durmiendo tranquilamente. Mi señora, al día siguiente me relató el episodio; yo no le encontré ninguna explicación.

Días después una carta de Martha me relató que al bajarse en Rabat encontró el sitio muy extraño, miedoso y desagradable el medio en que se encontraba; se sintió muy inquieta hasta el momento en que el avión decoló en Rabat y ella pensó: ‘¡por fin salimos de Rabat¡’ me escribió en su carta con detalles y la hora coincidía exactamente con los momentos en que en mi sueño yo había experimentado mi inquietud.

Si mi señora no me hubiera relatado el hecho a la mañana siguiente yo no hubiera pensado que eso hubiera ocurrido: simultaneidad a distancia hubiera dicho Jung, sincronicidad en el inconsciente”, (De Francisco, 2012).

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