La Creación una solución ante las Ansiedades de Muerte

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

La vida y la muerte

El lector al hacer reflexionado sobre la vida y la muerte (Eros-Tánatos) seguramente habrá pensado qué nos mantiene vivos o con posibilidad de disminuir la ansiedad ante la muerte. La respuesta la inicio es utilizando la misma vida para seguir en ella, colaborando en permanencia con la creatividad, (15), (16).

Para definir la creatividad hay que distinguir entre la capacidad creadora del acto crea­tivo y la obra creada, así como entre el sujeto creador y el objeto creado (con sus formas y contenidos en sus interrelaciones y con los diferentes modelos y técnicas en que se efectúa la creación). La creatividad es la capacidad de integrar a partir de una forma existente; es el acto por el cual se unen dos elementos.

Como consecuencia se origina otro elemento, que antes no era. Por lo tanto, la creatividad implica hacer, crear algo que no existía, nacer, dar vida, componer y dar origen. En la capacidad creadora intervienen la integración, la simboliza­ción y la síntesis. Así se crea un nuevo objeto o situación mediante la sublimación. El acto creador en el hombre y en la mujer parte de la naturaleza biológica y psicológica que incluye la social, en sus diferentes procesos y desarrollos.

La obra creada, aunque lingüísticamente tiene el género femenino, va más allá del género, y es el conjunto de resultados producidos por la fusión de impulsos, de objetos con sus significantes y significados en el espacio interno mental o en el espacio externo real. Quien realiza esto es el sujeto femenino o masculino o los dos en su relación gracias al amor.

El potencial o la capacidad creativa tampoco tienen género.

Sin embargo, a través de la historia, aquélla se ha podido expresar más en el hombre, posiblemente porque la mujer la ha realizado más en el plano biológico y psicológico.

El producto o el objeto creado conlleva la síntesis espacio-temporal en la dimensión universal (biológica, del conocimiento-científico, sociocultural y artístico), que se ha plasmado en una forma o discurso que tiene la posibilidad de comunicarse con todos los objetos (los demás); por lo tanto, no es individual sino colec­tivo. Así es como se logra una ruptura espacio-temporal con un conocimiento en el acto de crear.

Pienso que en la creatividad en general (hombre y mujer) se repite el modelo de fusión del instinto con sus impulsos, atracciones-rechazos, necesi­dades y deseos para reproducir y procrear; así mismo puede construir imágenes (acústicas, visuales, lingüísticas, táctiles, gustativas, olfativas), represen­taciones, vivencias y fantasías, que tocan con lo universal y es­tán en el inconsciente en forma latente.

De tal forma, también se crean espacios y objetos, se llenan vacíos y se integran fun­ciones. La capacidad creado­ra libera tanto libido (impulso amoroso) como el tánatos (im­pulso destructivo), para crear algo diferente, que transforme lo existente o plasma las distintas formas, lo ya dado, a partir de integraciones, de sensoper­cepciones. Sin embargo, la creación “per se”, va más allá del simple plasmar, transformar, agregar y crecer, pero todos éstos participan en la creatividad prolongando así lo creado en el futuro.

Clases y formas de la creatividadFigura 5. Clases y formas de la creatividad.
Fuente: Elaboración propia

En la creatividad el sujeto, en su continente, acepta confusiones que integra, reconstruye, repara, redescubre y origina algo nuevo; por lo tanto, el yo de la persona, en su espacio con­tinente, repite la continencia materna y se deja fecundar en lo interno heredado y lo externo aprendido.

Antes de seguir adelante con el tema de la creatividad, individual o colectiva (Figura 5), es necesario plantear su capacidad y desarrollo, que proviene de la genéticamente heredada y derivada de la misma biología, es decir, hay sujetos nacidos creativos, independiente de los que desarrollan la creatividad por las relaciones vinculares establecidas en el medio ambiente en la primera y segunda infancia, en la pubertad y adolescencia, hasta llegar a la adultez. Aquí es necesario hacer hincapié en que, en todo este proceso, influye fundamentalmente el medio ambiente, con el desarrollo natural en las relaciones vinculares.

Con respecto al desarrollo de las capacidades creativas, es necesario tener en cuenta que las tendencias libidinales amoro­sas deben predominar a las tanáticas agresivas destructoras; las primeras originan el objeto bueno reparador, y las segundas, las conductas vengativas, retaliativas, malas, egoístas, am­biciosas, envidiosas, voraces y perversas.

Cuando el sujeto tiene esta capacidad creadora, implica que existe un objeto en el “sí mis­mo”, esto es, en el yo interno, que proviene también del instinto primario de conservación, de integración y del epistemofílico. Cuando hay predominio del tánatos o fuerzas destructoras, hay un desequilibrio a favor de la destrucción o de la creatividad negativa, y su producto es malsano y negativo.

Entonces se prohíja un antidesarrollo e involución, por eso hay que lu­char por que las fuerzas de eros-amor predominen sobre las de tánatos o por que estas últimas se puedan manejar para que se cree algo positivo, constructivo, nuevo, bueno, bello, armóni­co, verdadero, equilibrado y prudente.

Por lo expresado hay que considerar las clases y formas de la creatividad, es decir, el producto positivo y el negativo, bueno o malo, por lo tanto, la creatividad puede tener dos caminos: uno reparador(17) , recreativo, constructivo, en beneficio del bien común (del desa­rrollo y evolución), y otro negativo, el cual la mayoría de las veces produce un mal común a la sociedad y sólo aparece en beneficio del egoísmo de un grupo minoritario.

En el primer caso, el positivo, se da al bien, el desarrollo y la evolución individual y colectiva a nivel del pensamiento social; en el segundo la consecuencia es la destrucción. La referencia al “objeto integrador reparador creativo” del “sí mismo” implica, que también se pueden tener fuerzas destructoras que se ponen al servicio de la creación, de manera que existe la necesidad de romper, destruir, y esto conlleva un deseo de independencia y diferencia con libertad. Así el sujeto libre puede crear algo dentro de sí mismo o por fuera de él.

Al referirnos a los ob­jetos, éstos pueden ser de cualidades buenas y malas, como ya se enunció en otra parte. A la vez, se pueden in­cluir los objetos heredados que, sumados a los buenos del medio ambiente e incor­porados en la intimidad, se suman a los objetos reales externos, los que se van a introyectar o incluir dentro del sí mismo, estimulando la creatividad contra el ob­jeto malo destructor. Si bien esto puede persistir y aún persiste por toda la vida, de­beríamos manejarlo y con­trolarlo.

Con lo anterior se puede concluir la necesidad de un medio ambiente adecuado, que proporcione cultura, conocimiento y consciencia para un buen desarrollo y productividad, con legalidad, lo que significa una justicia, a la vez, que con una buena administración de las instituciones familiares, sociales o gubernamentales Todo esto requiere un espacio específico necesario individual y colectivo público, pues interrelacionan­do todos estos factores se pueden lograr el progreso y el cambio creativo, integrador (véase Figura 6).

Progreso y cambioFigura 6. Progreso y cambio.
Fuente: Elaboración propia

Al hacer referencia a la integración, lo hacemos en relación no solamente con los objetos internos, sino con los externos, aquellos que es necesario reconstruir, unir, relacionar, redescubrir, reconocer en unidades, es decir, crear una unidad; y, para que esto ocurra, habría que recibir y dar, contener y ser contenido, reparar, transformar los objetos y así encontrar la unidad y fecun­dar “algo nuevo”.

Además, se requiere una posibilidad de jugar, recrear, de pensar, y con ello también, repre­sentar, ordenar, diferenciar, comparar, analogar, relacio­nar, redescubrir y reconocer. Todas estas funciones hay que complementarlas con la educación y formación, pues cuando estos factores se ponen en función e in­teractúan y participan unos con otros, van a conseguir la unidad (véase Figura 7).

Las unidad en el Pensamiento
Figura 7. Las unidad
Fuente: Elaboración propia

Con la unidad es posible llegar a la creación positi­va, física, psicológica, eco­nómica, histórico-social, estética o científica de y en la vida; sin embargo, se re­quiere la educación y la justicia que tenga credibilidad, seguridad, verdad donde se trabaje el orden y libertad, con un diálogo participativo colectivo (véase Figura 8). De la misma mane­ra, en la creación hay que crear un orden, al tiempo que establecer diferencias, analogías com­prensiones y también volver a redescubrir las unidades mencionadas.

Otra manera de operar la creatividad en el sujeto es con la creación del mun­do espritiual, más allá de lo concreto material; de aquí lo que abarca la espiritua­lidad dentro del ser que comprende a la relación con los otros, la humani­dad dentro de su historia particular y general con el fin de encontrar la paz, la unidad, la integridad del ser en el mundo el lector aquí podrá hacer una re­lación con los conceptos aparecidos más adelante cuando me refiero al espí­ritu, la espiritualidad en las religiones, el misticismo, la fe y las creencias y en el cap. VII con respecto a la ciencia, so­ciedad y religión.

Creación PositivaFigura 8. Creación Positiva
Fuente: Elaboración propia

Resumiendo, podemos decir que existen cuatro fuerzas importantes para conseguir la uni­dad: la integradora-reconstructora, la recreadora (lúdica), la transformadora y la fecundante. Con todas ellas llegamos a la unidad.

Para reparar y transformar se requiere la educación y la formación; la capacidad de recibir, de contener y ser contenido y de tolerar; así mismo de la fantasía e imaginación de las emociones, las capacidades sublimatorias, y la integración fami­liar, la estabilidad en el trabajo y por último el objetivo del conocimiento con recreación, para así crear un equilibrio y armonía con nuevas formas en diferentes ámbitos (véase Figura 9).

Equilibrio y ArmoníaFigura 9. Equilibrio y Armonía
Fuente: Elaboración propia

Por ejemplo, se puede crear una máquina, un objeto, una función, una palabra, una idea, un chisme, una mentira, una trampa, una violación de normas o ley, una guerra, una actitud, una conducta o un producto destructor (coca, heroína, marihuana, bomba atómica, maquina­rias de guerra, rayos láser, etc.), o una economía, una idea política o religiosa destructoras, de forma tal que la inteligencia o el ingenio y la integración se utilizan para el mal contra la vida, la propiedad y la honra.

Cuando las fuerzas destructoras se utilizan para algo bueno (lo cual significa prolongar la vida, evitar la muerte individual o colectiva), la destrucción es transitoria y luego viene el descubrimiento de algo nuevo, en beneficio común; por ejemplo, medicamentos, energía ató­mica, rayos láser en cirugía o instrumentos tecnológicos, todos ellos aplicados en beneficio de la salud física, mental y social, que crean armonías, así como orden y equilibrio.

Igualmente, en la creatividad positiva es necesario considerar los derechos y deberes, las libertades y los poderes. Es posible realizar la creación en diferentes planos: el físico, el psíquico o el históri­co-social. A la vez, puede haber creaciones ideo­lógicas o políticas, por el bien común, donde se generan nuevas actitudes dentro del ser humano en relación con el exterior, con el otro o con los con­ciudadanos, obviamente respetando valores.

Por lo tanto, la creati­vidad individual hay que llevarla a la colectividad, a fin de integrar de algu­na forma a los seres; de tal manera es como se estimula la creatividad en el pensamiento, en la neuropercepción, en la conducta y en el senti­miento. Es fundamental poner en juego la creación de recursos y consciencias, el control de­mográfico y los mensajes en los medios de comunicación, todo esto con las fuerzas de amor, la verdad, la prudencia y la armonía (véase Figura 10).
Soluciones en el PensamientoFigura 10. Soluciones
Fuente: Elaboración propia

En la Figura 10 se sintetiza la dinámica de la creatividad, en la que intervienen los proce­sos primarios, secundarios y terciarios, así como los mecanismos de la represión, sublimación y regresión. Todos éstos participan en la conjunción del interjuego de los instintos con los objetos, para configurar la fantasía consciente e inconsciente, lo que lleva a construir un juego y otra realidad y así una obra.

Esto último aparece en el recuadro central en blanco y los pri­meros en las flechas de la izquierda. Como ya se anota en otra parte, los procesos consciente, preconsciente e inconsciente las cuales interaccionan con el descubrimiento desde la realidad interior en la imagen con un lenguaje, una palabra y una idea, con significado y símbolo para llegar con el juego a otras realidades y a la obra.

La fantasía, el juego y la construcción de la realidad y la obra se pueden hacer por medio de un instrumento, discurso o representación, porque todo produce sonidos, formas, ritmos, colores, movimientos para llegar a una armonía. Esta última puede ser biológica o darse en el arte, la ciencia o la sociedad; por ende, la construcción de la belleza implica también el conocimiento y la intuición para construir un nuevo orden y la creación armónica.

(Lea También: Alma y Espíritu)

Esta creación conlleva, por supuesto, un conocer, una curiosidad, una intuición y una be­lleza en un nuevo orden. Por lo tanto, como ya señalo, del proceso primario inconsciente se pasa al secundario consciente, no sin transcurrir por una etapa donde el proceso se vuelve in­termedio y preconsciente. Por lo tanto, del desorden y caos se pasa al orden, de la desarmonía a la armonía, de la represión a la apertura y expresión de las fantasías, de la realidad interna, frustrante a otra nueva realidad placentera, de las imágenes inconexas a lo simbólico, de lo incógnito a lo conocido, del silencio e inercia al sonido y movilidad; de lo muerte a lo vivo.

La agresión, por supuesto, se pone al servicio de la sublimación con la reparación. El mo­vimiento se lleva primero al juego y, luego, con sus normas se conforman acciones (verbales, Figuras o motóricas), para determinarlas y así comunicar lo inconsciente, en un lenguaje nuevo. Así se da la oportunidad de crear nuevas posibilidades vitales. Si una de las creaciones es biológica, es decir, la procreación manifiesta, en ello también tendrían que ocurrir meca­nismos similares a los de las obras de arte o la ciencia.

Lo que acontece es que la obra, la otra realidad hecha con el juego y la fantasía, emerge de la represión y la regresión narcisista para llenar también necesidades y así reparar en la creación de ese otro ser (objeto), a fin de que un “otro” (hombre-mujer) participe en tal creación, entregando su instintividad momentánea para fusionar instintos e integrar objetos. Este concepto psicoanalítico implica ceder al me­canismo disociador y desintegrador de la agresión o destructividad para así poder aceptar al otro (objeto), amarlo dentro de sí mismo haciéndolo partícipe de las fuerzas creadoras.

Es de tal forma como con la creatividad disminuimos las ansiedades fraguadas en el inconsciente y que nos situan en las posiciones esquizoparanoides y depresivas y en lo que la humanidad ha denominado “desesperanza” por la “no salvación” a la cual se lucha con la creencia de esperanza en la vida eterna. Lo que postulo es que aquellas ansiedades de muerte son facti­bles de manejarlas, no solo con la consciencia sino con la reparación en la creatividad. Es de tal forma como también es factible preservar al ser, su esencia y existencia, fortaleciendo el espiritu vital”.

El Espíritu

Esta temática sobre el espíritu ha sido desarrollada en obras anteriores (“Ciencia, Mitos y Dioses”, (2004) “Creación, Arte y Psiquis” (2003) y se ha hecho alusión también en la obra “Azar Determinista. El Lazo del Destino”, (2011).

Sin embargo, voy a ocuparme de este tema debido a que es necesario definir y discriminar los términos y su significación, como “espíritu y alma”. El término espíritu, etimológicamente viene del latín “spiritus” y este del verbo “es­pirare” (soplar); es posible que este último verbo sea una onomatopeya del sonido que hace uno al espirar y que viene del latín “spirare” y se conecta con las palabras: aspirar, espirar, inspirar, respirar, suspirar, transpirar.

Entiéndase aquí lo que comprende y significa cada tér­mino, lo que nos lleva al objeto y a su función, (Wittgenstein). La palabra “spirare” en latín es soplar, e “inspirare” significa meter el aire hacia adentro y “spirare” hacia afuera; cuando se habla de suspirar son inspiraciones y espiraciones muy cortas o profundas.

En suma la respi­ración implica el inspirar y el espirar, como se enuncio anteriormente, adentro y afuera y es lo que nos da la fuerza vital y el ánimo puesto que es el aire, el oxígeno que nos permite vivir; no podríamos vivir sin la respiración hacia dentro y hacia afuera; sin embargo, la primera acción es la inspiración, o meter el aire hacia dentro y la última la que nos acompaña en la muerte, la espiración; por eso se dice cuando una persona muere que espiró.

Aquí compréndase que el espíritu, como se enunció anteriormente, es lo que vivifica y contiene un sentimiento, y a la vez, permite las facultades cerebrales y con ellas el entendi­miento y la razón, las que pertenecen a la significación del alma, (18). En realidad alma o “animus” es lo que anima al cuerpo y que le da vida; en términos físi­cos el principio ordenador de la energía y materia en el desarrollo evolutivo-involutivo y de transformación; a su vez, los términos espíritu y alma se mezclan, confunden, alternan y en ocasiones, o la mayoría de las veces se usan indiscriminadamente con el mismo significado.

Otro aspecto distinto es la connotación de espíritu unido a otros fenómenos como los científicos en la física, la geometría, la electrónica, la sociología, la filosofía, la religión, que conllevan una actitud, una consciencia, una razón, una facultad y disposición, un entendi­miento, un ideal, un objetivo o un alimento subjetivo, una finitud o infinitud o un absoluto, una realidad, una historia, un concepto ético familiar, de estado, de arte, de un dogma, una superestructura o todo un concepto y creencia; y; aún de identidad y de nacionalidad y tradi­ción, (19).

Anotemos aquí lo que se entiende en la vida y psicología de la vida cotidiana, como “es­píritu”; éste se refiere al principio vivificante del sentimiento y que da fuerzas a las facultades del ser humano con el significado auténtico de alguna cosa. De ahí que las “leyes del espíritu” sean las “sustancias incorpóreas” que tienen razón; cuando nos referimos a sustancia lo ha­cemos al “ser esencia y naturaleza de la cosa” (Diccionario de la Lengua, 1992); a lo, o de lo “incorpóreo”, lo cual nos lleva a pensar que no tiene cuerpo, masa, materia; sin embargo, no se explicita el concepto de “función de onda y el de energía”, más están implícitos de acuerdo con todo lo expuesto anteriormente y que nos lleva a considerar cómo el pensamiento es un hecho psicofísico cuántico y es así como surge el concepto de lo que denominamos “pensa­miento cuántico”.

Volviendo al concepto de espíritu y sus facultades desde el punto de vista filosófico es “una cosa pensante” (res cogitans) que se produce en “un espíritu con intelecto o razón, que son términos cuyos significados antes eran desconocidos(20). Por lo tanto, a mi entender, el espíritu se refiere más a la mente, mientras que el alma guarda mayor relación con el “sí-mismo”, el “self”, la unidad interna.

De una u otra forma, no debe confundirse o asimilar ese concepto de “el alma” con “el espíritu”, “la conciencia, el entendimiento, la razón y el sí-mismo”. Entonces, ¿por qué se refiere Klages al espíritu del alma? (Klages, 1929-1933).

Mi respuesta personal dentro de este contexto tiene que ver con la creencia y la actitud que se manifiesta en el alma en su esencia. Por eso también se habla de espíritu objetivo, subje­tivo, absoluto y finito, así como de la conexión estructural y unitaria que nos conduce a las superestructuras y a la posibilidad de ser y existir en virtud de una organización específica controlada por el mismo determinismo de la vida y la muerte.

Por eso mismo, refiriéndonos al arte, a la religión y a la filosofía, hablamos de un espíritu absoluto. Así también el espíritu deja de ser actividad subjetiva para convertirse en realidad histórica, en el mundo de los valores y las instituciones jurídicas, sociales e históricas que culminan en la ética y que comprende la familia, la sociedad civil y el Estado, (Sánchez Medina, G. 2003).

La historia entera de la ciencia, el arte y la moral –dice Dewey- prueba que el espíritu que aparece en los individuos no es tal espíritu individual. Es en sí un sistema de creencias, percepciones e ignorancias, de admisiones y repulsiones, de expectativas y estimaciones de significaciones instituidas bajo la influencia de la costumbre y la tradición”, (Op. cit., Abbag­nano, 1997).

¿Existe o no el espíritu, y de qué está constituido? La respuesta debe o puede construirse desde la segunda pregunta: ¿podemos referirnos al espíritu como concepto o creencia además de su esencia? Y ¿cuál es ésta última? La respuesta se inicia con una aseveración: ninguna en realidad; es más bien una forma de interpretar.
La explicación es posible iniciarla desde su definición, la cual proviene de la vida y ésta de la ordenación dinámica de la materia-energía, la cual actúa y participa en el universo como una u otra o como “función de onda” (una y otras comprobadas por las matemáticas), (21). De tal manera, es factible responder afirmativamente a la existencia del espíritu como una forma de pensar para poder actuar o como una entidad de la naturaleza no material pero sí posiblemente energética.

Cuando nos referimos a la inspiración como “soplo vital”, lo podemos conectar con lo aparecido en las sagradas escrituras: que Dios hizo al hombre a imagen y semejanza, y le dio el alma o el espíritu con el soplo vital (22). El soplo, a su vez, se conecta con los otros sentidos como son los del olfato, y su connotación con el entendimiento o conocimiento; se asocia también con el concepto de la llamada “santa sabiduría”, el ser femenino o masculino, inte­ligente, sabio y la experiencia. Téngase en cuenta cómo en las diferentes religiones hay una intima relación entre el espíritu y la creencia; esta última es algo diferente que se desarrolla en el capítulo sobre la creencia.

De otra parte, es importante tener en cuenta como el pensamiento primitivo y prelógico en el cual se considera el mundo de los sueños, incluye en este la creencia en los espíritus; así lo encontramos en el mito de Gilgamesh en que Enkidú se le aparece a Gilgamesh.

También en la Odisea del griego Homero, en la Eneida del latino Virgilio, en Plutarco del Siglo I, en el historiador romano Plinio el Joven y luego en los siglos siguientes con predominios en distintas épocas hasta llegar a la época de la ilustración y más tarde en el siglo XIX en donde hubo un incremento en las prácticas del espiritismo (ver capítulo fenómenos paranormales).

Los espíritus se mencionaron y mencionan actualmente en China y la India en que existe la creencia en la reencarnación o transmigración de las almas o en la inmortalidad, o en la ele­vación espiritual trascendiendo a diversos planos sirviendo a los seres humanos o bajando a los infiernos como un ciclo karmático; en Japón la religión shintoista reconoce la existencia de espíritus de todo tipo y la creencia como parte de la vida cotidiana. Esto mismo, se ven en las leyendas y en las creencias del Himalaya, África y en América; en esta última están los aztecas y mayas, (23).

Nótese aquí cómo las diferentes religiones islam, budismo, hinduismo, shintoismo, espiritualismo y cristianismo aunque son diferentes tienen la misma creencia; ésta última (la creencia) en su origen se pierde en la historia de los tiempos de igual manera como ocurre con la aparición del concepto de Dios; obviamente dentro del budismo está la creencia del Curso de Samsara (ciclo de la reencarnación).

En diversas religiones o quizás en todas se cree en la existencia del espíritu. En una y otras creencias persiste el ya mencionado pensamiento mágico, prelógico.


15 Este tema está desarrollado y aparece en los textos de las obras “Creación, Arte y Psiquis”, Capítulo II: “Conocimiento y creación artística”, (Sánchez Medina, G., 2003, p. 29-106) y en la obra “Violencia vs. Crea­tividad”, Tomo III: La creatividad una solución a la violencia, (Sánchez Medina, G.,2005).
16 Cuando uno se refiere a la creatividad, le surgen varias preguntas que lo conducen al arte; entonces, uno se puede interrogar: ¿qué es el arte? Aquí debo consignar que no me es posible hacer una definición breve, sin embargo, voy a tratar de adentrarme en los conceptos de lo bello, de lo armónico, de lo estético y de la creación. Unos y otros se conectan y correlacionan, pero no son iguales.

Lo bello, lo armónico realizado y puesto en la realidad externa es la que nos calma la realidad proveniente de las pulsiones destructoras que nos llevan al desorden y al caos, a la confusión, a la desesperanza y a la misma muerte, es decir, a la nada (de dónde al mismo tiempo provenimos). Por todos es conocido que el arte induce, seduce, atrae, fascina; la fascinación se origina también en lo origi­nal, en lo nuevo, lo que se desearía haber podido crear; esto mismo es una sensación de poder.

El artista juega con la perspectiva de lo oculto o lo evidente con los colores b y espacios, o volúmenes para mostrar una o más formas y distintas dimensiones que pone al otro, al “tercero” espectador a ver o escuchar. He aquí también la figura, el fondo, el trasfondo, lo trascendente, lo deforme y discrónico, con un hilo conductor a la realidad. En la creación artística se pasa del proceso lógico secundario al primario irracional y viceversa. El psicoanálisis ha hecho un estudio profundo del arte, de la creatividad y acto creador, y explicita los diferentes mecanismos de: condensación, desplazamiento, regresión, identificación proyectiva, sublimación y reparación en donde se maneja los instintos de Eros y Tánatos.

En el arte existen querámoslo o no todo lo humano, que al final de cuentas se encuentra con el dolor y el placer, con la intranquilidad y la paz ansiada por todos. En el arte también se trata de encontrar una unidad, un orden, una comprensión y comunicación siendo así el arte otro lenguaje. El arte también consiste en llevar lo imperceptible a lo perceptible a través de un lenguaje en que se comunican los seres por esa necesidad imperiosa de relacionarse, entenderse, sacar lo trágico, tratar de prote­gerse del inexorable vacío, muerte y la nada.

Pienso que el hombre no solo hace lo misterioso, su historia en su espacio y tiempo, sino también crea espacios y tiempos para manejar sus ansiedades. Desde el punto de vista psicoanalítico, la actividad mental llevada al trabajo del pensamiento puede ser con­siderada también perteneciente al proceso creativo y sublimatorio como una formación reactiva, pero con una desagrevización para neutralizar las pulsiones.

Aquí también participa el instinto epistemofílico que ha participado en las culturas de las sociedades con una serie de conquistas culturales, científicas y tecnológicas obtenidas gracias a la sublimación y las pulsiones epistemofílica. De todo esto podemos incluir que hay una interrelación entre la fantasía consciente, inconsciente, la realidad externa y el ambiente, así como el deseo que se articula con aquellas fantasías y con sus distintos procesos y mecanismos ya enunciados.

A la vez la creatividad es una parte esencial de la vida humana. Un aspecto es el referirnos a la obra artística, al fenómeno artístico y al artista con sus diferentes capacidades; así mismo, hay cuatro áreas grandes en la creatividad: la biológica, la científica, la social y la artística en las que fácilmente opera el pensamiento imaginativo, creador y también el pensamiento mágico omnipotente. La imagen crea­dora conlleva obviamente el nuevo objeto ordenado, reparado con la tendencia reparadora y la sublimación, que sirve como un acercamiento a la necesidad de llegar al Todo, a la Unidad y con ello a todas sus conse­cuencias en la elaboración de conflictos; es en otras palabras la consecución de la integración y síntesis de señales, signos y símbolos que puedan unificar al ser humano, (Sánchez Medina, G. 2003, cap. II).

17 Lo reparador pertenece a una consecuencia de la operatividad del instinto de muerte el cual aparece en la fantasía inconsciente manifestándose o no en los sueños o en la conducta con deseos y necesidades destruc­tivas, por estar presente la retaliación, la envidia, los celos, la competencia o rivalidad y la voracidad acom­pañada con el narcisismo maligno. La reparación según el modelo psicoanalítico de Melania Klein aparece después de las vicisitudes de las posiciones esquizoparanoide y depresiva.

18 “Aquí vale la pena hacer alusión a ‘los espíritus animales’ de la fisiología anterior a Harvey en la cual se presentaba la idea de que los espíritus animales calentaban el corazón para transformarse en espíritu vitales que animaba ‘la vida de los seres’”, (De Francisco, 2012).

19 “En un plano superior a lo humano en el que opera ‘el principio ordenador de la matería y energía’, podría considerarse, en el terreno de la filosofía como un principio que subyace a la idea de Dios. Por eso Einstein consideraba a Dios como una fuerza de la naturaleza, no conocida por nosotros, que ordena el universo. (Dios no juega a los dados con el universo); Dios es orden y no caos”, (De Francisco, 2012).

20 “Descartes es muy claro en referirse a la ‘res cogitans’ como la parte del ser humano que lo distingue de los entes animales que sólo poseen la ‘res extensa’”, (De Francisco, 2012).

21 Consultar aquí la obra “Cerebro Mente. El pensamiento cuántico” (Sánchez Medina, G. 2009).

22 Esta concepción de “hacer al hombre a imagen y semejanza de Dios” requiere cuestionamientos, estudio antropológico y discurso como un supuesto de la fantasía explicativa humana.

23 El espíritu es para los cristianos el vínculo que lo relaciona con la divinidad. Por eso se le reza al ‘espíritu santo’, cuya vinculación está implícita en el amor”, (De Francisco, 2012).

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