La Actividad Deportiva en Niños y Jóvenes
MEDICINA FAMILIAR
EDUCACIÓN CONTINUADA PARA EL MEDICO GENERAL
CAPITULO 23
GUILLERMO ORDOÑES
MD. Médico deportólogo, Miembro Asociación Americana de Medicina deportiva, Miembro Asociación Colombiana de Medicina Colombiana Deportiva (ACOMEDEC), Médico Federación Internacional de Voleibol (FIV), Médico Federación Internacional de Patinaje (FIP), Médico Federación Internacional de Fútbol Asociados (FIFA), Bogotá, D. C.
La realización de una actividad deportiva de forma regular demanda el cumplimiento de algunos preceptos.
En un ser en crecimiento, ya de por sí sometido a unas necesidades de aporte energético superiores porcentualmente a las de un organismo adulto, la alimentación debe ser completa y equilibrada. Es importante que ésta contenga todos los principios fundamentales, físicos y sicológicos, en las proporciones correctas y necesarias.
Por otra parte, el aspecto económico y el reconocimiento social juegan un papel cada vez mayor en la práctica del deporte.
Muchos niños no efectúan actividad deportiva como divertimento, sino como fin para obtener unos resultados productivos.
Ello condiciona una sobrecarga psico-física para muchos de estos jóvenes deportistas, que se lesionan con mayor frecuencia que niños de su edad no inmersos en actividades competitivas.
La obsesión por la consecución de resultados llega a ser tal en algún caso, que se obliga al niño a competir lesionado sin tener en cuenta las consecuencias que ello puede llevar para con su salud.
La práctica deportiva tiene riesgos para el practicante e, incluso, para otros implicados en las actividades deportivas como técnicos, árbitros, directivos, y en especial los padres de familia y/o adultos responsables de los niños y jóvenes deportistas.
El niño no es un adulto de pequeño tamaño.
Su desarrollo orgánico está sujeto a influencias que no juegan ningún papel en el adulto. Sus músculos, ligamentos y tendones al ser más elásticos que los de los adultos, están más protegidos ante las lesiones, lo cual no quiere decir que no puedan sufrirlas.
Sus huesos tienen una mayor capacidad de curación que los de sus mayores, pero así mismo poseen unas zonas especialmente sensibles a las lesiones.
Estas zonas, denominadas cartílagos de crecimiento por ser las responsables del crecimiento en longitud de los huesos, cuando se lesionan pueden ocasionar trastornos importantes en el desarrollo futuro del hueso.
La flexibilidad y coordinación que el joven va adquiriendo progresivamente le permite no sólo mejorar el rendimiento deportivo, sino también le ayuda a protegerse mejor de lesiones debidas a caídas o movimientos inadecuados.
Sin embargo, su entusiasmo en conseguir resultados, su inexperiencia y el mayor tiempo que generalmente le dedica, facilitan que el atleta joven padezca mayor número de lesiones agudas que el adulto.
La influencia de la prensa y la televisión ha sido decisiva en el incremento observado en los últimos años en cuanto a la práctica deportiva se refiere.
Los niños y jóvenes poseen gran información acerca del deporte que les gusta, conocen a sus ídolos y las lesiones que éstos padecen, saben de la existencia de multitud de aditamentos que “pretenden” mejorar el rendimiento deportivo y disminuir el número de lesiones.
Tienen, en definitiva, un conocimiento la mayoría de las veces dirigido por la publicidad a la que acceden y que no siempre se corresponde con la realidad.
El reconocimiento médico-deportivo debe ser el punto de partida de la actividad física y sicológica del deportista joven y debería realizarse antes de su incorporación al deporte.
Con este acto, se pretenden dos objetivos primordiales: el descubrimiento de enfermedades, patologías o defectos que pudieran poner en peligro la vida del deportista joven y la detección de enfermedades, patologías o defectos que una vez corregidos o tratados significarán una realización de actividad deportiva con mayor confort y con mayor posibilidad de rendimiento.
De esta manera, la medicina del deporte y sus diferentes actores están destinados a actuar de manera preventiva y evitar así una buena parte de riesgos relacionados con la práctica de la actividad deportiva.
El Comité Científico de la Federación Internacional de Medicina del Deporte (FIMS) establece la necesidad de realizar una valoración médico-deportiva en todo deportista joven que inicie o reemprenda una actividad física de competición o incluso de tipo lúdica.
Se puede considerar la necesidad de realización de reconocimientos médicos previos a la práctica de deporte desde dos puntos de vista: de una parte la necesidad imperiosa de efectuar una identificación de aquellas patologías, enfermedades, defectos o lesiones que, ante una actividad deportiva, pueden poner en peligro incluso la vida del deportista.
La aparición de casos de muerte súbita de deportistas efectuando alguna actividad deportiva es una circunstancia desgraciada que en algunos casos podía haber sido evitada.
De otra parte, la necesidad de abordar la problemática de aquellas patologías, enfermedades, defectos o lesiones que, no suponiendo un riesgo para la vida del deportista, sí que afectan a la posibilidad de hacer deporte o, como mínimo, de realizarlo en una situación de comodidad o incluso de rendimiento.
La realización del reconocimiento médicodeportivo persigue los siguientes objetivos:
Valoración del estado de salud del deportista.
A través de este objetivo se cubren diversas necesidades: Identificación de enfermedades, lesiones o patologías que pueden constituir un riesgo para el deportista.
Detección de causas patológicas que representen algún tipo de contraindicación absoluta, relativa o temporal a la práctica deportiva.
Control de las repercusiones de la actividad deportiva sobre el estado de salud del deportista y sobre el proceso de crecimiento y maduración del niño deportista.
Detección del nivel de adaptación del deportista al esfuerzo físico.
Es preciso conocer el nivel de adaptación del deportista al esfuerzo físico que se requiere para el deporte o actividad física escogida. Este objetivo se debe adaptar a las diversas etapas de la evolución biológica del deportista, así como a las diversas etapas del entrenamiento. Ello permite aconsejar la práctica más adecuada a las posibilidades del atleta.
Prevención de lesiones y enfermedades.
Es necesaria la prevención de lesiones o enfermedades que pueden derivarse de ciertas anomalías, defectos físicos o insuficiencias del deportista, incluyendo la falta de condición física y la inadecuación entre al grado de maduración biológica y la actividad deportiva elegida, en el caso de los deportistas en desarrollo.
Establecimiento de la relación médico-enfermo.
El establecimiento de la relación médicoenfermo tiene lugar cuando el deportista acude a la entrevista con el médico, con todas las implicaciones que supone. Esta relación permite aconsejar al deportista no solo sobre temas de salud sino también en otros aspectos.
Oportunidad de participación de deportistas con procesos patológicos.
Se debe proporcionar la oportunidad de participación en actividades deportivas a personas que tengan procesos patológicos, indicándoles sus posibilidades, limitaciones y riesgos implicados.
Se puede dividir a los deportistas en función de su edad y del tipo de práctica deportiva que realizan. A lo largo de su vida, por razones puramente cronológicas, el deportista va pasando de una a otra categoría de edad.
Los diferentes niveles de práctica deportiva también se van modificando. La transferencia entre estos niveles es muy importante. La transferencia suele ser el incremento del nivel deportivo hasta la edad adulta, para decrecer paulatinamente o llegar a una situación de sedentarismo. Pero esta secuencia no siempre se sigue de la misma manera. También es muy importante la categoría de sedentarios: puede haber deportistas de rendimiento en la infancia que pasan a sedentarios en la adolescencia, y niños o adolescentes sedentarios que practican deporte de competición en su edad madura.
En términos generales la clasificación comúnmente aceptada es la siguiente.
Niños: en este grupo de edad la práctica deportiva es de iniciación y si tiene carácter competitivo está enmarcada en un ambiente lúdico y poco reglamentado.
Sin embargo, en el deporte actual, algunas disciplinas necesitan de una especialización precoz a la cual se une muy frecuentemente un entrenamiento intensivo.
Todo ello hace que algunos niños deban ser considerados como deportistas de rendimiento.
Adolescentes y jóvenes: es la etapa donde el deporte se practica con una intensidad más alta. Una parte importante de jóvenes deportistas practican deporte de competición, algunos de ellos se inscriben en el alto nivel y en ellos la actividad física alcanza cotas que hacen que su vigilancia y seguimiento médico sean especiales.
Otra parte de jóvenes practica deporte de tiempo libre con un objetivo recreativo.
1. Niños en deporte de iniciación.
2. Niños en deporte de rendimiento.
3. Jóvenes deportistas de tiempo libre.
4. Jóvenes deportistas de competición.
5. Jóvenes deportistas de competición de alto nivel.
El reconocimiento médico-deportivo en el niño en edad escolar es fundamental en niños y jóvenes deportistas comprendido entre los 6 y los 16 años.
Dentro de este grupo de edad encontramos la categoría 1 “niños en deporte de iniciación” o lo que también se ha denominado deporte escolar y los niños comprendidos en la categoría 2 “niños en deporte de rendimiento”.
Este grupo 2 precisa una valoración más específica en cuanto a efectos, prescripción y cálculo de las cargas de entrenamiento a que pueden ser sometidos.
El reconocimiento básico que se debe realizar en el niño en edad escolar comprende tres aspectos: historia médico-deportiva, exploración clínica, informe médico.
Historia médico-deportiva
La historia clínica debe ser lo mas completa posible y es posible que tenga que ser complementada por los padres o tutores del niño.
Exploración clínica
Esta debe incluir los siguientes apartados:
1. Exploración general: en ella se valoran cada uno de los sistemas que interactuaran en la practica deportiva;
2. Balance morfoestático: dadas las posibles repercusiones que la actividad deportiva puede tener sobre un aparato locomotor en fase de desarrollo y de crecimiento se debe prestar una especial atención a la valoración del balance morfoestático del niño y de las posibles anomalías, desviaciones y desalineaciones de estos deportistas.
3. El estudio antropométrico: comprende los aspectos que se relacionan con la actividad deportiva tales como talla, peso, porcentaje de grasa corporal, estos se realizan de manera mas exhaustiva para aquellos niños y jóvenes deportistas de alto rendimiento.
El estudio electrocardiográfico se debe realizar en el primer reconocimiento médico-deportivo.
En el caso de ser normal, se recomienda la realización cada cuatro años salvo que aparezca clínica o se modifiquen las cargas de trabajo.
Es necesaria la realización de una prueba de esfuerzo que aporte datos sobre la condición física del deportista joven. Es suficiente la realización del test modificado de Astrand sobre banco que permite el cálculo indirecto del consumo de oxígeno y una valoración de la condición física.
Otras pruebas más complejas como la determinación del consumo de oxígeno por método directo, incluso otros métodos indirectos, escapan al contenido de este reconocimiento y se reservarán para deportistas seleccionados.
Informe médico
Se considera necesaria la emisión, por parte del médico realizador, de un informe que incluya: resumen de los datos de la historia médica y de la exploración clínica de mayor interés para el deportista; valoración médica y consejos médicos referidos a los hallazgos o alteraciones encontradas.
La práctica o la realización de las valoraciones sugeridas anteriormente minimizará el impacto de las lesiones en las que generalmente se incurre en la practica deportiva, sean esta de practica individual o de conjunto. Sin embargo, una realidad general en toda practica deportiva es que esta genera potencialmente lesiones que van de menor a mayor grado de impacto que afectan no solo la realización deportiva sino en el desarrollo de la vida cotidiana.
(Lea También: Trastornos de la Conducta Alimentaria en la Adolescencia )
Lesiones agudas
Constituyen la mayor parte de las lesiones padecidas por los deportistas jóvenes. Se producen frecuentemente en casi todos los deportes que involucren contacto entre sus practicantes o en los que los saltos y giros sean una parte importante de los mismos. Su reconocimiento temprano permite dirigir un tratamiento que la mayor parte de las veces será totalmente curativo.
Lesiones musculares
Muy raras en los niños y algo más frecuentes en los jóvenes. Se producen casi siempre como consecuencia de una tracción brusca sobre un músculo que se está contrayendo. Típicamente el deportista joven referirá un dolor brusco tras una maniobra habitual en su práctica deportiva (golpear un balón, estirar repentinamente un miembro, efectuar una arrancada, etc.).
El dolor suele localizarse en un área muy específica y aumenta al contraerse o estirarse el músculo afectado. Al cabo de unos días probablemente aparecerá un hematoma en una zona distal de donde se produjo la rotura, dado que la sangre diseca los planos musculares hasta depositarse bajo la piel.
Esguinces
Consisten en la rotura de ligamentos, bandas fibrosas que unen los huesos de una articulación, por un estiramiento excesivo de los mismos.
Generalmente no suelen revestir importancia en los más pequeños, si bien en los adolescentes adquieren un protagonismo mayor y deben ser especialmente tenidos en cuenta.
Se caracterizan por la presencia de dolor inmediato alrededor de una articulación tras una “torcedura” de la misma. Suelen acompañarse de hinchazón de intensidad variable, al cabo de unas horas.
Lesiones óseas
Los huesos de los niños presentan varias características que los diferencian de los huesos de los adultos. Entre ellas destacan la presencia de dos zonas en los extremos de los huesos largos, llamadas cartílagos de crecimiento, por donde el hueso crece en longitud, y el hecho de que la membrana que rodea al hueso, denominado periostio, es mucho más voluminoso en los niños que en los adultos.
Estas características confieren a las fracturas de los niños unas peculiaridades propias. De un lado, el hecho de que una lesión que afecte al cartílago de crecimiento puede alterar el desarrollo normal del hueso y condicionar la aparición de una deformidad progresiva a acortamiento del mismo.
De otro, el que un niño puede tener una fractura sin que aparentemente exista una gran deformidad inicial o siendo ésta muy marcada a pesar de no condicionar un gran dolor.
Desde el punto de vista práctico, para que se produzca una fractura se requiere un traumatismo con cierta energía (caídas o golpes directos con objetos duros).
El niño referirá dolor localizado generalmente en una de las extremidades, acompañado de hinchazón de aparición rápida y dificultad o imposibilidad ara mover las articulaciones adyacentes.
En ocasiones la deformidad del hueso afecto será muy llamativa y ayuda al diagnóstico, pero éste es un signo que no siempre está presente.
Lesiones crónicas
Constituyen un capítulo cada vez más numeroso entre las lesiones relacionadas con el deporte. Su causa fundamental es el aumento en la dedicación de los deportistas, la intensidad de los entrenamientos y la continuidad en la actividad física a pesar de la presencia de molestias o dolor durante la misma, para no comprometer los resultados.
Otro aspecto de gran importancia que contribuye a la aparición de este tipo de lesiones es la existencia de alguna alteración del aparato locomotor previa a la práctica deportiva, o que se produce en el joven independientemente de ésta. La ejecución de movimientos repetitivos condiciona una sobrecarga de la zona previamente alterada y aparece la lesión.
Por último, es importante resaltar que la actividad física regular es altamente beneficiosa para el desarrollo psico-físico del niño y el joven en etapa de formación.
El aspecto competitivo desarrolla su espíritu de superación y le ayuda a madurar, por lo que deporte y competición constituyen una combinación positiva.
No obstante, no hay que olvidar que también tiene algunos aspectos negativos, casi siempre controlables, que hay que considerar para no caer en ellos. Es responsabilidad de padres, médicos y profesionales del deporte, que la consecución de resultados jamás ponga en peligro la salud del joven deportista.
CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO