Los Mitos una Fuente de Conocimiento
Antes de seguir adelante pensemos ¿qué es el mito?.
Este es el relato o noticia que desfigura lo que realmente es una cosa o un hecho y le da apariencia de ser más valiosa o más atractiva (diccionario de la Academia de Lengua Española). Por su parte la mitología es el conjunto de la narración o estudio de los mitos de una cultura.
El mito es también una necesidad humana para explicar e interpretar y conocer o no conocer lo que equivale a negar el conocimiento, de tal manera que se puede deformar la verdad y aparecer la mentira o lo contrario, develar la verdad.
Historiadores, antropólogos, sociólogos, psicoanalistas siguen estudiando al hombre en sus orígenes para conocer más de él y de ahí que se valgan de los mitos.
Por lo tanto los mitos aparecen por una necesidad de comunicar algo interno en forma de una construcción onírica, lírica (como ocurrió en el mito de Gilgamesh) o de delirios con negaciones o creaciones de otra realidad y con motivaciones latentes. (310).
Ahora planteemos ¿cómo se origina el conocimiento, el saber, la consciencia del afuera y luego del “sí mismo”, la diferenciación, la individuación y la separación para conocer “qué y quién soy”, o sus opuestos (que no soy) o el “qué, por qué, para qué, cuándo, dónde, cuál, quién, cuánto y de dónde provenimos o cuál es el origen?”; este último el origen y su secuencia en la vida, incluye el destino que fue determinado o ¿es al azar?.
A estas preguntas propongo plantear los mitos y en especial aquellos que se refieren al temor o a la prohibición del conocimiento planteado en el mito de Adán y Eva.
Los mitos y el temor al conocimiento
Introducción.
A través de este escrito pretendo plantear “la necesidad” que tiene el Yo de explicar, interpretar y “conocer”, así como también de lo contrario, es decir, de “negar” de “no conocer”, saber de lo interno o externo y de la realidad, y con ello de las relaciones vinculares entre el mundo interno y el externo. Con tal propósito trato de estudiar la construcción de los mitos y ofrezco una interpretación psicoanalítica aplicada de los mismos.
Busco mostrar cómo en los mitos se niega la realidad y se crea una especie de realidad paralela por temor al conocimiento y a la verdad. Para tal efecto analizo algunos mitos antiguos, especialmente algunos grecorromanos que se relacionan con el conocer. Hago también alusión a algunos trabajos de Freud y de Bion con respecto a “la verdad y la mentira”, a fin de mostrar las consecuencias de algunas necesidades humanas y del deseo de poder.
Con respecto a los mitos, sabemos por los más antiguos (egipcios, mesopotámicos y grecorromanos) cómo el hombre ha querido y ha tenido la tendencia al conocimiento; de ahí que se despierta esa otra tendencia de conocer al otro y a todo el universo para controlarlo y convivir con él y aún tener la esperanza de sobrevivir.
Personificaciones y finalidades mitológicas.
Historiadores, antropólogos, sociólogos, filósofos, psicólogos y psicoanalistas continúan estudiando e investigando cómo el hombre siente, percibe, piensa, actúa y vive en el transcurrir del tiempo y en la espacialidad de sus momentos.
Todo esto se hace para tener puntos de referencia, para “conocer” el origen, la evolución y desarrollo; lo cual permite llegar finalmente al conocimiento de sí mismo a través del tiempo, así como evaluar y prospectar dicho conocimiento en el futuro. La “predicción” es valorada hasta el punto de que, cuando se confirma lo predicho, quien lo hizo se convierte en omnisapiente y omnipotente.
La misma ciencia tiende a confirmar las predicciones y postulados teóricos en la práctica, y algunas veces los hombres asimilan los poderes de predicción con la ciencia o simplemente con el razonamiento, la deducción, la inducción o la inferencia.
De tal forma, la realidad percibida y mensurable en el tiempo y el espacio se convierte en verdad; y las verdades del pasado, las del presente y las posibles del futuro (y concretamente las que se refieren al funcionamiento del hombre ante sí mismo y su sociedad) se convierten en ideales y valores.
Algunos de éstos cambian, se modifican, pero otros quedan inmutables. La mutabilidad y la inmutabilidad (así como sus distintas posibilidades) se contemplan en el psicoanálisis, dejando al individuo frente a ellas para que él mismo decida su propio acontecer en el contexto de su sociedad y en sus espacios y tiempos.
Como es bien sabido, a los fenómenos naturales y a las grandes masas volumétricas (agua, tierra, aire, cielo) se les colmó de poderes, entre los que se cuenta el control del tiempo y de la vida.
De ahí que dichas entidades fueron convertidas en deidades inmortales, controladoras y provocadoras de la creación, la vida y la muerte. Es por esto por lo que el cielo, el universo, el sol, la luna, el mar, el viento, el rayo, el relámpago, los ríos, las grandes montañas y los valles se les revistió de categorías y personificaciones deíficas mitológicas. De allí se parte, como ya se expresó, a las leyendas, tradiciones, creencias e ideologías.
Los mitos pueden pasar a leyendas, y éstas a costumbres y tradiciones. De aquí, por su parte, se marcha a la creencia, la ideología y los valores, y por supuesto a la conducta. Por esto es importante comprender todos estos pasos, a través del tiempo y en los diferentes espacios, tanto en el proceso mental individual como en el colectivo.
(Lea También: Mito de la prohibición del conocimiento)
El porqué de los mitos.
La respuesta a la pregunta de por qué aparecen los mitos podría plantearse desde el punto de vista de la necesidad que tiene el Yo de explicar, interpretar y conocer, o bien de negar, las relaciones vinculares entre mundo interno y externo, entre Yo y no-Yo, entre Yo y objetos.
Dichas relaciones aparecen teñidas con tendencias y fantasías inconscientes que producen ansiedad y dolor, por lo cual la construcción de lo onírico, de los delirios y de los “mitos” reclama un sistema de deformaciones, de “negaciones” e “identificaciones proyectivas” en que intervienen, obviamente, “lo mágico y lo omnipotente”.
De esta forma, el Yo se ve impelido a realizar una serie de actos, fantasías y representaciones que pueden llevarlo a la fragmentación y al caos. De ahí que deba apelar a la “creación de otra realidad” (verdad-mentira), construida (entre otros factores) con “los mitos”.
Ahora bien, en este proceso intervienen también los sistemas tópicos (consciente-inconsciente), así como la dinámica y energética, en pro del principio de placer y del control mágico omnipotente a través del conocimiento y de esa creación representativa dramática que es el mito. De una u otra forma los mitos nos llevan a desenmascarar su realidad y así encontrar la verdad de las necesidades del ser humano y al fin encontrar plasmado en imágenes y palabras el acontecer psíquico del “ser y no ser” determinado por la naturaleza y acompañado del azar para marcar el destino.
Muchas son las versiones de los diferentes mitos grecorromanos, y distintas sus interpretaciones. Mi intención es interpretar ahora algunos de ellos mediante la aplicación del modelo psicoanalítico, no sin antes cuestionar ciertas posibles motivaciones latentes.
Motivaciones latentes.
Al revisar los mitos grecorromanos nos encontramos por ejemplo con el de Urano (el Cielo). Éste es castrado y muerto por su hijo Cronos (el Tiempo), en un pacto con su madre y esposa de aquél (Gea, la Tierra). Cronos, a su vez, es castrado por su hijo Zeus (estimulado éste por su madre, Rea). En el caso de Cronos, su acción tiene el propósito manifiesto de salvar a sus hermanos los Cíclopes; lo que Zeus busca es también defender a sus propios hermanos de ser muertos y devorados por el padre Cronos.
Sin embargo, aquí podemos formularnos la siguiente pregunta: ¿cuál o cuáles fueron las motivaciones latentes de Cronos y Júpiter para castrar a sus respectivos padres? ¿Por qué en otras culturas, por ejemplo entre los toltecas del antiguo México, aparecen mitos semejantes? ¿Por qué se presenta luego el mito de Edipo, en el cual éste mata al padre, posee a la madre (en pacto inconsciente con ella), y luego, al conocer la verdad de su tragedia, se castra, cegándose y se exilia (tal como lo hiciera Cronos)? Las respuestas pueden dirigirse en dos sentidos: el primero es el temor a la verdad (más exactamente al conocimiento de la misma), y el otro es el pánico a la muerte. (Ambos se unen en el temor a la verdad de la muerte y al conocimiento de que hay que enfrentar dicha verdad.)
Es por eso también por lo que Prometeo roba a los dioses su secreto (el de la vida eterna y la conquista del tiempo y así del futuro) para transmitirlo a los hombres (pagó un enorme precio por hacerlo).
Así pues, sería el miedo a la muerte y a la pérdida de la libertad (en el caso de los Cíclopes) el que produciría toda esa acción para defender la vida, que estaría simbolizada en el falo y en la posesión genital de la madre.
Sería una lucha para poder manejar y controlar el tiempo para lograr la inmortalidad, lo que implicaría el conocimiento. Éste llevaría al hombre a la verdad; significaría para él poderse enfrentar a su último momento vital, a su propio fin, a la muerte.
El “temor” a la verdad y al “conocimiento” lo observamos también en otros mitos. Narciso quiere ver (conocer) su imagen, y termina ahogándose en el estanque. La ninfa Eco desea saber (amar) y ser percibida (conocida, amada genitalmente) por Narciso, y lo que encuentra es la muerte.
Prometeo acaba encadenado al monte Cáucaso por tratar de robar y “conocer” el secreto (el amor genital, la vida eterna) de los dioses. Afrodita (Venus), madre de Eros (Amor o Cupido), castiga a Psique (el Alma) porque siente celos de su belleza, cuya “verdad no quiere aceptar”.
El padre de Psique, preocupado porque su hija no tiene pretendientes (ya que los hombres se asustan ante su belleza), consulta al oráculo de Delfos y éste le ordena que la abandone en una roca donde se unirá en nupcias funerarias con un monstruo.
Eros la transporta a su palacio, la posee y le promete felicidad eterna mientras no trate de ver su rostro, es decir, de “conocerlo” (nuevamente aparece el “temor a la verdad” de la relación vincular y al “conocimiento de una realidad”). Entonces las hermanas de Psique, envidiosas, la convencen de que es amada y poseída por una terrible serpiente a la que debe matar (he ahí la mentira).
La noche del crimen, Psique enciende una lámpara y queda en éxtasis ante la belleza de su amante, mientras que una gota de aceite quema la espalda de éste, el cual despierta y huye.
Para poder reconquistarlo, Psique deberá someterse a una serie de pruebas que le impone Venus, entre ellas la de bajar a los infiernos y traer la caja que contiene el ungüento de la belleza.
Psique, en su curiosidad (“deseo de conocimiento” del amor genital y del secreto o poder de seducción), abre la caja y cae presa de un letargo (latencia) producido por los vapores del sueño allí contenidos.
De ésta y otras pruebas sale finalmente airosa gracias a la ayuda de Cupido. Júpiter interviene, Venus la acepta como nuera y Psique, inmortalizada, es unida para siempre a Cupido. De esta feliz unión nace una hija la madre “Voluptuosidad”.
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