El Pensamiento y el Fenómeno Cuántico
Con respecto al pensamiento y al fenómeno cuántico:
Penrose se refiere a esta relación (375); personalmente, pienso que “el pensamiento pertenece a un ordenamiento de funciones” que se realizan en el sistema nervioso central y el sistema fisico-químico y cuántico en los cuales operan el azar, el determinismo e indeterminismo; estos últimos. A la vez son “modelos explicativos de unidades funcionantes” que siguen en cierto sentido leyes cosmológicas aún no conocidas, en donde se encuentra el principio del orden, desorden. El cual puede llevarlo al desequilibrio y caos y luego nuevamente al orden siguiendo el principio de repetición y pasando por la extensión, la inflación, la contracción, explosión continua e infinitas.
He aquí en lo macro “el determinismo y el azar” operando en el cosmos y dentro de este último el “azar determinista”. Es decir, el azar o indeterminismo también tiene su asociación con el determinismo. He aquí la paradoja de todo un conjunto de procesos continuos secuenciales. Esta temática ya está en parte desarrollada en diferentes capítulos
Los matemáticos han llevado todos estos conceptos a la numerabilidad de conjuntos infinitos y de los números quebrados, decimales, a las raíces cuadradas, a las cifras infinitas, a las ecuaciones diferenciales y estadísticas complejas que tienen que sintetizarse en símbolos para poner un concepto virtual numérico y/o con signos para representar lo matemático pensado.
(Lea También: Las Paradojas y el Azar Determinista)
El estudiante de esta temática podrá hacerse la siguiente pregunta:
¿Es el determinismo y el indeterminismo universal?, ¿si el azar es sólo subjetivo o causado solamente por nuestra ignorancia, como lo postuló Laplace?
Este fue quien afirmó cómo “al reproducirse las condiciones, lo que ocurre no puede ser diferente”; es decir, “existe el azar como algo objetivo”.
Al mismo tiempo, cuando existe o cuando aparece la posibilidad de una elección y determinación de un objeto, de un hecho o de una observación cualquiera. Parece ser un proceso que no está estrictamente determinado, ni es aleatorio puesto que si es uno de los dos, cualquier respuesta va a ser sesgada, y falseada la conclusión.
De tal manera, que la aleatoriedad, “el azar”, tan planteados en todo este texto, se basa en la impredecibilidad consciente (de la consciencia) para elegir determinado hecho o percepción o fenómeno y es más provocado por una determinación de movimientos cuánticos de los átomos en ciertas direcciones; las mismas partículas subatómicas, tienen ciertas trayectorias aleatorias.
Pero están determinadas dentro de la configuración anatómicas, biomoleculares, no sin producir desvíos, torbellinos, uniones, irregularidades, enlaces que también son determinados por diferentes pesos gravitatorios, movimientos y velocidades de la función de onda, con los “bits cuánticos”, los giros (“spin, spin-network, twistor y loops”, denominados en siglas en inglés) y en español se denominan giros, torcidos o enrosques y bucles o saltos enlazados; todos estos proyectados topológicamente producen una geometría espacial y con ello, como ya se explicitó en otra parte, muy posiblemente grafos o engramas con determinados órdenes, que según en todo este texto lo planteo, pertenecen a las leyes del orden cósmico, no bien definidas y conocidas aún.
Recordemos que el “Big bang” es solo una teoría explicativa como lo pueden ser otros (el Big crush y el Big rip), (376)
De todo esto se concluye que la función de onda de los electrones tiene cierta impredecibilidad en sus trayectorias (ya mencionadas), más cuando dependen de todas las otras partículas y cargas que se atraen o rechazan.
Por lo expuesto aquí, no existe tal libertad de funcionamiento para llegar a un pensamiento libre, pues hay determinantes históricos, socios políticos, antropológicos. Aún más cuando pensamos en que es el hombre de quien estamos tratando ya existe una definición, una característica y por lo tanto un determinismo.
He ahí una paradoja del ser humano, de cómo la libertad está relacionada con el proceso que no es ni determinístico, ni aleatorio, lo cual equivale que son los dos a la vez, que funcionan intercambiándose o complementándose uno con el otro.
A todo esto se suman las “variables ocultas” que sólo por ecuaciones matemáticas podemos detectar como probabilidades. Por ahora no las conocemos como hechos de certeza comprobable por medios gráficos que soporten una comprobación experimental estadística.
He ahí también la paradoja entre azar y determinismo, así como entre certeza y probabilidad, cuando en medio de aquellos están las funciones cuánticas. Todavía no comprobables sino en cuanto al cálculo ecuacional probabilístico; aquí también podemos observar la complejidad de los hechos psíquicos.
Lo que se deja en pié es la teoría de cómo el hecho psíquico de los sueños, ensueños, con sus procesos de elaboración, el trabajo del sueño, los contenidos manifiestos y latentes, los mecanismos de elaboración inherentes al soñar pertenecen al “azar determinista”, pues provienen de todo ese funcionamiento perteneciente al “cerebro-mente” que se ha descrito en los textos de esta obra y de la anterior que lleva el nombre de: “Cerebro-Mente” (El pensamiento cuántico).
El lector fácilmente podrá hacer la conexión e interrelación de los mecanismos del aparato mental con las funciones cerebrales y el concepto cuántico. Quedan múltiples preguntas sin responder, paradojas sin despejar, consideraciones de hechos o fenómenos psíquicos todavía estudiados con parámetros que no son concluyentes para llegar a una certeza. Por esta razón propongo seguir el estudio para conocer algo más de lo que se determina en la mente y en el azar para originar todos los procesos mentales, dentro de este texto el de los sueños en especial.
375 El concepto de mente cuántica partió de Penrose en su libro “La Nueva Mente del Emperador”; el autor junto a Stuart Hameroff elaboró mejor todos estos conceptos de modelos cuánticos de la consciencia y la ciencia de la información cuántica asociándolas a las ideas de coherencia y corrección de errores dinámicos de las proteínas, la física y percepción del tiempo, las teorías cuánticas del espíritu y las ciencias sociales, así como la memoria asociativa cuántica.
“La teoría cuántica de la consciencia no goza de unanimidad en la comunidad científica y es más bien minoritaria. La interpretación clásica de la consciencia la describe únicamente como una función más de la actividad neuronal, pero no llega a explicar tampoco sus enigmas”. Algunos resultados son inexplicables y son llevados a la computación y a la criptografía cuántica y se inspiran en nuevos paradigmas de la llamada visión cuántica de la consciencia.
376 G. Sánchez Medina, 2009, pág. 534
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