La Psicología y la Vida Moderna

DR. GUILLERMO SÁNCHEZ MEDINA

Vida moderna

Nos toca definir qué se entiende por “vida moderna” para luego sí referirnos a la psicopatología del hombre actual.

Creemos, sin profundizar en conceptos filosóficos y guiándonos por el sentido común, que vida moderna es la que vivimos en la actualidad, supeditada a las estructuras del hombre en la sociedad, en el momento y lugar en que vive; además, está influida por los sistemas económicos, políticos, sociales y las unidades básicas de la personalidad, que a su vez la forman los sistemas proyectivos, estudiados en la psicología dinámica.

Lo moderno en cualquier rama científica es el descubrimiento de la realidad. Lo moderno no es “lo nuevo” sino aquello positivo, constructivo, productivo en la actualidad, y por que lo nuevo puede ser lo novedoso, que es algo que despierta interés y curiosidad por lo extraño a la rutina a lo acostumbrado; pero lo moderno va más allá y es más profundo, significa cambio y representa el conocimiento de la intimidad y ruptura de las barreras que impiden penetrar en ella, ya sean físicas en el fenómeno o psíquicas en la mente humana.

Esto se logra liberándonos de normas, pautas, conceptos, doctrinas, que sólo nos protegen de la angustia e inseguridad ante lo desconocido.

El fenómeno de la masa, del cambio social y el de la colectivización son hechos que vivimos cada día en forma más aguda. La colectivización, o sea la agrupación del individuo a una masa, ya sea por cualquier fuerza, lo lleva hacer un objeto, una cosa, volviéndolo irónicamente en cierto sentido, a su estado primitivo como objeto natural.

Las formas o sistemas colectivos son más de nuestra época.

Se ha llegado a creer que la parte subjetiva es algo anticuado y mórbido. La meta actual es la calidad y cantidad de producción, sin considerar al hombre en si mismo.

El control de la morbilidad se hace cada día más factible para disminuirla, pero el control de la natalidad depende de algo más profundo que el instinto de conservación de la especie. Las religiones lo prohíben y el hombre primitivo lo ignora. En consecuencia, el mundo se va superpoblando.

Cada año la humanidad crece a razón de 130 millones. Se calcula que la población mundial se duplicara en menos de 50 años; esto quiere decir que la lucha por la vida es y será mayor, y el hombre se encuentra en medio, lleno de angustia, inseguridad, desconfianza e intranquilidad.

El hombre cada día, en su progreso técnico, se vuelve más técnico  y tecnifica más su producción, creando máquinas alrededor; en busca de  la comodidad se vuelve esclavo del tiempo y de la máquina, llegando a ser autómata, cristalizándose y quitándose su capacidad para amar, es decir, quitándose su libertad.

El hombre creo la máquina para ayudarse a sobrevivir, pero esta misma constituye  un factor que altera su tranquilidad, y acaso ella misma ha de servir para destruirlo. Tal avance lo puede supeditar al intervenir en la instancia de la libertad, es decir, el hombre se hace esclavo de la máquina.

(Lea También: Importancia de la Psicología en la Educación)

Otra de las fuentes por las cuales el hombre se “pierde así mismo”, es la propaganda, cualquiera que sea.

El producto es presentado y metido a presión por los sentidos y, quedando en el inconsciente, funciona y actúa desde allá, para luego influir en sus decisiones. El político también vende y propaga sus ideas; los periódicos no hacen sino amasar ideas en nuestras mentes. La radio, la televisión y la prensa nos dictan lo que se considera real.

La comunicación se hace a la colectividad, no siendo el deseo en este momento de considerarla ni sana ni enferma; simplemente se plantea el fenómeno de la fuerza psíquica.

La propaganda de la vida moderna se rige por la ley de la repetición, supresión y racionalización; repetición de la idea que se intenta hacer valer como verdadera: supresión de hechos que se quiere sean ignorados; y racionalización de los deseos, sentimientos, impulsos e intereses. La idea se proyecta o se expresa en un símbolo y así penetra en las masas.

En las campañas políticas, el estadista vende su credo manejando la masa, aumentándose el temor o el miedo de la fuerza contraria, satisfaciendo sus deseos primarios, apareciendo al público como sincero.

La personalidad del candidato es importante, y la forma como proyecta su discurso, en la actualidad, en los países modernos, es preparada por los expertos o técnicos que quitan o ponen según la ocasión.

El Candidato puede ser la figura del padre cariñoso o del hombre elegante, buen mozo, que encanta a las mujeres y que sirve de ideal a los hombres. Debe presentarse por la televisión y la radio en forma que sea aceptada su presencia y su voz.

Allí no importan tanto las ideas por que todos, la masa, no tienen la cultura, talento o capacidades intelectuales y de atención para escuchar y entender los principios básicos. Los discursos son rápidos, agudos, repetidos y en muchas ocasiones vencen por cansancio. Nuevamente toda la psicología individual se aplica a la masa.

Simplificando el hombre moderno, en su psicología, se encuentra ante el dilema: o acepto, me someto, o tengo que luchar, aislarme y morirme.

El hombre en la vida moderna se enfrenta a la angustia, la culpa, la inseguridad, la competencia, la necesidad de control y el temor. Contra todo esto se defiende trabajando continuamente.

Por ejemplo, una de las creencias de los norteamericanos  es la de que el individuo puede alcanzar cualquier cosa si trabaja lo suficientemente duro para lograrlo. En otras palabras, el hombre, en su omnipotencia mágica, debería “tenerlo todo”, si pudiera, pero finalmente se encuentra con la realidad de sus limitaciones.

El mito se crea con facilidad en las masas, y así tenemos que se dice que el viejo puede vivir como joven, que el inseguro puede volverse líder, la señora de casa convertirse en una hermosa muchacha, la mujer en bella actriz, y el hombre de la calle volverse intelectual, el hombre bajo en alto y el pobre en rico.

Casi todo niño en Estados Unidos debe sobrepasar a su padre, y es así como muchos se sienten culpables de no ser bien inteligentes o bien estudiosos.

El comerciante se angustia y se culpa porque no entiende la música clásica y el arte moderno, pero a la vez el artista se salva de esto y no siente la culpa por no saber de negocios.

Cada mujer se ve obligada a cambiar su psicología y a aceptar que tiene que adelgazar, no importando su figura o constitución natural. Tiene que someterse a dietas severas y a sufrimientos, o rendirse y seguir encontrando el placer neurótico en la comida, en los chocolates, racionalizando que su problema es glandular, cuando en la mayoría de las veces no lo es.

El ejercicio y la dieta se vuelven la explotación de algunos y el tirano de muchos, y así pasa con la moda, que a más de esclavizar a la mujer lo hace al padre de familia o al marido, con la paradoja de que, en la mayoría de los casos, la mujer no se viste para gustar al hombre sino a los demás, debido muchas veces a su rivalidad, envidia y celos.

La sugestión de la masa se realiza en todas las escalas, desde los estímulos subliminales hasta la proyección de avisos luminosos en el teatro; el autor transfiere casos psicopatológicos y hace que el auditor haga la catarsis y se comunique mejor, y si esto se logra, el intérprete es bien aplaudido, admirado y pagado.

Sólo el artista se libera de todas estas situaciones, creando un mundo aparte, destruyendo la realidad perceptible y lanzándose al mundo abstracto en donde él se encuentra, siendo su propio juez, testigo, fiscal y acusado; está solo, pero es dueño de si mismo en el mundo de su inconsciente; sin embargo, intuitivamente es un gran psicólogo que plasma en el exterior la verdad psicológica y social del hombre, haciéndose más consciente y a veces a la fuerza más responsable.

Es el artista, el profeta, el vidente del ser en el mundo, por que en él y en su obra se realiza la síntesis del tiempo y del espacio: “ayer-hoy-mañana” en el “aquí-allá- y más allá”.

La psicología es necesaria ahora en todos los campos: la familia, la escuela, la universidad, el trabajo, la fábrica, la política y cualquier oficio que se realice. La psicología nos resuelve muchos problemas en cada uno de los lugares antes mencionados. Conociéndose y conociéndonos es como se logra la solución.

La psicología hoy día se aplica sobro todo en la educación; han pasado épocas en que ésta se malentendía y tratábase de dar al niño toda clase de conocimientos para hacerlo aprender a través de la férula memoria. La educación en la vida moderna es psicológica, comprendiendo al niño como un todo, con su inteligencia, aptitudes, intereses, memoria, impulsos, afectos y sentimientos.

No es posible hacer entender a un niño un quebrado cuando su psiquis está dividida, porque se vive la lucha de los más grandes conflictos, ya sean estos racionales o irracionales del ser. Hay conflicto, como se dijo anteriormente, cuando existen dos fuerzas que se encuentran y luchan.

Estas son las del amor y las del odio. Este es el antagonismo en que el hombre vive la balanza de la angustia, la inquietud, la inseguridad, el miedo y la tristeza. Teniendo que protegerse unas veces con la magia, omnipotencia, disociación, proyección y negación, otras veces con la manía, obsesión, compulsión en el “hacer” o en el “pensar”, no se enfrenta a su propia realidad interna, impregnada de fantasías y ansiedades que le confunden.

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