B. Atención a Lesionados de Cuidados Intermedios y de Cuidados Mínimos

Atención a Lesionados de Cuidados Intermedios o Diferibles Prioridad II Amarilla

La atención a lesionados de cuidados intermedios considerados en este grupo. Son los que presentan:

Dolor torácico y arritmias sin compromiso hemodinámico:

  •  Angor pectoris.
  •  Infarto Agudo de Miocardio.
  •  Arritmias.

Crisis convulsivas:

  •  Trauma encefalocraneano.
  •  Hipoxia.

Pérdida de conciencia sin dificultad respiratoria.

  •  TEC grado II (Glasgow 9-13).
  •  Trauma torácico sin disnea.

Fracturas mayores sin signos de shock:

  •  Pelvis.
  •  Fémur.

Otras lesiones sin shock.

  •  Quemaduras de 10-20% en extensión y 2º grado en profundidad.
  •  Quemaduras menores del 10% en extensión y de 3º grado.
  •  Ingestión de tóxicos sin compromiso hemodinámico o dificultad respiratoria.

Las recomendaciones aplicables a este segundo grupo son en principio, las mismas que para la prioridad roja.

El equipo de triage asignado al área amarilla debe estar igualmente preparado para recibir lesionados provenientes del área roja, que se hayan estabilizado, o remitir aquellos amarillos que se compliquen al área roja.

Lea También: Atención a Lesionados de Cuidados Menores o Leves Prioridad IV – Verde

C. Atención a Lesionados de Cuidados Mínimos o Moribundos Prioridad III Negra.

Los lesionados considerados en este grupo son los que presentan:

  •  Paro cardiorespiratorio no presenciado o prolongados (más de 20 minutos).
  •  Aquellos cuyas lesiones impiden las medidas de reanimación.
  •  Paro cardiorespiratorio en desastres con gran número de lesionados.
  •  Quemaduras de más del 60% en extensión y de 2º o 3º grado en quienes la muerte es inminente.
  •  Quemaduras de más del 50% en extensión corporal, asociadas a lesiones mayores (TEC, trauma de tórax y abdomen, fracturas múltiples).
  •  Lesiones cerebrales con salida de masa encefálica.
  •  TEC con estupor profundo o coma (Glasgow menor de 4).
  •  Lesiones de columna cervical con signos de sección medular.

En este tipo de lesionados es necesario tener en cuenta factores como la edad, el tipo de lesión, estado de conciencia, posibilidad de reanimación, presencia de sangrado profuso, anemia y calidad de la respiración.

Es obligatorio evitar o aliviar el dolor, además de mantener la hidratación.

Un médico clasificador debe valorar regularmente los lesionados de este grupo, ya que cuadros clínicos que parecen desesperados en el momento de la admisión pueden, en una segunda valoración ser transferidos al área roja, cuando la fase de emergencia ha pasado.

Un principio ético fundamental es que nunca se debe abandonar un lesionado en forma categórica y definitiva, no importa cual sea su estado crítico.

Manejo de dolor y duelo – Atención a lesionados moribundos

Si el lesionado está consciente, debe enfrentarse al dolor o a la muerte inminente como consecuencia de su estado de salud.

El dolor tiene un componente emocional y uno físico y está condicionado por la situación misma del desastre, la pérdida de seres queridos y bienes materiales, la desintegración del núcleo familiar y comunitario, y la cercanía de otros que sufren.

El lesionado debe elaborar su duelo, entendido como la reacción natural a la pérdida de algo querido. Las fases de este proceso se conocen como:

  •  “Shock emocional” o confusión por el impacto; dura unas horas o pocas semanas.
  •  Añoranza o búsqueda del objeto perdido; suele durar meses o años.
  •  Desorganización y desesperanza; tiempo variable.
  •  Reorganización o renovación.

Existen además factores que afectan la elaboración del proceso de duelo haciendo que este se resuelva de una manera patológica; el conocimiento de estos factores, ayudará al personal de salud a manejar de una forma adecuada a los lesionados de este grupo, sin olvidar que este mismo personal puede ser afectado por estos procesos.

En lo referente a la farmacoterápia recomendada para estos casos, es necesario contar con una dotación mínima en cuanto a:

  •  Analgésicos de uso parenteral (Dipirona, Morfina).
  •  Sedantes (Diazepam).
  •  Tranquilizantes (Clorpromazina).
  •  Neurolépticos (Haloperidol).
  •  Analgésicos orales – AINES (Ibuprofen, Piroxicam).

Un lesionado moribundo debe manejarse siempre en forma individual, brindársele bienestar y comodidad, respetar su ideología y creencias religiosas, dársele explicación adecuada sobre sus lesiones e inquietudes.

Por último, desde el punto de vista médico, se recomienda:

  •  Mejorar la disnea a través del uso adecuado de cánulas, intubación, oxígeno y morfina.
  •  Pasar sonda vesical en caso de retención urinaria.
  •  Inmovilizar eficazmente todas las fracturas.
  •  Detener las hemorragias con vendajes compresivos.
  •  Aliviar la sed.
  •  Efectuar cambios frecuentes de posición.
  •  Controlar el vómito con el uso de antieméticos parenterales.

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