Recorrido del Pasado: Dr. Waldemar Wilhelm
El hombre, el visionario que logró forjar, con su alta capacidad y sus profundos conocimientos Médico-Quirúrgicos, la disciplina de la Cirugía Oral y Maxilofacial en Colombia, con acento en la formación académico-universitaria.
Por: Dr. Juan Manel Chiriví Forero
La década de los cincuenta de la anterior centuria, representó para la especialidad de Cirugía Oral y Máxilofacial en nuestro medio, el nacimiento, estructuración y organización del campo académico asistencial. Fueron varios los pioneros que en las distintas regiones y ciudades colombianas, comenzaron a surgir y a demostrar que a partir de la Cirugía bucal, como se llamó inicialmente, (denominación inmodificable de los países del cono sur Sudamericano) se podía cimentar una corriente que, paralela a la medicina, generaba un acercamiento importante a esta, lo cual determinaba que en los hospitales y ámbitos académicos, se viera con expectativa, inquietud y por qué no, admiración por sus logros y realizaciones.
Desde luego esta situación comenzó a plantear discrepancias, y malestares, incomodidades para unos y otros, en aras de defender el sentido de pertenencia. Se comenzó a esbozar la definición y limitación del campo, las sustentaciones del por qué se tenía la responsabilidad de manejar el sistema masticatorio. La nueva definición fue: “La cirugía bucal y maxilofacial es la rama de la odontología que trata las enfermedades de la boca y sus anexos.” Como puede apreciarse era este un concepto muy amplio y ambicioso. Su interpretación literal generaba en las especialidades afines y en particular en el médico gran desconfianza y recelo e inducía a cuestionar el grado de preparación que sustentara tan ambiciosos derroteros, todavez que los programas curriculares para la época no contaban con la intensidad ni con la profundidad de las asignaturas medicas básicas para acreditar y garantizar la solvencia científica de importantes procedimientos quirúrgicos en la boca y las regiones anatómicas anexas.
El autor de este artículo empieza a asistir y a convivir desde entonces (1967), con todas y cada una de estas situaciones, cuando era apenas un estudiante de pregrado en rotación por el hospital San José de Bogotá, Institución muy importante y respetada a la que sus fundadores denominaron “Sociedad de Cirugía de Bogota.”
Es entonces cuando aprecio la actitud y el empeño del grupo de profesores de la facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Colombia. En unas instalaciones locativas viejas, de altos techos y paredes gruesas, sensiblemente húmedas y que no sumaban mas de cincuenta metros cuadrados, con equipos obsoletos, casi portátiles, que alternaban con una unidad Ritter que sobresalía, en la cual se realizaban los procedimientos de cierta importancia. La puerta principal y las ventanas justamente daban sobre la plaza de España, cuyo nombre de aristocrática connotación, no ofrecía otra cosa que el entorno visual y la algarabía de una deprimente plaza de mercado, donde los compradores, preguntaban porentre las rejas metálicas que “¿a cómo sacan las muelas? “.
En fin, este era el panorama que se apreciaba en el aspecto físico, porque adentro, en el ámbito científico de la comunidad médica de la institución, qué importantes fueron las batallas que allí se libraron para lograr sustentar el por qué y la razón de ser de la especialidad. No se puede negar el enorme valor del esfuerzo conceptual, administrativo y financiero, tanto de las directivas de la Facultad como del Hospital, (doctores Ernesto Hakim Dow, Decano y Arturo Aparicio, Director del Hospital), para creer que la Cirugía bucal y, por consiguiente su ambiciosa concepción que comprendía y abarcaba la Cirugía Máxilofacial, podía ser aceptada como especialidad.
Ello se demostró ampliamente con acciones de evidentes y evaluables resultados, en reuniones, seminarios, clínicas integradas de decisiones quirúrgicas y otros eventos académicos y científicos, con el grado de preparación de los participantes que semanalmente se presentaban a sustentar sus planteamientos sobre los diferentes temas, y a participar, con clara suficiencia, en las discusiones sobre el diagnóstico y el manejo.
Es entonces cuando surge para satisfacción nuestra, ese legendario, desconocido y enigmático personaje llamado Waldemar Wilhelm.
Sociedad de Cirugía de Bogotá Hospital San José Departamento Cirugía Oral y Maxilofacial-Docentes |
Ustedes, los que no tuvieron la oportunidad de conocerlo, se preguntarán cómo era; físicamente, un hombre alto de ojos azules y cabello liso claro, en veces arrogante, otras sencillo, que infundía respeto y ansia de recibir de él, afecto y confianza. El grupo de Odontólogos formados por él, fueron nombrados instructores de la facultad en el hospital. Ellos fueron los doctores Mildardo Sepúlveda y Gabriel Anchique ( Q.E.P.D), grupo sobresaliente que se destacaba por la forma como en los encuentros académicos, con el profesor Wilhelm a la cabeza, avasallaba, con sus disertaciones y conceptos a los asistentes. |
Qué emocionante era vivir esos momentos. Por la forma de raciocinio, la profundidad conceptual y la consistencia en la defensa de sus planteamientos.
El bagaje de conocimientos del profesor Wilhelm en lo que respecta a las materias básicas era impresionante y realmente desconcertaba por la profundidad de sus discertaciones sobre temas como lesiones tumorales, síndromes, infecciones o trauma. Cada una de sus intervenciones dejaba absortos a los presentes. Por estas razones, el servicio era felicitado por los médicos Otorrinos, Plásticos y Cirujanos generales participantes en aquellas inolvidables reuniones de decisiones quirúrgicas. Desde luego, para nosotros los recién iniciados en la especialidad, era motivo de estímulo y singular orgullo contar con tan importante palmarés.
WALDEMAR WILHELM EN CIRUGÍA
Con su español trabado, pero muy fluído, sistemáticamente saturado de expresiones “non sanctas”, decía el día anterior a la Cirugía, llámese receción mandibular por tumor, prognatismo, etc. “mañana el bisturí debe comenzar a cortar a las siete en punto”. Esa frase para los residentes, (y aquí deben recordarse los nombres, entre otros, de los doctores Alfredo Villamarín, Mercedes Herrera, Jairo Duque, Yolanda Bernal, Julio Gutiérrez, Carlos Díaz y Enrique Llanos), implicaba tener todos los pasos pre operatorios en regla; nada podía fallar o quedar pendiente; se revisaban motores, piezas de mano, instrumental y todos los elementos Odontológicos que pudieran necesitarse.
El Dr. Wilhelm era tan seguro y certero, que sus abordajes eran muy claros; le gustaban las incisiones grandes porque decía: “incisiones pequeñas, complicaciones grandes”. Disecaba los planos anatómicos, y mostraba todas las estructuras con una seguridad que impresionaba en sumo grado. No era temeroso en momentos de hemorragias profusas. Entonces acotaba: “ si hubiera hecho una incisión pequeña no tendría forma de ligar el vaso responsable”.
A los ayudantes nos asistía la obligación de colaborar en forma eficiente y eficaz, siguiendo intuitivamente las retracciones y manipulaciones de acuerdo con el pensamiento del Profesor. Todo esto se lograba por la fuerza repetitiva del método y por el estudio profundo y continuado de la Anatomía Quirúrgica. Las osteotomías podía hacerlas ya con fresas quirúrgicas o con sierras manuales como las de Joseph y Gigli, en el manejo de las cuales el Profesor era un experto.
Para la época, tener la oportunidad de ver la utilidad práctica de estos innovadores procedimientos, no podía menos que generar en la mente la certeza de haber entrado en campos desconocidos y comenzar a comprender los interrogantes que se planteaban cuando se descifraban los esquemas y dibujos de los manuales de textos previamente revisados para poder llegar a la cirugía con bases suficientes para participar con éxito en el proceso de aprendizaje. Después de terminar los procedimientos, permitía que los residentes terminaran los pasos finales, tales como suturas, cerclajes, drenes y otros procedimientos pertinentes.
El profesor Wilhelm procuraba siempre disponer de un fino instrumental, que solicitaba a la facultad y que, en atención a sus requerimientos, eran importados de los Estados Unidos y de Alemania por la Universidad Nacional. Recuerdo el estuche de fresas de Linderman, cortas y largas, que cuidaba con religiosa devoción. Al terminar la Cirugía, se situaba al lado de la instrumentadora en el sitio del lavado del instrumental y le decía: “Su merced, (Sic) por favor láveme muy bien las fresas porque, si no lo hace, el próximo paciente va a tener un injerto de otro paciente y lo puede rechazar “.
El profesor Wilhelm era para el común de las gentes, un hombre carismático por su hablar, su presencia física, su español enredado y sus expresiones adornadas con “groserías”, muy oportunamente dichas.
Sin embargo, no de muy buena forma eran siempre recibidas por sus discípulos, toda vez que en muchas oportunidades, se cambiaban esas expresiones jocosas, por fuertes y apabullantes regaños y a veces poco aceptables, que suavizaba diciendo tiempo después. “Cuando a uno lo echan por la puerta debe meterse por la ventana”. Esta expresión alentaba en algo al residente a quien, un momento antes, había insinuado su retiro del post-grado.
En fin, todas estas situaciones nos hacían reflexionar y hacer un balance del riesgo, del costo o del beneficio, y al hacer tan importante evaluación, no se podía decidir otra cosa que continuar tosudamente en el empeño. Quizás, aun hoy, sus discípulos, cuando nos detenemos a realizar el balance restrospectivo de aquella época, reconocemos, sin sombra de duda, la gran influencia que en nuestra formación personal de profesionales especialistas, aportó el inolvidable maestro con su recia personalidad y con sus certeras y eruditas enseñanzas, que nos han permitido afrontar con reflexiva seguridad los grandes retos que nos ha deparado el ejercicio de nuestra especialidad.
Para ampliar aspectos relacionados con la vida y obra del profesor, la revista Odontológica Maxilofacial ha querido obtener entrevistas y conceptos de los docentes, los Doctores Mildardo Sepúlveda, Dr. Manuel Torres M y Dr. Enrique Amador P; esto con el propósito que las generaciones actuales puedan conocerlas.
Dr. MILDARDO SEPULVEDA
Jefe Posgrado de Cirugía Oral y Maxilofacial
Universidad San Martin
Cirujano Hospital San José
Bogotá, D.C.
En 1937 emigra de Alemania a Colombia el Dr. Waldemar Whilhem, odontólogo especializado en Cirugía Oral y Maxilofacial de la Universidad de Frankfurt debido a la depresión económica que sufre Alemania en la posguerra. Ingresa por el Puerto de Buenaventura y se establece en Cali, luego se traslada a Bogotá, donde homologa el titulo de Odontólogo ante el Ministerio de Educación, pero no así, el titulo de la especialidad por que ésta, no existía en Colombia. El Ministerio de Educación delega a la U. Nacional, para que por intermedio de la Facultad de Odontología realizara al doctor los exámenes correspondientes. Debido a sus extensos conocimientos en todos los aspectos odontológicos y médicos el Dr. Whilhem es calificado como excelente y vinculado a la cátedra de Cirugía Oral en 1953, cuyo Director era el Dr. José Resk, especializado en Estados Unidos, y se le encomienda que inicia la Cátedra de Cirugía Maxilofacial en esta facultad.
El Dr. Whilhem funda un pequeño quirófano en la misma facultad y hace algunas intervenciones quirúrgicas, especialmente Osteomelitis y tumores, con anestesia local y explora la cirugía prepotésica, con el descenso del piso bucal diseñado por el Dr. Owerguesser. El ve la necesidad de vincular esta cirugía al medio hospitalario y es así como se establecen convenios entre la U. Nacional y la Sociedad de Cirugía de Bogotá, en el hospital San José cuyo director era en esa época el Dr. Guillermo Fergusson. En el año de 1958 se funda este servicio, el cual es acogido por todas las especialidades que funcionan en este hospital. La cirugía plástica no existía por ese entonces y algunas operaciones de esa especialidad eran practicadas por el Dr. Whilhem.
El servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial se abre por primera vez en el Hospital San José en 1958 y se reciben como primeros residentes al Dr. Mildardo Sepúlveda y al Dr. Gabriel Anchique, quien después de ser médico se especializa en Medicina Interna y Salud Pública, fallece en 1987 en la ciudad de Ibague.
En el año de 1961, el Dr. Whilhem y sus primeros residentes invitan al Dr. Hinds de Estados Unidos, para que con su experiencia oriente sus postulados. En 1962 se invita al Profesor Hessler, cirujano alemán, para que ilustre al servicio del Hospital San José. El Dr. Hessler dicta conferencias y hace demostraciones quirúrgicas sobre el manejo invasivo y no invasivo de la disfunsión de la articulación temporomandibular. Estas enseñanzas las transmitimos prácticamente durante una década.
En 1964, el Dr. Whilhem ocupa la presidencia de la Sociedad Latinoamericana de Cirugía Oral y Maxilofacial.
Fueron sus primeros residentes:
Alfredo Villamarín, quien después ocupa la Jefatura del servicio de la Universidad de Cartagena.
Mildardo Sepúlveda quién fue su asistente durante nueve años y quien lo reemplazó en el Hospital San José refundando el servicio en 1978 hasta la actualidad.
Se entrenaron bajo su dirección en el Hospital San José los doctores: Alfredo Villamarín, Mildardo Sepúlveda, Gabriel Anchique, Mercedes Herrera, Carlos Díaz, Jairo Duque C., Enrique Amador, Enrique Llanos, Julio Gutiérrez, Juan Manuel Chirivi, Yolanda Bernal.
ENTREVISTA
DOCTOR MANUEL TORRES M.
Ex-Jefe Servicio Cirugía Oral y Maxilofacial
Hospital Militar Central – Bogotá, D.C.
Dr. J.M.Ch.- ¿Que Recuerda Usted de la personalidad del Dr. Whilhem?
Dr. M.T.- Como persona ocultaba una sensibilidad muy grande y digo que ocultaba porque no lo expresaba probablemente debido a su mismo orígen. Era una persona que se preocupaba mucho por los pacientes y tal vez el objetivo más importante para él, era modelar a sus alumnos en el respeto y la consideración por el paciente. Su trato era muy respetuoso, cordial y considerado; no toleraba la deshonestidad, el incumplimiento y la irresponsablilidad.
Era un poliglota, hablaba Alemán su idioma nativo, español, ingles, francés, latín y griego. La música también era una de sus pasiones; interpretaba el piano, el órgano y al serrucho de carpintería, le sacaba melodías como si fuera un violín. Le gustaba la música colombiana y manifestaba que era muy difícil de interpretarla al piano. Disfrutaba mucho el buceo y para practicarlo tenía una propiedad en las islas del Rosario.
Dr. J.M.Ch.- ¿Para usted que representó en su vida profesional haber sido alumno del Dr. Whilhem?
Dr. M.T.- Para mi fue lo más importante que sucedió en mi vida profesional puesto que no solamente me forme a su lado como cirujano sino que también me sirvió de ejemplo para ser una persona ante todo, responsable, honesta y cumplidora del deber.
Además de él recibí uno de los honores más gratificantes que un alumno pueda obtener de su maestro, cuando me manifestó que iba a renunciar a la jefatura del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacil del Hospital Militar y que yo era su candidato para sucederlo, cuando apenas terminaba mi residencia en el año de 1975. Ud., Dr. Chiriví se podrá imaginar lo que yo sentí y el escándalo que se formó cuando el Dr. Whilhem materializó su ofrecimiento en la carta de renuncia a la Jefatura y al Hospital.
Dr. J.M.Ch.-¿Cómo lo vió como cirujano?
Dr. M.T.- Era un gran cirujano, no solamente por su habilidad sino también por su gran conocimiento médico, estructurado en las materias básicas de Anatomía, Fisiología, Microbiología, etc. Siempre estuvo a la vanguardia de los últimos adelantos de la cirugía. Tenia una amistad muy estrecha con los cirujanos europeos de la época con quienes intercambiaba y compartía experiencias; varios de ellos estuvieron en nuestro país como los profesores Schuchardt, Eschler y Korkhaus de Alemania, Sir Harold Gillies de Inglaterra y otros de quienes no recuerdo sus nombres.
A nivel Latinoamericano era muy conocido y apreciado, precisamente por la casuística que presentaba.
Su respeto y consideración por el paciente lo llevo siempre a darle lo mejor con el mínimo trauma. Evitaba siempre los actos invasivos; como testimonio tenemos los casos de fracturas de cóndilo mandibular que siempre las manejo por método cerrado cualquiera que fuera el desplazamiento, con su larga experiencia y demostraba cómo los resultados eran superiores y sin secuelas comparados con los casos de reducción abierta.
Desarrolló la técnica quirúrgica de la Osteotomía unilateral en las laterognatias, la cual yo complementé con el diagnóstico preciso de la anomalía para utilizar con más precisión la técnica quirúrgica, está publicado en “Revista Hosmil Médica”.
Además su casuística era muy grande de casos difíciles con extraordinarios resultados que valieron para su reconocimiento internacional. Me atrevo a afirmar que el Dr. Whilhem era más conocido y reconocido en el exterior que en nuestro medio.
Dr. J.M.Ch.- Diga una anécdota que recuerde de él.
Dr. M.T.- Del Dr. Whilhem recuerdo muchas anécdotas pero desafortunadamente son inpublicables en su mayoría sin embargo, recuerdo una que el contaba cuando le toco convalidar su título en la U. Nacional. El examen de anatomía fue con el famoso Dr. Cadena que era “el coco” en esta materia, en aquella época los que lo conocieron dicen que con el nadie pasaba. El Dr. Whilhem cuenta que cuando termino el examendel Dr. Cadena le dijo que no le colocaba el 5 porque este era para el profesor.
Dr. ENRIQUE AMADOR
Actual Jefe del Departamento de Cirugía Oral y Maxilofacial
Hospital Militar Central – Bogotá, D.C.
La personalidad del Dr. Waldemar era recia y frentera, decía lo que creía de cada quien, sin tapujos ni hipocresías. Así mismo, era muy humano y aunque no sé con detalle su historia de cuando fue educado, si sé que su formación era estricta y seguía un método para alcanzar sus objetivos.
Era perseverante y aunque no lo pareciera, tenía una paciencia impresionante. Por ejemplo, en su casa campestre llevaba estadísticas de la intensidad pluviométrica en los últimos 20 años; eso ejemplifica lo que afirmo y ese mismo espíritu lo reflejaba en el ejercicio de su profesión de odontólogo y cirujano Maxilofacial. Fumaba cigarrillo sin filtro, nacional, no manejaba automovil, lo hacía su esposa Doña Fanny; era un adelantado para su época y fue una lástima que no hubiese encontrado alguien de su talla con quien trabajar al unísono.
El desarrollo de la cirugía en los hospitales que él lideró, lo hizo casi sólo y algunos de sus alumnos trataron de emularlo sin comprenderlo por completo. Siempre vivió en forma humilde aunque no era pobre, quería ser un campesino que trabajaba la tierra y disfrutaba intensamente lo que ella le proporcionaba. Tocaba el piano y el serrucho, amenizando los ratos que compartía con sus amigos. Pienso que una de sus frustraciones fue no tener hijos y cuando yo lo conocí que ya era un hombre maduro, se le notaba que este era uno de sus vacíos. Académicamente nos dejaba perplejos con lo que sabía y no temía intervenir en las conferencias clínico-patológicas en los hospitales aportando sus conocimientos al cuerpo médico. En mi vida profesional, el compartir tres años como alumno suyo, permitió que siempre fuera metódico y ordenado además de cumplidor del deber.
Creo que este fue su principal legado, además de los conocimientos básicos de la círugía. Si bien es cierto que la cirugía moderna es bien distinta de la que se realizaba hace 30 años, si dió las bases para que pudiese ingresar en las nuevas técnicas y nuevos conocimientos quírúrgicos.
Como cirujano era muy meticuloso, cuidadoso de los tejidos y de mantener siempre lógica en todas sus intervenciones. En 1974 practicó una osteotomía «Lefort I» para corrección de una asimetría facial, mucho antes que se supiera de los estudios del Dr.Bell; la hizo en dos tiempos, primero la parte vestibular y luego dos semanas mas tarde practicó una osteotomia en el rafé palatino. No existía fijación rígida conplacas y tornillos pero conocía de métodos ortopédicos para la fijación de las fracturas. Nunca fue avaro en comunicar sus conocimientos. Igual era como clínico; observaba el paciente, lo examinaba y muchas veces sin ver una radiografía daba su diagnóstico que por lo general era acertado. Llevaba muchos años de experiencia que lo calificaba como un verdadero maestro.
DR. WALDEMAR WILHELM
Fecha de nacimiento: 7 de noviembre de 1913
Ciudad: Karlsruhe Baden
Graduado Johan Wolfgang Goethe Univerität. Frankfurt/Main 6 de octubre de 1936 “Sehrgut” (Muy buena nota)
Especialización en Cirugía Oral y Maxilofacial. Nordwestdeutsche Kieferklinic. Con el Prof. Dr. Schuchardt. Hamburgo.
Llegó a Colombia en 1937 a la ciudad de Cali donde vivió un año.
Certificado por la Asociación Colombiana de Facultades de Odontología. Comité General de Especialidades. Especialista en Cirugía Oral. Dic. 4 de 1964.
Profesor Titular Facultad de Odontología Universidad Nacional de Colombia Oct. 4 de 1976.
Asociación Latinoamericana de Cirugía Oral. Miembro Fundador Agosto 31 de 1962.
Sociedad Colombiana de Cirujanos Orales. Miembro Fundador. 7 de Junio de 1958.
Profesor Honorario Universidad de Cartagena. Julio 15 de 1960.
Profesor Universidad Nacional. 1951 – 1968. Hospital San José. Jefe Maxilofacial.
Jefe de Cirugía Maxilofacial Hospital Militar 1968 – 1976.
Falleció el 17 de noviembre de 1994 Herremalb – Alemania.
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