Atentado al diario El Espectador

Atentado a El Espectador

El atentado al diario El Espectador tuvo lugar en la ciudad de Bogotá, el 2 de septiembre de 1.989 cuando un camión bomba con 135 kilos de dinamita que se encontraba parqueado en una estación de gasolina justo en frente de la sede del periódico El Espectador explotó. Esta explosión no provocó la muerte de ninguna persona, pero sí cerca de 73 heridos y parte de la sede de El Espectador destruida.

Sin embargo, este no era el primer ataque que recibía este periódico. En el año 1.986 el director del diario Guillermo Cano fue asesinado por Jorge Elí Pabón, alias El Negro. En ese mismo año el periodista Roberto Camacho Prada, quien era el corresponsal en la ciudad de Leticia en el Amazonas también fue asesinado. Y en el año 1.989, el 29 de marzo, el abogado y periodista Héctor Giraldo Gálvez también fue asesinado. ¿El común denominador? Todos los ataques y asesinados fueron planeados, ordenados y ejecutados por el Cartel de Medellín en cabeza de Pablo Escobar.

Historia del atentado al diario El Espectador

El 1 de septiembre de 1.989 en la noche, el jefe de despachos de El Espectador recibió una llamada en donde el supervisor de vigilancia le comentó de una extraña situación. En la calle, una persona le estaba pidiendo a los celadores de El Espectador permiso para poder parquear un camión varado en las instalaciones del diario; ellos se negaron y ante esto, esa persona les pidió ayuda a dos policías y un celador para empujar el camión hasta dejarlo al lado de la estación de gasolina, hacia el costado sur de El Espectador.

Fue cuando a las 6:37 de la mañana, el sábado 2 de septiembre de 1.989 el camión bomba explotó en frente de la sede del diario El Espectador. 73 personas resultaron heridas por esta explosión, el edificio parcialmente afectado y ningún muerto.

Pablo Escobar, líder del Cartel de Medellín fue el autor intelectual del atentado a El Espectador, y Brances Muñoz Mosquera el autor material. Éste último con alias de “Tayson”, fue un lugarteniente y sicario del Cartel de Medellín, quien estuvo involucrado no solo en este atentado. También en el atentado al avión de Avianca, al edificio del DAS, al diario Vanguardia Liberal, en el asesinato del procurador Carlos Mauro Hoyos y la masacre de Los Cocos; en donde mataron a 18 personas, otras 4 quedaron heridas y varias personas fueron secuestradas.

Al día siguiente del atentado, El Espectador saca su emisión de 16 páginas y en primera página titulan: “¡Seguimos adelante!” El edificio de El Espectador sufrió varios daños, al interior solo una unidad quedó en funcionamiento; por lo que el periódico por el próximo mes salió en blanco y negro. Periódicos en todo el mundo se solidarizaron con El Espectador e hicieron préstamos sin intereses para que este diario pudiera salir adelante.

¿Por qué atacaron a El Espectador?

El año 1989 fue un año muy sangriento y violento para Colombia, probablemente uno de los más difíciles a causa del narcotráfico y la persecución hacia los carteles de droga. El diario El Espectador era un medio de comunicación que denunciaba insistentemente tanto a los carteles como a Pablo Escobar. Además, tenía una postura favorable en cuanto a la extradición a Estados Unidos del grupo terrorista denominado “Los Extraditables”.

Los periodistas de aquel entonces en subsecuentes declaraciones, aseguraron que durante el año 89 esperaban algún “bombazo” en El Espectador. Y es que las amenazas a sus diferentes periodistas no se habían hecho esperar, para ese momento, ya el Cartel de Medellín había asesinado a su director Guillermo Cano luego de ejercer en la dirección por 44 años.

Por ejemplo, el periodista Carlos Mario Correa, corresponsal en Medellín señaló que recibió una llamada del Cartel de Medellín. En la llamada le dijeron que Escobar no quería al periódico en esa ciudad. Tanto así, que en varias ocasiones, lugartenientes de ese cartel quemaban las remesas de periódicos que llegaban a Medellín.

En ese mismo año recibieron sufragios, uno de ellos era una corona de flores invitando a las exequias del diario El Espectador. Y aunque era la sede de Medellín la que esperaba el atentado, éste ocurrió en Bogotá; sin embargo, la capital antioqueña no se salvó de los atentados del Cartel de Medellín.

El 10 de octubre se conoció el asesinato de los gerentes de la oficina de El Espectador en Medellín, eran Martha Luz López y Miguel Soler. El ataque del Cartel de Medellín hacia el diario El Espectador fue incesante, principalmente porque quería callar al periódico por sus denuncias sobre el narcotráfico, los carteles y Pablo Escobar. A finales del año 1.989 la sede de Medellín cerró.

Impacto del atentado en la libertad de prensa en Colombia

El atentado al diario El Espectador en 1989 no solo representó un ataque directo contra una institución periodística, sino que también fue un golpe significativo a la libertad de prensa en Colombia. Este atentado, junto con otros actos de violencia contra periodistas y medios de comunicación, tuvo repercusiones profundas y duraderas en la manera en que la prensa operaba en el país.

El ataque a El Espectador y otros incidentes similares durante la década de 1980 y principios de 1990 marcaron un periodo oscuro para la prensa colombiana. Estos atentados tuvieron varios efectos inmediatos y a largo plazo:

Autocensura: el miedo a represalias violentas llevó a muchos periodistas y medios de comunicación a practicar la autocensura. La cobertura de temas relacionados con el narcotráfico y la violencia disminuyó significativamente, ya que los periodistas temían por sus vidas y las de sus familias.

Éxodo de periodistas: muchos periodistas optaron por abandonar el país en busca de seguridad. Este éxodo de profesionales experimentados debilitó la capacidad de los medios para informar sobre temas críticos. Además, redujo la diversidad de voces en el ámbito periodístico.

Fortalecimiento de la solidaridad internacional: a nivel internacional, la comunidad periodística se solidarizó con los periodistas colombianos. Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) aumentaron su apoyo y visibilidad de los problemas en Colombia. Presionaron a las autoridades para que protegieran mejor a los periodistas.

Cambios en la legislación: a raíz de los atentados, el gobierno colombiano implementó medidas legales y políticas para proteger a los periodistas. Estas incluían programas de protección y el establecimiento de normas más estrictas contra los perpetradores de violencia contra la prensa.

Papel del periodismo en la lucha contra el narcotráfico

El periodismo ha desempeñado un papel fundamental en la lucha contra el narcotráfico, proporcionando información crucial, exponiendo actividades ilícitas y presionando a las autoridades para que actúen. A través de investigaciones exhaustivas y reportajes valientes, los periodistas han sacado a la luz las operaciones de los carteles de la droga, los vínculos corruptos y las violaciones de derechos humanos, contribuyendo a la percepción pública y a la acción gubernamental.

El Espectador y el Cartel de Medellín

Durante las décadas de 1980 y 1990, el diario El Espectador fue uno de los medios de comunicación más activos en la denuncia de las actividades del Cartel de Medellín.

El periódico publicó numerosos reportajes que detallaban las operaciones del cartel, sus vínculos con políticos y empresarios corruptos. Y, además, las consecuencias de sus actividades en la sociedad colombiana. Estas publicaciones contribuyeron a la presión pública y gubernamental para tomar medidas contra el cartel.

La valentía del equipo de El Espectador tuvo un alto costo. El asesinato de su director, Guillermo Cano, en 1986, fue un intento claro de silenciar sus denuncias. A pesar de esto, el periódico continuó su labor investigativa, demostrando una dedicación inquebrantable a la verdad.

Los informes sobre el Cartel de Cali

En la década de 1990, la periodista estadounidense Virginia Vallejo, quien tuvo una relación con Pablo Escobar, escribió un libro y realizó entrevistas reveladoras sobre el funcionamiento interno del Cartel de Cali.

Sus revelaciones proporcionaron información detallada sobre la estructura y operaciones del cartel, así como sobre las conexiones con figuras políticas y empresariales. Esto ayudó a las autoridades a comprender mejor el alcance de la organización y a planificar acciones más efectivas para desmantelarla.

Aunque su vida estuvo en peligro, Vallejo decidió contar su historia. Así, subraya la importancia del periodismo en la lucha contra el narcotráfico y en la exposición de la verdad. Independientemente de las consecuencias personales.

“Narco-cassettes” en México

En 1994, el periodista mexicano Jesús Blancornelas y su equipo en el semanario Zeta publicaron una serie de reportajes basados en grabaciones secretas de conversaciones entre narcotraficantes y funcionarios corruptos.

Estos reportajes, conocidos como los “Narco-cassettes”, expusieron la profunda corrupción en las fuerzas de seguridad y el gobierno mexicano. Esto reveló cómo los carteles de la droga habían infiltrado estas instituciones.

Blancornelas sobrevivió a un intento de asesinato en 1997, lo que subraya los riesgos que enfrentan los periodistas que cubren el narcotráfico. A pesar de los peligros, su trabajo ayudó a despertar la conciencia pública sobre la corrupción y la necesidad de reformas.

Caso Odebrecht en América Latina

Aunque no se limita al narcotráfico, el escándalo de corrupción de Odebrecht en América Latina tiene vínculos con el financiamiento de campañas políticas por parte de carteles de la droga.

Investigaciones periodísticas, como las realizadas por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), destaparon la magnitud de la corrupción en varios países de la región. Esto llevó a arrestos de políticos y empresarios y a una mayor presión para combatir la corrupción. El trabajo de estos periodistas no solo reveló los vínculos entre políticos y el crimen organizado, sino que también fortaleció la demanda de transparencia y rendición de cuentas en la región.

El caso de la revista Proceso en México

La revista Proceso ha sido un pilar en el periodismo de investigación en México, especialmente en temas relacionados con el narcotráfico y la corrupción.

Reportajes detallados sobre las actividades de carteles como el de Sinaloa y su influencia en la política mexicana han sido fundamentales para entender la magnitud del problema. Estos reportajes han presionado al gobierno a tomar medidas más severas contra los carteles. Los periodistas de Proceso han enfrentado amenazas y ataques, pero la revista ha mantenido su compromiso con la verdad y la transparencia.

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