Diseños curriculares por ciclos y basados en competencias para fortalecer la educación técnica profesional y tecnológica

Educación técnica y tecnológica

Las alianzas se enfrentan al complejo proceso de diseñar currículos por ciclos y basados en competencias. Colombia, desde el Ministerio de Educación Nacional, ha emprendido un camino sólido en este campo al definir políticas y promover estrategias para el fortalecimiento de la educación técnica y tecnológica.

Qué se requiere para hacerlo con calidad y pertinencia, en qué y cómo se ha avanzado, qué recomiendan quienes han innovado en estos desarrollos, qué es necesario proyectar.

Diseñar currículos basados en competencias para el fortalecimiento de la educación

– Respetar el contexto. No perder de vista que el contexto del desarrollo de currículos basados en competencias es el mundo del trabajo.

– Claridad en el tipo de competencias. Las alianzas trabajan en competencias laborales, no en competencias disciplinares. De ahí la importancia de establecer las correspondientes diferencias.

– Niveles de competencias. En el proceso de establecer características y diferencias entre lo técnico y lo tecnológico, las instituciones de educación superior deben tener la capacidad de definir en qué nivel están las competencias y hacer las nivelaciones requeridas.

En Colombia, las competencias se clasifican en cinco niveles en donde, por lo general, el dos corresponde al nivel técnico profesional y el tres al tecnológico. Aunque la clasificación no es estricta, sí se convierte en una guía para hacer la diferenciación.

– Integralidad de las competencias. Las competencias responden a tres tipos básicos de contenidos que se trabajan de forma integral, no independiente: conceptos, procedimientos y actitudes. Allí radica una de las ventajas de la educación basada en competencias frente a lo disciplinar cuando se desarrollan procesos de formación para el trabajo.

Las actitudes generan la flexibilidad para el cambio, mientras que en la educación por contenidos se corre el riesgo de dejar al profesional sin herramientas en el momento en que los contenidos se desactualializan y sin lo actitudinal que lo impulse al aprendizaje autónomo.

– Perfil de los equipos de trabajo.

Una buena estrategia para diseñar el currículo es conformar desde el inicio de la alianza un equipo académico que cuente con coordinadores que se encarguen de dar los lineamientos y las pautas de lo que se requiere con amplios conocimientos en pedagogía, diseñadores de currículo que conozcan el sector productivo de acuerdo con el número de áreas que se estén trabajando, y representantes de las instituciones de educación media con el fin de garantizar que desde la educación en los colegios se empiece a dar la transferencia de información necesaria.

Es valioso que los equipos cuenten con profesionales que tengan esos dos perfiles, es decir, pedagogos y expertos en el sector productivo. Algunas alianzas han contado con la participación de grupos de asesores y consultores nacionales e internacionales.

– De las asignaturas a los problemas. Los currículos que se estructuran por asignaturas no son adecuados cuando se trabaja con base en competencias. Es una buena alternativa estructurar los contenidos en torno a problemas, a través de los cuales se va desarrollando un proyecto que opera como eje del currículo.

– Construcción de marcos conceptuales. Se establecen para dar soporte al enfoque pedagógico cognitivo, frente a la construcción y proyección social del conocimiento.

– Comprensión del diseño curricular como un proceso. Valorar los avances y los retrocesos en el desarrollo de los diseños. Su marcha es como la de una espiral, que debe acompañarse con procesos paralelos de comunicación, evaluación y seguimiento.

– Definición del enfoque. Las posibilidades son múltiples. Desde enfoques sistémicos hasta enfoques funcionales. Hacerlo desde el inicio significa ganar en agilidad y cumplimiento oportuno de objetivos. Vale la pena consultar los modelos australiano, español y chileno.

– Garantizar insumos de calidad. Punto central en el proceso es haber definido con rigor el perfil ocupacional, teniendo en cuenta las características del sector y las líneas requeridas.

Cuando se construye un currículo basado en competencias el levantamiento de los perfiles permite evidenciar la correspondencia entre este y los planes de estudio con las necesidades del sector productivo y del mundo de la ciencia, la tecnología y la participación ciudadana. Dicha correspondencia se visualiza en cada uno de los núcleos programados por ciclos y/o periodos académicos.

– Establecer elementos diferenciadores. Una vez se definen las competencias básicas, específicas y transversales requeridas para cada perfil, se recomienda definir lo fundamental y común para todas las instituciones y variaciones posibles que estén en sintonía con el perfil estratégico de cada institución. Es conveniente, también, precisar elementos diferenciadores que otorguen un plus a los programas diseñados en relación con los ofrecidos por el SENA.

 Determinar mecanismos y metodologías de evaluación.

El diseño curricular debe incluir propuestas para la evaluación de los aprendizajes del alumno, entendida la evaluación como el conjunto de juicios sobre el avance logrado por el alumno en la apropiación de conocimientos, habilidades de pensamiento, motrices y actitudinales. Es pertinente que la evaluación del aprendizaje del alumno sea continua, integral, cualitativa y que se exprese en informes descriptivos que respondan a estas características.

– Establecer mecanismos para asegurar tránsitos y modificaciones. Frente a la velocidad con la que se deben actualizar los programas, debido a la evolución de las necesidades de los sectores productivos con sus correspondientes cambios de perfiles y competencias requeridos, hay que definir derroteros para la revisión curricular.

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