Por qué no es la protección del comercio el mejor medio de lograr ciertos objetivos de política

Por qué no es la protección del comercio el mejor medio de lograr ciertos objetivos de política

A veces se expresan reservas sobre la liberalización del comercio y sus efectos, que conducen a la argumentación de que la liberalización debe detenerse o incluso invertirse.

Una de las preocupaciones exteriorizadas es que las instituciones financieras extranjeras acabarán por dominar el mercado interno tras la liberalización y abusarán de esa posición.

Si los proveedores extranjeros son mucho más eficientes que los nacionales, es cierto que penetrarán efectivamente en un mercado liberalizado.

Pero no hay razón alguna para suponer que los proveedores extranjeros serán siempre más eficientes que los nacionales; su presencia promoverá de hecho la eficiencia del sector nacional.

En la medida en que las empresas nacionales necesiten tiempo para adaptarse a la nueva competencia, la liberalización del comercio podrá escalonarse a lo largo del tiempo.

Como alternativa, si un gobierno desea mantener cierto grado de presencia nacional en el mercado interno, o quiere prestar ayuda temporal a los proveedores nacionales, desde una perspectiva de eficiencia esos objetivos se lograrán mejor mediante incentivos fiscales que mediante restricciones al comercio, siempre que puedan obtenerse los recursos fiscales necesarios por medios que tengan menores efectos de distorsión.

En cuanto a la cuestión del abuso de la posición dominante en el mercado, la competencia entre los proveedores existentes, tanto nacionales como extranjeros, unida a la apertura del mercado a nuevos participantes, deberá reducir al mínimo el peligro de abuso.

Si esto resultara insuficiente, los gobiernos podrían aplicar políticas pertinentes que contribuyeran a garantizar la competencia.

Otra de las preocupaciones expresadas se refiere a las posibilidades de prestación selectiva de servicios por parte de los proveedores extranjeros.

Se teme que estos últimos atiendan únicamente a los segmentos del mercado rentables, en busca de «gangas»; y que la consiguiente insuficiencia de suministro de servicios bancarios minoristas en las zonas rurales; por ejemplo, pueda tener efectos perjudiciales en la economía.

Habría que preguntar si la insuficiencia de suministro es consecuencia de la reglamentación oficial; o de la falta de ciertas condiciones fundamentales, que hace que determinados segmentos del mercado no sean rentables.

Algunos han argüido, por ejemplo; que la falta de un poder judicial eficaz que pueda satisfacer las reclamaciones hace que la concesión de créditos a ciertos segmentos del mercado sea muy arriesgada. (Banco Mundial, 1997a).

Si hay otras razones que justifiquen la necesidad de promover el suministro de servicios financieros en determinados mercados; como el costo de los servicios en algunas regiones geográficas o en relación con el poder adquisitivo de consumidores de bajos ingresos; parecería más apropiado que se adoptaran otras medidas -por ejemplo, incentivos fiscales- en vez de mantener cerrados los mercados financieros.

También es posible imponer ciertas prescripciones; tales como la obligación de servicio universal, tanto a las instituciones financieras extranjeras como a las nacionales; con el fin de garantizar el logro de los objetivos sociales sin sacrificar los beneficios en materia de eficiencia de la competencia.

A veces se cita la presencia de demasiadas instituciones financieras como argumento contra la liberalización del comercio de servicios financieros. Se sostiene que la entrada de más empresas extranjeras agravaría el problema del exceso de actividades bancarias o de seguros.

El exceso de actividades bancarias, por ejemplo, parece indicar que hay ya demasiados bancos que tratan de captar operaciones en un determinado mercado financiero.

En la medida en que ello refleja preocupación en cuanto a la viabilidad de instituciones financieras individuales; es mejor abordar el problema mediante medidas cautelares y medidas encaminadas a facilitar una salida ordenada del mercado.

En algunos países, el régimen de licencias o de liquidación aplicado a los bancos es deficiente. Ello deja a la economía con un nutrido sector bancario en el que destacan bancos deficientes.

La respuesta correcta sería, sin embargo, permitir una consolidación ordenada del sistema financiero en vez de recurrir al proteccionismo.

En Rusia, por ejemplo, se disolvieron 450 bancos, de 2.150, en 1995 y 1996. Para el caso de Argentina, se liquidó en 1995 y 1996 la cuarta parte de los 200 bancos del país. Y en Malasia y Corea se han fomentado en los últimos años las fusiones para facilitar la consolidación y aumentar la competitividad del sector financiero.

Por último, se ha argüido que la liberalización del comercio de servicios financieros empeora la posición de balanza de pagos de un país.

En principio, sin embargo, el mejor acceso al capital internacional deberá mitigar las presiones de los pagos sobre los países.

Inicialmente, el capital afluye al país a medida que se establecen en él instituciones financieras extranjeras. Los efectos resultantes en el crecimiento y la renta generarán probablemente ingresos que compensarán con creces; por ejemplo, las remesas de beneficios de las instituciones financieras extranjeras.


Notas

10 Cabe observar que es probable que se produzcan efectos positivos similares de distribución con una política macroeconómica más estable. Ello se debe a que, en un entorno inflacionario, los menos favorecidos mantendrán con toda probabilidad sus activos en forma realizable y serán menos capaces de protegerse eficazmente de la subida de los precios.
11 La apertura a la inversión extranjera directa puede, sin embargo, colocar a los inversores nacionales en situación de desventaja frente a los inversores extranjeros del mismo sector, debido a los mayores costos de financiación a los que tal vez tengan que hacer frente en sus operaciones.

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