La Influenza Aviar
Lejos, como en Hong Kong, y mucho más cerca, como en Estados Unidos, México, Guatemala y Chile, la Influenza aviar ha pasado al primer orden entre las preocupaciones de los avicultores colombianos.
Desde mediados de junio pasado, cuando comenzó a circular el rumor de que la Influenza aviar había sido detectada en territorio ecuatoriano, concretamente en granjas de Pronaca, empresa que exporta pollo a Colombia, nuestros avicultores comenzaron a crisparse. Y siguen crispados, no obstante el parte de tranquilidad que trajo la comisión ICA-Fenavi que viajó a Ecuador para establecer la veracidad de esa información que se regó como pólvora, y que llevó a la Federación a solicitarle a este instituto el cierre de la frontera para los productos avícolas provenientes del vecino país, lo que finalmente no se consiguió. Al nerviosismo de los productores quizá esté contribuyendo, con razón, el saber que la enfermedad está haciendo estragos en el Estado de Virginia (Estados Unidos) y que a comienzos del mes pasado fue reportada en Valparaíso, Chile.
La citada comisión técnica, que trabajó al lado del Servicio Ecuatoriano de Sanidad Animal, Sesa, y de técnicos de Pronaca, pudo enterarse del sistema de vigilancia epidemiológica del vecino país, del estado sanitario de las granjas de Pronaca (así como de sus antecedentes sanitarios), del funcionamiento de los cuatro laboratorios de referencia que allí funcionan y, en general, de aspectos relevantes de la industria avícola ecuatoriana. Al cabo de este ejercicio, la comisión, de la cual hicieron parte María Piedad Vargas, directora del Programa Técnico de Fenavi-Fonav, y Fabiola Rodríguez y Gustavo Cárdenas, del ICA, se dividió en dos grupos para cubrir las granjas de las zonas de Bucay y Santo Domingo de los Colorados, donde se tomaron las muestras serológicas por Elisa (182), las cuales fueron trabajadas en los laboratorios de Pronaca e ICA-Ceisa, con un resultado negativo, por fortuna.
De todas formas, la funcionaria de Fenavi advierte: 1. El Sesa no cuenta con un sistema propio de vigilancia epidemiológica, por lo que se limita a hacer supervisiones en los cuatro laboratorios de referencia existentes. 2. Es importante implementar un sistema de vigilancia en la zona de frontera, para que se verifique la no reutilización de bandejas, y establecer un monitoreo para confirmar la ausencia de virus en el huevo comercial que llega a Colombia. 3) Hay que evitar el comercio de huevo sucio. 4) Es relevante pedirle a los exportadores incluir dentro de los documentos exigidos para el registro de granjas de exportación, el monitoreo serológico para influenza aviar, el último de los cuales debe ser realizado 3-4 semanas antes de la exportación.
Situación de la influenza en Colombia
Los últimos reportes del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, indican que Colombia es un país libre de Influenza aviar (IA). Los resultados de los 25 mil sueros examinados, desde 1997 hasta la fecha, por la técnica de Inmunodifusión en agar gel, procedentes de diferentes regiones, han sido negativos.
Fenavi es enfática en alertar a los avicultores sobre la irresponsabilidad que significa aplicar en las actuales circunstancias la vacuna, teniendo en cuenta la ausencia de la enfermedad en territorio colombiano. La vacunación indiscriminada, por lo demás, afecta gravemente la realización de una vigilancia epidemiológica acertada y, por tanto, la interpretación real sobre la situación sanitaria del país con respecto a esta enfermedad.
La Influenza Aviar
El Programa Técnico de Fenavi-Fonav preparó esta información que resulta de particular importancia para empresarios y técnicos de la industria avícola.
Los virus de la Influenza aviar (IA) son virus RNA de la familia Orthomyxoviridae. Antigénicamente existen tres tipos A, B, C. El tipo A involucra todos los virus que afectan a las aves domésticas (pavos, pollos, gallinas de guinea, perdices, codornices, faisanes, gansos, patos), a las corredoras (avestruces, emúes, etc.), y a las silvestres (cisnes, golondrinas de mar, garzas, gaviotas, halcones, etc.). Son huéspedes del virus especies de aves de ornato y canoras como: pericos, cacatúas, mirlos, etc. El tipo A también se puede encontrar en humanos, cerdos, caballos y, ocasionalmente, en otros mamíferos como focas, ballenas y visones. Los virus de tipo B y C afectan primariamente a humanos. Los virus del tipo A están divididos en subtipos, considerando que cuentan con 2 glicoproteínas de superficie: la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N). Hay 15 subtipos antigénicamente diferentes para H y 9 para N. El virus de la Influenza aviar puede tener cualquiera de los 15 subtipos H y cualquiera de los 9 subtipos N.
Los virus de la IA pueden tener gran variabilidad antigénica, dependiendo del número de H y N que se identifiquen. Cuando el virus de la IA circula en especies huéspedes no naturales, puede sufrir cambios genéticos que lo hacen más virulento. Cambios menores en la secuencia de aminoácidos de las H y N pueden ocurrir como resultado de una mutación puntual que codifica aminoácidos específicos. Este proceso da como resultado variación antigénica, alterando la patogenicidad del virus. Los 8 segmentos de RNA que componen el genoma pueden reagruparse cuando una célula huésped es infectada con dos virus diferentes; consecuentemente, la combinación de los 8 segmentos de cada virus podrá generar 256 virus de IA diferentes.
El último reporte oficial (5 de julio del año en curso) sobre la tipificación de los aislamientos realizados en Chile, señala que las muestras enviadas al laboratorio de referencia Ames, han tenido dificultades para obtener la información de secuenciación y sugiere que habría mezclas de dos diferentes genotipos de H7N3.
Patogenicidad del virus
La patogenicidad de los virus de IA es extrema-damente variable, y su virulencia no está asociada directamente con su designación H o N. La designación del virus de IA altamente patógena IAAP se basa en pruebas de desafío específicas y aspectos moleculares como el tipo de aminoácidos, de acuerdo con el segmento de hemoaglutinina. La identificación de los antígenos H y N sirve para investigaciones epizootiológicas asociadas a brotes de la enfermedad.
La mayoría de los virus altamente virulentos son H7 o H5, pero no todos los virus H7 ó H5 son virulentos. En ocasiones, se ha observado que un virus patógeno para una especie no necesariamente lo es para otra.
La Oficina Internacional de Epizootias, OIE, en 1996, adoptó las siguientes normas para clasificar un virus de IA de alta patogenicidad:
– Cualquier virus de IA que, inoculado con una dilución 1:10 de fluido alantoideo o cultivo de tejidos libre de bacterias, por vía intravenosa, en 8 pollos susceptibles de 4 a 8 semanas de edad, cause la muerte a 6, 7 u 8 de ellos, en un término de hasta 10 días después de la inoculación.
– Si el virus mata de 1 a 5 pollos y no pertenece a los subtipos H5 o H7, se requieren las siguientes pruebas adicionales:
1) Replicación del virus en cultivo celular, para determinar si produce efecto citopático o formación de placas en ausencia de tripsina.
2) Para los virus H5 o H7 de baja patogenicidad o de otro subtipo, si se replica en cultivo de tejidos, en ausencia de tripsina, se les debe determinar la secuencia de aminoácidos del péptido conector de la hemoaglutinina. Si dicha secuencia es semejante a la observada en los virus de IA de alta patogenicidad se le considera en esta categoría.
Contra las infecciones de influenza aviar no existe ningún tratamiento
Signos clínicos y lesiones
Los signos o síntomas son variables, dependiendo de la especie afectada, la edad, las infecciones simultáneas, el subtipo, las características del virus, así como también los factores ambientales. Los signos en las aves enfermas pueden reflejar alteraciones en los sistemas respiratorio, digestivo, reproductor y nervioso. Cada uno de los síntomas puede presentarse por sí solo o combinados.
Los signos respiratorios pueden o no ser un factor importante de la enfermedad. En ponedora en jaula, no es raro que la enfermedad se inicie en un área específica, afectando gravemente las aves de algunas jaulas antes de que se extienda a las demás.
Los síntomas más frecuentes observados son: disminución de la actividad locomotriz, disminución del consumo de alimento (hasta llegar a la anorexia), emaciación, problemas respiratorios (desde leves hasta severos, incluyendo tos, estornudos, estertores, lagrimeo, amontonamiento, plumas erizadas, blefaritis, la conjuntiva puede encontrarse congestionada y ocasionalmente con hemorragias), edema de cabeza y cuello, cresta y barbillas cianóticas y en ocasiones necróticas, desórdenes nerviosos, diarrea acuosa verde brillante, que puede pasar a ser totalmente blanca. En gallinas se evidencia disminución o cese en la postura. Los huevos puestos después de iniciado un brote se encuentran frecuentemente sin cascarón, y en la piel, entre la pata y el tarso, pueden presentarse áreas difusas de hemorragia.
En pollos, se observa depresión, anorexia y marcado incremento de la mortalidad. Se pueden observar edema de la cara y cuello y signos neurológicos, como tortícolis y ataxia.
Las tasas de morbilidad y mortalidad son variables. En las infecciones causadas por virus de baja y mediana patogenicidad es frecuente observar una alta morbilidad y una baja mortalidad; en el caso de virus altamente patógenos, la morbilidad y la mortalidad pueden alcanzar 100%. La muerte puede ocurrir entre las 24 a 48 horas después de la presentación de los primeros signos clínicos, o prolongarse a una semana.
Las lesiones son de grado variable. Cuando la enfermedad es benigna, se observan inflamación de los senos orbitarios, edema con exudado seroso o caseoso en la mucosa traqueal, enteritis catarral o fibrinosa. Pueden observarse exudados en el oviducto y peritonitis.
Cuando la enfermedad es altamente patógena, pueden apreciarse lesiones no muy marcadas, debido a que las aves mueren rápidamente. También pueden presentarse cambios congestivos, hemorrágicos, con presencia de transudados y necrósis. En forma menos aguda, se observa edema subcutáneo en el área de cabeza y cuello. Pueden presentarse exudados nasales y orales, conjuntiva severamente congestionada, en ocasiones con petequias. La tráquea puede contener gran cantidad de exudado mucoso en el lumen o presentarse traqueitis hemorrágica, similar a la que se observa en casos de laringotraqueitis. Frecuentemente se observan hemorragias petequiales en la parte interna de la quilla, en la grasa abdominal, en las superficies serosa y peritoneo; los riñones están congestionados y, en ocasiones, están obstruidos por la presencia de uratos.
En la ponedora, el ovario puede estar hemorrágico y con áreas oscuras de necrosis; la cavidad peritoneal frecuentemente contiene óvulos rotos, lo que causa peritonitis.
Puede haber hemorragias en la mucosa del proventrículo, principalmente en la unión con la molleja. La mucosa de la molleja se desprende fácilmente y con frecuencia se observan erosiones y hemorragias debajo de ésta. La mucosa intestinal puede tener áreas hemorrágicas principalmente en nódulos linfáticos, así como en las tonsilas cecales.
Las lesiones macroscópicas no pueden ser diferenciadas de las que se observan en la enfermedad de Newcastle velogénico viscerotrópico.
Transmisión
La transmisión de los virus de IA puede depender de varios factores concomitantes, como: las condiciones de bioseguridad de las granjas, la densidad de los galpones, la densidad de la población avícola en un área determinada, las condiciones ambientales que favorecen o no la persistencia del virus, la duración de la excreción viral, etc.
La transmisión directa ocurre a través de las secreciones respiratorias, oculares y heces de aves infectadas a aves susceptibles, y por contacto indirecto o directo de las aves con cualquier objeto o sustancia contaminada con el virus. La transmisión aérea no se considera significativa, aunque se debe tener en cuenta.
La hipótesis del origen de serologías positivas por el uso de biológicos contaminados con antígeno de virus de Influenza aviar no es concluyente hasta la fecha (5 de julio), pero se continúa con la investigación.
Posterior a la depoblación el virus de la IA Altamente Patógena (IAAP), puede sobrevivir en heces por al menos 35 días a 4°C; en el polvo presente en los galpones, hasta por dos semanas; en el ambiente, hasta por cinco semanas; en aguas estancadas, hasta por cuatro días a 22°C, y hasta 30 días a 0°C. La sobrevivencia e infectividad del virus se ven afectadas por condiciones ambientales: en el caso de aerosoles, por baja humedad relativa y baja temperatura; en las heces, por la alta humedad relativa con bajas temperaturas. El virus permanece estable a pH 5.5-8, y por poseer lípidos en su envoltura, es susceptible a desinfectantes, y existen teorías según las cuales, también lo son a detergentes.
Las aves acuáticas silvestres, especialmente las marinas, son importantes reservorios virales, que pueden excretar el virus hasta por un mes. El virus también ha sido aislado de otras aves silvestres, no acuáticas; sin embargo, el periodo de excreción viral no ha sido determinado, pues los aislamientos se han hecho de cadáveres hasta 23 días después de la muerte, cuando se ha conservado el ave a 4°C. El estrés físico, o enfermedades inmunodepresivas, pueden favorecer la excreción intermitente del virus de IA altamente patógena por más de 30 días.
No existen datos suficientes respecto a la transmisión del virus a través de carne de aves, fresca, congelada o procesada. Sin embargo, a escala de planta de beneficio, la sangre y las heces de aves infectadas, en estado de viremia, pueden contaminar otras carcasas.
Los huevos producidos en fases tempranas de infecciones virales por IA pueden contener virus en la albúmina, en la yema o en la carcasa. Estos huevos pueden ser una importante fuente de contaminación para embriones y equipos. Existe muy poca evidencia de que suceda la transmisión vertical del virus, o bien porque las temperaturas elevadas (38°C) en las etapas iniciales de incubación son letales para el virus, o porque este produce mortalidad embrionaria en las etapas tempranas de la incubación.
El diagnóstico definitivo de la influenza aviar debe hacerse en laboratorio
Incubación
Aunque se han reportado periodos en extremo variables, que van desde pocas horas hasta 3-7 días, internacionalmente se consideran 21 días como periodo máximo de incubación, dependiendo de la cepa, la dosis inoculada, la vía de exposición y el estado inmunológico de las aves.
Diagnóstico
El diagnóstico clínico sólo se puede considerar como presuntivo. El diagnóstico definitivo debe hacerse en laboratorio, considerándose positivo si se consigue el aislamiento y la caracterización del virus.
Los virus pueden recuperarse de tejidos o secreciones de los tractos respiratorio y digestivo, como tráquea, pulmón, hígado, riñón, bazo, sacos aéreos. Los hisopos traqueales y cloacales deben conservarse en un tubo que contenga medio de transporte (infusión de cerebro y corazón, caldo triptosa, caldo peptona, etc.) y bajas cantidades de antibiótico y antimicótico. Cuando se trata de virus altamente patógenos, que causan infecciones sistémicas, se les puede aislar de casi todos los órganos.
Cuando las muestras no pueden ser trabajadas de inmediato, deben ser refrigeradas a 4ºC por 48 horas, o congeladas preferiblemente a -70ºC por largos periodos.
Aislamiento e identificación del virus
Para el aislamiento, se utilizan huevos embrionados de 9 a 11 días de edad, inoculados en la cavidad alantoidea, con 0.1 ml de la muestra. El fluido alantoideo de los embriones muertos se recolecta entre las 48 y 72 horas. La demostración de que el virus se replicó se reconoce por la actividad hemoaglutinante sobre los eritrocitos. Si es positivo a la hemoaglutinación, el fluido se emplea para la identificación del virus.
Se debe tomar en consideración que otros virus, como el de la enfermedad de Newcastle, también presentan actividad hemoaglutinante, por lo que el aislamiento se debe realizar con antisueros de esta enfermedad. Si resulta negativo, se determina la presencia de virus de IA tipo A.
La clasificación en tipos A, B y C se puede realizar mediante las técnicas de inmunodifusión en agar gel con antígeno procesado, a partir de fluido alantoideo o membrana corioalantoidea. Y por Elisa-antígeno (Directigen Flu); este test es usado como screening. Para la utilización de esta prueba, el ave debe estar en la fase aguda de la enfermedad, con síntomas clínicos.
La clasificación en subtipos se realiza por la prueba de Inhibición de la hemoaglutinación HI y el test de Inhibición de la Neuraminidasa NI.
Serología
Ante cualquier infección, el ave reacciona produciendo anticuerpos que se pueden detectar de 7 a 10 días. Las pruebas comúnmente utilizadas son:
Elisa indirecto. Es una prueba altamente sensible, que detecta anticuerpos en el suero. Puede utilizarse para trabajar un gran número de muestras, y los resultados deben interpretarse sobre la totalidad del lote y no sobre un dato individual. Sin embargo, se recomienda que sueros con resultados positivos o cercanos al punto de corte, se confirmen mediante la prueba de Inmunodifusión en Agar gel. La presencia de aglutininas no específicas podrían dar como resultado falsos positivos.
Inmunodifusión en agar gel. Se considera que es una prueba específica y menos sensible, que detecta anticuerpos en el suero. El antígeno y anticuerpo difunden uno hacia el otro en el agar gel, dando como resultado la formación de líneas de precipitación en la zona de equivalencia.
Tratamiento
No existe ningún tratamiento contra las infecciones de IA.
N. de la D.: La bibliografía se encuentra disponible en el Programa Técnico de Fenavi-Fonav.
Prevención y control
La bioseguridad, el abstenerse de importar material genético o subproductos de países o zonas con actividad viral confirmada, la vigilancia epidemiológica de las importaciones, el monitoreo frecuente de lotes de reproductoras y su progenie y el reporte oportuno de la enfermedad, constituye la mejor manera de prevenir la Influenza aviar (IA).
La vigilancia epidemiológica es fundamental para la detección temprana de la actividad viral y evitar la diseminación del virus, y, en caso de detectarse la enfermedad, nos permite conocer la población en riesgo, el posible origen, establecer la distribución de la enfermedad, conocer las condiciones de la población en riesgo, diseñar las medidas de control adecuadas, etc.
Deben tenerse presentes medidas de bioseguridad, como:
– Infraestructura: ubicación de la granja, barreras naturales, cercas perimetrales, puerta de acceso, arco de desinfección, pediluvios, señalización, agua potable, evitar derramamientos de agua, utilización de duchas, dotación de ropa para visitantes y trabajadores, equipo de desinfección de ropa y objetos, etc.
– Control de entradas y movimientos de personal, objetos y vehículos.
– Sistemas de limpieza y desinfección: los virus del IA del tipo A no poseen gran estabilidad ni resistencia; son relativamente sensibles a diversos agentes químicos y físicos, por lo que la inactivación se puede conseguir a base de desinfectantes como la formalina, betapropiolactona, agentes oxidantes, éter, amoniaco, ácidos diluidos; también pueden inactivarse por calor, pH extremos.
– Control de plagas.
– Manejo de residuos orgánicos: a través del compost, tratamiento térmico y químico. Los reportes de México indican que el tratamiento térmico de la gallinaza se puede realizar de la siguiente manera: una vez amontonada la gallinaza en capas de 60 centímetros de espesor y de 1 a 2 metros de ancho, que se cubre con plástico negro, se deja a la intemperie a la acción de los rayos solares, durante uno o dos días hasta cuando se eleve la temperatura a 56ºC, favoreciendo la fermentación que inactivara algunos virus y bacterias. El tratamiento químico se realiza con ácido acético al 2% y el hipoclorito de sodio 0.2%.
– Control de salida de vehículos y de gallinaza.
– Implementación de un plan de vigilancia, que incluye el monitoreo serológico.
La inestabilidad antigénica del virus de IA deriva en la imposibilidad de utilizarse como virus atenuado o modificado para la inmunización de aves, y explica el riesgo de mutación del virus hacia alta patogenicidad.
Las vacunas no son capaces de evitar la infección del virus de IA, la vacunación reduce la severidad de la enfermedad, minimiza el impacto negativo sobre los parámetros productivos, disminuye la posibilidad de mutación al limitar el número de aves susceptibles, reduce el riesgo de diseminación durante el brote, reduce el riesgo de transmisión. Existen en el mercado internacional dos tipos de vacuna: inactivadas (monovalentes y polivalentes) y recombinantes (Viruela aviar-Influenza). Resulta peligroso recurrir a la vacunación indiscriminada sin conocer a ciencia cierta el subtipo actuante.
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